TDAH = Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad

lunes, 26 de agosto de 2013

¿SIEMPRE LLEGA TARDE? TDAH en adultos. CONSEJOS PARA LA GESTIÓN DEL TIEMPO


Las personas con TDAH suelen tener una especial dificultad para manejar el tiempo. Lo perciben de manera distorsionada y no son capaces de calcularlo con la efectividad con la que lo haría cualquier persona sin TDAH. Esta ineficaz gestión del tiempo es consecuencia de la disfunción cerebral de uno de los componentes del sistema ejecutivo: la memoria de trabajo. Una de las manifestaciones de esta disfunción es una tendencia crónica a “llegar tarde”. Para combatir el “retraso crónico”, primero debemos entender qué se esconde detrás.
Existen cinco motivos básicos por los que los adultos con TDAH tienden a ser impuntuales.
  • Percepción distorsionada del paso del tiempo.
  • La creencia de que uno está listo para salir cuando, en realidad, no lo estamos. Hablamos del síndrome del “no lo encuentro”.
  • El intento de realizar "sólo una última cosa más" antes de salir de casa.
  • La ansiedad que manifiestan ante la posibilidad de tener que esperar si llegan pronto a las citas.
  • La dificultad para "prever los imprevistos".



LA PUNTUALIDAD
Llegar tarde es algo que le puede pasar a cualquiera, pero la norma para muchos adultos con TDAH es llegar tarde a todas partes por más que intenten correr. Llegan tarde a las reuniones, dejan plantados a sus amigos o son los últimos que recogen a los niños del colegio. Las excusas son variadas, bien porque a última hora no encontraban las llaves, el móvil u otra cosa necesaria o porque no han sido capaces de terminar las tareas de la oficina para salir a tiempo. 
Si esto suena familiar, existen estrategias que pueden ayudarnos a evitar estas situaciones. Por ejemplo, las alarmas audibles realmente son muy útiles para estos cometidos. Utilizar las alarmas del teléfono, del reloj de muñeca o, incluso, las agendas con alarmas que pueden descargarse de la red pueden alertarnos con tiempo de las tareas pendientes o de las citas que tengamos.
LA IMPUNTUALIDAD DAÑA LA RELACIÓN CON LOS DEMÁS
Las personas con TDAH no tienen la intención de ser groseras o irrespetuosas. Sin embargo, esa “impuntualidad crónica” en el TDAH a menudo se interpreta como una actitud egoísta y una falta de consideración hacia los demás y es una de las particularidades que obstaculizan las buenas relaciones con familiares, amigos o compañeros del trabajo.
AJUSTAR EL HORARIO DE SALIDA, NO EL TIEMPO DE LLEGADA
¡Esta es la clave! En lugar de apuntar en nuestra agenda la hora de la cita, es mejor sustituirla por la hora a la que debemos salir. Para realizar este cálculo de manera correcta partiremos de la hora a la que hayamos quedado y empezaremos a contar hacia atrás, calculando el tiempo total que necesitaremos para prepararnos hasta el momento de salir de casa o de la oficina. Esta planificación previa nos facilitará el ponernos en marcha con el tiempo suficiente.
OBJETIVO: LLEGAR PRONTO
Para llegar a tiempo, debemos planificarnos para poder llegar en hora. Por eso, añadiremos 10 minutos a la hora real de la cita, para evitar posibles imprevistos que puedan surgir: problemas de tráfico, no encontrar las llaves, etc.
Otro de las dificultades importantes para las personas con TDAH es la aversión a la demora no estructurada, es decir, no soportan tener que esperar sin ningún entretenimiento. Llegar exactamente a tiempo es muy difícil, pero si no llegamos temprano probablemente llegaremos tarde. Para evitar este problema, lo mejor es tener preparada alguna actividad que no requiera mucha atención, pero que nos distraiga y rellene el tiempo de espera  en el caso en el que lleguemos pronto a nuestra cita: leer un libro, ver una revista, jugar a la  videoconsola portátil o simplemente esperar en el coche escuchando música.
¿CUÁNTO TIEMPO TARDA EN LLEGAR?
Las personas con TDAH se caracterizan porque subestiman el tiempo que tardan en ir desde el punto A al punto B. Es probable que se sorprenda al saber que su viaje de “10 minutos” en realidad dura 20 minutos. Mida el tiempo de la ruta, utilice Google Maps si es un recorrido que nunca ha hecho anteriormente y añada un 20 por ciento más de tiempo si tiene que desplazarse en hora punta.
LAS DISTRACCIONES
Para muchas personas con TDAH es casi imposible salir por la puerta sin hacer una última cosa más, esa tarea adicional que no es urgente pero que hace descarrilar los planes y desbarajustar el horario previsto: realizar una última llamada o regar una planta para, finalmente, llegar tarde. Esa última tarea siempre nos llevará más tiempo del que podamos disponer antes de irnos. 
Como estrategia, evitaremos distraernos si nos repetimos en voz alta lo que vamos realizando, para ser conscientes de nuestra planificación y no desviarnos de nuestro objetivo, el cual es “salir según el horario previsto”. Por ejemplo,  “me pongo los zapatos, cojo las llaves y salgo por la puerta”.
EL SÍNDROME DEL “NO LO ENCUENTRO”
Otro obstáculo común es el síndrome de “no lo encuentro”. Cuando creemos que estamos listos para salir, en realidad, nos falta la cartera o el almuerzo o los zapatos. Entonces, ya vamos tarde, cuando nos creíamos preparados cinco minutos atrás.
¿Tiene ya preparado todo lo que necesita para salir por la puerta? Ese es el mejor remedio: prepararlo todo con anticipación. Piense de antemano lo que necesita llevarse y colóquelo junto a la puerta.
Pero recuerde que no es lo mismo imaginarse preparado en su mente que estar listo en la vida real. Diez minutos antes de salir repasaremos: ¿estoy listo, totalmente vestido?, ¿incluyendo los zapatos? Si no es así, usted no está realmente preparado.
Antes de salir, asegúrese también de llevar escrita la dirección y el teléfono de la persona a la que vaya a ver, para avisarla en el caso de que se pierda o tenga un atasco.
PONER ALARMAS
Póngase dos alarmas (un despertador y un móvil, por ejemplo). Una que suene cinco minutos antes de la hora de salida y una segunda para que suene justo a la hora en la que debe salir de casa/oficina. Cuando suene la primera alarma, deje de hacer lo que esté haciendo y apunte en una nota adhesiva el punto en el que lo ha dejado, para recordarlo más tarde. Trate de estar fuera antes de que suene la segunda alarma.
¿QUÉ TRUCO LE FUNCIONA MEJOR?
Es probable que usted no llegue tarde a todas sus citas. Algunas personas que no llegan nunca tarde al trabajo, con frecuencia suelen llegar tarde cuando quedan con los amigos. Piense en las estrategias que utiliza cuando llega a tiempo y utilícelas en todas sus citas, personales y laborales.
IMAGÍNESE LLEGANDO A TIEMPO
Algunas personas con TDAH suelen subestimar las consecuencias de llegar tarde a reuniones o citas importantes. Para contrarrestar esta tendencia, durante unos segundos, imagínese lo que va a pensar la persona que le está esperando si llega tarde ¿Qué va a decir?, ¿qué cara tendrá cuando usted aparezca? Ahora, recuerde la situación que se produce cuando usted consigue llegar a tiempo y vaya imaginando esa sensación de éxito en el camino hacia su cita.
IMAGEN: Google
FUENTES:

domingo, 11 de agosto de 2013

BAJA TOLERANCIA A LA FRUSTRACIÓN EN EL TDAH

La mayoría de los seres humanos experimentamos cierta frustración cada día, ya que es natural que los obstáculos interfieran en nuestros planes y objetivos. Sin embargo, no es la presencia de la frustración la que nos hace sentir mal, sino nuestra actitud hacia ella.
Hasta hace muy poco, se mantenía el concepto de que la frustración era negativa para los niños y que, por lo tanto, todo lo que se hiciera para evitarla era altamente recomendable.
Por el contrario, hoy en día se considera que es necesario algún nivel de frustración para la formación del carácter en el contexto de un crecimiento emocional sano, que permita un manejo asertivo de la realidad adulta.


¿QUÉ ES LA FRUSTRACIÓN?
Se refiere a la vivencia emocional ante una situación en la que un deseo, un proyecto o una necesidad no se satisface o no se cumple.
Cuando decimos que una persona tiene tolerancia a la frustración, internamente lo que tiene es un grado de fortaleza y cierto equilibrio interior que le permite continuar desarrollándose, a pesar de la frustración,  y utiliza recursos emocionales propios para aceptar el hecho, manteniendo una posición positiva y activa en relación con las circunstancias del entorno. De esta manera, necesitará de una frustración muy alta para que se muestre o descargue agresividad hacia fuera o hacia sí mismo (autoagresión), se asuste o se deprima.
Así, cuando decimos que un niño/a tiene baja tolerancia a la frustración ante una situación mínima o pequeña, se asusta, se enfada y se muestra hostil, se pone triste o se desmotiva en su trabajo.
Algunos niños/as tienden a desanimarse pronto y, cuando se les obliga, reaccionan con comportamientos desadaptativos: llantos, rebelión, negativismo, etc. Pueden adoptar una postura de total negativismo hacia el trabajo escolar, rebelándose frente a la autoridad del maestro/a. Otros niños/as expresan su rabia encerrándose en sí mismos, estrujando los papeles, rompiéndolos o mostrando una actitud mucho más agresiva. El colegio debe ser un lugar estimulante y el aprendizaje debe ser un proceso positivo, no un generador de grandes presiones. Sin embargo, cuando las expectativas de la escuela no están sincronizadas con las aptitudes del escolar, o cuando un niño/a que normalmente se las arregla bien muestra signos de frustración, significa que algo está interfiriendo.
La forma en la que el niño/a percibe esa frustración, incrementada en ocasiones por la presión que se ejerce sobre el niño/a, es la que determinará el nivel de insatisfacción. El problema nace de nuestra actitud ante la frustración, no de la presencia de la frustración en sí. La forma en la que el niño perciba esta frustración es la que va a determinar cómo va a sentirse cuando se encuentre bloqueado al querer alcanzar esa meta. Sin embargo, recordemos que los niños/as con TDAH tienen muchas experiencias de fracaso a lo largo del día. Aunque, si en el seno familiar, evitamos al niño/a todas las situaciones de insatisfacción, el niño/a no tendrá el entrenamiento necesario para manejar la frustración y bastará la mínima experiencia frustrante para sentirse desbordado.
Lo positivo es que se puede enseñar al niño/a a controlar y a tener una respuesta más adecuada ante situaciones que habitualmente le producen esa frustración. Se puede aprender a tolerar mayores retrasos en el deseo y en la gratificación del mismo, esto es, la sensación placentera que surge cuando lo conseguimos. Cuando un padre o madre corre a darle al niño/a inmediatamente lo que demanda, está interfiriendo con un muy importante proceso de aprendizaje, que es aprender a retrasar la gratificación, tolerando la frustración.
Lo negativo es que los niños, niñas y adolescentes con TDAH tienen una dificultad para inhibir y regular sus emociones, y las viven de manera sobredimensionada. Lo mismo ocurre con la frustración, manifestándola al exterior y con mucha intensidad cuando las cosas no salen como esperaban. Además, por su déficit en dopamina, no gestionan bien el tiempo: la espera y la demora. Por ello, necesitan que las consecuencias sean inmediatas, sobre todo las gratificantes, rechazando su demora, aunque consiguieran premios mayores si esperaran. Estos niños/as tardarán más tiempo en aprender a manejar la frustración, pero debemos entrenarles.
Si cada vez que encuentran un obstáculo hacia una meta, se les anima a manejar la situación por ellos mismos, y permanecemos vigilantes para enseñarles cómo hacerlo si no lo consiguen, se les está ayudando a desarrollar la tolerancia. Además también se les enseña a postergar la gratificación inmediata y a poder conseguir una meta a largo plazo.

CUESTIONES A TENER EN CUENTA

  • ¿Tiene el niño/a un horario demasiado repleto? Examine las tareas que realiza, para determinar si le permite recuperarse de una tarea a otra.
  • ¿Es el niño/a demasiado perfeccionista? Algunos tienen objetivos poco razonables; otros no saben pedir ayuda o tienen miedo a pedirla.
  • ¿Puede el niño/a identificar su frustración? Si no comprende qué le está afectando, el maestro/la familia deberá mostrarle cómo identificar sus sentimientos y cómo expresarlos de manera apropiada.
  • ¿Estamos exigiéndole demasiado? Debemos tener en cuenta sus capacidades.
  • ¿Tiene el niño oportunidades para el éxito? Alterne tareas difíciles para el niño con otras más fáciles que le hagan obtener éxito seguro.

RECOMENDACIONES GENERALES

  • Ser un buen ejemplo en casa. Si en casa ve conductas similares seguirá con el mismo patrón de comportamiento. Los niños aprenden a imitar lo que ven en casa.
  • Enseñarle a identificar el sentimiento de frustración cuando aparezca. “Estás enfadado porque no has hecho bien esta resta. Intenta hacer otra, tómate más tiempo”.
  • Empezar con pequeños pasos, con metas pequeñas. Esto le animará a seguir superándose. Además, hay que ser paciente…
  • Dejar que el niño/a haga el esfuerzo y lo intente por sí mismo. Fomentar la autonomía del niño/a en la resolución de problemas, ayudándole en la medida de lo posible, pero propiciando autonomía en el afrontamiento con la realidad.
  • Enseñarle a pedir ayuda. Mientras algunos niños/as, por diferentes motivos, tienen dificultad para pedir ayuda, otros/as la piden de inmediato y reiteradamente. Debemos enseñar al niño/a a encontrar primero la solución, planteando, de manera muy sencilla, las diferentes opciones y eligiendo la que considere más adecuada según las posibles consecuencias. Ya sabemos la dificultad que tienen los niños y niñas con TDAH para prever las consecuencias y para clasificar los elementos siguiendo el criterio de importancia pero, por esa razón, debemos entrenarles en estas situaciones, haciendo que sigan un cuadro de autoinstrucciones. Teniendo en cuenta que tienen estas dificultades, debemos enseñarles también a pedir ayuda y a esquivar, en la medida de lo posible, esa frustración: “¿Qué podrías hacer en lugar de enfadarte o de abandonar?”.
  • Modificar la tarea. Enseñarle una forma alternativa de alcanzar el objetivo. Cuando sea posible, enseñarle a dividir la tarea en pequeñas partes, realizándolas de una en una. Las partes más pequeñas les resultan más fáciles de manejar y de finalizar, aumentando su autoestima por los logros conseguidos.
  • Reforzar al niño/a cuando se acerque a “tolerar la situación”; aunque no lo consiga, reforzar el intento. Elogiarlo cuando utilice estrategias apropiadas. Establecer un sistema de recompensas para reforzarlo. Ignorar cuando aparezcan comportamientos de baja tolerancia a la frustración.
  • Reforzarle en las actividades que se le dan bien, para aumentar su autoestima al comprobar que también puede conseguir logros. Minimizar las tareas menos importantes en las que es más torpe.
  • Ayudar al niño/a a aceptar lo que no puede cambiarse.
  • Enseñarle a aceptar las críticas de los demás (de los compañeros del colegio, sus hermanos, etc.) explicarle que le ayudan a mejorar; como ocurre en el cuento del “Patito feo”, todos tenemos la posibilidad de convertirnos en cisne.
  • Jugar al role playing. La traducción literal de “role playing” es juego de interpretación de papeles. En esta dramatización se simula la situación y sus objetivos son la resolución de conflictos y la toma de decisiones, entre otros asuntos. En este caso, se representa la situación frustrante como si fuera real, planteando las diferentes opciones para solucionarlo.  Debemos animarle a que hable consigo mismo, en voz alta, de forma positiva, y a que busque una manera de resolver la situación.
  • Reforzar su identidad. Cada persona es diferente y ser distinto no significa ser peor. Esto es especialmente importante en el colegio si no se siente aceptado por sus compañeros/as..
  • Fomentar las técnicas de relajación para niños/as, ya que son útiles para disminuir las situaciones de frustración en la infancia.
  • Poner reglas y mantener la autoridad. Los niños necesitan límites claros, firmes y coherentes por parte del padre y de la madre, y de sus profesores/as. Un niño sin límites es un niño frustrado y descentrado. Para afianzar su personalidad necesita  saber qué se espera de él en cada momento.

FUENTE:

jueves, 1 de agosto de 2013

ENTREVISTA A AZUCENA DÍEZ SUÁREZ, psiquiatra infantil y pediatra

Cada vez se diagnostican más niños con trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH). Azucena Díez Suárez, psiquiatra infantil y pediatra en la Clínica Universidad de Navarra, aporta algunas claves sobre el TDAH y su tratamiento.
Yvonne Buchholz.


Los estudios más recientes en torno al TDAH destacan las bases biológicas del mismo, es decir, los factores genéticos y neurológicos. También se ha detectado un aumento de los casos de niños con este trastorno. ¿A qué se debe?
El TDAH es un trastorno neurológico, es decir, de origen cerebral, en el que existe una disfunción del lóbulo prefrontal y otras regiones. El 75 por ciento de las causas que lo producen de son tipo genético. En realidad, la incidencia del trastorno por déficit de atención e hiperactividad se ha mantenido estable en los últimos años. Este posible aumento en los datos de prevalencia se debe más a la mejoría de los recursos de psiquiatría infantil y a una mayor concienciación de los profesionales de la salud mental sobre el trastorno.
Entonces, ¿no se puede atribuir ese incremento al cambio del estilo de vida de los niños?
En los estudios sobre las causas del TDAH no se ha identificado ningún factor ambiental o de estilo de vida que pueda provocar por sí solo síntomas de trastorno. Los factores ambientales que se asocian a la aparición de TDAH son en su mayoría prenatales, como el consumo de tabaco o de alcohol durante el embarazo, o perinatales, entre ellos, la prematuridad, el bajo peso al nacer o las infecciones cerebrales. Ni la formación educativa ni las aficiones del niño, sean los videojuegos o Internet, ni el estilo de vida, por ejemplo, el tipo de actividades extraescolares que realiza o una menor supervisión por parte de los padres, influyen en el desarrollo del trastorno.
¿Existen tantos TDAH como niños con trastorno por déficit de atención e hiperactividad?
Existen varias formas de presentación del TDAH: con predominio de síntomas de inatención, de hiperactividad o combinado, es decir, con síntomas de hiperactividad-impulsividad y también de inatención. Los niños con subtipo inatento son muy diferentes de los hiperactivos, ya que no se mueven en exceso, no actúan sin pensar, “no molestan”. En estos casos, los padres suelen consultar por las dificultades académicas y los despiste frecuentes de su hijo. Sin embargo, los niños con el tipo combinado y sus padres suelen plantear que existen dificultades para controlar el comportamiento. Además, algunos niños con TDAH desarrollan ansiedad; otros, síntomas depresivos, y otros, abuso de sustancias tóxicas. La existencia de estas patologías asociadas condiciona mucho la presentación clínica y el tratamiento
¿Tiene datos de la prevalencia de TDAH en niños y adolescentes en España?
Según un estudio de tipo metaanálisis desarrollado recientemente en la población española, la prevalencia del trastorno por déficit de atención e hiperactividad en menores de 18 años es de un 6,8 por ciento. Este dato coincide con las cifras de prevalencia procedentes de otros países.
¿En qué deben fijarse los padres ante un posible TDAH de su hijo?
Los síntomas nucleares del TDAH son hiperactividad, es decir, grado de movimiento superior al que sería esperable para la edad del niño: la impulsividad o tendencia a actuar y a hablar sin pensar, y la inatención, en este último caso, las dificultades para mantener la atención en actividades que requieren un esfuerzo mental. Además, como decía antes, muchos niños con este trastorno manifiestan también otros síntomas. Entre estos, destacan las alteraciones de la conducta, las dificultades académicas, los problemas de relación con otros niños o los síntomas de ansiedad o depresión.
¿Cuál debe ser la conducta de los padres o responsables con un niño con trastorno por déficit de atención e hiperactividad?
Las personas que se relacionan con niños con TDAH deben tratar de comprender su comportamiento, saber por qué el niño actúa de este modo. Por ejemplo,  si no obedece, deben plantearse que quizá sea porque no ha atendido a la orden. O si en clase pide levantarse para ir al baño o sacar punta a menudo, probablemente sea porque tiene sentimientos de inquietud y necesite moverse. Los niños en general, y los niños con TDAH en particular, son muy sensibles a las críticas y también a los elogios. Si ellos sienten que los que están a su alrededor confían en que lo hará bien, se motivará.
¿Piensa que puede estigmatizarse a un niño si se le diagnostica TDAH?
No. Sobre todo si se le diagnostica a tiempo. El TDAH, al igual que el resto de las enfermedades psiquiátricas y médicas, tiene una evolución mucho más favorable cuanto más precoz es el diagnóstico y cuanto antes se inicia un tratamiento adecuado.
¿Qué tratamientos son los más indicados para estos niños?
El tratamiento de elección para los síntomas nucleares del TDAH (inatención, hiperactividad e impulsividad) es el farmacológico. Los medicamentos, tanto estimulantes, metilfenidato, como no estimulantes, atomoxetina, resultan muy efectivos y seguros. Ahora bien, en niños pequeños es preferible comenzar con técnicas de modificación de la conducta mediante el entrenamiento de los padres. Además de los fármacos, en todos los casos debe realizarse psicoeducación. Hay que enseñar al niño, a los padres y a los profesores qué es el trastorno por déficit de atención e hiperactividad y qué puede hacerse para mejorarlo. Por otro lado, algunos niños pueden necesitar un tratamiento psicológico específico, por ejemplo, una terapia cognitivo-conductual si tienen síntomas de ansiedad o depresión asociados o un entrenamiento en habilidades sociales si presentan dificultad para relacionarse con los demás. Por último, en los casos que lo requieran, se debe instaurar un apoyo académico extraescolar.
Así, además del tratamiento del niño, es clave el asesoramiento de los padres y los educadores.
La psicoeducación es imprescindible. Debe realizarse con el niño, los padres y los profesores. Cuando los niños presenten dificultades de comportamiento, los padres y cuidadores deberán recibir un entrenamiento en técnicas de modificación de la conducta. En el colegio, los profesores también deben aplicar medidas para mejorar el rendimiento de estos niños.
Un niño con TDAH, ¿será un adolescente y un adulto con TDAH?
En general, los síntomas de este trastorno tienden a disminuir con la edad. La hiperactividad suele reducirse de forma notable a partir de la adolescencia. Sin embargo, la impulsividad y la inatención son más persistentes. Muchos adolescentes y adultos con TDAH necesitan tratamiento de por vida; en cambio, otros, dependiendo de su actividad, pueden desarrollar una vida normalizada sin necesidad de tratamiento.
¿Aporta la última edición del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5), novedades importantes en el diagnóstico del trastorno por déficit de atención e hiperactividad?
El DSM-5, publicado el pasado 18 de mayo, incluye tres modificaciones importantes principales para el diagnóstico del TDAH. En primer lugar, los síntomas de hiperactividad, impulsividad o inatención deben estar presentes en el niño antes de los doce años, mientras que el DSM-IV indicaba  que los síntomas debían objetivarse antes de los siete años. Esto parece que mejorará la detección en adolescentes y adultos que recuerdan peor los síntomas tenían en la infancia. También se han modificado los criterios de los síntomas de inatención, hiperactividad e impulsividad, adaptándolos mejor a los que presentan adolescentes y adultos. En el DSM-IV, los síntomas describían situaciones principalmente en edad escolar. Y, finalmente, el TDAH puede diagnosticarse, según el actual manual, en pacientes que padezcan un trastorno del espectro autista. La versión anterior no permitía la coexistencia de ambos diagnósticos.
Azucena Díez Suárez. Se licenció en medicina y cirugía en 1998. Desde 2004 es doctora en pediatría por la Universidad de Navarra y en 2011 se especializó en psiquiatría. Hoy trabaja en la unidad de psiquiatría infantil del departamento de psiquiatría y psicología médica de la Clínica Universidad de Navarra. Es profesora asociada de la facultad de medicina de la misma universidad y secretaria de la Sociedad de Psiquiatría Infantil de la Asociación Española de Pediatría. Es autora de numerosos artículos sobre psiquiatría infantil y coautora del libro Manual de diagnóstico y tratamiento del TDAH (Ed. Médica Panamericana, 2007).

FUENTE:
Revista Mente y Cerebro
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