El Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH)
se presenta en la niña y en la mujer como inatención, pasando desapercibido en
el entorno familiar y escolar y muchas llegan a la edad adulta sin
diagnosticar. Los síntomas más comunes son los despistes, la falta de atención,
la desorganización, la procrastinación o perder cosas con frecuencia… Si te
sientes identificada, consulta a un especialista para descartar que padezcas
TDAH.
El TDAH en la mujer y la niña es rara vez diagnosticado ya
que la sintomatología según cada género se manifiesta de forma diferente y en
las mujeres suele pasar más desapercibida. Según los expertos consultados,
existe un sesgo de género en cuanto a la detección del trastorno.
En muchos casos, no detectar el TDAH a tiempo puede acarrear
problemas de depresión y ansiedad, baja autoestima, dificultades en las
relaciones personales y problemas laborales.
Muchas mujeres creen que el tratamiento les ha cambiado la vida y encuentran sentido a muchos de sus problemas tras conocer el diagnóstico.
Qué es el TDAH
El TDAH es un trastorno del neurodesarrollo. Esto quiere decir que hay unas dificultades desde el propio nacimiento – e incluso desde el desarrollo del feto – que va a tener unos síntomas principales que son: la capacidad para mantener la atención de forma sostenida, y altos niveles de impulsividad y, en algunos casos, hiperactividad motora. Se enmarca en los trastornos mentales, en concreto de los trastornos del neurodesarrollo, como el autismo, el síndrome de Tourette o la dislexia.
Vivir con TDAH: la experiencia de la mujer
Ada Soto es una mujer de 36 años que fue diagnosticada de
TDAH hace apenas dos años, cuando tenía 34.
Afirma que el TDAH se encontraba “enmascarado” en sus dos
síntomas principales: la depresión y la ansiedad, por los cuales había acudido
a terapia múltiples veces en búsqueda de ayuda.
“La depresión y la ansiedad eran una consecuencia de no
tener un diagnóstico a tiempo”, y es que, una vez que llega a conocer que
padece este trastorno, es cuando empieza a “encontrar lógica a todo lo que le
pasaba”, relata la afectada.
En su niñez y en su juventud, se define como una buena
alumna. Era buena en la escuela y le ha ido bien a nivel profesional, pero la
motivación y la organización se presentaban como obstáculos en su día a día. En
clase notaba que le era “muy difícil mantener una concentración sostenida” y
que fácilmente se perdía en sus pensamientos.
El trabajo se presentó como un bache aún mayor y el TDAH se
volvió mucho más difícil de llevar. Cada vez se encontraba con más dificultades
y no entendía porque el resto de personas no se encontraban con los mismos
baches que ella: falta de motivación, distracciones, despistes continuos… Esto
le llevó, al igual que muchas mujeres en su situación, a entrar en una espiral
de depresión y ansiedad que no logró tratar hasta que descubrió que el
principal problema era que sufría TDAH.
“La primera vez que tomé el medicamento sentí mucha más
energía, noté como me podía concentrar en ciertas cosas”. Le dijo a su
psiquiatra “oye, por qué no me habías dado esto antes”. No duda al afirmar que
la medicación, junto con la terapia, le han cambiado la vida.
No es la única mujer que se encuentra ante un cambio abismal en su vida tras comenzar con el tratamiento del TDAH.
Testimonio anónimo
“El cambio es tan grande que parece que no tiene lógica”,
declaraba otra de las mujeres afectadas por el trastorno, que ha preferido
mantener su anonimato por miedo a represalias laborales. Considera que las
enfermedades mentales, como es el caso del TDAH, tienen demasiados estigmas, y
que “la gente no está preparada para entender que gracias al tratamiento puedo
tener la misma capacidad que cualquier otra persona”.
La medicación le ayudó a conseguir un trabajo estable tras
numerosos despidos. Esta inestabilidad laboral se fue convirtiendo en
inestabilidad emocional que terminó desembocando en muchos procesos depresivos.
Le diagnosticaron TDAH con 34 años y, cinco meses después de
comenzar la medicación consiguió su primer ascenso. El cambio fue tan radical
que llegó a conseguir otros cinco ascensos en un periodo de tiempo inferior a
un año.
Para ella, vivir sin el diagnóstico “fue horroroso”. “No
entender porque no funciona nada en tu vida es una frustración enorme”,
declaraba. Considera que las chicas, por lo general, muestran una tendencia a
“sobre compensar” este problema invirtiendo mucho más tiempo y esfuerzo en
realizar cualquier tipo de trabajo, ya sea en el ámbito laboral, educativo, o
dentro del propio hogar.
La detección del trastorno le supuso periodos muy largos de
terapia en los que trataba periodos depresivos. No logró que la derivaran a un
psiquiatra hasta que no le mintió al médico de cabecera diciéndole que un
psicólogo le había afirmado que padecía TDAH. La derivaron al psiquiatra, a
quien ella define como el mayor especialista en TDAH de Madrid, quien le
diagnosticó el trastorno a los 10 minutos de empezar la consulta.
Desconocer que padecía este trastorno, y por lo consiguiente, la falta de tratamiento para el mismo, le afectaron especialmente en su vida personal. Ella confiesa que la impulsividad y la inestabilidad le llevaron a perder su relación y algunas de sus amistades.
Adriana: “Sentía que no encajaba en ningún sitio”
Adriana Escobar es otra mujer que fue diagnosticada de TDAH
siendo adulta, concretamente con 40 años.
Toda su vida tuvo una sensación, “no encajaba en ningún
sitio, no estaba bien. Tenía la sensación de que estaba rota”, comenta. A pesar
de que tiene muchos síntomas, define la búsqueda del diagnóstico como un
“show”.
Se dio cuenta de que padecía TDAH cuando buscaba un
diagnóstico para su hijo. Se percató en ese momento de que sus problemas eran
similares a los de él.
Trató de obtener un tratamiento para sí misma, pero afirma
que a través de la sanidad pública le ha sido imposible.
El abordaje de la salud mental en Sistema Nacional de Salud, en su opinión, “está fatal en general” y hay un estigma dentro de los mismos profesionales, por lo que es muy difícil encontrar a alguien que esté actualizado, y “si tiras de sesgo de género, aún más”.
Para Adriana, dentro de la propia dificultad que plantea
este trastorno, para las mujeres supone una dificultad mayor aún ya que “como
mujer te piden un comportamiento y unos estándares más exigentes”. “Se supone
que somos perfectas”, declara y que la realidad está muy lejos de esto. Por eso
considera que “es muy importante que haya perspectiva de género, porque al
final, dentro de todo, las mujeres terminamos siendo las más mal paradas”.
Acudió a un psiquiatra privado e inmediatamente le
confirmaron que padecía TDAH. Hace tan solo tres meses que ha sido
diagnosticada.
Solicitó la medicación ya que necesitaba algo que le ayudará
a mejorar porque buscaba apoyo para poder ayudar a su hijo y “dicho y hecho”,
afirma.
El primer día, a las dos horas de comenzar la medicación,
notó un cambio abismal: “En mi cabeza hay mucho ruido y la medicación es como
si me pusieran unos tapones y no escuchase nada”.
Adriana también había acudido numerosas veces a terapia,
pero cree que “ha tenido mala suerte en la Seguridad Social”.
Tiene un trastorno de alimentación asociado al TDAH, algo
común entre las personas que padecen este trastorno, y recrimina que, para los
médicos, la mayor preocupación siempre era que baje de peso, obviando su
trastorno.
La mujer con TDAH sufre un cambio de vida tras conocer su
diagnóstico. Y es que, vivir con una enfermedad que no sabes que padeces es
algo muy frustrante para todos, pero especialmente si nadie se da cuenta
durante años de que esa enfermedad te está haciendo la vida mucho más difícil
que a los demás.
La aparición del diagnóstico y, por consiguiente, del
tratamiento, es algo que ha mejorado la vida de estas mujeres de golpe. Todas
reconocen un cambio abismal respecto al funcionamiento de su cerebro desde el
primer día que comienzan con el tratamiento médico.
Solo es cuestión de un instante para que sus vidas cambien por completo. Para que empiecen a entender muchas cosas en su vida, pero, sobre todo, para que empiecen a comprender y a perdonarse a sí mismas por muchas situaciones pasadas.
Los expertos lo tienen claro: existe un sesgo de género
Hablamos con el doctor Josep Antoni Ramos Quiroga, la
doctora Mercedes Sánchez (ambos psiquiatras especializados en TDAH) y Ana
Gómez, maestra especializada en TDAH. Sus testimonios coinciden en que el TDAH
pasa desapercibido en las mujeres y suele camuflarse en problemas de depresión
y ansiedad.
“En los niños predominan más los síntomas de hiperactividad
y en las niñas predominan más síntomas de déficit de atención, por lo que
pueden pasar desapercibidas y ser diagnosticadas más tarde”, explica la doctora
Mercedes Sánchez.
Según datos de la doctora, las cifras de prevalencia (que es
el porcentaje por habitante), muestran que entre un 5% y un 7% de niños padecen
TDAH. En adultos se calcula que la cifra se aproxima a la mitad, “aunque
siempre se habla de infradiagnóstico”.
Cuando hablamos de niñas, en los casos en los que solo se manifiesta el déficit de atención (sin hiperactividad) es mucho más difícil de diagnosticar.
Para identificar estos casos, debemos fijarnos en si las niñas tardan mucho en hacer los deberes, si el tiempo de estudio corresponde con sus notas, y si se saltan preguntas o repiten fallos tontos.
A menudo se encasilla a las mujeres con la etiqueta de
perezosas, vagas, olvidadizas, despistadas… sin asociar estas conductas con un
TDAH. Esto se debe, en parte, a que el TDAH en adultos se encuentra, en cierto
modo, invisibilizado “en 2015 salen los catálogos del TDAH en adultos, pero
antes no existía”, indica la especialista.
Para las mujeres que llevan toda su vida sin que les detecten este trastorno, “un diagnóstico por sí mismo es terapéutico”, afirma la doctora, sosteniendo que mejora notablemente la vida diaria de las pacientes.
Que las encasillen como personas vagas, perezosas, despistadas y desorganizadas les supone un rechazo y un estigma tanto por la familia como por la sociedad, por eso, cuando llegan a adultas y alguien les dice por fin lo que tienen, para ellas es un alivio.
Este trastorno se detecta con una entrevista clínica que se
basa en la entrevista con el paciente y, en algunos casos, también con sus
familiares y su tratamiento es individualizado.
Se trata de un tratamiento multimodal: una combinación de
terapias de psicología, cognitivo-conductual, psicoeducación y farmacológica.
Aunque la realidad es que la mayoría de las personas no pueden permitirse
acceder a todas estas opciones y lo tratan únicamente con medicamentos.
La psiquiatra afirma que “el tratamiento les da vida” y que
el fármaco por sí mismo es más efectivo que todas las terapias psicológicas.
Los más efectivos son los estimulantes, aunque también hay tratamientos no
estimulantes, “los estimulantes, a pesar de la mala fama que tienen son
fármacos seguros, eficaces y bien tolerados”.
Para Mercedes Sánchez, las mujeres con TDAH son “personas
extremadamente vulnerables” y se asocian más con abusos, acoso e incluso
violencia de género. “Este problema se ve afectado por los roles de género, ya
que de la mujer se siguen esperando cosas distintas que de los hombres, y
muchas mujeres con TDAH no pueden cumplir con las expectativas que se espera de
ellas”.
En cuanto a los adultos en general, nos habla del infradiagnóstico y quiere destacar el grupo de niños nacidos en los años 60, 70 y 80, ya que fueron años donde no se diagnosticaba el TDAH -aun habiendo problemas de conducta, de adicciones, o de fracasos escolares- ya que en esa época “te ponían a trabajar y no te llevaban al psiquiatra”. Por esto, es probable que muchos de los niños y adultos de esta época no hayan sido diagnosticados.
Ramos-Quiroga: Mayor sintomatología en las niñas
Por su parte, el psiquiatra Josep Antoni Ramos-Quiroga
coincide al afirmar que “existe un sesgo de detección”, y que hay el doble de
niños diagnosticados e “incluso en algunas estadísticas el triple”.
Pero esto no quiere decir que el trastorno se de dos o tres veces más en niños que en niñas, sino que hay mayor detección del síndrome en el género masculino que en el femenino.
Sostiene que como las niñas o mujeres presentan una mayor
sintomatología de atención –frente a la hiperactividad de los niños– de alguna
manera “pasa desapercibido clínicamente o se confunde con otros trastornos como
la ansiedad o la depresión”.
El experto indica que las enfermedades mentales se diagnostican clínicamente: “Hoy en día no tenemos pruebas complementarias que tengan la suficiente especificidad y sensibilidad como para detectar estos trastornos”, aunque cada vez se conocen más las causas genéticas concretas que están relacionadas con las distintas enfermedades mentales.
La carga genética del TDAH
Muchas veces, este trastorno se diagnostica en la edad
adulta coincidiendo con el diagnóstico de uno de los hijos. Durante la
evaluación del niño, se dan cuenta de que lo que le pasa al hijo es lo mismo
que le pasaba a ella.
El TDAH tiene una carga genética muy alta. “Si tu coges el
100% de los motivos por los cuales una persona tiene TDAH, el 76% tiene que ver
con nuestra dotación genética”, explica el doctor Quiroga.
Estos mismos genes también confieren más riesgo a tener
otras enfermedades que se suelen asociar al TDAH, como las adicciones, la
obesidad, la migraña y la depresión.
“No hay que caer en un determinismo genético”, advierte.
“Sabemos que las bases genéticas juegan un papel destacado, pero siempre hay que tener presente que la expresión de los genes depende también de la interacción que tenemos con el medio ambiente”. Esto quiere decir, que si el entorno es protector y favorable, el riesgo de la expresión y de la gravedad del TDAH disminuye notablemente.
Ana Gómez: maestra, paciente y en el asociacionismo
Ana Gómez es maestra y tiene un posgrado en TDAH y trastorno
de la conducta y otro en neurociencia y educación. A su vez, forma parte de la
Asociación Madrileña de Adultos con Déficit de Atención e Hiperactividad
(AMATDAH).
AMATDAH es una asociación formada por personas con déficit
de atención, lo que resulta complicado, según nos explica ya que el papeleo les
resulta “un horror” y “las reuniones se pierden o se olvidan”.
Ana, además, sufre TDAH, y lo descubrió cuando se enteró de
que lo padecía su hija. “Me puse a leer bien todos los síntomas y me puse a
llorar. Soy yo”, comentaba. Después de esto se puso a llamar a psicólogos y
psiquiatras en búsqueda de un diagnóstico y se encontró con situaciones de todo
tipo “me dijeron que no existía, que era falta de madurez”.
Su vida cambió después de conocer el diagnóstico. “Te
perdonas a ti misma muchas cosas”, explica. Como muchas otras mujeres, antes de
conocer que tenía TDAH experimentó largos periodos de depresión y ansiedad.
Decidió especializarse en ello porque le interesaba “muchísimo” a nivel educativo.
Explica que “si la niña no molesta” el trastorno es difícil de detectar ya que pasan desapercibidas en los colegios y que, por lo general, “las niñas hacen mucho masking”, es decir, que tratan de guardar mucho más las apariencias que los niños, “que no se les note”. “La sociedad les dice lo que tienen que hacer y cómo tienen que comportarse, por lo que son más comedidas”, explica.
Opina que esta condición no desaparece en la edad adulta.
“Hay muchas mujeres que tienen todo impoluto o que llegan una hora antes a los
sitios simplemente por compensación”, afirma.
Otras, como es su caso, se dan cuenta de que padecen este
trastorno cuando son madres, pero que se sigue enmascarando ya que “si no
pareces mala madre”. Incluso hay casos de mujeres que llegan a desarrollar un
TOC: “ tienes tanto miedo a relajarte que no te lo permites”, explica.
Coincidiendo con muchas mujeres en su situación, también
opina que “es fundamental que los empleos se adapten a las personas con TDAH” y
que estas adaptaciones serían “muy sencillas” y que le harían la vida mucho más
fácil a todas aquellas personas que padecen este trastorno.
En cuanto a las consecuencias que supone vivir sin un
diagnóstico, las respuestas de los expertos vuelven a coincidir. Una persona
que arrastra un TDAH se encuentra con consecuencias como la ansiedad, la
depresión, y la baja autoestima.
Además, las personas con TDAH encuentran dificultades a la hora de enfrentarse a nuevos trabajos y son más propensos a generar conductas adictivas (a sustancias, comida, internet, compras compulsivas, o incluso al sexo). El consumo de drogas suele ser superior en personas con TDAH sin diagnosticar ya que inconscientemente sirve como un tratamiento para el trastorno.
No solo esto, las relaciones personales – como hemos visto – se complican. Debido a la impulsividad, muchas veces se encuentran dificultades a la hora de mantener tanto una relación sentimental estable como una relación de amistad. Además, son más propensos a tener accidentes.
En general, y teniendo en cuenta que cada caso es siempre
particular, los síntomas que presenta el TDAH son frecuentemente comunes.
Debemos atender a todas aquellas alertas centradas en la inatención y ver si
estas son frecuentes.
Sí eres una mujer u hombre que se siente identificado con
estas historias, que compartes muchos de los síntomas del TDHA que han sido
mencionados, y que llevas años pensando que algo falla en tu vida, quizá tú
también padezcas este trastorno. Presta atención a todas las advertencias de
los expertos y, ante cualquier caso de duda, acude a un especialista. Quien
sabe, quizá tu vida también pueda ser un poquito mejor.
FUENTE:
Muchas gracias por compartir mi Trabajo de Fin de Máster. Realicé este reportaje para dar voz a este problema y poder ayudar a más mujeres. Me alegro de que te haya gustado.
ResponderEliminarMuchas gracias a ti y enhorabuena!!!
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