TDAH = Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad

jueves, 31 de mayo de 2012

ORIENTACIONES PARA INTERVENIR ANTE LA HIPERACTIVIDAD: familia



¿Cómo pueden los padres definir reglas claras?
Para prevenir que el niño se meta en líos repetidamente y haya que explicarle una y otra vez las reglas (que, por supuesto, no obedece y encima se sorprenda cuando le castigan), es importante que primero comprenda bien las normas. Por ejemplo, si usted le pide “debes ser ordenado” como uno de los objetivos es posible que no lo entienda por lo que es mejor definir este objetivo claramente: “limpia el cuarto una vez por semana, recoge los juguetes antes de acostarte y báñate cada noche”. Esta regla es mucho más clara y no se puede interpretar de otra forma.
Además de explicarlas, conviene escribir las diferentes reglas, las consecuencias de no cumplirlas y los premios por cumplirlas. Ponga la lista en un sitio visible. Para niños pequeños ayudan los dibujos y los colores.
¿Cómo pueden los padres ayudar al niño a terminar una tarea dividiéndola en pasos más pequeños?
A estos niños les cuesta muchísimo acabar encargos, tareas y deberes escolares. Dividir la tarea en pequeños pasos les facilita que puedan hacer aprendizajes breves que su capacidad atencional pueda asumir. Las tareas cortas permiten que el niño no se canse, no caiga en la monotonía y no se distraiga. Para las tareas de la casa que tienen varios pasos es buena idea escribirlos.
Por ejemplo: recoger la mesa es:
  1. Vaciar los platos en la basura
  2. Vaciar los vasos en el fregadero
  3. Colocar los platos, vasos y cubiertos en el lavavajillas
  4. Poner jabón en el lavavajillas y encenderlo
  5. Limpiar las migas de la mesa
  6. Barrer el suelo
  7. Guardar el mantel y las servilletas
Otra tarea más sencilla seria tirar la basura:
  1. Cerrar la bolsa
  2. Bajar la bolsa al contenedor
  3. Limpiar el cubo si se ha ensuciado
  4. Poner una bolsa nueva en el cubo
  5. Guardar las bolsas sin usar en su sitio.
Parece sencillo, pero el niño puede creer que “ha tirado la basura” si ha bajado la bolsa abierta al contenedor, dejando restos por la cocina y sin poner una bolsa limpia. Se pueden hacer tarjetas para las diferentes tareas como limpiar el cuarto, preparar la cartera y la ropa la noche anterior, hacer la cama, echar la ropa sucia al cesto, ir a por el pan, prepararse por la mañana para ir al colegio (levantarse, lavarse, vestirse, desayunar, lavarse los dientes, coger la cartera, coger el bocadillo, etc).
¿Cómo pueden los padres aumentar la estructura y el orden de la casa?
Hay que buscarle un sitio a cada cosa. Por ejemplo, para ordenar los juguetes ponga etiquetas o dibujo de cada cosa en las cajas donde vaya a guardarlos. Nada más acabar de jugar el niño deberá ordenar los juguetes. Para facilitar la rutina de la mañana tenga un lugar definido para el abrigo, la cartera, los zapatos, la bolsa de gimnasia, el bocadillo, etc. La noche anterior asegúrese de que el niño coloca todo el material en la cartera y deja cada cosa en su sitio; así evitará prisas, olvidos y enfados por la mañana. Se pueden utilizar relojes o cronómetros (como los que se usan en la cocina) para marcarle el tiempo. Por ejemplo, si faltan 20 minutos para acostarse, ponga el reloj con alarma para que suene en 20 minutos, y evitaremos el “venga, que ya ha pasado media hora”.
¿Cómo pueden los padres establecer rutinas estables y predecibles para estructurar el tiempo?
Las rutinas ayudan a estructurar el día y producen seguridad en el niño. Si él sabe lo que va a pasar no le sorprenderán las cosas y estará preparado. Casi todos los colegios hacen que el niño escriba su horario de clases. De la misma forma, podemos escribir un horario de actividades, tiempos de estudio, tareas y ocio después del colegio, que incluya las tareas extraescolares y también lo que se planea hacer el fin de semana. El horario debe estar en un sitio visible y, si hay que hacer algún cambio, se avisa al niño con tiempo suficiente y se le recuerda alguna vez. Los horarios de cenar, irse a dormir, etc, deben ser bastante estables y no hacer cambios arbitrarios o por sorpresa.
¿Cómo pueden los padres eliminar ruidos y distracciones?
Cuando el niños está (por fin) haciendo algo concreto, como uno de sus encargos (siguiendo los escritos de las tarjetas) o sus deberes escolares, es fácil que se distraiga con cualquier ruido como la TV, el teléfono o el tráfico de la calle, por lo que hay que evitar que haya cualquier tipo de distracción a su alrededor. Pregúntele al niño dónde cree que se concentrará mejor. A lo mejor usted cree que un sitio aislado y muy silencioso será el mejor, pero el niño trabaja mejor en un sitio tranquilo pero no alejado, donde usted pueda supervisarle de vez en cuando.
¿Cómo pueden los padres modificar la conducta del niño?
Para modificar la conducta de su hijo debe:
  • Definir el problema de forma positiva. Definir claramente los comportamientos deseados sin mencionar el problema. Por ejemplo, en vez de reñirle por moverse, intente que esté sentado toda la cena; en vez de eliminar el desorden, intente que deje el material escolar en su sitio.
  • Establecer metas razonables. Seguramente es demasiado pedir que su hijo permanezca sentado toda la cena todas las veces, por lo que es mejor empezar por periodo de 5 minutos, luego 6, luego 7, etc. Para preparar las cosas para el colegio, empiece por el abrigo y la cartera, luego añada el bocadillo, luego la bolsa de gimnasia...
  • Avanzar poco a poco. Felicite a menudo a su hijo por obtener metas intermedias, haga comentarios específicos ("qué bien que has estado sentado"), evitando generalizaciones ("qué bueno has sido"), o “elogios negativos” ("ya era hora de que lo hicieras bien").
¿Cómo pueden los padres motivar al niño?
La mejor manera es utilizar un sistema de puntos, dándole puntos, estrellas o fichas cuando consiga alcanzar un objetivo marcado. Cada 5 puntos se pueden canjear por algo concreto (como ir al parque, unos cromos, leerle un cuento). Un punto por ordenar el cuarto y dos por hacerlo sin que se lo digan. Haga una lista de cómo se pueden ganar los puntos y por qué se pueden cambiar.
¿Cómo pueden los padres aumentar la disciplina?
Los padres deben hacer que el niño “sufra las consecuencias” de saltarse las normas inmediatamente o se le olvidará. No sirve de nada perder energía riñéndole ahora si lo que hizo mal ocurrió hace mucho tiempo, porque no conectará la acción con la consecuencia. Cuando el niño se está saltando una norma, hay que recordarle que lo está haciendo y que vamos a contar hasta tres y si no deja de hacer lo que está haciendo, lo pondremos en tiempo fuera (un lugar sin estímulos, durante unos minutos). Al contar levantamos los dedos: uno, dos y... tres (se puede contar despacio, pero no cuente hasta cuatro). Mientras contamos le damos tiempo para que asimile lo que estamos pidiendo y actúe. Hay veces que le pondremos en tiempo fuera por infracciones graves sin contar hasta tres.
¿Cómo pueden los padres ayudar al niño a obedecer mejor?
Cuando se manda algo al niño hay que seguir unos pasos:
  1. Es imprescindible que el niño conozca las normas y que éstas sean claras y concisas. No son buenas normas “portarse bien” o “ser bueno”, es mejor “no pegar”, “no gritar”, “no insultar”, ”recoger los platos después de cenar”, etc.
  2. Es importante que sepa qué va a pasar si las normas no se cumplen.
  3. Ayuda si se le recuerda o avisa con antelación: “acuérdate de que se acerca la hora de acostarte”, “¿Qué se te he pedido que hagas?”.
  4. Ayuda si repetimos la orden, pero sin tono de hastío o aburrimiento.
  5. Si no obedece, hay que llevarle a donde tenga que hacer lo que se le pide: llevarle de la mano a su cuarto para recoger los juguetes.
  6. Es bueno ayudarle, por ejemplo, echarle una mano (pero que no seamos nosotros los que lo hagamos; que sea él).
  7. Finalmente es fundamental alabarle y animarle mientras lo esté haciendo ("qué bien te está saliendo; anda, venga, que acabamos enseguida") y cuando haya terminado (“ya verás qué orgullosos se pone papá/mamá cuando vea lo bien que lo has hecho”, “qué niño más obediente”).
  8. NUNCA, NUNCA, NUNCA debemos hablarle con sarcasmo (“ya era hora de que lo hicieras”, “a buenas horas lo haces, para eso mejor no hacerlo”, “encima te voy a dar un premio por hacerlo una vez y no hacerlo treinta...).
¿Cómo se pone al niño en “tiempo fuera”?
Si hay que castigarle, se le sienta en una silla en un sitio tranquilo y aburrido ( el pasillo) pero no aislado. El niño debe permanecer sentado tantos minutos (cronometrados), tantos como años tenga. Tiene que quedarse sentado y callado. Cuando suene el reloj de la alarma le pediremos que nos diga por qué le hemos castigado. Luego hay que decirle que ha hecho muy bien el tiempo fuera. El tiempo fuera es una consecuencia que obtiene el niño de una situación problemática y se puede hacer en casa o fuera de casa. Si se aplica inmediatamente puede enseñarle al niño a predecir qué comportamientos producirán consecuencias negativas y aprenderá a obedecer antes del tiempo fuera, cuando contemos hasta tres. Para evitar estar siempre riñendo, debemos intentar prestar “atención positiva” a nuestro hijo e ignorar las conductas inadecuadas menos relevantes.
¿Cómo pueden los padres prestar “atención positiva” a su hijo?
Para niños menores de 9 años elijamos unos 10 o 20 minutos cada día que serán su “tiempo especial” con nosotros. Debemos pasar ese tiempo exclusivamente con nuestro hijo, sin que haya otros niños.  Podemos jugar con él, interesándonos por lo que hace. No intentemos dirigir ni controlar la actividad, simplemente debemos relajarnos y pasarlo bien intentando entender lo que hace. Tras unos minutos observando, describiremos en voz alta algunas de las cosas que hace para mostrar nuestro interés: “así que estás jugando con los coches en el garaje, y los estás lavando porque van a ir a una carrera”, pero no hagamos preguntas, excepto si no entendemos lo que hace.Para niños mayores de 9 años simplemente podemos pasar un rato con nuestro hijo, hablando e interesándonos por él.
Diremos a veces una frase de admiración que lo anime y que le demuestre nuestro cariño o que valoramos su comportamiento adecuado: “pero qué bien lo haces, me gusta mucho cuando juegas así en silencio”. Si no podemos decir nada, démosle un abrazo, una caricia, una sonrisa, un guiño... Si el niño empieza a portarse mal, intentemos ignorarlo mirando a otro lado, pero si sigue, debemos decirle que no hoy no vamos a jugar más con él porque se está portando mal y entonces, nos levantaremos y saldremos de la habitación.

OTRAS ORIENTACIONES PARA REDUCIR LA HIPERACTIVIDAD
Actuaciones de los padres
  • Si pretendemos ayudar al niño “hiperactivo” a aprender a atender y a concentrarse, necesitamos conocer cuales son sus intereses, utilizándolos como base del aprendizaje asociado. Si el niño está interesado en los dinosaurios, por ejemplo, se le pueden asignar ejercicios de lectura, aritmética, etc. utilizando directamente estos intereses: pueden ser el tema de las lecturas, se pueden montar historias, desarrollar el vocabulario, contar o clasificar, con los dinosaurios como protagonistas. Estos intereses deberían emplearse también para recompensar al niño al atender y completar tareas en casa, por ejemplo,” cuando termines las tareas puedes ir a jugar con tus muñecos “.
  • Ayudar al niño a desarrollar su autoconfianza: reconocer sus progresos y ejecuciones por lentas o limitadas que éstas sean. Exija logros graduales (unos momentos en los que consiga permanecer sentado,  estar atento...)
  • Ofrecerle demostraciones de cariño y aceptación a través de frecuentes caricias, zalamerías, cosquillas, besos. El niño con TDAH necesita gran cantidad de contacto físico y afecto paterno/materno. Utilice esas demostraciones como refuerzo cada vez que se aproxime a la conducta contraria que se pretende modificar: permanecer más tiempo sentado; estar quieto, reposado; escuchar, seguir instrucciones.
  • Debemos sorprender al niño “siendo bueno “o haciendo alguna cosa deseable, tan frecuentemente como sea posible, y recompensarle con un refuerzo positivo (una alabanza, sonrisa, etc.)
  • Debemos utilice la atención adecuadamente: sólo recibirá atención cuando esté tranquilo, quieto, atento, pero no cuando haga lo contrario porque entonces estamos reforzando la conducta inadecuada. Debemos evitar la excesiva exaltación emocional.
  • El niño no debe recibir excesivas instrucciones: ¡no te levantes, estate quieto y no molestes! Las instrucciones serán simples, concisas y concretas y se las diremos de una en una. Debemos explicarle claramente lo que debe hacer y qué obtiene a cambio. Usemos gestos con él u otras claves para recordar las normas.
  • Implicar al niño en el establecimiento de reglas, esparcimientos y otras actividades personales y familiares.
  • Decir al niño cuándo se porta mal y explicarle lo que sentimos acerca de su conducta; después debemos proponerle y enseñarle otras formas de conducta más aceptables.
  • Poner en práctica ejercicios de relajación, reducción de la tensión, la inhibición muscular o el desarrollo de la atención y concentración (técnica de entrenamiento conductual cognitivo).
  • Ser estable y perseverante con la aplicación de las técnicas y de las normas. Lleva tiempo reducir la conducta hiperactiva. 
  • Procurar darle un lugar para trabajar o estudiar sin interrupciones y de esta forma fomentar la capacidad del niño para concentrarse en lo que está haciendo, reduciendo, en todo lo que sea posible, los estímulos perturbadores de su entorno.
  • Como padres es preciso ser estables con nuestra propia conducta. Recordar que cada vez que cambiamos nuestra reacción conductual ante el niño le confundimos acerca de lo que nosotros esperamos o cómo deseamos que actúe.
FUENTE:

viernes, 25 de mayo de 2012

QUÉ ES LA AUTOESTIMA



El desarrollo de una autoestima ajustada es el primer pilar del bienestar psicológico de cualquier persona y por supuesto, de nuestros hijos o alumnos.
Autoestima y autoconcepto son las dos caras de una misma moneda.
Por una cara, el autoconcepto que es la idea que cada persona tiene de sí mismo, cómo se describe y define. En los niños, el autoconcepto va siendo más elaborado conforme van creciendo. Cuando son pequeños las definiciones se hacen respecto a algunos atributos: “soy una niña“, “soy muy bueno…” A medida que se hacen mayores, pueden expresar cualidades, preferencias, habilidades o formas de ser.
Por otro lado, la autoestima es la valoración afectiva de ese autoconcepto: si gusta o no como uno es, si se está o no satisfecho con uno mismo y también si uno mismo se quiere o no.
COMPONENTES DE LA AUTOESTIMA
La autoestima tiene tres componentes básicos: sentimientos, ideas y comportamientos.
Sentimientos
Los sentimientos son las emociones implicadas: de agrado o desagrado hacia uno mismo y, por tanto, sentimientos positivos o negativos, que se traducen en una aceptación o disgusto con uno mismo.
Ideas
Son el componente cognitivo de la autoestima: los pensamientos que genera la autoestima, el propio diálogo interior, los juicios sobre uno mismo. El componente cognitivo se pone de manifiesto, por ejemplo, cuando al enfrentarse a una situación nueva se piensa: “no voy a ser capaz“, “yo nunca logro nada“; o por el contrario, pensamientos más positivos: “si me esfuerzo lo conseguiré“, “creo que puedo afrontarlo…”
Comportamientos
Por último, la expresión última de la autoestima se manifiesta en conductas concretas que hace que los hijos tomen decisiones y actúen de una determinada manera ante infinidad de situaciones: con iniciativa, con más o menos seguridad, que aborden nuevos retos o, por el contrario, que sean retraídos, inseguros, etc.
ASPECTOS DE LA AUTOESTIMA
Además de lo anterior, el autoconcepto y autoestima, se refieren a diferentes aspectos de la propia persona. Por ello se puede hablar de una autoestima física, referida al propio cuerpo e imagen; intelectual, sobre las propias capacidades intelectuales; académica, sobre la vida escolar; social, sobre la relación con las demás personas, etc.
De esta forma puede haber niños con una imagen física y social positiva, mientras que su autoconcepto y autoestima académica e intelectual no lo sea tanto.
AUTOESTIMA AJUSTADA
Frente a lo que popularmente se piensa, lo ideal no es tener una alta autoestima, sino más bien que el autoncepto y la autoestima sea más o menos ajustada. Es decir, que se correspondan con la realidad personal y, sobre todo, que haya una aceptación tranquila y satisfactoria de uno mismo.
Tan desajustada y arriesgada es una valoración negativa de uno mismo, como una sobrevaloración no realista de la propia imagen y realidad personal.
AUTOESTIMA: ¿CÓMO SE CONSTRUYE EN LOS NIÑOS?
Si hubiera que explicarlo de una forma muy sintética, habría que decir que el autoconcepto y autoestima se van construyendo progresivamente desde la imagen que transmiten las personas más cercanas al niño (sus padres principalmente) hasta la construcción más interna y personal.
En los primeros años
En los primeros años de la vida del niño, hasta los 3 o 4 años, el autoconcepto y la autoestima se van conformando por la imagen que de sí mismo van proyectando las personas más significativas para el niño o la niña: su padre y su madre.
El niño es “lo que sus padres dicen de él“, de ahí la importancia de las “etiquetas” que se empleen con ellos, tanto positivas como negativas: “un trasto”, “inquieto”, “tranquilo”, “tímido”, “comilón”, “mal comedor”, “bruto”, “bueno”, “malo”…
Pero no solo lo que dicen, las muestras de afecto son clave: un niño construirá su autoestima (se querrá a sí mismo) si se siente querido por sus padres.
Durante la escolaridad
Una vez que inicia su escolaridad, hacia los 3 años la mayoría de los niños, intervienen otras personas significativas en el desarrollo de su autoestima: sus profesores.
Ellos también envían mensajes definitorios:  lento, distraído, trabajador, tranquilo, trabaja muy bien… y muestran en alguna medida aprecio y preocupación.
Desde los ocho años en adelante y especialmente en la adolescencia, otras personas decisivas entran en juego: los iguales, los compañeros y los amigos. Ellos también etiquetan, pero sobre todo transmiten afecto, aceptación o rechazo al niño o a la niña.
RECAPITULANDO
La autoestima se va desarrollando y construyendo por la imagen, la aceptación y el afecto que transmiten las personas más cercanas y significativas para el niño o la niña.
Inicialmente son sus padres, pero poco a poco se suman sus profesores y más tarde sus compañeros e iguales.
No será hasta más adelante, cuando el chico elabora su propio concepto y autoestima.
CÓMO MEJORAR LA AUTOESTIMA DE NUESTRO HIJO/A EN DIEZ PASOS
1. Ayudar a conocerse
El primer paso es ayudar a nuestro hijo a conocerse. Ello implica que de una manera realista le ayudaremos a descubrir sus cualidades en diferentes ámbitos: su propio cuerpo, respecto a los estudios, en la relación con los demás, en su forma de afrontar las cosas, etc.
Recordemos que las definiciones y etiquetas que establezcamos serán las que irán construyendo su autoconcepto – autoestima. ¡Cuidado con lo que decimos!.
2. Valorar sus logros
Desde pequeños, debemos valorar los pequeños logros de nuestro hijo o de nuestro alumno. Con realismo, sin exagerar, pero valorando los pequeños o grandes logros y conquistas que va realizando.
La lista puede ser interminable: controlar el pis, recoger la mesa, los juguetes, dormir solo, vestirse solo, comer solo, sus deberes escolares, etc.
En primer lugar, los padres puede expresar en voz alta estos logros pero, poco a poco, podemos ayudar a que sea nuestro hijo quién tome conciencia de ellos y sea él mismo quien los descubra y valore.
3. Evitar etiquetas negativas
“Etiquetar” no es adecuado, aunque suele ser inevitable; pero las etiquetas negativas lo son mucho menos. Tenemos que evitar ese tipo de definiciones de nuestro hijo desde el principio porque, de alguna manera, crea unas expectativas, de forma que tratará de responder a esas ellas, aunque sea de manera inconsciente.
Por tanto, siempre debemos evitar etiquetas como, trasto, inquieto, tímido, desordenado, pegón, vago, miedoso, inseguro, inmaduro, malo, mentiroso, etc.
4. No hacer profecías negativas
En la educación de los hijos hay que regañar, corregir e indicar lo que se hace mal. Sin embargo, hay que evitar las críticas negativas o destructivas.
Ese tipo de crítica sólo resalta lo negativo, no tiene intención de mejorar, sino de dejar en evidencia los errores, sin dar pistas sobre cómo se puede hacer adecuadamente la próxima vez.
Pero además, ese tipo de crítica suele tener una carga de profecía negativa. Éstas son expresiones y valoraciones negativas que tienen el carácter de sentencia y de profecía de lo que ocurrirá en el futuro: “nunca conseguirás hacer nada bien”, “al final, eres un desastre”. En el caso de los niños, cierran toda posibilidad de mejora. Además, está demostrado que al emitir una profecía negativa, de manera inconsciente toda la conducta se orienta para que ésta se cumpla.
En ocasiones, los nervios o el enfado nos puede jugar malas pasadas, pero debemos tratar de evitar este tipo de comentarios, tanto si somos padres como si somos educadores. Por el contrario, debemos mandar mensajes de esperanza y mejora.
5. Ponerlos en la tesitura de tomar decisiones
Las personas con baja autoestima son inseguras, les cuesta tomar decisiones y prefieren siempre que otros decidan por ellos.
Ponerles en situación de decidirse y dejarles que ellos decidan por sí mismos, con sus riesgos e incertidumbres, es otra forma de construir la autoestima. Desde pequeños podemos ponerlos en la tesitura de tomar pequeñas decisiones: ofrecer dos sabores de yogurt, dos prendas para vestirse o entre una actividad extraescolar y otra, por ejemplo.
6. Proponer responsabilidades
Desde bien pequeños, probablemente desde los 2 o 3 años, se pueden proponer pequeñas responsabilidades a nuestro hijo o hija.
Ofrecer responsabilidades implica un mensaje subliminal: “creo que puedes hacerlo, confío en ti, esto lo pongo en tus manos“.
Las responsabilidades dependerán de la edad y de las condiciones. Algunas propuestas son:
Hasta los 6 años.
Poner y quitar la mesa, regar las macetas, recoger los propios juguetes, cuidar algunas pertenencias, comer solo.
De los 7 a los 12 años.
Además de las anteriores, cuidado de las propias pertenencias, orden de la propia habitación, realizar algunas compras en tiendas cercanas, cuidar su material escolar, gestionar sus ahorros, anotar los deberes, tomarse los medicamentos que les prescriban (bajo nuestra vigilancia) o acudir a las actividades extraescolares con las que se ha comprometido.
A partir de los 12 años.
Cuidado de mascotas de la casa, tirar la basura, hacer determinadas compras para el hogar, ordenar su habitación, cuidar de hermanos pequeños, estar pendiente de los estudios y material escolar, hacer determinadas gestiones, etc.
7. Dar pistas para solucionar problemas
Con muy buena intención, desde que los niños son pequeños, los padres intentan interceder y solucionar los pequeños problemas que se van encontrando: desde encajar una pieza en una construcción con los más peques, hasta solucionar problemas de los hijos mayores con los amigos.
Aunque se hace para facilitarles las cosas, no siempre es lo más adecuado. La estrategia más efectiva sería ayudarles a vivir las pequeñas vicisitudes de su vida y darles pistas para que sean ellos los que afronten y solucionen sus propios problemas. Cuando dejamos que los niños afronten estas situaciones, ponen en marcha la búsqueda de alternativas, ensayos, errores y aciertos. Y cuando logran solucionar algunas cosas por su propio esfuerzo reciben un empuje en su autoestima.
8. Evitar la sobreprotección excesiva
La sobreprotección merma la autoestima, porque el mensaje final que envía es “tengo que protegerte, tú solo no puedes“.
Desarrollar una sana autonomía es también una apuesta por el desarrollo de la autoestima. La estrategia general puede ser: todo aquello que nuestro hijo puedas hacer por sí mismo, sin poner en riesgo su seguridad, debe de hacerlo, aunque lo haga más despacio o peor.
9. Reflexionar sanamente sobre el fracaso
El fracaso, los errores, la no consecución de objetivos y las pequeñas o grandes frustraciones forman parte de la dinámica de la vida. Negar eso es transmitir una idea falsa de lo que es la realidad.
Nuestra cultura no tolera el fracaso y éste no forma parte de las reglas de juego, pero lo cierto es que unas veces se gana y otras se pierde.  Hay que enseñar a ganar… pero también a perder y a volver a afrontar de nuevo las situaciones con espíritu deportivo.
De cara a desarrollar una autoestima adecuada, hay que procurar reflexionar sobre el fracaso poniendo el peso en nuestras posibilidades y en aquello que depende de uno mismo. Es lo que técnicamente se llama crear un “locus de control interno“.  No podemos controlar todas las variables, pero hay un número de ellas que sí dependen de nuestra acción.
Lo contrario sería culpar siempre a los demás y a las circunstancias externas. El locus de control interno implica que la próxima vez puedo intentarlo y mejorar, de manera que parte de la consecución de las cosas depende de mi propia capacidad.
10. Transmitir seguridad afectiva
El pilar básico de la autoestima es sentirse profundamente querido. En esto, los padres y madres no solo tienen un papel insustituible, sino que además es algo que tienen a su alcance.
Aunque es difícil explicar en este espacio cómo transmitir seguridad afectiva, proponemos algunas estrategias:
Realizar muestras explícitas de afecto
Los abrazos, besos caricias, palabras cariñosas son la primera y principal forma de transmitir afecto. Cada niño tiene su lenguaje en el que prefiere que se le transmita el afecto. Este lenguaje puede variar por la edad, pero todos los niños y niñas lo necesitan.
Papá y mamá se quieren
La seguridad afectiva también se transmite cuando los niños comprueban que papá y mamá se quieren. La armonía de la pareja ayuda a construir una sana autoestima.
Cuidar los pequeños detalles
Los pequeños detalles son una forma práctica y cotidiana de transmitir seguridad afectiva. Las posibilidades son muchas:  recogerlos del colegio, comer con ellos, llevarlos al parque, jugar con ellos, dedicarles tiempo, etc. Esto es lo que más valoran los niños de sus padres y  les hace que se sientan verdaderamente importantes.
Ser exigentes
Ser exigentes, porque el amor lo es. Un niño se siente querido y mejora su autoestima cuando sus padres son exigentes con él porque eso significa que les importa. Una sana exigencia es otra forma de transmitir seguridad afectiva.
Incondicionalidad
Por último transmitir la idea de incondicionalidad: se les quiere incondicionalmente. Expresiones como “si no haces esto no te quiero“, “si sigues así te enviaré a un internado…” o similares no son adecuadas.
RECAPITULANDO
Estos han sido los diez pasos propuestos para mejorar la autoestima de su hijo:
  1. Ayudar a conocerse
  2. Valorar sus logros
  3. Evitar las etiquetas negativas
  4. No hacer profecías negativas
  5. Poner en la tesitura de tomar decisiones
  6. Proponer responsabilidades
  7. Dar pistas para solucionar problemas
  8. Evitar la sobreprotección excesiva
  9. Reflexionar sanamente sobre el fracaso
  10. Transmitir seguridad afectiva
Además, también ayudan los siguientes consejos:
  • Ofrecer oportunidades a nuestros hijos para que tengan éxito
  • Buscar razones  para elogiar a nuestros hijos
  • No compararles
  • Permitir que nuestros hijos se equivoquen y participa de las soluciones.
  • Si nuestros hijos se equivocan no criticarles
  • Confíar en nuestros hijos
  • Ser cariñoso con ellos
  • Pasar tiempo libre con los hijos
  • Trasmitir el valor de compartir con los demás
  • Enseñar a nuestros hijos a valorar a las demás personas.
  • No actuar en forma violenta frente a nuestros hijos
  • Inculcar hábitos saludables
FUENTE:
www.jesusjarque.com

lunes, 21 de mayo de 2012

MI QUERID@ HIPERACTIV@



Tener un hij@ hiperactiv@ complica enormemente la vida cotidiana: el orden, las salidas, los deberes, los resultados escolares… Habitualmente se pone énfasis en las deficiencias que estos niños tienen, dejando de lado sus muchas capacidades: su energía inagotable, su derroche de ideas cuando algo les interesa, su capacidad para emprender algo que se han propuesto, su gran creatividad o sus grandes aptitudes físicas, musicales o artísticas. Pero  como padres podemos darle la vuelta a "nuestr@ querid@ hiperactiv@" y organizar actividades y proyectos en casa o con los de casa, que permitan a nuestro hijo/a triunfar o empezar y acabar cosas que planea. Con todo ello, lograremos conocer más a nuestro hijo/a y podremos establecer vínculos positivos de relación con él.
No podremos modificar esta predisposición innata (diferencia en el funcionamiento cerebral), pero no cabe la menor duda de que lo que sí está en nuestras manos es modificar el ambiente familiar y escolar para ayudar a estos niños a comportarse de forma adecuada y a desarrollar su máximo potencia” (Christopher Green. Kit Chee).
¡La hiperactividad se ha puesto de moda!
Y eso puede ser bueno, porque la ignorancia hace ver fantasmas donde no los hay, pero también puede ser malo, porque ni todos los niños movidos son hiperactivos ni todos los hiperactivos son irrecuperables.
Si tienes un hijo que padece de TDAH (Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad) puedes acabar "al borde de un ataque de nervios":
  • Su capacidad de concentración y de atención puede ser muy baja
  • Los despistes y olvidos son continuados
  • Son irreflexivos
  • Su movimiento corporal y su actividad son constantes
  • No atienden
  • Tienen baja autoestima
  • A duras penas siguen las reglas
  • Acostumbran a estar poco motivados
  • Son impredecibles
Los anteriormente enumerados son algunos de los déficits que podemos encontrar en niños/as con TDAH. Y desde esta perspectiva de incapacidad en determinadas áreas, los comúnmente llamados hiperactivos/as son vistos por muchos de los profesionales médicos o educativos.
La medicación y los programas de modificación de conducta mediante recompensas o castigos son las dos vías de intervención habitualmente recomendadas a los padres, intervenciones que resultan efectivas mientras duran los efectos o las influencias externas. Estas terapias despiertan en los padres temores añadidos, en relación a los efectos secundarios de la medicación o a la bondad de los cambios de conducta basados en recompensas, las cuales pueden apagar la creatividad o disminuir la capacidad real de motivación intrínseca que todo ser humano necesita para ejercer el tan necesario autocontrol.
Pero si intentamos aproximarnos a los niños/as con TDAH desde una perspectiva global, viendo lo positivo que hay en ellos, recogiendo las aportaciones que pueden hacer a la familia, a la sociedad y a la escuela, observaremos que también tienen áreas fuertes, áreas en las cuales pueden y deben sobresalir.
Algunas de las cualidades que pueden mostrar los niños/as con TDAH, según el caso, son:
  • Capacidades musicales o artísticas sobresalientes
  • Destreza y habilidad física para los deportes
  • Gran iniciativa en los temas que son de su interés
  • Creatividad
  • Habilidad manual
  • Energía inagotable
Ayudar a estos niños a descubrir cuáles son las áreas en las que son buenos o guiarles para que identifiquen cuáles de sus habilidades les ayudarán a tener éxito en la escuela y en la vida, son aspectos que deberían ser contemplados por los profesionales que estudian y ayudan a los niños con TDAH y, por supuesto, por los padres. Es por ello necesario que el ambiente educativo que les rodea sea estimulante, rico, variado y que, siempre que sea posible, favorezca el movimiento, la investigación y la iniciativa.
Algunos niños/as afectados por el TDAH suelen necesitar también un buen programa de ejercicio físico diario, a ser posible en actividades que no requieran competir (suelen tolerar mal la frustración) y que no demanden excesiva interacción social (la auto-regulación de su implicación en grupo y de su respuesta a las demandas acostumbra ser deficitaria).
Así son especialmente recomendables:
  • La natación
  • El excursionismo
  • La bicicleta
  • Las artes marciales
  • La gimnasia individual
Para ayudarles en los problemas de lectura, comprensión lectora o expresión oral los padres debemos establecer rutinas diarias de refuerzo en las cuales los niños puedan "manipular las palabras" o jugar con los sonidos:
  • Confeccionar tarjetas con palabras familiares asociadas por sonidos o por la relación entre los objetos (rato, gato, pato, trato, salto; cepillo, pasta, jabón, ducha, agua, etc.)
  • Juegos de rima tradicionales
  • Juegos de trabalenguas
  • Leerles en voz alta CADA DÍA de forma que se estimule el reconocimiento auditivo de sonidos.
  • Confeccionar el libro con su historia personal o la de su equipo de deporte favorito o la de su ídolo musical.
Es sabido que los niños/as con TDAH ponen a prueba a conciencia la capacidad parental, desde que amanece hasta que, por fin, se duermen. Y ofrecen "miles de oportunidades" para que la paciencia y el autocontrol de los padres "crezca y se multiplique". Pero si los padres lo intentamos podemos aprovechar la gran energía y vitalidad que tienen, el torrente de ideas que muestran cuando algo les interesa y canalizarlo todo en casa, de forma que podamos poner en marcha actividades de investigación que les motiven de verdad y mediante las cuales podamos ayudarles a desarrollar estrategias de control, memoria, constancia, responsabilidad, etc.
A continuación se enumeran algunas de las actividades que se pueden hacer con ellos:
  • Hacer un hormiguero
  • Cultivar hortalizas en el balcón de casa
  • Montar un mural o un libro con la historia de la familia desde los tatarabuelos
  • Aprender las tablas de multiplicar grabándolas en un mp3, con la intervención de cada miembro de la familia, escuchándolas en el coche cuando viajemos.
  • Dibujar o pintar en familia, exponiendo después las obras en algún lugar relevante
  • Jugar juntos a juegos de mesa o de estrategia
Todas las actividades, proyectos, juegos e ideas que pongamos en marcha juntos tienen la virtud de ofrecernos información de primera mano sobre cómo actúa y se organiza nuestro hijo en actividades que LE MOTIVAN. Ello nos permitirá tener criterio propio sobre sus posibilidades REALES de éxito, permitiéndonos valorar sus logros y acompañarle en sus fracasos.
A menudo, los niños con TDAH pasan mucho tiempo en la escuela y la imagen que reciben de terceros en cuanto a sus capacidades, sus logros o sus habilidades dista mucho de ser la que debieran recibir para una correcta construcción del concepto de sí mismo.
Pasar tiempo con ellos, aceptarles como son, concienciarnos de sus potencialidades y procurar, por encima de todo, que las desarrollen, debe ser el objetivo de los padres ante un hijo con un Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad.
FUENTE:
Carmen Herrera García. Profesora de Educación Infantil y Primaria