TDAH = Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad

jueves, 26 de junio de 2014

NO SOY TONTO, NI VAGO, NI MALO… AUNQUE NO LO VES, MI CEREBRO TIENE TDAH


Todos aquellos que tenemos contacto con niños, tengan problemas o no, sabemos que ante determinadas circunstancias o situaciones, son especialistas en conseguir que nuestros nervios afloren en algunos momentos. Es completamente normal. Deja de ser normal cuando esos momentos pasan de ser “algunos” a ser casi “continuos”. Ésta es la línea que separa lo que es normal de lo que no lo es: la frecuencia y la intensidad de los problemas.


Deberíamos ser capaces de concienciarnos de que son los  COMPORTAMIENTOS del Trastorno por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad (TDAH) y  no los niños, los que consiguen hacernos estallar. La comprensión e interiorización de esta afirmación, que en principio puede parecer irrelevante, es lo que marca la diferencia entre poder ayudar al niño a superar sus dificultades o a mantenerlas e incluso crearle otras como la indefensión aprendida, la ansiedad, la depresión o la baja autoestima. Y esto es así, porque estos comportamientos son la manifestación externa de un problema interno localizado en el cerebro.

Pensemos: ¿realmente disfrutan enfadando o haciendo daño a quienes les rodean?  Aunque en ocasiones pueda parecer que sí, la realidad es bien distinta. Hagamos el esfuerzo de meternos en la piel de una personita con TDAH, solo durante unas horas.
La cantidad de mensajes negativos que reciben a lo largo del día resulta increíble y difícilmente soportable para la gran mayoría de nosotros.
  • Antes de salir  de casa, para ir al colegio: “siempre llegamos tarde por tu culpa”, “¿todavía estás sin vestir? ¿no te da vergüenza? Tu hermano ya está listo, ¿pero no ves que te has puesto el suéter al revés?…” Aunque directamente no se lo digamos, ¿qué mensajes recibe?: SOY LENTO, SOY PEOR QUE MI HERMANO, SOY TONTO.
  • En el colegio, antes de entrar a clase: “¿es que siempre tienes que estar empujando, no ves que le has hecho daño?”: SOY MALO.
  • Ya en clase: piden los deberes y no están en su mochila porque olvidó guardarlos después de tres larguísimas horas sentado en casa haciéndolos. Seguramente en esos momentos desearía desaparecer porque sabe lo que le espera, no es la primera vez que le pasa, y no le van a creer. “Y  hoy, ¿qué excusa tienes? ¿seguro que la peonza no se te ha olvidado, verdad?, castigado sin recreo y dame tu agenda…” Y lo peor de todo…, en público.  Reparten el examen corregido, ese que había preparado con mamá y que se sabía tan bien, un 3.75, y también en público. A estas alturas, ya no solo él, sus compañeros también lo saben: ES MENTIROSO, VAGO, TORPE…
  • En el recreo (si no está castigado): “Tú no juegas que nos ganan por tu culpa”,” Tú no, que nunca pasas la pelota”, “Tú vete, que eres un pegón”: SOY PATOSO, SOY MAL COMPAÑERO, SOY MALO, SOY…

Son solo las once de la mañana…y aún queda un largo día por delante. ¿Cómo nos sentiríamos? Destrozados y por los suelos.

Para poder ayudarles, debemos comprender y para poder comprender debemos saber y entender que todos estos comportamientos son la manifestación externa de una alteración en el funcionamiento cerebral.

En la última década, numerosos estudios han demostrado que hay diversas áreas implicadas en el TDAH. 
Las más afectadas, a grandes rasgos, son:
  • Córtex Prefrontal, dividido en tres áreas, dorsolateral, orbital y medial. Encargado del Sistema Ejecutivo: cómo planificar una acción, iniciarla, controlar si se está haciendo bien o mal, darse cuenta de ello y corregir los errores, ver si se está siguiendo el plan, evitar distracciones, poder ser flexible si las circunstancias cambian y ser capaz de acabar la acción. Los niños con TDAH tienen un córtex prefrontal más pequeño y que funciona a un ritmo menor.
  • Ganglios Basales. Conjunto de estructuras formada por unos núcleos interconectados a través de un circuito cerebral. En general, intervienen en varias funciones como el control motor, el control emocional y las funciones del Sistema Ejecutivo. Contribuyen a desconectar las respuestas automáticas posibilitando que el córtex prefrontal delibere con más detenimiento, y que se coordine  o filtre la información que llega de otras regiones del cerebro.
  • Cíngulo Anterior. Es una estructura implicada en la capacidad de gestionar los conflictos e integrar los procesos inhibidores que necesitamos para regular nuestra conducta.

Por otro lado, se ha observado una insuficiente producción de dos neurotransmisores (sustancias químicas cuyo objetivo es producir una correcta comunicación entre las neuronas) como son:
  • Dopamina. Nos ayuda a mantenernos preparados para actuar, sin que nuestros pensamientos o el mundo exterior nos distraiga. Se encarga de inhibir o modular la actividad neuronal que interviene en la actividad motora, la motivación y la recompensa, el humor, la atención, y el aprendizaje.
  • Noradrenalina. Nos mantiene alerta y atentos. Se encarga de crear un terreno favorable para la atención, aprendizaje, sociabilidad y sensibilidad frente a las señales emocionales.

Ahora que sabemos que hay anomalías, tanto a nivel estructural como a nivel bioquímico,  podemos entender un poco mejor el porqué de los comportamientos y la variabilidad de éstos en el tiempo, de las personas con TDAH.

Un niño con miopía, ¿no ve bien porque no quiere?, ¿lo hace para llevar gafas?, ¿le da igual si le llaman miope, cegato o gafotas? 
Un niño con TDAH ¿olvida los deberes porque quiere?, ¿lo hace para que le pongan notas negativas en la agenda?, ¿le da igual si le llaman tonto, vago o malo?
Sabemos que la miopía es una alteración del ojo que impide enfocar correctamente objetos lejanos. Y como sabemos que esto es así y que no es algo voluntario no culpabilizamos a la persona por ello.
Ahora ya sabemos que el TDAH es una alteración del cerebro que impide, entre otras muchas cosas, enfocar correctamente la atención y mantenerla en aquello que se debe inhibiendo los distractores. Y como sabemos que esto es así y que no es algo voluntario, la próxima vez, pensemos, tal vez “sus gafas” no estén bien reguladas o quizás, demasiado empañadas.

En la mayoría de las ocasiones, no es que no sepan lo que hacen, sino que no hacen lo que saben. Comprendámosles y enseñémosles a autorregularse  para que puedan ser los verdaderos dueños de sus comportamientos y de sus vidas y hagan en cada momento lo que saben que deben hacer.

FUENTE:
Paqui Moreno, psicóloga y terapeuta en Red Cenit

martes, 17 de junio de 2014

EL RIESGO DE ACCIDENTE EN LOS PACIENTES CON TDAH ES MENOR QUE EL QUE SE CREÍA


Hace unos meses, leíamos diferentes artículos que afirmaban que los conductores con trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) tenían casi un 50% más de riesgo de sufrir un accidente grave de tráfico. Sin embargo, según recoge la DGT, las últimas investigaciones hacen que los expertos rectifiquen y aseguren que el riesgo de accidente del paciente con TDAH es menor del que se creía.


J. L. A. | MADRID  9 junio 2014

Los conductores que tienen déficit de atención con o sin hiperactividad (TDAH) tienen menos posibilidades de sufrir un accidente de las que inicialmente se creía, según destaca la revista "Tráfico y Seguridad Vial" de la Dirección General de Tráfico.

La organización Accident Analysis and Prevention ha publicado un metaanálisis de la relación entre TDAH y accidentes de tráfico que concluye que el riesgo del paciente de verse implicado en un accidente, comparado con el conductor sin ese trastorno es de 1.36. Si se cuentan los kilómetros recorridos, el riesgo es menor.
Este estudio, comparado con los realizados en los años 90, señala que el riesgo de accidente de estos pacientes es menor de lo creído, y similar al de otros pacientes, como los de trastornos cardiovasculares. Según los expertos, esta mejora se debe, probablemente, al mejor control actual de estos pacientes y a los avances en los medicamentos usados.
El TDAH es un problema del comportamiento, más frecuente en varones, que afecta al 5-10% de la población infanto-juvenil. Los estudios han demostrado que del 60% al 75% de los niños con TDAH presentan los síntomas hasta su edad adulta.
Los principales síntomas del TDAH incluyen problemas con la atención sostenida y la impulsividad, lo que puede tener un efecto adverso sobre una conducción segura. Esta posibilidad podría reducirse, como vemos, siguiendo un tratamiento farmacológico.

Los estudios previos indicaban que los conductores con TDAH adoptan conductas de riesgo con más frecuencia, cometían más ‘violaciones’ de las normas de tráfico, y tenían un mayor riesgo de verse implicados en accidentes de tráfico. Como los conductores más jóvenes presentan tasas más elevadas de accidentes, la relación TDAH-accidentalidad siempre ha sido objeto de especial atención.
El cumplimiento de un tratamiento farmacológico para el TDAH reduciría el riesgo de un hombre de tener un accidente de tráfico en un 58%, en comparación con los hombres no tratados. Sin embargo, según las investigaciones, en las mujeres no se ha apreciado un beneficio farmacológico significativo en la prevención de accidentes.
Consejos para el conductor con TDAH
  • Hable sinceramente con su médico para decidir las pautas de conducción más seguras en base al momento en que se halle.
  • Tenga en cuenta el consejo del médico sobre los efectos secundarios de la medicación. Evite conducir en los primeros días de tratamiento y con cambios de dosis.
  • Tener que conducir no debe ser excusa para dejar el tratamiento, ni cambiar sus pautas.
  • No conduzca si nota nerviosismo, somnolencia, temblores, alteraciones de la visión, movimientos anormales...
  • Adapte su conducción a su estado. En todo caso, descanse cada 2 horas o más si está cansado, nervioso o con dificultad para mantenerse alerta.
  • Si debe hacer un viaje largo, prepare previamente su recorrido. Recuerde que en la conducción es fundamental mantener la calma y evitar decisiones precipitadas.
FUENTE:

El TDAH no incapacita para la conducción pero teniendo en cuenta el riesgo de accidente, con o sin TDAH, es importante concienciar a los jóvenes sobre cómo hacerlo de la forma más segura. Es recomendable que las charlas con los adolescentes sobre conductas de conducción seguras se hagan con la presencia de los padres, que se inicien antes de la edad de conducir y se mantengan a lo largo del tiempo.
Consejos para los conductores jóvenes con TDAH:
  • Si estás bajo tratamiento farmacológico consulta con tu especialista en TDAH para acordar con él las medidas a tener en cuenta. Hay que evitar conducir durante los primeros días de tratamiento por los posibles efectos de la medicación.
  • Reduce al mínimo las distracciones: no uses el teléfono móvil, no ajustes la radio, no comas o consultes mapas.
  • No conduzcas cuando estés enfadado. Hay que conducir de forma tranquila, aunque otros conductores tengan comportamientos indebidos.

Consejos para los padres de conductores jóvenes con TDAH (y sin TDAH):
  • No permitir que lleven a otros jóvenes hasta estar seguro de que tiene la experiencia y criterios adecuados.
  • Recordarle que conducir no es un derecho si no un privilegio para el adolescente.
  • Mantenerse alerta ante cualquier actitud negativa que pueda afectar a su conducción.
  • Recordarle la importancia de la seguridad mientras conduce.

En definitiva, teniendo en cuenta que los jóvenes con TDAH tienen una marcada tendencia a la inatención y a la fácil distracción, cualquier elemento puede llamar su atención aumentando su riesgo de accidente. Es por ello necesario conducir dentro de los límites permitidos de velocidad y otras normativas establecidas.
Un trabajo común del médico especialista en TDAH, del psicólogo, padres y profesores  será determinante para concienciar al adolescente y reducir así los posibles riesgos.

FUENTE:

domingo, 15 de junio de 2014

¡¡Nueva imagen para Mis TDAH Favoritas!!



Por problemas técnicos ajenos, nuestro blog cambia de imagen.
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jueves, 5 de junio de 2014

LA EXPRESIÓN LINGÜÍSTICA DESORGANIZADA


- No se centra, le pido que lea un párrafo y no hay manera de que luego me haga un simple resumen, me comentaba la madre de un paciente, un niño al que le costaba bastante mantener la atención en las tareas que se le ponían. Se lía a saltar, a quejarse y, al final, pelea y no hace nada, termina de decir.
- Ya. Es importante enfocar parte del tratamiento a la estructuración de lo que comprende o de lo que quiere expresar, dije mientras iba pensando como introducir esas ideas en la terapia. 
Es cierto que llevaba algún tiempo trabajando fichas para introducir las autoinstrucciones generales. ¿Qué tipo de pauta utilizar para este problema? Estaba claro que sí, que si el niño a sus 9 años no era capaz de escribir un resumen coherente por su problema atencional o de expresar ideas de forma correcta por su impulsividad, había que solucionar estos problemas de alguna manera. A crear pues...

Lo que se quiere comunicar

Me he encontrado muchos casos de pacientes que tienen una tremenda verborrea. Hablan muchísimo. En esos casos, cuando se le plantea a un familiar que hay un problema de expresión, se queda sorprendido. ¡Horrorizado más bien!. Está claro, cuando un paciente no estructura lo que dice, puede hablar horas y horas, y eso sí es un problema de expresión. Un problema a la hora de organizar aquello que quiere decir, de frenar aquello que no viene al tema. El hecho de que las personas con fallos en control inhibitorio puedan hilvanar conversaciones de 40 horas sin necesidad de un interlocutor (más allá de unas orejas que le escuchen) nos muestra como la activación de ciertos "temas" en el cerebro, va unida a la de otros, y que sin control inhibitorio salen.

Lo que provoca este tipo de comportamiento es que se pierda de vista la idea principal que se estaba comentando y se diga casi cualquier cosa. Por eso, cuando tenemos un indicio de este tipo de saltos puede ser útil trabajar la forma en la que deben comentarse las ideas: con una estructura. Mirad por ejemplo está lámina.


Si pedimos una descripción de esta lámina en este caso, lo más probable es que nos encontremos con salidas de la misma (empezar a comentar otra cosa que no es), así como omisiones de algunas de las cosas. Por ello, planteo este ejercicio que puede ser útil, en especial para evitar las omisiones, ayudado de nuestra guía para evitar los escapes o desviaciones a otros temas irrelevantes.


Simplemente, partimos la imagen en varias partes y las numeramos. De esta manera establecemos un primer orden de observación que una atención deficitaria no suele  permitir. Todo ello para después, pedirle que nos escriba todo aquello que está pasando en cada uno de los recuadros y lo intente englobar en un título general. De esta forma, cuando nos lee los cuatro puntos seguidos, nos está contado toda la escena, pues ha organizado la información. Es al menos una idea de como debe organizar la información que ve para contarla sin omitir detalles.


Lo que se tiene que entender

El problema en otros casos no es tanto de expresión como de comprensión. Evidentemente, si no se ha comprendido en condiciones lo que se ha leído, difícilmente nos lo va a expresar de forma coherente. Por eso en muchos casos hay que tratar de enseñar a hacer un esquema mental de lo que se está leyendo, de las ideas importantes y de como unas ideas engloban a otras. Ese es un buen paso para estructurar lo que se lee y así poder expresar de forma estructurada este contenido. Por ello cogemos un texto por ejemplo este:

Baloncesto:

“El baloncesto es un deporte reciente, inventado en 1891 por James Naismith, un profesor de gimnasia norteamericano.
En una palabra                              

La Federación Internacional de Baloncesto Amateur (Fiba) cuenta actualmente con más de 130 países miembros. Los mejores equipos nacionales participan en los Juegos Olímpicos y en los Campeonatos del Mundo.
En una palabra                               

El juego consiste en encestar el balón en la “canasta” del adversario. Cada intento logrado vale dos puntos. El equipo vencedor es el que al final del partido consigue más puntos. Cada equipo dispone de un máximo de 12 jugadores, cinco de ellos en juego y el resto en reserva para hacer relevos. Los encuentros están dirigidos por un árbitro que hace de juez y se ocupa de que se cumpla el reglamento.
En una palabra                               

Desde que se inicia el encuentro, el jugador que tiene la pelota no puede dar más de tres pasos seguidos con el balón en las manos; deberá botarlo ininterrumpidamente al avanzar o, de lo contrario, cometerá una falta. Algunas faltas cometidas, como empujar al contrario, sujetarlo…, son castigadas con uno o dos tiros libres a favor del equipo contra el que se ha cometido la falta y cada uno de estos tiros logrados vale un punto.
En una palabra                               

Así presentado, tenemos claro que el texto está integrado por párrafos, y que cada párrafo va a expresar varias ideas diferentes. Por eso, lo adaptamos para asegurarnos de que una vez leído cada uno de ellos queda clara esa idea en el niño, tal y como se ve aquí.
De esta forma, cada vez que se lea un párrafo se le pedirá una palabra que englobe la idea del mismo. En muchos casos no quedará más remedio que pedirle que vuelva a leerse el párrafo, ya que no dará con ella. En muchos otros tendremos que ayudarle a dar con esa palabra, pero al final lo que estamos ayudando es a la "abstracción", lo cual es bastante importante para poder explicar las cosas de forma clara y concisa. Desde luego, estas palabras nos sirven para completar un esquema como el siguiente:


Y así, vamos trabajando la abstracción y la toma de conciencia de que dentro de ese término abstracto (por ejemplo "historia del baloncesto") hay dos ideas importantes (el creador y la fecha). Así, con este andamiaje, vamos ayudando a comprender lo leído, a darle una estructura que una atención deficitaria no les permite por si mismos.           

FUENTE:
Aaron del Olmo: neuropsicólogo e investigador científico
http://aarondelolmo.blogspot.com.es