TDAH = Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad
domingo, 18 de diciembre de 2022
jueves, 8 de septiembre de 2022
EL PAPEL DE LOS VIDEOJUEGOS EN NIÑOS CON TDAH
El uso de videojuegos en nuestros hijos es algo que nos
preocupa. Generalmente lo consideramos una actividad insustancial que ocupa
demasiado tiempo del ocio de nuestros hijos. Hoy queremos analizar el papel de
los videojuegos en los niños con TDAH.
Contrariamente a lo que se piensa, hay estudios que afirman
que el uso de videojuegos tienen un efecto positivo en nuestro cerebro. En
especial aquellos de acción. Esta actividad hace que se ejerciten determinados
componentes cognitivos básicos necesarios que usamos para desenvolvernos en la
vida diaria.
Este tipo de juegos desarrollan unas mecánicas que requieren
respuestas rápidas y precisas en entornos con multitud de estímulos. Además, es
necesario actuar de una manera eficaz para seleccionar las respuestas más
relevantes y tener éxito en el juego. Estos requerimientos ponen a prueba
nuestros sistemas atencionales y el funcionamiento ejecutivo de nuestro
cerebro. Estas herramientas pueden ser muy beneficiosas para niños con TDAH.
Acción y rendimiento cognitivo
Los videojuegos de acción requieren que los jugadores tengan
una alta velocidad de respuesta en situaciones de presión y de restricción de
tiempo. Requieren también distribuir eficazmente la atención entre estímulos
periféricos. Así evitan posibles amenazas. Además también se focaliza la
atención en un estímulo específico al atacar al oponente.
El cambio entre estos dos focos atencionales debe ser rápido
y exige un alto nivel de procesamiento cognitivo. Otro aspecto clave es la
variabilidad en las dinámicas de juego. Esto evita la automatización y
requieren constantemente de esfuerzo para superar cada nivel. La variedad,
junto con la novedad y el desafío, son características básicas que impulsan la
plasticidad de nuestro cerebro. Dan lugar a la creación de nuevas conexiones y
organización neuronal.
El grupo de investigación de Daphne Bavelier ha estado
estudiando esto. Indican que son estas mecánicas que se implementan en los
juegos las que dan lugar a los cambios en el cerebro y por tanto, en el
rendimiento cognitivo.
Esto resulta muy interesante. Aislando estas mecánicas y
generando videojuegos específicos para la mejora del rendimiento cognitivo que
pueden ser muy beneficiosos. Por ejemplo, podemos obtener tratamientos
digitales para niños con dificultades de aprendizaje o déficit de atención.
Esto dará lugar a herramientas de estimulación cognitiva que a su vez
favorezcan la motivación. Esto es un elemento clave para la adherencia a estos
tratamientos que suelen requerir un alto nivel de esfuerzo. Por ejemplo, en
niños que padecen TDAH.
Maximizar los beneficios saludables de los videojuegos
El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH)
se caracteriza por presentar principalmente tres síntomas nucleares. El
primero, la impulsividad, que supone una dificultad para frenar nuestros
impulsos o controlar nuestras respuestas automáticas. Hiperactividad, referida
a una mayor actividad motora y dificultades para mantener la atención y la
concentración.
El uso de estas herramientas digitales, bien diseñadas, pueden ser un factor que posibilite la mejora de la sintomatología cognitiva en TDAH. Tendrá posteriormente un impacto en el rendimiento y en la conducta.
Estas herramientas no están lejos de ser ya una realidad. El
equipo de investigación de Adam Gazzaley y su proyecto AKILI Labs, desarrollan
y validan herramientas digitales terapéuticas. Están dirigidas a mejorar el
rendimiento cognitivo en niños con TDAH. Su objetivo es crear herramientas de
prescripción médica. Si se acompañan con la medicación necesaria según cada
caso y la terapia psicológica, pudieran tener un efecto positivo en los
mecanismos cognitivos que se encuentran deficitarios en el TDAH.
Su herramienta EndeavorRX® de intervención digital es por el
momento, la primera en obtener la aprobación por la agencia estadounidense del
medicamento y la alimentación (FDA). Se contempla como herramienta terapéutica
para niños con TDAH. No tardarán en emerger otras herramientas que permitan
desarrollar y potenciar nuestro rendimiento cognitivo. Así podremos funcionar y
adaptarnos mejor a los retos de nuestra vida diaria.
La clave, según estudia el equipo de la Dra. Bavelier, es
identificar las mecánicas de los videojuegos que potencian nuestro desarrollo
cerebral. Y lograr evitar también los puntos negativos que pueden aportar los
videojuegos de violencia y acción. Esto un proceso complejo. Existen varios
grupos de investigación dedicados a detectar estas características y en los
próximos años, será una realidad más cercana.
Por otro lado, no debemos olvidar que todo en exceso puede
resultar peligroso. Aunque los videojuegos estén revelándose como unos grandes
moduladores de nuestro cerebro, hay que tener cuidado con no abusar. Un uso
excesivo de los videojuegos en niños TDAH, por el contrario, podría reproducir
sintomatología asociada al TDAH, dando lugar a mayores dificultades para
mantener la atención, por lo que es necesario regular el uso que nuestros hijos
y nosotros mismos hacemos de ellos.
Uso saludable de videojuegos en niños con TDAH
Para favorecer el uso saludable de los videojuegos en niños
con TDAH, te dejamos algunas pautas que pueden ayudaros:
- Interésate por los juegos que realizan tus hijos. Asegúrate que son adaptados a su edad y que los valores del juego se adaptan a lo que quieres trasmitirles.
- Limita el tiempo de uso. Negocia con ellos el tiempo que van a poder hacer uso de videojuegos. En la medida de lo posible y según su edad trasládales la responsabilidad de cumplir los horarios que habéis marcado.
- Ofrece alternativas a los videojuegos. Busca juegos para compartir en familia que requieran también la estimulación de determinados componentes cognitivos. Por ejemplo, la atención, la flexibilidad y el control inhibitorio, y anímales a que hagan deporte.
- Si observas un problema en el que haya un compromiso e interferencia grave con el resto de las actividades de la vida cotidiana, acude a un profesional que os ayude a manejar la situación.
FUENTE:
María Laorden. Neuropsicóloga del Equipo Clínico de ATAM
https://equipoclinico.atam.es/el-papel-de-los-videojuegos-en-ninos-con-tdah/
jueves, 4 de agosto de 2022
QUÉ PASA EN EL CEREBRO DE UNA PERSONA CUANDO TIENE TDAH
El cerebro humano cuenta con una zona muy importante en la parte delantera de la cabeza que se le llama Prefrontal. Es en esta zona es en donde se encuentra la atención y las funciones ejecutivas, habilidades que permiten a la persona ser consciente de las cosas, tomar decisiones, planear, organizar, ejecutar y evaluar las acciones realizadas, que justamente es lo que se ve más afectado con el TDAH.
El cerebro
funciona a base de estímulos eléctricos que llevan y traen información
necesaria para realizar las diferentes actividades de la vida. Esta información
se logra transmitir gracias a las neuronas y éstas a su vez se pueden comunicar
entre sí por la intervención de unas sustancias químicas llamadas neurotransmisores.
Los
neurotransmisores se encuentran en el espacio que hay entre cada neurona y al
hecho de conectarse con los extremos de cada una de ellas se le llama sinapsis
y el espacio entre cada neurona recibe el nombre de espacio sináptico. Y es
justamente es ahí en donde se “transportan” los mensajes entre cada neurona y cuando
los neurotransmisores no lo hacen bien porque “pierden el rumbo”, no están
disponibles o de plano no existen, es que las respuestas de la persona son
equivocadas, lentas o bien exageradas, justamente lo que pasa en el caso del
TDAH.
La presencia en
bajas cantidades de diferentes neurotransmisores (las sustancias químicas que
se encuentran en el cerebro), pueden ser la base para que se presenten algunas
condiciones de salud mental y del estado de ánimo.
Los neurotransmisores que están relacionados con el TDAH son tres, los cuales participan llevando y trayendo información de los frontales a las demás zonas del cerebro y viceversa, favoreciendo las adecuadas respuestas cognitivas y el control de impulsos de la persona:
- Dopamina (sustancia encargada de manejar el centro de recompensa y placer del cerebro)
- Serotonina, y
- Norepinefrina o noradrenalina (sustancia relacionada muy de cerca com la dopamina)
¿Qué significa
esto?
De manera muy
sencilla, esto quiere decir que si los niveles de estas sustancias químicas del
cerebro son bajos afectan la manera en que las personas con TDAH experimentan
los procesos de gratificación y motivación y, por tanto, son más propensos a
perder rápidamente el interés en ciertas actividades y en buscar más
estimulación del ambiente que otras personas.
Estos bajos
niveles en los sistemas de transmisores químicos terminan por afectar áreas específicas
del cerebro:
Áreas
involucradas
Algunas de las
áreas específicas que se ven involucradas cuando una persona presenta TDAH, y
se han podido demostrar son:
1. Lóbulo frontal
Esta es la parte
del cerebro que se encuentra adelante, justo detrás de la frente, y es la
encargada de ayudar con los procesos más complejos que llevamos a cabo los seres
humanos. Los estudios científicos han encontrado que ciertas estructuras del lóbulo
frontal tardan más en desarrollarse en personas con TDAH, lo que puede llevar a
afectar funciones como:
- La toma de decisiones
- La organización
- La planeación
- El control de impulsos
- El juicio
- La memoria
- La atención
- La capacidad de conseguir gratificación
2. Sistema
Límbico
Esta región se
encuentra justo en el centro del cerebro, en su parte más profunda. Se encarga
de generar las respuestas emocionales que sentimos, y está involucrada en
procesos de motivación y atención a diferentes estímulos.
3. Ganglios
basales
También ubicados
al interior del cerebro, los ganglios basales son un grupo de núcleos
responsables principalmente del control motor, así como de otras funciones como
el aprendizaje motor, las funciones ejecutivas, los comportamientos y las emociones.
Una deficiencia aquí puede provocar un "cortocircuito" en la
comunicación e información al interior del cerebro, lo que se convierte en una
falta de atención e impulsividad.
4. Sistema de
activación reticular
Este sistema es una red de neuronas situada en el tronco cerebral responsable de nuestros patrones de vigilia, nuestra capacidad de concentración y la respuesta de lucha y huida; una deficiencia aquí puede causar falta de atención, impulsividad o hiperactividad.
Qué ocurre cuando
hay niveles bajos de neurotransmisores:
Cuando existen
niveles elevados de Dopamina la persona puede:
• Estar
concentrada
• Trabajar
intensamente en las tareas
• Mantener un buen estado de alerta
Cuando existen
niveles bajos de Dopamina entonces:
• Hay distracción
• Tiene
dificultad para completar una tarea
• Dificultad para
pensar anticipadamente
• Dificultad para
responder a tiempo
• Presenta impulsividad cognitiva (muchas ideas de golpe en la cabeza)
En el caso de la
Serotonina, con niveles elevados:
• Se logra
satisfacción
• Mantiene buen
estado del ánimo
• Puede
mantenerse enfocado en una sola cosa
• Ayuda a conciliar el sueño
Cuando existen
niveles bajos de Serotonina:
• Hay
insatisfacción
• Propenso a la
irritabilidad
• Presenta
agresión hacia sí mismo u otros
• Impulsividad
• Comportamiento
obsesivo compulsivo
• Riesgo de
suicidio (actúa sin freno)
• Impulsividad cognitiva (muchas ideas de golpe en la cabeza)
Respecto a los
niveles altos de Norepinefrina (noradrenalina):
• Busca emociones
fuertes, en muchos casos extremos
• Persigue nuevas
actividades
• Mantiene buen
estado del ánimo
• Sostiene la atención
Y con los niveles
bajos de Norepinefrina (noradrenalina):
• Indiferente,
apagado emocionalmente
• Existe baja
energía, apatía
• Puede presentar
depresión
• Reacciones con agresión
En síntesis, podemos decir que la dopamina tiene que ver con el placer, la motivación, la recompensa y la cognición. La serotonina con el control del estado del ánimo y las emociones y la norepinefrina o noradrenalina con los procesos de atención principalmente (en combinación con la dopamina).
Así, más allá de
aprenderte cada parte del cerebro o los nombres de las sustancias químicas, es
importante ver que existen motivos físicos reales que pueden causar este tipo
de condiciones. Si alguien tiene esta condición no es porque no esté esforzándose,
porque sea “un mal niño” o porque no quiera hacer las cosas, es porque hay
diferentes causas que hacen que sus procesos de atención y motivación sean
diferentes.
Lo importante es
saber que también existen tratamientos terapéuticos y, de ser necesario,
farmacológicos que pueden ayudar. Así que si tú o alguien cercano parecen
presentar síntomas de TDAH te invitamos a consultar con un profesional.
FUENTE:
https://cerebrofeliz.org/que-pasa-con-el-cerebro-cuando-se-tiene-tdah/
https://pixabay.com/es/illustrations/cerebro-anatom%c3%ada-l%c3%b3bulos-m%c3%a9dico-7174144
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miércoles, 6 de julio de 2022
EL DOBLE RETO DE SER MUJER Y PADECER TDAH
El Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH)
se presenta en la niña y en la mujer como inatención, pasando desapercibido en
el entorno familiar y escolar y muchas llegan a la edad adulta sin
diagnosticar. Los síntomas más comunes son los despistes, la falta de atención,
la desorganización, la procrastinación o perder cosas con frecuencia… Si te
sientes identificada, consulta a un especialista para descartar que padezcas
TDAH.
El TDAH en la mujer y la niña es rara vez diagnosticado ya
que la sintomatología según cada género se manifiesta de forma diferente y en
las mujeres suele pasar más desapercibida. Según los expertos consultados,
existe un sesgo de género en cuanto a la detección del trastorno.
En muchos casos, no detectar el TDAH a tiempo puede acarrear
problemas de depresión y ansiedad, baja autoestima, dificultades en las
relaciones personales y problemas laborales.
Muchas mujeres creen que el tratamiento les ha cambiado la vida y encuentran sentido a muchos de sus problemas tras conocer el diagnóstico.
Qué es el TDAH
El TDAH es un trastorno del neurodesarrollo. Esto quiere decir que hay unas dificultades desde el propio nacimiento – e incluso desde el desarrollo del feto – que va a tener unos síntomas principales que son: la capacidad para mantener la atención de forma sostenida, y altos niveles de impulsividad y, en algunos casos, hiperactividad motora. Se enmarca en los trastornos mentales, en concreto de los trastornos del neurodesarrollo, como el autismo, el síndrome de Tourette o la dislexia.
Vivir con TDAH: la experiencia de la mujer
Ada Soto es una mujer de 36 años que fue diagnosticada de
TDAH hace apenas dos años, cuando tenía 34.
Afirma que el TDAH se encontraba “enmascarado” en sus dos
síntomas principales: la depresión y la ansiedad, por los cuales había acudido
a terapia múltiples veces en búsqueda de ayuda.
“La depresión y la ansiedad eran una consecuencia de no
tener un diagnóstico a tiempo”, y es que, una vez que llega a conocer que
padece este trastorno, es cuando empieza a “encontrar lógica a todo lo que le
pasaba”, relata la afectada.
En su niñez y en su juventud, se define como una buena
alumna. Era buena en la escuela y le ha ido bien a nivel profesional, pero la
motivación y la organización se presentaban como obstáculos en su día a día. En
clase notaba que le era “muy difícil mantener una concentración sostenida” y
que fácilmente se perdía en sus pensamientos.
El trabajo se presentó como un bache aún mayor y el TDAH se
volvió mucho más difícil de llevar. Cada vez se encontraba con más dificultades
y no entendía porque el resto de personas no se encontraban con los mismos
baches que ella: falta de motivación, distracciones, despistes continuos… Esto
le llevó, al igual que muchas mujeres en su situación, a entrar en una espiral
de depresión y ansiedad que no logró tratar hasta que descubrió que el
principal problema era que sufría TDAH.
“La primera vez que tomé el medicamento sentí mucha más
energía, noté como me podía concentrar en ciertas cosas”. Le dijo a su
psiquiatra “oye, por qué no me habías dado esto antes”. No duda al afirmar que
la medicación, junto con la terapia, le han cambiado la vida.
No es la única mujer que se encuentra ante un cambio abismal en su vida tras comenzar con el tratamiento del TDAH.
Testimonio anónimo
“El cambio es tan grande que parece que no tiene lógica”,
declaraba otra de las mujeres afectadas por el trastorno, que ha preferido
mantener su anonimato por miedo a represalias laborales. Considera que las
enfermedades mentales, como es el caso del TDAH, tienen demasiados estigmas, y
que “la gente no está preparada para entender que gracias al tratamiento puedo
tener la misma capacidad que cualquier otra persona”.
La medicación le ayudó a conseguir un trabajo estable tras
numerosos despidos. Esta inestabilidad laboral se fue convirtiendo en
inestabilidad emocional que terminó desembocando en muchos procesos depresivos.
Le diagnosticaron TDAH con 34 años y, cinco meses después de
comenzar la medicación consiguió su primer ascenso. El cambio fue tan radical
que llegó a conseguir otros cinco ascensos en un periodo de tiempo inferior a
un año.
Para ella, vivir sin el diagnóstico “fue horroroso”. “No
entender porque no funciona nada en tu vida es una frustración enorme”,
declaraba. Considera que las chicas, por lo general, muestran una tendencia a
“sobre compensar” este problema invirtiendo mucho más tiempo y esfuerzo en
realizar cualquier tipo de trabajo, ya sea en el ámbito laboral, educativo, o
dentro del propio hogar.
La detección del trastorno le supuso periodos muy largos de
terapia en los que trataba periodos depresivos. No logró que la derivaran a un
psiquiatra hasta que no le mintió al médico de cabecera diciéndole que un
psicólogo le había afirmado que padecía TDAH. La derivaron al psiquiatra, a
quien ella define como el mayor especialista en TDAH de Madrid, quien le
diagnosticó el trastorno a los 10 minutos de empezar la consulta.
Desconocer que padecía este trastorno, y por lo consiguiente, la falta de tratamiento para el mismo, le afectaron especialmente en su vida personal. Ella confiesa que la impulsividad y la inestabilidad le llevaron a perder su relación y algunas de sus amistades.
Adriana: “Sentía que no encajaba en ningún sitio”
Adriana Escobar es otra mujer que fue diagnosticada de TDAH
siendo adulta, concretamente con 40 años.
Toda su vida tuvo una sensación, “no encajaba en ningún
sitio, no estaba bien. Tenía la sensación de que estaba rota”, comenta. A pesar
de que tiene muchos síntomas, define la búsqueda del diagnóstico como un
“show”.
Se dio cuenta de que padecía TDAH cuando buscaba un
diagnóstico para su hijo. Se percató en ese momento de que sus problemas eran
similares a los de él.
Trató de obtener un tratamiento para sí misma, pero afirma
que a través de la sanidad pública le ha sido imposible.
El abordaje de la salud mental en Sistema Nacional de Salud, en su opinión, “está fatal en general” y hay un estigma dentro de los mismos profesionales, por lo que es muy difícil encontrar a alguien que esté actualizado, y “si tiras de sesgo de género, aún más”.
Para Adriana, dentro de la propia dificultad que plantea
este trastorno, para las mujeres supone una dificultad mayor aún ya que “como
mujer te piden un comportamiento y unos estándares más exigentes”. “Se supone
que somos perfectas”, declara y que la realidad está muy lejos de esto. Por eso
considera que “es muy importante que haya perspectiva de género, porque al
final, dentro de todo, las mujeres terminamos siendo las más mal paradas”.
Acudió a un psiquiatra privado e inmediatamente le
confirmaron que padecía TDAH. Hace tan solo tres meses que ha sido
diagnosticada.
Solicitó la medicación ya que necesitaba algo que le ayudará
a mejorar porque buscaba apoyo para poder ayudar a su hijo y “dicho y hecho”,
afirma.
El primer día, a las dos horas de comenzar la medicación,
notó un cambio abismal: “En mi cabeza hay mucho ruido y la medicación es como
si me pusieran unos tapones y no escuchase nada”.
Adriana también había acudido numerosas veces a terapia,
pero cree que “ha tenido mala suerte en la Seguridad Social”.
Tiene un trastorno de alimentación asociado al TDAH, algo
común entre las personas que padecen este trastorno, y recrimina que, para los
médicos, la mayor preocupación siempre era que baje de peso, obviando su
trastorno.
La mujer con TDAH sufre un cambio de vida tras conocer su
diagnóstico. Y es que, vivir con una enfermedad que no sabes que padeces es
algo muy frustrante para todos, pero especialmente si nadie se da cuenta
durante años de que esa enfermedad te está haciendo la vida mucho más difícil
que a los demás.
La aparición del diagnóstico y, por consiguiente, del
tratamiento, es algo que ha mejorado la vida de estas mujeres de golpe. Todas
reconocen un cambio abismal respecto al funcionamiento de su cerebro desde el
primer día que comienzan con el tratamiento médico.
Solo es cuestión de un instante para que sus vidas cambien por completo. Para que empiecen a entender muchas cosas en su vida, pero, sobre todo, para que empiecen a comprender y a perdonarse a sí mismas por muchas situaciones pasadas.
Los expertos lo tienen claro: existe un sesgo de género
Hablamos con el doctor Josep Antoni Ramos Quiroga, la
doctora Mercedes Sánchez (ambos psiquiatras especializados en TDAH) y Ana
Gómez, maestra especializada en TDAH. Sus testimonios coinciden en que el TDAH
pasa desapercibido en las mujeres y suele camuflarse en problemas de depresión
y ansiedad.
“En los niños predominan más los síntomas de hiperactividad
y en las niñas predominan más síntomas de déficit de atención, por lo que
pueden pasar desapercibidas y ser diagnosticadas más tarde”, explica la doctora
Mercedes Sánchez.
Según datos de la doctora, las cifras de prevalencia (que es
el porcentaje por habitante), muestran que entre un 5% y un 7% de niños padecen
TDAH. En adultos se calcula que la cifra se aproxima a la mitad, “aunque
siempre se habla de infradiagnóstico”.
Cuando hablamos de niñas, en los casos en los que solo se manifiesta el déficit de atención (sin hiperactividad) es mucho más difícil de diagnosticar.
Para identificar estos casos, debemos fijarnos en si las niñas tardan mucho en hacer los deberes, si el tiempo de estudio corresponde con sus notas, y si se saltan preguntas o repiten fallos tontos.
A menudo se encasilla a las mujeres con la etiqueta de
perezosas, vagas, olvidadizas, despistadas… sin asociar estas conductas con un
TDAH. Esto se debe, en parte, a que el TDAH en adultos se encuentra, en cierto
modo, invisibilizado “en 2015 salen los catálogos del TDAH en adultos, pero
antes no existía”, indica la especialista.
Para las mujeres que llevan toda su vida sin que les detecten este trastorno, “un diagnóstico por sí mismo es terapéutico”, afirma la doctora, sosteniendo que mejora notablemente la vida diaria de las pacientes.
Que las encasillen como personas vagas, perezosas, despistadas y desorganizadas les supone un rechazo y un estigma tanto por la familia como por la sociedad, por eso, cuando llegan a adultas y alguien les dice por fin lo que tienen, para ellas es un alivio.
Este trastorno se detecta con una entrevista clínica que se
basa en la entrevista con el paciente y, en algunos casos, también con sus
familiares y su tratamiento es individualizado.
Se trata de un tratamiento multimodal: una combinación de
terapias de psicología, cognitivo-conductual, psicoeducación y farmacológica.
Aunque la realidad es que la mayoría de las personas no pueden permitirse
acceder a todas estas opciones y lo tratan únicamente con medicamentos.
La psiquiatra afirma que “el tratamiento les da vida” y que
el fármaco por sí mismo es más efectivo que todas las terapias psicológicas.
Los más efectivos son los estimulantes, aunque también hay tratamientos no
estimulantes, “los estimulantes, a pesar de la mala fama que tienen son
fármacos seguros, eficaces y bien tolerados”.
Para Mercedes Sánchez, las mujeres con TDAH son “personas
extremadamente vulnerables” y se asocian más con abusos, acoso e incluso
violencia de género. “Este problema se ve afectado por los roles de género, ya
que de la mujer se siguen esperando cosas distintas que de los hombres, y
muchas mujeres con TDAH no pueden cumplir con las expectativas que se espera de
ellas”.
En cuanto a los adultos en general, nos habla del infradiagnóstico y quiere destacar el grupo de niños nacidos en los años 60, 70 y 80, ya que fueron años donde no se diagnosticaba el TDAH -aun habiendo problemas de conducta, de adicciones, o de fracasos escolares- ya que en esa época “te ponían a trabajar y no te llevaban al psiquiatra”. Por esto, es probable que muchos de los niños y adultos de esta época no hayan sido diagnosticados.
Ramos-Quiroga: Mayor sintomatología en las niñas
Por su parte, el psiquiatra Josep Antoni Ramos-Quiroga
coincide al afirmar que “existe un sesgo de detección”, y que hay el doble de
niños diagnosticados e “incluso en algunas estadísticas el triple”.
Pero esto no quiere decir que el trastorno se de dos o tres veces más en niños que en niñas, sino que hay mayor detección del síndrome en el género masculino que en el femenino.
Sostiene que como las niñas o mujeres presentan una mayor
sintomatología de atención –frente a la hiperactividad de los niños– de alguna
manera “pasa desapercibido clínicamente o se confunde con otros trastornos como
la ansiedad o la depresión”.
El experto indica que las enfermedades mentales se diagnostican clínicamente: “Hoy en día no tenemos pruebas complementarias que tengan la suficiente especificidad y sensibilidad como para detectar estos trastornos”, aunque cada vez se conocen más las causas genéticas concretas que están relacionadas con las distintas enfermedades mentales.
La carga genética del TDAH
Muchas veces, este trastorno se diagnostica en la edad
adulta coincidiendo con el diagnóstico de uno de los hijos. Durante la
evaluación del niño, se dan cuenta de que lo que le pasa al hijo es lo mismo
que le pasaba a ella.
El TDAH tiene una carga genética muy alta. “Si tu coges el
100% de los motivos por los cuales una persona tiene TDAH, el 76% tiene que ver
con nuestra dotación genética”, explica el doctor Quiroga.
Estos mismos genes también confieren más riesgo a tener
otras enfermedades que se suelen asociar al TDAH, como las adicciones, la
obesidad, la migraña y la depresión.
“No hay que caer en un determinismo genético”, advierte.
“Sabemos que las bases genéticas juegan un papel destacado, pero siempre hay que tener presente que la expresión de los genes depende también de la interacción que tenemos con el medio ambiente”. Esto quiere decir, que si el entorno es protector y favorable, el riesgo de la expresión y de la gravedad del TDAH disminuye notablemente.
Ana Gómez: maestra, paciente y en el asociacionismo
Ana Gómez es maestra y tiene un posgrado en TDAH y trastorno
de la conducta y otro en neurociencia y educación. A su vez, forma parte de la
Asociación Madrileña de Adultos con Déficit de Atención e Hiperactividad
(AMATDAH).
AMATDAH es una asociación formada por personas con déficit
de atención, lo que resulta complicado, según nos explica ya que el papeleo les
resulta “un horror” y “las reuniones se pierden o se olvidan”.
Ana, además, sufre TDAH, y lo descubrió cuando se enteró de
que lo padecía su hija. “Me puse a leer bien todos los síntomas y me puse a
llorar. Soy yo”, comentaba. Después de esto se puso a llamar a psicólogos y
psiquiatras en búsqueda de un diagnóstico y se encontró con situaciones de todo
tipo “me dijeron que no existía, que era falta de madurez”.
Su vida cambió después de conocer el diagnóstico. “Te
perdonas a ti misma muchas cosas”, explica. Como muchas otras mujeres, antes de
conocer que tenía TDAH experimentó largos periodos de depresión y ansiedad.
Decidió especializarse en ello porque le interesaba “muchísimo” a nivel educativo.
Explica que “si la niña no molesta” el trastorno es difícil de detectar ya que pasan desapercibidas en los colegios y que, por lo general, “las niñas hacen mucho masking”, es decir, que tratan de guardar mucho más las apariencias que los niños, “que no se les note”. “La sociedad les dice lo que tienen que hacer y cómo tienen que comportarse, por lo que son más comedidas”, explica.
Opina que esta condición no desaparece en la edad adulta.
“Hay muchas mujeres que tienen todo impoluto o que llegan una hora antes a los
sitios simplemente por compensación”, afirma.
Otras, como es su caso, se dan cuenta de que padecen este
trastorno cuando son madres, pero que se sigue enmascarando ya que “si no
pareces mala madre”. Incluso hay casos de mujeres que llegan a desarrollar un
TOC: “ tienes tanto miedo a relajarte que no te lo permites”, explica.
Coincidiendo con muchas mujeres en su situación, también
opina que “es fundamental que los empleos se adapten a las personas con TDAH” y
que estas adaptaciones serían “muy sencillas” y que le harían la vida mucho más
fácil a todas aquellas personas que padecen este trastorno.
En cuanto a las consecuencias que supone vivir sin un
diagnóstico, las respuestas de los expertos vuelven a coincidir. Una persona
que arrastra un TDAH se encuentra con consecuencias como la ansiedad, la
depresión, y la baja autoestima.
Además, las personas con TDAH encuentran dificultades a la hora de enfrentarse a nuevos trabajos y son más propensos a generar conductas adictivas (a sustancias, comida, internet, compras compulsivas, o incluso al sexo). El consumo de drogas suele ser superior en personas con TDAH sin diagnosticar ya que inconscientemente sirve como un tratamiento para el trastorno.
No solo esto, las relaciones personales – como hemos visto – se complican. Debido a la impulsividad, muchas veces se encuentran dificultades a la hora de mantener tanto una relación sentimental estable como una relación de amistad. Además, son más propensos a tener accidentes.
En general, y teniendo en cuenta que cada caso es siempre
particular, los síntomas que presenta el TDAH son frecuentemente comunes.
Debemos atender a todas aquellas alertas centradas en la inatención y ver si
estas son frecuentes.
Sí eres una mujer u hombre que se siente identificado con
estas historias, que compartes muchos de los síntomas del TDHA que han sido
mencionados, y que llevas años pensando que algo falla en tu vida, quizá tú
también padezcas este trastorno. Presta atención a todas las advertencias de
los expertos y, ante cualquier caso de duda, acude a un especialista. Quien
sabe, quizá tu vida también pueda ser un poquito mejor.
FUENTE:
martes, 17 de mayo de 2022
CLAVES PARA DESARROLLAR EL AUTOCONTROL Y MEJORAR NUESTRO ESTADO EMOCIONAL
Es fundamental adquirir habilidades para lograr un control
de impulsos de forma adecuada, porque de otra manera tendríamos graves
dificultades para el desarrollo personal y para la convivencia en sociedad
BEATRIZ BENÉITEZ BURGADA. 18/03/2022
El autocontrol se define es una capacidad que tenemos las
personas para regular de forma voluntaria nuestra propia conducta. Es
fundamental adquirir habilidades para lograr un control de impulsos de forma
adecuada, porque de otra manera tendríamos graves dificultades para el
desarrollo personal y para la convivencia en sociedad.
Es cierto que algunas personas tienen un mayor autocontrol
que otras y que determinadas condiciones, como por ejemplo el TDAH, implican
una menor capacidad de autocontrol emocional, pero se puede trabajar para
tenerlo siempre dentro de unos límites que nos permitan poder regular la
impulsividad. De hecho, gracias a la plasticidad del cerebro, puede entrenarse
con muy buenos resultados.
El autocontrol es un elemento básico de la inteligencia
emocional
Uno de los expertos más reconocidos que ha abordado esta
cuestión arrojando luz acerca de cómo contribuye al bienestar de una persona es
Daniel Goleman, el afamado psicólogo y Doctor en Harvard autor del best-seller “Inteligencia
emocional”. El investigador considera que el autocontrol es un elemento básico
de la inteligencia emocional.
De hecho, explica cómo, cuando una persona tiene una
conducta demasiado impulsiva, su calidad de vida se ve mermada, puesto que
afecta gravemente a sus relaciones con los demás y acaban desarrollando
problemas psicológicos, como problemas de autoestima, incapacidad de
concentrarse, baja tolerancia a la frustración y un aumento de las
posibilidades de desarrollar conductas de riesgo, entre otros problemas.
En este estudio llevado a cabo por expertos de la
Universidad de Michigan y de Duke entre otras, se concluye que "la
capacidad de controlar las propias emociones, pensamientos y comportamientos
durante los primeros años de nuestra vida predice una variedad de resultados
positivos posteriores". Como adultos, los niños con mejor autocontrol
mostraban menos signos de envejecimiento en sus cerebros. Y además, tenían
mejores resultados en su vida en lo que se refiere a carreras profesionales y
hábitos de vida saludable.
Si bien, es cierto que existen determinadas circunstancias
que pueden influir en nuestra capacidad de autocontrol, como puede ser el
estrés y la ansiedad -que merman nuestra capacidad de controlar los impulsos-
lo cierto es que se puede trabajar para fortalecer esta capacidad que tanto nos
puede ayudar a conseguir nuestros objetivos en la vida.
Eso sí, es importante señalar que la impulsividad forma parte del criterio diagnóstico de trastornos englobados en el el DSM-5A, el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría, en el que se incluyen desde el Trastorno Límite de la Personalidad, de Ansiedad, el TDAH o los trastornos del neurodesarrollo.
Por este motivo, para descartar cualquier problema, cuando
un niño, adolescente o adulto presenta problemas importantes en el autocontrol
siempre debe acudir a un especialista para obtener un diagnóstico adecuado y un
tratamiento médico que le ayude a trabajar con el problema. Pero también es
cierto que en el día a día se pueden poner en marcha una serie de técnicas que
nos pueden ayudar a controlar la impulsividad.
Normalmente, una persona suele presentar problemas de autocontrol
en situaciones específicas que se repiten como un patrón
Normalmente, una persona que no sufre un trastorno médico,
suele presentar problemas de autocontrol en situaciones específicas que se
repiten como un patrón. Por eso, el primer consejo es identificar cuáles son
esas situaciones. Generalmente son acontecimientos del día a día que producen
reacciones desmesuradas en nosotros y despiertan emociones que nos desbordan.
En este caso es útil la técnica de visualización. Consiste
en analizar el acontecimiento en otro momento diferente al que se produce, para
intentar desde la distancia, observarlo desvinculándolo de la emoción. Así nos
será más fácil identificar qué es exactamente lo que nos hace perder los
nervios y no ser capaces de controlarnos.
Una vez identificadas las situaciones, debemos poner en
práctica técnicas que nos ayuden a cortar de raíz las emociones que se
desencadenan. Desde irnos a otro lugar que nos aleje del foco de conflicto, a
evitar entrar en la conversación u otro tipo de técnicas de relajación como el
control de la respiración.
Por ejemplo, una técnica es la de la llamada respiración resonante o respiración coherente, que nos ayuda a entrar en un estado de
relajación. Para llevarla a cabo hay que acostarse y cerrar los ojos. Respirar
suavemente por la nariz, con la boca cerrada, y contar hasta cinco segundos. El
objetivo no es llenar del todo los pulmones, para luego exhalar lentamente
durante cinco segundos. Después se cuenta hasta diez y se vuelve a repetir hasta
que sintamos que hemos recuperado el control de nuestra mente.
FUENTE:
IMAGEN:
domingo, 3 de abril de 2022
CÓMO CONTROLAR LAS EMOCIONES: 10 TÉCNICAS QUE FUNCIONAN
Pau Forner Navarro
Ya dijo Nietzsche que los pensamientos vienen cuando ellos
quieren, y no cuando nosotros desearíamos.
Del mismo modo, tus emociones tampoco aparecen o desaparecen
cuando tú lo decides. Pero, ¿es posible tener algún control sobre las emociones
o debes resignarte a que dominen tus actos?
¿Alguna vez te has preguntado porque alguien es capaz de
hablar en público sin aparentar nervios mientras que otra persona se viene
abajo? ¿Por qué hay gente que en una discusión sucumbe a la ira mientras otros
mantienen la calma?
Si bien tiene sentido que te sientas triste cuando te dan
malas noticias, eso no significa que tu única opción sea quedarte llorando en
un rincón (esa actitud probablemente te mantenga afligido durante más tiempo).
Reconocer que estás triste a la vez que te fuerzas a ti mismo a hacer algo
productivo te ayudará a sentirte mejor antes.
En este artículo voy a intentar desmitificar varias falsas
creencias sobre la gestión de las emociones y darte las técnicas que se han
demostrado realmente útiles para conseguirlo. Permanece atento porque alguna
probablemente te sorprenda.
¿Decides tú cómo controlar las emociones?
Hay muchas teorías al respecto. Algunos psicólogos creen que tenemos el control total sobre nuestras emociones y otros creen que no existe ninguna posibilidad de controlarlas.
Sin embargo, hay investigaciones que concluyen que la forma
en que interpretas tus emociones puede cambiar la forma como las vives. La
forma en que reacciones frente una emoción en concreto condicionará cómo actúa
sobre ti.
El orador que sufre frente la idea de hablar en público lo
hace porque interpreta sus nervios como algo negativo, como una señal que le
está enviado su cuerpo para que salga corriendo de allí.
Por otro lado, alguien que interprete esos mismos nervios
como excitación y ganas de hacerlo bien probablemente tenga más éxito en su
conferencia.
La moraleja es que tu cuerpo te proporciona la energía para hacer algo, pero cómo usar esa energía lo decides tú. Hay gente que paga dinero y hace horas de cola para subirse a una montaña rusa, mientras que otros no se subirían ni en sueños. Ambos sienten los mismos nervios, pero los interpretan de forma diferente: diversión frente terror.
Lo que ocurre cuando tus emociones se descontrolan
No puedes evitar sentir emociones. Las emociones están ahí
porque tienen una función evolutiva, un sentido biológico de supervivencia. Si
nuestros antepasados no hubieran sentido miedo delante de una manada de tigres,
probablemente el ser humano no hubiera llegado hasta hoy en día.
La amígdala es la parte de tu cerebro encargada de disparar
las emociones, como si fuera una respuesta automática en forma de agresión o
huida frente una amenaza. Por eso es tan difícil controlar mediante la fuerza
de voluntad el origen de tus emociones: significaría anular esta respuesta para
la que estás programado genéticamente.
Este tipo de respuesta emocional es por lo tanto, necesaria.
Sin embargo, en algunas personas no está correctamente regulada y puede ocurrir
que:
Se dispare en situaciones donde no existe una amenaza real
(provocando la ansiedad)
Sea incapaz de desactivarse con el paso del tiempo (como en
la depresión). Por algún motivo, el cerebro entra en modo de supervivencia y se
queda anclado ahí.
Cuando estás en fase de lucha-huida y la amígdala ha tomado
el mando de tus actos, normalmente ya es demasiado tarde. Por eso debes
aprender a actuar antes. Tienes que acostumbrarte a detectar aquellas señales
que te indican que vas camino de no poder dominar tus emociones.
Esta es la única forma en que serás capaz de detener el
proceso (o retrasarlo) antes de que sea demasiado tarde. Una vez las emociones
te dominan, eres poco más que una bestia acorralada.
La verdad sobre las emociones negativas
La teoría más reciente es que existen 4 tipos de emociones
básicas que han evolucionado hacia el resto de sentimientos más complejos.
Estas emociones son enfado, miedo, alegría y tristeza.
Existen algunas situaciones a las que nunca podrás
acostumbrarte. Si todo te va mal, difícilmente podrás dejar atrás la sensación
de miedo o ansiedad. Sin embargo, las emociones positivas suelen desaparecer a
lo largo del tiempo. No importa cuanto dinero te toque en la lotería o cuán
enamorado estés: las emociones positivas como el placer siempre terminan disminuyendo.
De hecho, en un estudio se determinó que la emoción que dura
más es la tristeza. En concreto, dura hasta 4 veces más que la alegría.
En base a este panorama parece realmente necesario poder
gestionar la intensidad de tus emociones para no sufrir tanto. A continuación,
encontrarás una lista de las técnicas que no han demostrado ninguna eficacia y
las que sí.
Lo que no funciona para controlar tus emociones
Estas técnicas se han popularizado a través del boca a boca y mediante autores que no se han molestado en comprobar su base científica real. La utilidad de cada una de ellas para gestionar tus emociones es, cuanto menos, dudosa.
1. Intentar no pensar en lo que te preocupa
De la misma forma que intentar no pensar en un oso polar
blanco provocará que termines pensando en él por un efecto rebote, en estudios
como este se ha demostrado que es muy difícil apartar las emociones de nuestra
cabeza.
En el caso de las personas deprimidas, a las que constantemente
les asaltan pensamientos negativos, se ha comprobado que es totalmente
contraproducente intentar suprimir esas ideas porque terminan regresando con
más fuerza todavía.
2. Relajarte y respirar hondo…
Es habitual que nos recomienden relajarnos y respirar hondo
cuando estamos enfadados o muy ansiosos. Proviene de una tradición casi
ancestral, como la de respirar dentro de una bolsa de plástico en un ataque de
pánico.
Pero hay un inconveniente. Respirar hondo e intentar modular
el diafragma no suele funcionar porque el componente fisiológico de las
emociones suele ser poco importante.
Piensa en ello. En la mayoría de las ocasiones en que te has
enfadado mucho, por ejemplo, estabas tranquilo antes de volverte irascible.
Probablemente tenías un buen día hasta que alguien te lo ha chafado, ¿me equivoco?
Si un estado previo de relajación no ha podido evitar que te
enfadaras, ¿por qué la gente cree que puede conseguirlo una vez ya estés
enojado?
¿Has recomendado alguna vez a alguien que se relajara cuando
estaba enfadado? Te habrás dado cuenta de que no suele funcionar demasiado
bien. Es como si en lugar de escuchar a quien cree que ha sufrido una
injusticia le recomendases que se callara y se tomase un tranquilizante.
Con esto no quiero decir que emplear habitualmente técnicas
de relajación sea malo. De hecho, meditar es bastante útil (lo verás más
abajo). Pero intentar relajarse una vez te han invadido las emociones es ir a
tratar el síntoma y no la causa.
3. Liberar la tensión por otras vías
Hubo un tiempo en que se pusieron de moda las actividades para
liberar emociones. Talleres donde la gente se reunía para llorar o eventos
donde directivos agresivos se ponían a romper platos.
Pues bien, resulta que los estudios psicológicos más
recientes sugieren que este tipo de catarsis no funciona. Incluso puede ser
negativa: sucumbir a la tentación de destrozarlo todo puede incrementar tu
agresividad a corto plazo. Lo mismo ocurre con hacer ejercicio físico: aunque
es bueno para tu corazón, no es capaz de tranquilizar tus emociones.
Las emociones no están contenidas dentro de nuestro cuerpo y
necesitan salir como si fuéramos ollas a presión. Lo que necesitan es ser
comprendidas para evitar que nos hagan daño.
4. Presionarte para tener pensamientos positivos
Hay un poco de controversia respecto el efecto de los
pensamientos optimistas para regular las emociones. Si bien yo no diría que son
capaces de hacerte pasar de un estado negativo a otro positivo, sí que pueden
llegar a reducir la intensidad de una emoción negativa.
Las emociones se procesan casi en su totalidad a nivel
inconsciente para luego pasar al terreno consciente, donde las percibes. Por
este motivo, cuando eres consciente de ellas a menudo ya es demasiado tarde.
Sin embargo, buscar la parte positiva de cada situación sí
que puede evitar que sigas auto-saboteándote. Si en lugar de pensar “No voy a
poder con esto” empiezas a creer “Está complicado, pero lo puedo manejar”
evitarás que tus emociones negativas se agraven.
Lo que sí funciona
La verdadera inteligencia emocional requiere que
identifiques y entiendas tus propios estados de ánimo. Implica reconocer cuando
y porqué estás enfadado, nervioso o triste, y actuar sobre las causas y no sólo
los síntomas.
Sin embargo, en aquellas ocasiones en las que veas que
irremediablemente te diriges hacia un estado emocional negativo, las siguientes
técnicas pueden ser eficaces para detener o frenar esa reacción en cadena.
1. Intenta recordar tus virtudes y éxitos
La reafirmación en tus virtudes y puntos fuertes es una de
las mejores estrategias para gestionar tus sentimientos. Consiste en pensar en
lo que te ha provocado esa emoción pero reduciendo su significado negativo.
Ejemplo: en lugar de enfadarte porque has llegado tarde al
trabajo puedes pensar que, dado que siempre llegas a tiempo, no es tan grave.
La gente con mayor control emocional utiliza la
autoafirmación cuando la intensidad de sus emociones todavía es baja y tienen
tiempo para buscar otro punto de vista de la situación. Curiosamente, se ha
demostrado que esta estrategia funciona especialmente bien en las mujeres.
La próxima vez que sientas que pierdes el control sobre tus
emociones, recuérdate a ti mismo aquellas cosas de las que te enorgulleces en
tu vida.
2. Distrae tu atención hacia un asunto concreto
Las personas que mejor gestionan sus emociones también han
aprendido a usar la distracción para bloquear sus estados emocionales antes de
que sea demasiado tarde. Y parece que resulta muy eficaz cuando prevén que van
a experimentar emociones intensas y no tienen suficiente tiempo para usar otras
estrategias.
Como sabrás, una forma muy efectiva para calmar a un niño
pequeño que no deja de llorar es desviar su atención. “¿Has visto el muñeco?” o
“¿Qué tengo en la mano?” suelen disminuir su nivel de excitación si mantenemos
su atención durante el tiempo suficiente.
La técnica de la distracción consiste en desvincularte de la
emoción negativa centrando tu atención en pensamientos neutrales. De esta forma
evitarás que la emoción coja demasiada intensidad.
Por ejemplo, si tu jefe cuestiona tu profesionalidad, en
lugar de pensar que quizás termine despidiéndote podrías pensar en la
celebración de cumpleaños que tienes el sábado. Es simple pero eficaz, tal y
como se ha demostrado en varios estudios científicos.
Aunque a largo plazo probablemente no sea la mejor
estrategia, la distracción funciona, especialmente si centras tu atención en
algo concreto en lugar de dejar que tu mente vague.
3. Piensa en tu futuro más inmediato
Las emociones muy intensas pueden provocar que te olvides de
que hay un futuro y que tus acciones van a tener consecuencias. Aunque en ese
momento tan sólo seas capaz de vivir el presente y tu frustración, enfado o
nervios te parezcan tan importantes, ¿seguirás sintiendo eso dentro de una
semana?
Pensar en el futuro más inmediato es muy eficaz para
mantener el autocontrol, tal y como se demostró en el experimento popularizado
a través del libro Inteligencia Emocional. En él, los niños que resistieron la
tentación de comer una golosina a cambio de recibir otra obtuvieron mejores resultados
en los test escolares y mejores trabajos en los años venideros.
4. Medita habitualmente
La meditación ha demostrado científicamente su eficacia para
prevenir los pensamientos negativos repetitivos y no sólo mientras meditas,
sino también a largo plazo: es capaz de disminuir el nivel de activación de la
amígdala de forma duradera.
La meditación también tiene estudios en la reducción de la
ansiedad. En uno de ellos, cuatro clases de meditación de 20 minutos de
duración fueron suficientes para reducir la ansiedad en un 39%.
Intentar relajarte sólo cuando te asaltan las emociones no
es muy eficaz. Sin embargo, meditar de forma regular y respirar correctamente
sí que pueden reducir la intensidad de las emociones negativas cuando estas
aparecen.
5. Date permiso para preocuparte más tarde
Antes te he explicado que intentar suprimir una emoción o
pensamiento provoca que vuelva de nuevo con más fuerza. Sin embargo,
¡posponerla para más tarde puede funcionar!
En un estudio se pidió a los participantes con pensamientos
ansiosos que pospusieran su preocupación durante 30 minutos. A pesar de ser una
forma alternativa de evitar pensar en algo, lo que se ha demostrado es que tras
ese período de pausa las emociones regresan con una intensidad mucho menor.
Así pues, date permiso para preocuparte después de un tiempo
de espera. Te preocuparás menos.
6. Piensa en lo peor que te puede pasar
¿Recuerdas la película Sin Perdón (Unforgiven) de Clint
Eastwood?
En ella, el personaje de William Munny, pese a estar viejo y
acabado, es el mejor pistolero del oeste. Y no lo es por su velocidad ni su
puntería. Como él mismo dice, lo es porque cuando las balas empiezan a volar,
él controla sus emociones y mantiene la calma.
Pero ¿cómo mantener la calma? Los samuráis y los estoicos se
mantenían tranquilos incluso en las situaciones más dramáticas, ¿cómo lo
conseguían?
Pues pensando en la muerte. Y mucho.
No quiero que te pongas dramático ni te vuelvas un gótico,
pero pensar en lo peor que te puede pasar te ayudará a relativizar tus
problemas y mantener el control.
7. Escribe un diario de tus emociones
La escritura expresiva consiste en escribir sobre tus
pensamientos y sentimientos más profundos y ha demostrado ser eficaz tanto a
nivel psicológico como físico (¡es capaz de acelerar la cicatrización de las
heridas!)
Mantener una especie de diario emocional sobre lo que has
sentido en algunas situaciones te ayudará a reducir la recurrencia de
pensamientos negativos.
8. Tómate un respiro (y un refresco) para recuperar el
autocontrol
Tu autocontrol no es infinito. De hecho, varias
investigaciones indican que conforme te expones a situaciones y emociones, se
va consumiendo.
Piensa en ello como hacer un sprint. Tras la carrera estás
exhausto y necesitas tiempo para poder recuperarte antes de volver a correr. De
la misma manera, si logras dominar tus emociones, evita volver a exponerte de
nuevo a una situación tensa o será más probable que sucumbas.
Lo más sorprendente es que se ha demostrado que mantener el
control consume glucosa, como si literalmente estuvieras haciendo ejercicio.
Por lo tanto, para recuperar tu autocontrol tienes dos estrategias:
Tomar una bebida rica en azúcares (no es broma).
Usar la reafirmación positiva para poder gestionar de nuevo
tus emociones (fuente).
La clave está en identificar cuándo tus niveles de
autocontrol están bajos y evitar más situaciones emocionales mientas te
recuperas.
9. Cuando todo falle, busca un espejo
¿Perdón? ¿Mirarse en un espejo? Sí, por muy sorprendente que
parezca esta estrategia puede ser útil para aplacarte cuando estés furibundo.
Varios estudios han demostrado que cuando te ves a ti mismo
reflejado eres capaz de observarte desde una perspectiva más objetiva y por lo
tanto separarte durante unos instantes de tu emocionalidad.
Cuanto más consciente seas de lo que estás haciendo, más
capacidad de controlar tus emociones tendrás. Y observarte en un espejo
incrementará tus niveles de autoconsciencia y te ayudará a comportarte de forma
más sociable.
10. Lo más importante: encuentra el motivo de tus emociones
A largo plazo la clave no está en luchar contra tus
emociones, sino en reconocerlas y saber por qué te ocurren. Por ejemplo:
“Vale, no me gusta sentirme así pero ahora mismo tengo mucha envidia (reconoces la emoción) porque a Andrés le han felicitado por su trabajo y a mí no (reconoces el por qué).”
Lo importante es ser honesto contigo mismo sobre el por qué.
No hagas como la mayoría e intentes engañarte. A menudo nos mentimos
haciéndonos creer que estamos enfadados con alguien por su comportamiento y no porque
le han dado el ascenso al que aspirábamos y eso ha afectado nuestra autoestima.
Conocer la verdad real de tus sentimientos te ayudará a
tratar la causa.
¿La conclusión?
Si quieres aprender realmente cómo controlar tus emociones
debes saber que no hay una solución única. Aunque también se ha demostrado que
tu propio lenguaje corporal es capaz de influir sobre tus emociones, encontrar
la estrategia más adecuada para regular los sentimientos negativos y entender
su origen para tratar la causa es la única forma de evitar que tomen el control
de nuestra mente.
Sobre Pau Forner Navarro
Introvertido apasionado por la psicología y comunicación interpersonal. Autor del bestseller Dirige tu vida (Ed. Planeta). Defensor del método empírico e investigador del comportamiento humano con 10 años de experiencia.
FUENTE:
lunes, 24 de enero de 2022
Procrastinar. Retrasar el momento de hacer las cosas
https://www.youtube.com/watch?v=tXhz7yiqp-E
https://www.youtube.com/watch?v=NkQAmzLLJs0
Cómo no dejar para mañana lo que podemos hacer hoy. Pautas para evitar posponer tareas importantes en el día a día
Elena Martín López. Madrid. Martes, 12 octubre 2021, 18:26
Ya lo dice el refrán: 'No dejes para más tarde lo que puedas
hacer hoy'. Pero la realidad es que aquello que no nos resulta suficientemente
atractivo como para emprenderlo en el momento pasa directamente al 'cajón'
cerebral del 'ya lo haré luego'. O mañana, o pasado, o el próximo lunes, como
nos pasa con las dietas, el deporte, los estudios o la declaración de la renta.
¿Por qué lo hacemos?
Al cerebro le cuesta centrarse en realizar tareas que le
generarán satisfacción a largo plazo, así que las sustituye por acciones que
le producen una gratificación inmediata (mirar redes sociales, comprar cosas
'online', chatear...). De lo que no se da cuenta es de que el tiempo que pierde
en ello va en detrimento de la ejecución de las tareas importantes –explica
Sandra Farrera, experta en Psicología Clínica y Forense y directora médica de
Psicología de Top Doctors–.
Es lo que se conoce como procrastinación y ocurre,
especialmente, cuando la actividad a realizar es nueva, requiere mayor esfuerzo
de lo habitual o está sujeta a la valoración de otras personas. Así, «es más
probable que posterguemos aquello que es novedoso, que no hemos elegido hacer
por placer, que nos aburre o que nos genera dificultad, miedo, vergüenza o
ansiedad, frente a aquello que nos place y nos motiva», expresa María Victoria
Sánchez López, directora en Grupo Laberinto Psicoterapia para la Salud, en
Madrid.
¿Y quién es más propenso a procrastinar?
Los estudios no son
concluyentes, pero sí hay algunas teorías al respecto. Por ejemplo, se sabe que
«el cerebro de la mujer tiene tendencia a realizar muchas más cosas a la vez
que el del hombre, por lo que le es fácil no postergar tanto las tareas,
especialmente si esa acción va dirigida a otras personas», comenta Farrera.
Extrovertidos y perfeccionistas
Asimismo, sostiene que «las personas con rasgos obsesivos y
perfeccionistas no procrastinan tanto cuando conocen bien la tarea a realizar,
y la ejecutan antes que otros individuos cuando es una actividad novedosa,
aunque también les lleva más tiempo». Sin embargo, cuando es una labor por la
que serán juzgados, «tienden a retrasarla por miedo a la crítica y el rechazo»,
agrega Sánchez.
El carácter también influye. «Las personas extrovertidas
posponer y postergan más habitualmente situaciones. Son dopaminérgicas, es
decir, buscan hacer primero aquello que les genera placer e inmediatez, por lo
que su procrastinación es mayor que la de las personas introvertidas, que
suelen ser más reflexivas y con tendencia a seguir un proceso de trabajo que
les haga sentirse bien con el esfuerzo realizado», declara Farrera.
Ella considera, además, que «en las nuevas generaciones hay
mayor procrastinación, por las interferencias constantes que proporciona la
tecnología». Sánchez, en cambio, no lo tiene tan claro: «En las familias, con
frecuencia, hay un sesgo de memoria por el que los adultos se recuerdan en la
adolescencia más responsables y organizados que sus hijos menores ahora y
piensan que procrastinan más de lo que lo hacían ellos».
«Creencias adquiridas como 'tengo que hacerlo perfecto' o 'no soy capaz', influyen en la procrastinación» Mª Victoria Sánchez López. Psicóloga
A pesar de todo, recuerda que cada persona tiene una historia y que esta dificultad puede tener orígenes y consecuencias diversas. «A veces el motivo es que invertimos mucho tiempo en otras tareas, como el trabajo, los estudios o mantener a raya a personas, pensamientos, sensaciones o emociones tóxicas, todo lo cual puede dejarnos sin energía que dedicar a otras cuestiones, como las gestiones del banco o el cuidado de la casa», asegura.
Y añade otra variable: la educación. «Lo que hemos aprendido
desde pequeños en nuestro entorno nos lleva a repetir ciertas conductas y a
tener determinadas creencias como 'tengo que hacerlo perfecto' o 'no soy
capaz', que influyen mucho en nuestro desarrollo como adultos», dice.
Sea como fuere, el retraso que conlleva la procrastinación
deriva en nerviosismo, culpabilidad, posible baja autoestima, bajo concepto,
frustración y pérdida del control del tiempo, lo que puede repercutir en la
calidad del trabajo que se hace a última hora. De ahí la importancia de
prevenirlo. Las expertas nos dan algunas claves para conseguirlo:
El autocuidado
«En primer lugar, hay que identificar el origen de esta
actitud (saturación, perfeccionismo, bloqueo, falta de energía…). Después,
determinar la motivación para realizar las actividades (lo hago 'porque es
bueno para mi salud', 'porque es importante para mi hijo', 'para evitar
problemas laborales'…). Además, es muy importante saber cuáles son mis
necesidades (por ejemplo, si necesito descansar más, comer mejor…) y poner
límites cuando sea oportuno (decir que no a determinadas propuestas o
actividades). Esto previene la saturación mental que a veces lleva a la
inactividad y mejora el rendimiento», sugiere Sánchez, quien también recomienda
calendarizar las tareas, priorizando lo urgente y lo importante, y valorar si
hay un exceso de estas.
Técnica "Solo unos minutos"
Propuesta por la psicóloga rusa Bluma Zeigarnik, parte de
la idea de que a nuestro cerebro no le gusta dejar las cosas a medias. Es
decir, cuando empezamos una actividad, nuestro sistema nervioso experimenta una
activación cerebral semejante a la ansiedad que solo desaparece cuando damos
por finalizada la tarea. Su sugerencia, pues, es centrarse unos minutos en la
labor que queremos emprender. Así crearemos la ansiedad positiva suficiente
para querer finalizarla.
Técnica "Pensamiento doble"
Diseñada y desarrollada en la Universidad de Pensilvania
(EE UU), sugiere anotar en un papel dos beneficios evidentes que nos reportará
llevar a cabo el proyecto que queremos hacer y dos obstáculos que podemos
encontrar al ejecutarla. «La fórmula es conseguir un equilibrio para
motivarnos, porque si solo vemos la parte buena, o únicamente la mala, no
obtendremos realmente el éxito esperado», declara Farrera.
Si ninguna de estas herramientas nos funciona y la procrastinación
nos supone una fuente de estrés o problemas crónicos las especialistas sugieren
consultar con un profesional de la psicología.
FUENTE: