TDAH = Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad

jueves, 28 de febrero de 2013

ESTRATEGIAS FUNDAMENTALES CUANDO HAY TDAH


El Confidencial. Rocío Mayoral. 25/02/2013
“Mi hijo es hiperactivo. No lleva audífono ni silla de ruedas como otros niños de su colegio pero, aunque su mal no se vea, él también necesita ayuda… y nosotros. Ya no sabemos qué hacer y lo que es peor, creo que el colegio tampoco”. La autora de estas palabras es Ana, madre de un chico de 14 años, diagnosticado de TDAH desde que tenía seis.
Por desgracia aún existen muchos padres con un sentimiento parecido, que se sienten desorientados y a veces solos ante las dificultades de sus hijos. En los últimos años, muchos han sido los logros pero falta mucho por hacer: son necesarios más estudios, más divulgación, ayudas más efectivas a familias, planes especializados en los colegios y una definición más clara de acciones eficaces para afrontar la difícil tarea de educar y convivir con un TDAH.
Cambios recientes
Lo cierto es que en los últimos años se ha avanzado mucho en la  comprensión del  TDAH. Y mucho de lo que hoy sabemos es clave cara al tratamiento. La investigación lo ha dejado claro. Este cuadro no puede ser reducido a un simple déficit atencional o a un exceso de movilidad. Hoy existe gran consenso: la alteración ejecutiva es el aspecto nuclear del TDAH.
Y ¿qué es esto? ¿Qué son las Funciones Ejecutivas?
Las Funciones Ejecutivas son el grupo de capacidades que nos permite autorregular nuestra actividad y pensamiento, establecer metas y organizar y secuenciar los pasos necesarios para conseguirlas de manera eficiente.
Realmente son capacidades determinantes en la vida de una persona. Sin embargo, hasta hace poco, sólo un reducido número de padres o profesores conocían que el rendimiento académico, social o laboral dependía tan estrechamente de ellas. Pero es así. La sede de dichas funciones se sitúa en la corteza prefrontal del cerebro y hoy sabemos que estas áreas maduran hasta tres años más lentamente en los TDAH. Esto debiera ayudarnos a comprender por qué les cuesta tanto dirigir eficazmente su vida.



¿Cuáles son los principales síntomas de una disfunción ejecutiva?
Según Barkley, las personas con esta afectación presentan un grave problema de inhibición
Pero también:
  • Carencias en memoria no verbal. Esto dificulta que aprendan de la experiencia y generalicen. Por eso caen siempre en la misma piedra, a pesar de sus buenas intenciones. Viven en presente; les cuesta contemplar el futuro, cooperar o controlar el paso del tiempo.
  • Carecen de lenguaje interno y esto les impide actuar coordinadamente y regularse. También seguir instrucciones y solucionar problemas, expresar lo que saben de forma organizada y coherente o automotivarse.
  • Tienen problemas en la autorregulación emocional: Por eso son frecuentes los altibajos en su ánimo, baja tolerancia a la frustración, pérdida del control y los problemas sociales.
  • Tienen dificultades para resolver problemas, planificarse y realizar acciones coordinadas para lograr objetivos, planificar su vida; elegir respuestas adecuadas, pensar en el futuro o controlar el paso del tiempo..

¿Qué implicaciones tiene esto en el tratamiento?
Pues muchas. Intervenir el procesamiento ejecutivo es mucho más que trabajar la atención o frenar la movilidad. Los TDAH son inteligentes, tienen aptitudes pero no las saben utilizar: Según Brown “a su cerebro le falta el director de orquesta”. Compensar esta falta es el objetivo de la intervención escolar, familiar y clínica.
Estrategias para mejorar su funcionamiento
A los TDAH las cosas no les suelen ir bien. Es crucial ofrecerles experiencias de éxito. Para ello es obligado diseñar acciones que compensen la alteración ejecutiva. Disponemos de muy poco espacio para abordar cómo hacerlo. Daremos algunas pautas que puedan servir de guía.
  1. Los TDAH no tienen memoria de trabajo. Así que tienen grandes dificultades para regular su pensamiento y mantener la información en la mente. ¿Cómo ayudarles? es difícil si no podemos “oír qué piensan”. por eso, con los TDAH es fundamental externalizar su pensamiento. Para conseguirlo deberemos “hacerles hablar; pedirles que piensen en voz alta”, que cuenten qué deben hacer o qué hacen en cada momento. De este modo podrá trabajarse su lenguaje interno, hasta que éste acabe mediando su conducta.
  2. Les cuesta recordar datos relevantes y aprender del pasado. Podemos ayudarles utilizando recordatorios visuales: post-it, carteles. Ponerlos donde puedan verse. Pero sobre todo diseñando entornos con rutinas muy marcadas, donde sea fácil funcionar bien sin pensar mucho. Este aspecto es clave en la vida de un TDAH.
  3. También tienen dificultades para actuar de forma reflexiva. Por eso es bueno ajustar sus actos a una secuencia: “para-piensa-decide”. Repetir hasta generalizar. Recordar con señales visuales.
  4. Les cuesta planificar y pensar en el futuro. Así que conviene desglosar las metas en pequeños pasos. También hay que enseñarles a organizar su trabajo y sus descansos; obligarles a planificar tareas, vacaciones, fechas de entrega. Enseñarles a usar la agenda. Dar tiempo antes de empezar a trabajar para organizar lo necesario y eliminar lo innecesario. Avisarles con tiempo de los cambios y de lo que sucederá al acabar. Recordárselo mientras trabajan.
  5. Tampoco son conscientes del paso del tiempo, así que no es útil darles más. El paso tiempo debe externalizarse. Trabajar con relojes, temporizadores, cronómetros. Dividir tareas en partes, para que su atención se mantenga y no cometa fallos.
  6. Les cuesta atender a lo relevante y resistir interferencias del entorno. Ayudarles dando instrucciones breves, claras y concisas; de una en una. Hacer que las repita oralmente. Alejar de su vista estímulos irrelevantes. Evite que trabajen en estancias compartidas. En clase, situarles en primera fila; si trabajan en grupo, colocarles donde no deban girarse para ver la pizarra. No les permita escuchar música o la tele encendida mientras trabaja.
  7. Tienen dificultades para establecer acciones coordinadas y pensamiento secuenciados. Por eso es recomendable: Manipular contenidos. Dividir la actividad en partes. Enseñarles pasos para ejecutar tareas. Emplear autoinstrucciones en deberes y rutinas diarias. Enseñarles estrategias para detectar lo importante. Utilizar carteles para recordar y marcadores, carpetas y colores para organizarse. Enseñarles a transformar lo aprendido en narrativa coherente. Forzar la revisión de los trabajos; hacer registros con las tareas y marcando con una señal que se han hecho.
  8. También les cuesta mucho regular la conducta. Por ello es bueno ofrecer entornos muy reglados, enseñar asertividad,  autoinstrucciones para guiar actos, trabajar consecuencias.
  9. Tienen mucha dificultad para regular emociones. Se les puede ayudar con técnicas para canalizar la ira o la sobrexcitación. El teatro, el yoga o la meditación también han mostrado eficacia en este aspecto.
  10. Y al carecer de lenguaje interno, también presentan dificultades para automotivarse. Todos necesitamos motivación. Para ayudarles es bueno reforzarles de forma visible y externalizar logros mediante registros. Alabar lo que hacen bien sin mucha demora: no controlan el paso del tiempo o el futuro. Dar información frecuente sobre sus actos: “Muy bien, sigue así”.

Puede que muchos TDAH tengan buen rendimiento escolar o laboral. Pero que logren una vida plena dependerá sobre todo de que consigan controlar sus síntomas disejecutivos. 
Cada vez tenemos más claro cómo ayudarles. Resta lo más difícil: paciencia, ánimo y sobre todo, mucha constancia.
ROCIO MAYORAL. Autora de este artículo. Neuropsicóloga, Orientadora Escolar, Maestra y Logopeda. Posee varios masters en Psicología y Educación. Ha trabajado como profesora de Diagnóstico en títulos propios de la Universidad Complutense de Madrid. Ha participado en numerosas investigaciones en el campo de la Neuropsicología y procesos psicológicos Básicos, en educación y desarrollo del lenguaje. En la actualidad se mantiene activa en el campo de la investigación. Además trabaja en clínica infantil y de adultos y como orientadora escolar. Imparte cursos de formación a universitarios, especialistas y a padres. Colabora de forma asidua como técnica en el ámbito periodístico, tanto en prensa como en radio y televisión.
FUENTE:

lunes, 25 de febrero de 2013

TDAH: APRENDER A GESTIONAR LAS EMOCIONES


Los niños, niñas y adolescentes con TDAH pueden mostrar dificultades con la inhibición de sus emociones y/o pobres habilidades sociales.  Sin embargo, el aprendizaje social y emocional está poco presente en la educación y, en general, muchos estudiantes sin TDAH muestran a menudo altos niveles de estrés, ira, frustración, desmotivación, indiferencia o rabia, llegando incluso a la violencia. 
En este programa especial de Redes, Eduard Punset explora algunas de las claves de lo aprendido en los últimos años para encarar el gran desafío de difundir el aprendizaje social y emocional en todos los ámbitos de la sociedad.
En su sección, Elsa Punset nos hablará sobre cómo las emociones nos atraviesan desde los primeros años de vida y nos definen como personas.
Las emociones negativas interfieren con el aprendizaje de los niños
Richard Davidson


LAS EMOCIONES EN LA ESCUELA
La ciencia está corroborando ahora que la gestión de las emociones básicas y universales debería preceder a la enseñanza de valores y, por supuesto, de contenidos académicos. Los niños se juegan con ello su vida de adultos.
Conversación con Richard Davidson, neuropsicólogo de la Universidad de Wisconsin-Madison
Richard Davidson es uno de los neuropsicólogos pioneros en este campo, al igual que psicólogo Daniel Goleman, con quienes pudimos hablar de estos temas en el congreso del Mind & Life Institute celebrado en Washington.
Eduard Punset:
Creo que nuestros teleespectadores nos agradecerían que les resumamos lo que esperamos de la inteligencia social y emocional aplicada a las escuelas, a los niños, a la infancia en pocas palabras. ¿Cuál es la verdadera revolución de este cambio? Has sido uno de los grandes investigadores que ha aplicado esta práctica en los Estados Unidos. ¿Qué significa todo esto?
Richard Davidson:
El tipo de habilidades de las que hablamos incluyen habilidades para aprender a dominar las emociones, en concreto la capacidad de controlar las emociones negativas para que, cuando ocurre una adversidad, éstas no persistan más de lo necesario.
Las personas (y los niños, concretamente) pueden aprender a disipar estas emociones negativas para volver al estado inicial. Es algo muy importante, porque cuando las emociones perturbadoras se producen en la mente, interfieren con la capacidad de aprender de los niños.
Eduard Punset:
¿Habéis podido evaluar o examinar alguna de estas experiencias educativas, alguna de estas reformas?
Richard Davidson:
Hemos trabajado en el laboratorio analizando tipos de intervenciones muy específicas que se pueden diseñar… por ejemplo, para aumentar la cooperación y la compasión, y el altruismo.
Y luego hemos estudiado la manera en la que esto cambia el cerebro durante la adolescencia. Y resulta que con solamente dos semanas de entrenamiento en las que se practica 30 minutos al día… pues bien, con esto basta para poder detectar cambios que suceden en el cerebro tras solamente dos semanas.
Eduard Punset:
¿Te refieres a asuntos como el altruismo y la compasión, verdad?
Richard Davidson:
Sí. Hay cambios específicos en el cerebro que están asociados con los cambios en el altruismo y que se pueden medir conductualmente.
Y todo lo que sabemos sobre el cerebro nos indica que cuanto antes se realice la intervención, tanto mejor, porque habrá más probabilidades de que sus consecuencias persistan durante un período de tiempo más largo.
Conversación con Daniel Goleman psicólogo y periodista, miembro del Mind & Life Institute
Eduard Punset:
La última vez que nos vimos Dan fue en tu casa en Massachusetts, y fue justo después de aquel éxito increíble que tuviste en todo el mundo, en aquella época fue increíble, con tu libro La inteligencia emocional.
Y una vez asumido por todos nosotros, que podemos gestionar nuestras propias emociones, que podemos gestionar lo que tenemos dentro de nosotros, nos hablas ahora de la tradición contemplativa, de los budistas como el Dalai Lama, que lo han estado haciendo durante décadas...Y tú te preguntas, muy acertadamente: "¿Podemos aprovechar algo de su experiencia de alguna manera?".
Daniel Goleman:
Ahora estamos descubriendo que enseñar habilidades sociales y emocionales a los niños desde que tienen cinco años hasta la universidad es muy eficaz, los vuelve mucho más cívicos, mucho mejores estudiantes.
Es un error pensar que la cognición y las emociones son dos cosas totalmente separadas. Es la misma área cerebral. De modo que, ayudar a los niños a gestionar mejor sus emociones significa que pueden aprender mejor. Ahora estamos estudiando los métodos contemplativos que se han venido utilizando durante... ¡siglos!
Y en el catolicismo también, por cierto, no sólo en el budismo. Toda gran religión ha utilizado alguna vez algún tipo de práctica contemplativa, de desarrollo de la mente. Nosotros lo estamos estudiando para ver si podemos aprovecharlo y hacer algo por los niños, para ayudarles a concentrase... Hoy en día los niños, y también sus padres, son muy dispersos y necesitan más ayuda con esas habilidades.
Hoy en día, probablemente, haya sólo una docena de currículos escolares que enseñen a los niños mindfulness, que les enseñen a concentrarse mejor, a focalizar, a hacer introspección y a ser más compasivos. Se trata de programas piloto.
Desde 1995, cuando escribí La inteligencia emocional, ha habido cientos de programas sobre aprendizaje social y emocional y creo que va a ocurrir lo mismo con este campo en la próxima década.
Conversación con Matthieu Ricard, monje budista y biólogo
Eduard Punset:
Los orientales tienen una tradición muy antigua en la meditación, y esta meditación es lo que hoy la ciencia está redescubriendo como un apoyo fundamental en el arte de gestionar las emociones. El monje budista y biólogo Matthieu Ricard nos explicó cómo aprovechar estas herramientas para renovar el sistema educativo.
Matthieu Ricard:
¿Y qué esperamos cuando educamos a los niños? Convertirlos en seres humanos buenos, personas que sean felices en la vida, que no estén deprimidas y se suiciden… ¿Acaso basta con desarrollar su inteligencia y llenarles la cabeza de información sin desarrollar ninguna cualidad humana?
Queremos personas buenas y equilibradas, ¡pero la educación parece estar interesada en cualquier cosa salvo eso! ¡Por tanto, hay algo que claramente falta!
Eduard Punset:
¿Te puedo pedir un consejo? Sé que uno de los grandes descubrimientos de la contemplación, del budismo, ha sido perfeccionar la atención, la primera fase del conocimiento, por así decirlo, para concentrarse en algo. ¿Cómo puedo mejorar mi proceso de atención?
Matthieu Ricard:
Es cierto, porque incluso si uno quiere cultivar el altruismo, con la mente siempre distraída no podrá cultivar nada. La mente se dispersa aquí y allá. Incluso si estamos sentados, nuestra mente puede ser como la de un mono inquieto, un mono inquieto que va de un lado a otro. Las neuronas se ponen a hablar entre sí, ¡a cotillear! Y en realidad necesitamos una mente un poco más calmada, con más claridad y más estabilidad, si no es así, no podremos hacer nada.
En caso contrario, es como si tuviéramos un martillo pero nos temblara la mano todo el rato. Por eso es necesario, de alguna manera, utilizar un objeto de concentración para estabilizar la mente.
Te puedes concentrar en cualquier cosa, un objeto, una flor, una imagen mental… pero resulta bastante útil concentrarse en la respiración. ¿Por qué? Pues imagina que te dijera que te concentraras en una luz roja centelleante.
Podrías quedarte mirándola, pero tu mente seguiría deambulando, mientras que, si te concentras en la respiración, no puedes verla, es muy sutil, y si dejas de concentrarte es como si lo perdieras, así que fácilmente puedes ver si te distraes o no.
Con la respiración solamente ves la sensación. Cuando respiras por la nariz, tienes una ligera sensación en los orificios nasales, y se trata de quedarse sentado tranquilamente, pensar en respirar por la nariz y luego notar la sensación del aire que sale… y entra… así, unas 21 veces o unos diez minutos.
Hacerlo permite calmar la mente. Muchas personas te dirán: "¡oh, no, no, no! ¡No valgo para eso! Tras 3 minutos, mi mente está completamente distraída". Es normal. No es culpa de la meditación, es porque la mente no está entrenada y, si no perseveras, nunca aprenderás nada.
Así que, en lugar de tener remordimientos o sentirte culpable con ideas como: "¡no valgo para esto!" o cosas así, que al final no dejan de ser más distracción, en cuanto descubras que te has distraído, no pasa nada, tienes que volver a la respiración.
Luego, si lo haces durante un rato y lo repites regularmente, verás que la mente se calma, se vuelve más clara, y que puedes utilizar esta mente un poco más flexible para cultivar el altruismo, la compasión o lo que quieras.
EMOCIONES DESDE EL ÚTERO MATERNO
Está claro que las escuelas tienen que hacer un cambio radical e incorporar definitivamente el aprendizaje social y emocional en las clases. Pero la gestión de las emociones debe comenzar mucho antes de que los niños ingresen en el sistema educativo –incluso ya se pone en marcha en el útero materno, como se verá más adelante–.
Las investigaciones del psicólogo Jay Belsky ponen de manifiesto cómo una crianza sin cariño y con una gestión deficiente de las emociones puede desembocar en adultos con vidas más problemáticas.
Conversación con Jay Belsky, Psicólogo del Bircbeck College de la Universidad de Londres
Eduard Punset:
En alguna investigación tuya, demuestras que cuando los padres están ausentes o no están, simplemente, las chicas tienden a empezar la pubertad, su menstruación, mucho antes que el promedio. ¿Es verdad, no?
Jay Belsky:
El hecho de que las relaciones durante la infancia podrían afectar el desarrollo físico y sexual, el momento de la pubertad en las chicas, ha sido un descubrimiento muy fascinante.
Las mujeres tienen un sentido que las lleva a preguntarse: "¿Va a ser precario el futuro? ¿Van a estar ahí los demás y voy a poder confiar? ¿Se puede confiar en los hombres? ¿Van a estar ahí cuando me haga mayor? Pero también como pareja y, todavía más importante, alguien que se vaya a implicar en el cuidado de mis hijos." La respuesta que reciben a estas preguntas parece que procede de su propia niñez y de la ausencia o presencia del padre. Y también de la calidad del padre. Y parece que, cuando el padre no está presente o cuando la calidad de la paternidad no es demasiado buena, lo que las chicas aprenden, tanto consciente como inconscientemente, es: "No puedo contar con él." Y esto, biológicamente, las lleva a madurar antes.
Y te preguntarás: "¿Por qué maduran antes?". Porque, en cierto modo, les permite salir y ver, ir más allá antes que las demás, ser más promiscuas con sus parejas y tener más niños y ocuparse de ellos peor, cuidarlos peor. Y tú me dirás: "¿Y por qué querrían hacer esto?". Y la razón es que si no puedes contar con los demás, sobre todo con los hombres, para tener tres, cuatro nietos en el futuro, quizás tengas que tener más hijos.
Eduard Punset:
Según los resultados que se desprenden de tus investigaciones, las guarderías no son buenas o no son tan buenas como pensamos que serían para el futuro de los niños. ¿Cómo podríamos resumir esta situación?
Jay Belsky:
Creo que en lo que respecta a las guarderías y a cualquier otro método de cuidado infantil no materno que utilizan las familias, a menudo es realmente ambivalente.
Cuando el niño empieza a pasar muchas horas en este tipo de ambiente, en sus tres, cuatro o cinco primeros años de vida, durante treinta o cuarenta horas por semana en la guardería, parece que esos niños son más agresivos y desobedientes cuando se hacen mayores.
Sin embargo, también sería un error condenar a todas las guarderías o cuidadores infantiles como algo malo, porque no es cierto. Hay muchas pruebas, y hablo ahora de lo bueno, de que unos cuidados infantiles de calidad, que sean dispensados por un personal sensible y atento fomentan el desarrollo cognitivo y lingüístico del niño.
Pero quiero que quede claro, no hay que dramatizar. Nadie está hablando aquí de que muchas horas en manos de cuidadores infantiles vaya a transformar a los niños en asesinos del hacha.
Conversación con Vivette Glover, psicobióloga del Imperial College London.
Hace muy pocos años, nadie conocía el vínculo entre las emociones de las mujeres embarazadas y la vida de sus hijos, incluso en la edad adulta. Las investigaciones de la psicobióloga Vivette Glover fueron pioneras en demostrar que la educación emocional comienza en el útero materno.
Eduard Punset:
Ahora los expertos habéis descubierto, intercambiando información entre vosotros -pediatras, obstetras, psicólogos, neurólogos, psiquiatras-, todos estáis de acuerdo en que los niveles prenatales de ansiedad en la mujer embarazada afectan no sólo la vida del bebé sino también su futuro.
Vivette Glover:
Efectivamente. Hoy en día existen muchas pruebas, muchas investigaciones que demuestran que el modo en que el bebé se desarrolla en el útero afecta al niño durante toda la vida. Y la manera en que el bebé se desarrolla en la matriz depende del estado de la madre, de su alimentación y de sus emociones.
Ya hace muchos años que sabemos que si la madre bebe demasiado alcohol o fuma, va a afectar al niño; pero ahora nos hemos dado cuenta de que hay otros muchos factores ambientales más sutiles que influyen en el desarrollo uterino del bebé, así como en el desarrollo del futuro niño.
Eduard Punset:
Según se desprende de uno de los estudios en los que has estado trabajando y que diriges, la ansiedad de la madre podría multiplicar por dos el nivel de hiperactividad del niño, ¿lo llamáis así, no? Nivel de hiperactividad…
Vivette Glover:
Exacto. Nuestro primer estudio lo llevamos a cabo con una amplia población. Empezó en Bristol, donde reunimos a 14.000 mujeres embarazadas y les hicimos un seguimiento. Medimos su ansiedad durante el embarazo y comparamos las consecuencias del 15% de madres más ansiosas para el niño con el resto y vimos que ese 15% de madres más ansiosas duplicaba el riesgo de que el niño manifestara problemas de atención, déficit de atención, trastornos como la hiperactividad.
Se duplicaba el riesgo de que el niño fuera más ansioso y de que tuviera problemas conductuales, especialmente entre los chicos. Los trastornos conductuales son un problema porque hacen que sea difícil controlar al niño y también es un factor de riesgo de cara a un posterior comportamiento delictivo.
Eduard Punset:
Si tuviéramos que resumirlo para nuestra audiencia en dos palabras, ¿cuál es la principal conclusión de todo esto?
Vivette Glover:
En dos palabras no, pero muy brevemente: deberíamos fijarnos en la salud emocional de las mujeres durante el embarazo, no sólo en la salud física.
Cuando las mujeres acuden a la maternidad por primera vez, los profesionales deberían preguntarles por su estado emocional, por sus relaciones, por la familia, saber si ésta las apoya o no. Y si descubren que puede haber problemas, deberían encontrar personas que pudieran ayudarlas y no simplemente preguntarles y luego no hacer nada. Así que necesitamos más recursos, profesionales mejor preparados que puedan ayudar a las mujeres allí donde lo necesitan.
UN CONSEJO PARA LA VIDA
Curiosamente, mientras charlaba con el neurocientífico Lawrence Parsons sobre cómo la danza afecta nuestro cerebro, recibí uno de los mejores consejos emocionales para el desempeño profesional y en todos los ámbitos de la vida:
Debemos aprender a gestionar las emociones, sin reprimirlas pero también sin dejarnos que nos tomen de rehenes.
Conversación con Lawrence Parsons, neurocientífico de la Universidad de Sheffield
Eduard Punset:
Y, ¿podemos hacer eso emocionalmente? Quiero decir, ¿podemos aprender a entrenar las emociones mentalmente también?
Lawrence Parsons:
En el caso de las personas que actúan, ya sean actores o atletas o músicos o bailarines, ellas… para poder realizar su actuación, no pueden ser excesivamente emocionales. No, no pueden. Si soy músico y estoy tocando un concierto, no puedo estar demasiado implicado en la música emocionalmente, porque tengo que poner los dedos en el lugar correcto y si estoy distraído emocionalmente, mis dedos no... ¡No podré hacerlo! Lo mismo ocurre con un actor. Por ejemplo algún actor brillante. Pongamos, Javier Bardem… Bardem. Por ejemplo, alguien así. Tiene que usar sus emociones de una manera para transmitir todas esas expresiones emocionales... Pero, no está realmente emocionado. Porque si se emociona, se va, está fuera de control.
Él tiene que encontrar una manera de falsificar, no exactamente falsificar, sino expresar o simular emociones de una manera razonable para que el público se identifique con lo que está haciendo, pero él contiene sus emociones, las guarda muy adentro.
LA MIRADA DE ELSA
Nacemos inocentes sin emociones mezcladas, sin dudas, sin miedos, sin mentiras. Llegamos llenos de curiosidad y dotados de las emociones que nos ayudan a conectar con los demás y a descubrir el mundo. Cuando somos niños nos guía esta pasión por vivir. A partir de entonces, ¿qué nos pasa?
En los primeros años de vida se conforman los grandes patrones emocionales que nos rigen: el amor y la curiosidad. Aprendemos y somos dignos de ser amados y si merece la pena amar, si el mundo es un lugar que quiero explorar o si, al contrario, es preferible esconderse y cerrarse a los demás. Y es que los primeros 5 años de vida son una vida entera.
Por eso, si en esos años nuestro entorno es agresivo o inseguro, entramos en modo de supervivencia, en el futuro tenderemos a desconfiar, a cerrarnos en nosotros mismos a perder la ilusión y esto nos afectará física y mentalmente y esto nos pasa a todos los seres vivos.
Necesitamos por encima de todo sentirnos seguros y amparados, es decir, conectados con los demás.
Unos experimentos en los años 60 a cargo del psicólogo Harry Harlow empezaron a descubrirlo. Este psicólogo americano algo siniestro apartó monitos muy jóvenes de sus madres y los enjauló con madres mecánicas. En estas jaulas, había una supuesta madre de tela y otra de alambre. Las dos eran muy poco atractivas pero dentro de la madre de alambre había un biberón de leche al que el monito podía acceder. Los monitos, sin embargo, pasaban muchas más horas con la madre de trapo y sólo iban a la madre de alambre para alimentarse. Para completar el experimento, obligaron a algunos monitos a estar sólo con la madre de alambre y para sorpresa de los científicos esos monitos digerían peor la leche y tenían sistemas inmunológicos mucho más débiles. Esto resultó muy llamativo en una época en la que se decía que el contacto físico malcriaba a los niños y que las emociones tenían poco peso en nuestras vidas, que eran un lujo biológico del que podíamos pasar.
Hoy sabemos que más allá de la pura supervivencia, solo floremos si nuestras necesidades emocionales, en especial, las de protección y afecto están atendidas.
Una sugerencia para crear entornos positivos
Benjamín Zander el director de la Filarmónica de Boston es un líder conocido por generar entornos empáticos y creativos. El primer día de cada curso Ben Zander reúne a sus alumnos y les pone un sobresaliente. Acto seguido, les pide que escriban una carta donde expliquen por qué merecen ese sobresaliente y en qué tienen que trabajar ese año para convertirse en esa versión sobresaliente de sí mismos y, entonces, les dice: “enamórate de esa persona sobresaliente. Compórtate como esa persona”. Porque si nos hablamos y nos tratamos como si fuéramos personas sobresalientes merecerá la pena esforzarnos. Estaremos motivados y asegura Sander que nos brillarán los ojos.
¿Queréis verlo? ¿Qué haces bien en especial? ¿Qué es lo mejor que haces?
¿Qué es lo que tú haces muy bien?
Yo lo que hago mejor es dibujar
Yo hago bien pasteles
Yo hago en especial es jugar al futbol
Soy el mejor jugador de mus
¿Qué es lo que tú haces bien?
Nos encanta bailar samba
Yo lo que mejor hago es alegrar a la gente
Yo lo que hago muy bien es dar cariño
Lo que se me da muy bien es cantar y cocinar
Soy la mejor dándome ánimos
Yo lo que mejor hago es sonreír
La gente sólo envejece mentalmente y emocionalmente cuando pierde su curiosidad y su capacidad de amar. Para evitarlo, necesitamos entornos que potencien las emociones positivas, creamos esos entornos entre todos, día a día, en casa, en el trabajo, en la calle, no es magia, es inteligencia emocional.
FUENTE:

martes, 19 de febrero de 2013

LA GENÉTICA EN EL TDAH


16/02/13
Si los genes fuesen un determinante biológico con el que se escribe nuestro futuro, se haría improbable cualquier reto al destino. En la investigación de las bases biológicas de los trastornos mentales, por ejemplo, una pregunta fundamental es conocer cuánto influyen dichos factores genéticos. Aunque existe evidencia de que la depresión, el trastorno bipolar, el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) y la esquizofrenia tienen tendencia a distribuirse en forma familiar, el preciso rol de los genes en estas condiciones y en otras enfermedades psiquiátricas es todavía un tema de gran discusión científica.
Los genes son las unidades funcionales del ADN y determinan la estructura de los productos celulares, principalmente proteínas. Algunas veces los genes se alteran y generan mutaciones. Un ejemplo de esto es el daltonismo o ceguera de los colores. En esta enfermedad, ligada al cromosoma X, es defectuoso el gen que codifica las proteínas pigmentadas responsables de la visión de los colores.
En las enfermedades mentales, sin embargo, los genes conferirían susceptibilidad o predisposición, pero no serían la causa directa de la enfermedad.
La epidemiología habla, entonces, de factores de riesgo cuya presencia aumenta la posibilidad de que una persona padezca una enfermedad. Esto indica que ha perdido fuerza una idea que prevaleció por mucho tiempo de que habría un gen único anormal que podría causar una enfermedad mental.
El factor genético no es suficiente para explicar el desarrollo de las enfermedades psiquiátricas mas comunes tales como depresión, los trastornos de ansiedad, el trastorno bipolar, TDAH y la esquizofrenia. Aproximadamente el 1% de la población mundial estaría determinada genéticamente a tener en algún momento de su vida algún rasgo típico de esquizofrenia, pero esto no implica necesariamente que desarrollará inevitablemente la forma completa de la enfermedad. La esquizofrenia es una enfermedad que tiene múltiples causas y se produciría como un cruce del componente genético, es decir, la predisposición a padecerla, y un componente ambiental, que remite a las relaciones del sujeto con su entorno. Por ejemplo, el nacimiento urbano aumenta el riesgo de esta enfermedad en forma lineal: una persona que nació en una gran ciudad tiene 2,37 más chances de desarrollar la enfermedad que una persona que nació en el campo. Esta compleja situación se comprende en un modelo que integra los factores genéticos con los factores ambientales, denominado modelo “Genes X Ambiente”.
El gen confiere predisposición, pero para que la enfermedad se desarrolle debe interactuar con algún factor o estresor ambiental.
El efecto del gen no sería producir directamente la enfermedad, sino algún déficit intermedio que favorece el desarrollo de la misma. Por otro lado, no se trataría de un solo gen, sino de una serie de genes que interactuarían para conferir susceptibilidad a padecer la enfermedad (la importancia de encontrar estos genes podría ayudar al desarrollo de estrategias terapéuticas). Todo esto nos revela que existen personas con riesgo genético para desarrollar una enfermedad psiquiátrica pero que, a la vez, poseen mecanismos compensatorios ante factores ambientales que logran evitarla.
Muchas veces, entonces, más que marchar hacia un destino escrito, vamos conversando sobre el camino.
FUENTE:

miércoles, 13 de febrero de 2013

ADOLESCENTES CON TDAH



Entrevista realizada a la Dra. Marina Magaña Hernández:
Pediatra y maestra. Licenciada en Medicina y Cirugía por la Universidad del País Vasco (1972-78); Especialista en Pediatría (MIR) 1985; Profesora de Enseñanza Primaria por la Escuela de Magisterio de Valladolid (1965); Acreditación en Medicina  de Adolescentes por la Asociación Española de Pediatría; Facultativo especialista en el Hospital Ntra. Señora de Gracia de Zaragoza (Coordinadora de la Unidad de Salud para Jóvenes). Facultativo Especialista de Área y Coordinadora de la Unidad de Medicina del Adolescente del Hospital Infantil Universitario Miguel Servet. Zaragoza.


“Las características adaptativas propias de los años de pubertad y adolescencia se exacerban en los pacientes TDAH”
"Los adolescentes con TDAH suelen presentar grandes dificultades en todas las áreas que requieren más concentración, por lo que necesitan mayor supervisión y fragmentación de las tareas"
Es durante la adolescencia cuando el trastorno por déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) y otros trastornos específicos del aprendizaje no diagnosticados a tiempo o inadecuadamente tratados en los años de Enseñanza Primaria, así como su comorbilidad psico-social, son motivo primordial de consulta médica, especialmente porque derivan en el mal llamado fracaso escolar. La Dra. Marina Magaña revisa en esta entrevista algunos de los avances y retos pendientes en el abordaje del TDAH en los adolescentes.
El TDAH ha generado en los últimos años una importante repercusión en los medios de comunicación, provocando debates acerca de un posible sobrediagnóstico y sobretratamiento. ¿Cuál es su opinión sobre este tema?
A día de hoy no conozco ninguna publicación nacional ni internacional científicamente comprobada, cuyas conclusiones apoyen la posible existencia de un sobrediagnóstico y/o sobretratamiento de esta dolencia. Sí he leído artículos de opinión que lo apuntan, siempre divulgativos y publicados puntualmente en distintos medios de comunicación, así como en alguna revista médica, siempre de forma aislada y sin base científica expresa.
La información médica sobre el TDAH ha ido evolucionando a lo largo de la 2ª mitad del siglo XX, en función de los cambios sociales, familiares y escolares y de la necesidad de implantación de prevención primaria y secundaria en el contexto de Salud Integral (bio-psico-social). En las últimas décadas se ha acrecentado el número de diagnósticos de TDAH y su abordaje  multidisciplinar; es muy probable que en dicho aumento haya tenido relación, al menos en España, con la mejor valoración político-social de la educación y la implantación de la enseñanza obligatoria hasta los 16 años, junto con la prohibición legal de entrar en el mundo laboral antes de haber superado dicho tramo de edad.
Confirmar un diagnóstico de TDAH no existiendo ninguna prueba médica específica para ello ha provocado el debate profesional y socio-mediático, al que no han sido ajenos intereses desde diversos sectores, no siempre orientados a alcanzar como objetivo final la salud integral y el bienestar del menor afectado y de su entorno.
La evidencia indica que el TDAH presenta una heredabilidad del 80%. ¿En su práctica clínica particular ha confirmado este hecho?
Ciertamente todos los estudios publicados al respecto a destacar, entre otros los de los psiquiatras Joseph Biederman y RusselA. Barkley, concluyen que la principal causa de TDAH es genética, hasta en un 80%. En mi ya larga experiencia como maestra y pediatra acreditada en Medicina de la Adolescencia, destacaría que en la recogida de datos familiares de las historias clínicas de mis numerosos pacientes con TDAH he encontrado más del 90% de heredabilidad al investigar en familiares de primero y segundo grado, cuyo desarrollo evolutivo característico se ha confirmado a nivel práctico en los controles y seguimiento. Dichos familiares muestran anomalías cognitivas y neurológicas cualitativamente semejantes a las de los menores con el mismo problema, siendo muy pedagógico conocer su evolución psico-social. La conclusión de todos los estudios es que la etiología del TDAH es biológica y no social.
¿Cree que en la práctica podría ser útil poner en marcha planes de prevención del TDAH en familias de riesgo?
Las medidas de prevención más efectivas son la realización de un temprano y correcto diagnóstico (escuela<>pediatra), la información y coordinación familia-médico-escuela utilizando todos los medios posibles, la aplicación de técnicas de mejora de la autoestima del niño y adolescente con el objetivo de ayudarle a comprender que su problema es mejorable y que no debe asumir culpabilidad, y la práctica programada de ejercicio físico diario.
Desde sus primeras descripciones el TDAH se ha asociado siempre a un trastorno neurobiológico propio de la infancia y de la adolescencia a partir del descubrimiento de sus síntomas característicos. ¿Cuál es el sustrato neurobiológico de esta enfermedad?
Desde las primeras investigaciones (Kornetsky, 1970) al respecto ya se implicó a los sistemas de neurotransmisión catecolaminérgicos en la fisiopatología del TDAH. Sabemos que la dopamina y la noradrenalina son parte activa de numerosos procesos cognitivos (atención, alerta, función ejecutiva), que en los pacientes que sufren esta enfermedad están alterados, mostrando claros déficits. Además, las hipótesis sobre la etiología del TDAH abarcan diversos campos, entre otros, la genética conductual, la genética molecular, los factores biológicos adquiridos, la neuroanatomía, la neuroquímica, la neurofisiología y la neuropsicología, sin olvidar la contribución del entorno psicosocial. Tengo el convencimiento de que nos queda mucho por aprender y en ello estamos.
¿Qué peculiaridades clínicas tiene el TDAH en la adolescencia? ¿Cuál es su repercusión o impacto en la vida familiar, escolar y social?
Las características adaptativas propias de los años de pubertad y adolescencia se exacerban en los pacientes TDAH, sobre todo cuando no han sido diagnosticados con anterioridad. Tienen dificultades para planificar y organizarse, con persistencia del déficit de atención en las etapas que precisan mayor capacidad de abstracción en las materias escolares. Aunque en estas edades se reduce la inquietud motora, se suelen asociar otros problemas, en mayor o menor grado, porque los malos resultados escolares y la baja  autoestima en aumento progresivo, junto a la impulsividad e intensa emocionalidad, pueden provocar trastornos comórbidos: negativismo desafiante, trastornos de conducta y comportamiento, trastornos de ansiedad, crisis de agresividad y consumos de drogas, con resultado de alto riesgo social y hasta intentos de suicidio en algunos casos por culpabilizarse de su fracaso personal, escolar y social.
En el TDAH en adolescentes, aparte de la exploración neuropsicológica, ¿qué pruebas o procedimientos se utilizan actualmente para su diagnóstico?
En la primera entrevista, es necesario realizar: 
  1. Historia de salud integral muy detallada de infancia y adolescencia; 
  2. Entrevista con los padres para valorar antecedentes bio-psico-sociales y funcionamiento familiar y social;
  3. Entrevista a solas con el adolescente observando lenguaje no verbal y evaluando funcionamiento psico-social; 
  4. Solicitar informe escrito profesional de funcionamiento escolar; 
  5. Utilizar cuestionarios (DSM-IV, Conners, CBLS, SDQ-T) en padres y profesores. 
Pero el diagnóstico no se basa exclusivamente en los cuestionarios, y tampoco debemos olvidar que no existe ninguna prueba específica para el TDAH. La valoración diagnóstica requiere experiencia, pericia, paciencia y tiempo.
La principal peculiaridad de un primer diagnóstico de TDAH en la adolescencia es que el motivo de consulta siempre es por fracaso escolar, trastornos comórbidos y/o impotencia familiar para enfrentar estos problemas.


¿Cuáles son las principales consecuencias del TDAH no tratado en la población adolescente?
En distintos grados y en función del desarrollo evolutivo, la escuela llega a ser el lugar de máxima dificultad social para los adolescentes con TDAH: no pueden centrar la atención, arrastran un bajo nivel curricular, se aburren, presentan problemas conductuales y abandonan los estudios. Expresan un alto grado de sufrimiento y soledad, con agresividad manifiesta.
Como consecuencia, y según diversos estudios, más del 25% están en riesgo de caer en depresión secundaria en plena crisis adolescente. Las conductas agresivas y antisociales, el abuso de sustancias, accidentes, problemas emocionales y de desintegración social van apareciendo progresivamente. Se niegan a recibir tratamientos médicos y buscan vínculos afectivos que encuentran en compañeros inapropiados. Muchos de ellos pasarán a formar parte del grupo social con alto riesgo de experimentar conductas sexuales precoces, consumos y dependencias negativas.
En adolescentes con TDAH se ha descrito en muchos casos la existencia de un bajo rendimiento en tareas verbales que implican memoria de trabajo (procesamiento de información verbal). ¿Es esto cierto? ¿Qué otras áreas se afectan con mayor frecuencia?
Cuando predomina el déficit de atención, los adolescentes no son capaces de escuchar, ni de procesar, ni de entender el significado de las explicaciones escolares, y es lo más fácil para el adulto atribuirlo a un déficit de memoria de trabajo o a falta de motivación para el trabajo escolar; pero es obvio que si no han escuchado ni procesado ni entendido, es imposible recordar ni sintetizar. A ello se suma el retraso de nivel curricular acumulado. Los estudios no son concluyentes al respecto.
En algunos casos, en pacientes con TDAH se observa además un trastorno específico del aprendizaje lecto-escritor que complica mucho más el avance escolar y que será preciso investigar si es comórbido o no. Aunque parezca paradójico, presentan mayor lentitud en la realización de actividades que requieren concentración y abstracción (exámenes escritos), y es un hecho que en algunos países se les concede más tiempo para su realización; en los exámenes orales, el tener cierto grado de inmadurez respecto a sus iguales en edad, junto a la impulsividad, supone que precisen técnicas para aprender a pensar antes de contestar.
En general, suelen presentar grandes dificultades en todas las áreas que requieren más  concentración, por lo que necesitan mayor supervisión y fragmentación de las tareas.
La comorbilidad del TDAH se ha descrito que es muy elevada, ¿qué enfermedades asociadas se tienen en cuenta en el momento del diagnóstico y a lo largo del seguimiento de estos pacientes?
Son trastornos comórbidos que pueden aparecer progresivamente en adolescentes el trastorno negativista desafiante y el trastorno disocial, el trastorno depresivo, el uso de sustancias, la dependencia de tecnologías de la información y la comunicación, el trastorno de ansiedad, el desorden obsesivo-compulsivo o el trastorno del aprendizaje.
¿Y cuáles suelen ser las principales complicaciones del trastorno por déficit de atención-hiperactividad?
Su evolución personal en la primera juventud dependerá de la madurez adquirida para la integración familiar, social y laboral. El objetivo último en salud es erradicar el riesgo de complicaciones: baja autoestima, habilidades sociales deficientes, trastorno negativista-desafiante, trastorno del estado de ánimo, las conductas provocadoras y perturbadoras, la conducta antisocial, la exclusión del grupo, el abuso de sustancias, el abuso y la dependencia de TIC’s (tecnologías de la información y la comunicación), la ludopatía, el sedentarismo, la falta de motivación para cualquier actividad vital, la perturbación socio-familliar, el descontrol de los impulsos,…
Los más de 350 estudios controlados con placebo, realizados con adecuada metodología, revelan una eficacia de los fármacos estimulantes entorno al 75-80% en los niños con TDAH; además, hasta el 90% responderá a un segundo estimulante, cuando el primero haya sido ineficaz. ¿Significa esto que el tratamiento del TDAH está actualmente cubierto? ¿Qué factores influyen en una mayor respuesta al tratamiento en la adolescencia?
Si el diagnóstico es correcto, el tratamiento con fármacos estimulantes, como el metilfenidato, siempre con un enfoque individualizado, es muy efectivo en más del 80%, tanto para el progreso escolar y mejor integración socio-familiar como para disminuir o evitar la sintomatología comórbida, siendo condición “sine qua non” que la familia, la escuela y el seguimiento médico continuado sean efectivos y eficientes.
La situación ideal sería aquella en que el diagnóstico, tratamiento y control evolutivo estuviera a cargo del pediatra extrahospitalario, que debe derivar siempre que lo crea conveniente al médico de adolescentes, neurólogo o a la Unidad de Salud Mental Infanto-Juvenil, si los estudios específicos o los síntomas comórbidos lo requieren.

miércoles, 6 de febrero de 2013

NUEVE ESTRATEGIAS INFALIBLES QUE NO FUNCIONAN EN LOS NIÑOS CON TDAH


El Trastorno de Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) afecta a la capacidad de una persona para concentrarse en su trabajo o en un proyecto hasta que consigue terminarlo.  En una persona con TDAH la atención tiende a dispersarse, de manera que quienes los observan  tienen la sensación de que sólo están  “mareando la perdiz”.
En este artículo los expertos nos cuentan algunas estrategias inútiles para niños con TDAH. Algunas de estas ideas no sólo son ineficaces; sino que además, pueden acentuar los síntomas o impedir los avances.
Si eres padre, madre, familiar o profesor de un niño con TDAH, aquí puedes ver lo que no funciona, y algunos consejos que sí lo hacen.


Estrategia inútil nº 1: Suponer que el TDAH es un problema de motivación
El Dr. Mark Bertin, pediatra especialista en Desarrollo conductual y autor de “The Family ADHD Solution” dice que algunos creen que los niños con TDAH son niños perezosos o que no quieren esforzarse. “Hay un mensaje sutil –o no tan sutil– de que, si se esforzasen más, o si simplemente se organizasen mejor, todo iría bien”.
Sin embargo, el TDAH “no tiene más relación con la voluntad que un trastorno de aprendizaje, una discapacidad física o incluso el asma o la diabetes.” El TDAH afecta a las funciones ejecutivas, lo que hace difícil controlar los impulsos, organizarse, prestar atención, planificar y gestionar el tiempo.
De hecho, muchos niños con TDAH se esfuerzan más que sus compañeros. “Seguramente, tanto los niños con TDAH como sus padres, terminan agotados por el esfuerzo casi constante que realizan para contrarrestarlo”.
Estrategia inútil nº 2: Evitar el término TDAH
Roberto Olivardía, psicólogo experto en TDAH y monitor clínico en el Departamento de Psiquiatría en la Harvard Medical School, señala que algunos padres  temen que usar el término TDAH puede, de algún modo, hacer daño o estigmatizar a sus hijos. “Más bien al contrario, si tú no le explicas a tu hijo qué es el TDAH, otra persona lo hará”, afirma y, por desgracia, circulan muchos mitos sobre el TDAH que pueden hacerle aún más daño.
Estrategia inútil nº 3: Reducir tus expectativas
Los niños con TDAH no están condenados o predestinados a fracasar. Como dice Olivardia: “¿Qué hubiera pasado si la madre de Michael Phelps hubiera bajado sus expectativas sobre lo que su hijo podría lograr? ¿O si los padres de Thomas Edison hubieran seguido el consejo de sus maestros de que era “demasiado tonto para estudiar”?” Los niños con TDAH pueden triunfar en sus estudios y en su trabajo. “La clave está en proporcionarles  las estrategia, el tratamiento y el apoyo adecuados, y orientarles hacia aquello que les apasiona.”
Estrategia inútil nº 4: Esperar que los niños se las arreglen solos
Los niños con TDAH tienen dificultades para planificar o para tomar decisiones. Así que es inútil esperar que un niño sea capaz de solucionarlo solo, según el Dr. Bertin. Es importante para los niños –también para los adolescentes –y sus padres el trabajar juntos. Por ejemplo, las terapias que no incluyen a los padres pueden hacer más lento el progreso. “Los padres no provocan el TDAH ni tienen la culpa si su hijo se porta mal; sin embargo, son la fuerza motriz para el cambio”.
Estrategia inútil nº 5: Castigar sin recreo o sin salir
A veces, los padres y los maestros castigan a los niños con TDAH sin recreo o sin salir. Esto no es una buena idea. Cuando un niño es hiperactivo o se comporta mal, correr al aire libre en realidad ayuda, según dice Olivardia. La investigación ha determinado que, cuando los niños con TDAH pasan tiempo en entornos naturales, están más tranquilos, les es más fácil concentrarse y siguen las instrucciones.
Estrategia inútil nº 6: Confiar en la medicación como una panacea
La medicación es muy eficaz para tratar el TDAH. Pero no siempre. “El organismo de algunas personas no la tolera; otras no quieren tomarla”, dice el Dr. Bertin. Diagnósticos comórbidos –comunes en el TDAH– como trastornos de ansiedad o dificultades de aprendizaje, no responden a la medicación. Esta tampoco resuelve los problemas relacionados con las funciones ejecutivas. “Sólo un enfoque integral y multidisciplinar puede afrontar todos los efectos de este trastorno tan complejo”.
Estrategia inútil nº 7: Creer todo lo que se lee (o se oye)
Los mitos sobre el TDAH abundan. Y pueden ser perjudiciales. Por ejemplo, el mito de que el TDAH es culpa de los padres puede disuadir a éstos de buscar tratamiento, dice el Dr. Bertin. “Rehuyen el tratamiento porque temen ser juzgados por "dar medicación" a sus hijos –aunque nadie dice que las familias “mediquen a sus hijos” cuando tratan una infección con antibióticos.
Estrategia inútil nº 8: Decir al niño que deje de moverse
En realidad, el movimiento ayuda a los niños con TDAH a prestar atención, en opinión de Olivardia. Puede que tu niño, por ejemplo, mastique chicle o balancee su pierna. “De lo que se trata es de encontrar un  movimiento que no moleste a los demás, no de eliminar todos los movimientos”. Olivardia menciona el libro “Fidget to Focus”, que trata de la ciencia del movimiento.
Estrategia inútil nº 9: Ignorar tus propias necesidades
El TDAH no afecta sólo a la persona diagnosticada, sino a toda la familia, nos dice el Dr. Bertin. “Los padres de niños con TDAH sufren mayores niveles de estrés, ansiedad, depresión, conflictos conyugales, divorcio e inseguridad sobre su habilidad como padres”. Cuida de ti mismo y busca ayuda profesional cuando lo necesites. “Tenemos que cuidarnos a nosotros mismos para ser capaces de perseverar en las técnicas de conducta, ser flexibles en la toma de decisiones, y mantenernos lo más lúcidos y tranquilos posible a lo largo del día.”

ESTRATEGIAS QUE SÍ FUNCIONAN EN LOS NIÑOS CON TDAH
Enseña al niño a conocer el TDAH
Hazle saber que se trata simplemente de la forma en que funciona su cerebro, nos dice Olivardia. “Tiene sus ventajas, pero también sus limitaciones y fallos, como el cerebro de cualquiera”, dijo. Háblale de personas con TDAH que han alcanzado el éxito.
Fíjate en las funciones ejecutivas
Dice el Dr. Bertin que, pese a su nombre, el TDAH es algo más que inatención, hiperactividad o impulsividad. Se trata, una vez más, de un trastorno de las funciones ejecutivas. Por eso, cuando se piensa en los problemas de un niño, propone que nos preguntemos: ¿Cómo influyen aquí las funciones ejecutivas? “Desde no entregar las tareas o reaccionar de manera exagerada cuando se enfada, hasta tener problemas con el sueño o comer en exceso, si identificamos el impacto del TDAH podremos planificar de una manera más específica y eficaz”.
Céntrate en lo positivo
El refuerzo positivo es importante para fomentar una sana autoestima en los niños, nos dice el Dr. Bertin. Elogia a los niños por sus pequeños logros, hazles participar en actividades agradables, insiste en sistemas de recompensas más que castigos, en cuando tengas ocasión. Esto no significa ignorar el mal comportamiento, ni dejar de corregir los problemas o no guiar a los niños en ciertas tareas; significa enfatizar lo positivo. “Conocer el punto que un niño ha alcanzado en su desarrollo y resaltar las experiencias positivas hace aumentar su motivación a largo plazo y fomenta su confianza y bienestar”, dice el Dr. Bertin.
FUENTES: