Los
niños, niñas y adolescentes con TDAH pueden mostrar dificultades con la
inhibición de sus emociones y/o pobres habilidades sociales. Sin embargo, el aprendizaje social y emocional
está poco presente en la educación y, en general, muchos estudiantes sin TDAH muestran
a menudo altos niveles de estrés, ira, frustración, desmotivación, indiferencia
o rabia, llegando incluso a la violencia.
En este programa
especial de Redes, Eduard Punset explora algunas de las claves de lo aprendido
en los últimos años para encarar el gran desafío de difundir el aprendizaje
social y emocional en todos los ámbitos de la sociedad.
En su sección,
Elsa Punset nos hablará sobre cómo las emociones nos atraviesan desde los
primeros años de vida y nos definen como personas.
Las emociones negativas interfieren con
el aprendizaje de los niños
Richard Davidson
LAS EMOCIONES EN LA
ESCUELA
La ciencia está corroborando ahora que
la gestión de las emociones básicas y universales debería preceder a la
enseñanza de valores y, por supuesto, de contenidos académicos. Los niños se
juegan con ello su vida de adultos.
Conversación
con Richard Davidson, neuropsicólogo de la Universidad de Wisconsin-Madison
Richard Davidson es
uno de los neuropsicólogos pioneros en este campo, al igual que psicólogo
Daniel Goleman, con quienes pudimos hablar de estos temas en el congreso del
Mind & Life Institute celebrado en Washington.
Eduard Punset:
Creo que nuestros
teleespectadores nos agradecerían que les resumamos lo que esperamos de la
inteligencia social y emocional aplicada a las escuelas, a los niños, a la
infancia en pocas palabras. ¿Cuál es la verdadera revolución de este cambio?
Has sido uno de los grandes investigadores que ha aplicado esta práctica en los
Estados Unidos. ¿Qué significa todo esto?
Richard Davidson:
El tipo de
habilidades de las que hablamos incluyen habilidades para aprender a dominar
las emociones, en concreto la capacidad de controlar las emociones negativas
para que, cuando ocurre una adversidad, éstas no persistan más de lo necesario.
Las personas (y los
niños, concretamente) pueden aprender a disipar estas emociones negativas para
volver al estado inicial. Es algo muy importante, porque cuando las emociones
perturbadoras se producen en la mente, interfieren con la capacidad de aprender
de los niños.
Eduard Punset:
¿Habéis podido
evaluar o examinar alguna de estas experiencias educativas, alguna de estas
reformas?
Richard Davidson:
Hemos trabajado en el
laboratorio analizando tipos de intervenciones muy específicas que se pueden
diseñar… por ejemplo, para aumentar la cooperación y la compasión, y el
altruismo.
Y luego hemos
estudiado la manera en la que esto cambia el cerebro durante la adolescencia. Y
resulta que con solamente dos semanas de entrenamiento en las que se practica
30 minutos al día… pues bien, con esto basta para poder detectar cambios que
suceden en el cerebro tras solamente dos semanas.
Eduard Punset:
¿Te refieres a
asuntos como el altruismo y la compasión, verdad?
Richard Davidson:
Sí. Hay cambios
específicos en el cerebro que están asociados con los cambios en el altruismo y
que se pueden medir conductualmente.
Y todo lo que sabemos sobre el cerebro
nos indica que cuanto antes se realice la intervención, tanto mejor, porque
habrá más probabilidades de que sus consecuencias persistan durante un período
de tiempo más largo.
Conversación con Daniel
Goleman psicólogo y periodista, miembro del Mind & Life Institute
Eduard Punset:
La última vez que nos
vimos Dan fue en tu casa en Massachusetts, y fue justo después de aquel éxito
increíble que tuviste en todo el mundo, en aquella época fue increíble, con tu
libro La inteligencia emocional.
Y una vez asumido por
todos nosotros, que podemos gestionar nuestras propias emociones, que podemos
gestionar lo que tenemos dentro de nosotros, nos hablas ahora de la tradición
contemplativa, de los budistas como el Dalai Lama, que lo han estado haciendo
durante décadas...Y tú te preguntas, muy acertadamente: "¿Podemos
aprovechar algo de su experiencia de alguna manera?".
Daniel Goleman:
Ahora estamos
descubriendo que enseñar habilidades sociales y emocionales a los niños desde
que tienen cinco años hasta la universidad es muy eficaz, los vuelve mucho más
cívicos, mucho mejores estudiantes.
Es un error pensar
que la cognición y las emociones son dos cosas totalmente separadas. Es la
misma área cerebral. De modo que, ayudar a los niños a gestionar mejor sus
emociones significa que pueden aprender mejor. Ahora estamos estudiando los
métodos contemplativos que se han venido utilizando durante... ¡siglos!
Y en el catolicismo
también, por cierto, no sólo en el budismo. Toda gran religión ha utilizado
alguna vez algún tipo de práctica contemplativa, de desarrollo de la mente.
Nosotros lo estamos estudiando para ver si podemos aprovecharlo y hacer algo
por los niños, para ayudarles a concentrase... Hoy en día los niños, y también
sus padres, son muy dispersos y necesitan más ayuda con esas habilidades.
Hoy en día,
probablemente, haya sólo una docena de currículos escolares que enseñen a los
niños mindfulness, que les enseñen a concentrarse mejor, a focalizar, a hacer
introspección y a ser más compasivos. Se trata de programas piloto.
Desde 1995, cuando escribí La
inteligencia emocional, ha habido cientos de programas sobre aprendizaje social
y emocional y creo que va a ocurrir lo mismo con este campo en la próxima
década.
Conversación con
Matthieu Ricard, monje budista y biólogo
Eduard Punset:
Los orientales tienen
una tradición muy antigua en la meditación, y esta meditación es lo que hoy la
ciencia está redescubriendo como un apoyo fundamental en el arte de gestionar
las emociones. El monje budista y biólogo Matthieu Ricard nos explicó cómo aprovechar
estas herramientas para renovar el sistema educativo.
Matthieu Ricard:
¿Y qué esperamos
cuando educamos a los niños? Convertirlos en seres humanos buenos, personas que
sean felices en la vida, que no estén deprimidas y se suiciden… ¿Acaso basta con
desarrollar su inteligencia y llenarles la cabeza de información sin
desarrollar ninguna cualidad humana?
Queremos personas
buenas y equilibradas, ¡pero la educación parece estar interesada en cualquier
cosa salvo eso! ¡Por tanto, hay algo que claramente falta!
Eduard Punset:
¿Te puedo pedir un
consejo? Sé que uno de los grandes descubrimientos de la contemplación, del
budismo, ha sido perfeccionar la atención, la primera fase del conocimiento,
por así decirlo, para concentrarse en algo. ¿Cómo puedo mejorar mi proceso de
atención?
Matthieu Ricard:
Es cierto, porque
incluso si uno quiere cultivar el altruismo, con la mente siempre distraída no
podrá cultivar nada. La mente se dispersa aquí y allá. Incluso si estamos
sentados, nuestra mente puede ser como la de un mono inquieto, un mono inquieto
que va de un lado a otro. Las neuronas se ponen a hablar entre sí, ¡a
cotillear! Y en realidad necesitamos una mente un poco más calmada, con más
claridad y más estabilidad, si no es así, no podremos hacer nada.
En caso contrario, es
como si tuviéramos un martillo pero nos temblara la mano todo el rato. Por eso
es necesario, de alguna manera, utilizar un objeto de concentración para
estabilizar la mente.
Te puedes concentrar
en cualquier cosa, un objeto, una flor, una imagen mental… pero resulta
bastante útil concentrarse en la respiración. ¿Por qué? Pues imagina que te
dijera que te concentraras en una luz roja centelleante.
Podrías quedarte
mirándola, pero tu mente seguiría deambulando, mientras que, si te concentras en
la respiración, no puedes verla, es muy sutil, y si dejas de concentrarte es
como si lo perdieras, así que fácilmente puedes ver si te distraes o no.
Con la respiración
solamente ves la sensación. Cuando respiras por la nariz, tienes una ligera
sensación en los orificios nasales, y se trata de quedarse sentado
tranquilamente, pensar en respirar por la nariz y luego notar la sensación del
aire que sale… y entra… así, unas 21 veces o unos diez minutos.
Hacerlo permite
calmar la mente. Muchas personas te dirán: "¡oh, no, no, no! ¡No valgo
para eso! Tras 3 minutos, mi mente está completamente distraída". Es
normal. No es culpa de la meditación, es porque la mente no está entrenada y,
si no perseveras, nunca aprenderás nada.
Así que, en lugar de
tener remordimientos o sentirte culpable con ideas como: "¡no valgo para
esto!" o cosas así, que al final no dejan de ser más distracción, en
cuanto descubras que te has distraído, no pasa nada, tienes que volver a la
respiración.
Luego, si lo haces durante un rato y lo
repites regularmente, verás que la mente se calma, se vuelve más clara, y que
puedes utilizar esta mente un poco más flexible para cultivar el altruismo, la
compasión o lo que quieras.
EMOCIONES DESDE EL
ÚTERO MATERNO
Está claro que las
escuelas tienen que hacer un cambio radical e incorporar definitivamente el
aprendizaje social y emocional en las clases. Pero la gestión de las emociones
debe comenzar mucho antes de que los niños ingresen en el sistema educativo
–incluso ya se pone en marcha en el útero materno, como se verá más adelante–.
Las investigaciones del psicólogo Jay
Belsky ponen de manifiesto cómo una crianza sin cariño y con una gestión
deficiente de las emociones puede desembocar en adultos con vidas más
problemáticas.
Conversación con Jay
Belsky, Psicólogo del Bircbeck College de la Universidad de Londres
Eduard Punset:
En alguna
investigación tuya, demuestras que cuando los padres están ausentes o no están,
simplemente, las chicas tienden a empezar la pubertad, su menstruación, mucho
antes que el promedio. ¿Es verdad, no?
Jay Belsky:
El hecho de que las
relaciones durante la infancia podrían afectar el desarrollo físico y sexual,
el momento de la pubertad en las chicas, ha sido un descubrimiento muy
fascinante.
Las mujeres tienen un
sentido que las lleva a preguntarse: "¿Va a ser precario el futuro? ¿Van a
estar ahí los demás y voy a poder confiar? ¿Se puede confiar en los hombres?
¿Van a estar ahí cuando me haga mayor? Pero también como pareja y, todavía más
importante, alguien que se vaya a implicar en el cuidado de mis hijos." La
respuesta que reciben a estas preguntas parece que procede de su propia niñez y
de la ausencia o presencia del padre. Y también de la calidad del padre. Y
parece que, cuando el padre no está presente o cuando la calidad de la
paternidad no es demasiado buena, lo que las chicas aprenden, tanto consciente
como inconscientemente, es: "No puedo contar con él." Y esto,
biológicamente, las lleva a madurar antes.
Y te preguntarás:
"¿Por qué maduran antes?". Porque, en cierto modo, les permite salir
y ver, ir más allá antes que las demás, ser más promiscuas con sus parejas y
tener más niños y ocuparse de ellos peor, cuidarlos peor. Y tú me dirás:
"¿Y por qué querrían hacer esto?". Y la razón es que si no puedes contar
con los demás, sobre todo con los hombres, para tener tres, cuatro nietos en el
futuro, quizás tengas que tener más hijos.
Eduard Punset:
Según los resultados
que se desprenden de tus investigaciones, las guarderías no son buenas o no son
tan buenas como pensamos que serían para el futuro de los niños. ¿Cómo
podríamos resumir esta situación?
Jay Belsky:
Creo que en lo que
respecta a las guarderías y a cualquier otro método de cuidado infantil no
materno que utilizan las familias, a menudo es realmente ambivalente.
Cuando el niño
empieza a pasar muchas horas en este tipo de ambiente, en sus tres, cuatro o
cinco primeros años de vida, durante treinta o cuarenta horas por semana en la
guardería, parece que esos niños son más agresivos y desobedientes cuando se
hacen mayores.
Sin embargo, también
sería un error condenar a todas las guarderías o cuidadores infantiles como
algo malo, porque no es cierto. Hay muchas pruebas, y hablo ahora de lo bueno,
de que unos cuidados infantiles de calidad, que sean dispensados por un personal
sensible y atento fomentan el desarrollo cognitivo y lingüístico del niño.
Pero quiero que quede claro, no hay que
dramatizar. Nadie está hablando aquí de que muchas horas en manos de cuidadores
infantiles vaya a transformar a los niños en asesinos del hacha.
Conversación con
Vivette Glover, psicobióloga del Imperial College London.
Hace muy pocos años,
nadie conocía el vínculo entre las emociones de las mujeres embarazadas y la
vida de sus hijos, incluso en la edad adulta. Las investigaciones de la
psicobióloga Vivette Glover fueron pioneras en demostrar que la educación
emocional comienza en el útero materno.
Eduard Punset:
Ahora los expertos
habéis descubierto, intercambiando información entre vosotros -pediatras,
obstetras, psicólogos, neurólogos, psiquiatras-, todos estáis de acuerdo en que
los niveles prenatales de ansiedad en la mujer embarazada afectan no sólo la
vida del bebé sino también su futuro.
Vivette Glover:
Efectivamente. Hoy en
día existen muchas pruebas, muchas investigaciones que demuestran que el modo
en que el bebé se desarrolla en el útero afecta al niño durante toda la vida. Y
la manera en que el bebé se desarrolla en la matriz depende del estado de la
madre, de su alimentación y de sus emociones.
Ya hace muchos años
que sabemos que si la madre bebe demasiado alcohol o fuma, va a afectar al
niño; pero ahora nos hemos dado cuenta de que hay otros muchos factores
ambientales más sutiles que influyen en el desarrollo uterino del bebé, así
como en el desarrollo del futuro niño.
Eduard Punset:
Según se desprende de
uno de los estudios en los que has estado trabajando y que diriges, la ansiedad
de la madre podría multiplicar por dos el nivel de hiperactividad del niño, ¿lo
llamáis así, no? Nivel de hiperactividad…
Vivette Glover:
Exacto. Nuestro
primer estudio lo llevamos a cabo con una amplia población. Empezó en Bristol,
donde reunimos a 14.000 mujeres embarazadas y les hicimos un seguimiento.
Medimos su ansiedad durante el embarazo y comparamos las consecuencias del 15%
de madres más ansiosas para el niño con el resto y vimos que ese 15% de madres
más ansiosas duplicaba el riesgo de que el niño manifestara problemas de
atención, déficit de atención, trastornos como la hiperactividad.
Se duplicaba el
riesgo de que el niño fuera más ansioso y de que tuviera problemas
conductuales, especialmente entre los chicos. Los trastornos conductuales son
un problema porque hacen que sea difícil controlar al niño y también es un
factor de riesgo de cara a un posterior comportamiento delictivo.
Eduard Punset:
Si tuviéramos que
resumirlo para nuestra audiencia en dos palabras, ¿cuál es la principal
conclusión de todo esto?
Vivette Glover:
En dos palabras no,
pero muy brevemente: deberíamos fijarnos en la salud emocional de las mujeres
durante el embarazo, no sólo en la salud física.
Cuando las mujeres acuden a la
maternidad por primera vez, los profesionales deberían preguntarles por su
estado emocional, por sus relaciones, por la familia, saber si ésta las apoya o
no. Y si descubren que puede haber problemas, deberían encontrar personas que
pudieran ayudarlas y no simplemente preguntarles y luego no hacer nada. Así que
necesitamos más recursos, profesionales mejor preparados que puedan ayudar a
las mujeres allí donde lo necesitan.
UN CONSEJO PARA LA
VIDA
Curiosamente,
mientras charlaba con el neurocientífico Lawrence Parsons sobre cómo la danza
afecta nuestro cerebro, recibí uno de los mejores consejos emocionales para el
desempeño profesional y en todos los ámbitos de la vida:
Debemos aprender a gestionar las
emociones, sin reprimirlas pero también sin dejarnos que nos tomen de rehenes.
Conversación con
Lawrence Parsons, neurocientífico de la Universidad de Sheffield
Eduard Punset:
Y, ¿podemos hacer eso
emocionalmente? Quiero decir, ¿podemos aprender a entrenar las emociones
mentalmente también?
Lawrence Parsons:
En el caso de las
personas que actúan, ya sean actores o atletas o músicos o bailarines, ellas…
para poder realizar su actuación, no pueden ser excesivamente emocionales. No,
no pueden. Si soy músico y estoy tocando un concierto, no puedo estar demasiado
implicado en la música emocionalmente, porque tengo que poner los dedos en el
lugar correcto y si estoy distraído emocionalmente, mis dedos no... ¡No podré
hacerlo! Lo mismo ocurre con un actor. Por ejemplo algún actor brillante.
Pongamos, Javier Bardem… Bardem. Por ejemplo, alguien así. Tiene que usar sus
emociones de una manera para transmitir todas esas expresiones emocionales...
Pero, no está realmente emocionado. Porque si se emociona, se va, está fuera de
control.
Él tiene que encontrar una manera de
falsificar, no exactamente falsificar, sino expresar o simular emociones de una
manera razonable para que el público se identifique con lo que está haciendo,
pero él contiene sus emociones, las guarda muy adentro.
LA MIRADA DE ELSA
Nacemos inocentes sin
emociones mezcladas, sin dudas, sin miedos, sin mentiras. Llegamos llenos de
curiosidad y dotados de las emociones que nos ayudan a conectar con los demás y
a descubrir el mundo. Cuando somos niños nos guía esta pasión por vivir. A
partir de entonces, ¿qué nos pasa?
En los primeros años
de vida se conforman los grandes patrones emocionales que nos rigen: el amor y
la curiosidad. Aprendemos y somos dignos de ser amados y si merece la pena
amar, si el mundo es un lugar que quiero explorar o si, al contrario, es
preferible esconderse y cerrarse a los demás. Y es que los primeros 5 años de
vida son una vida entera.
Por eso, si en esos
años nuestro entorno es agresivo o inseguro, entramos en modo de supervivencia,
en el futuro tenderemos a desconfiar, a cerrarnos en nosotros mismos a perder
la ilusión y esto nos afectará física y mentalmente y esto nos pasa a todos los
seres vivos.
Necesitamos por
encima de todo sentirnos seguros y amparados, es decir, conectados con los
demás.
Unos experimentos en
los años 60 a cargo del psicólogo Harry Harlow empezaron a descubrirlo. Este
psicólogo americano algo siniestro apartó monitos muy jóvenes de sus madres y
los enjauló con madres mecánicas. En estas jaulas, había una supuesta madre de tela
y otra de alambre. Las dos eran muy poco atractivas pero dentro de la madre de
alambre había un biberón de leche al que el monito podía acceder. Los monitos,
sin embargo, pasaban muchas más horas con la madre de trapo y sólo iban a la
madre de alambre para alimentarse. Para completar el experimento, obligaron a
algunos monitos a estar sólo con la madre de alambre y para sorpresa de los
científicos esos monitos digerían peor la leche y tenían sistemas inmunológicos
mucho más débiles. Esto resultó muy llamativo en una época en la que se decía
que el contacto físico malcriaba a los niños y que las emociones tenían poco
peso en nuestras vidas, que eran un lujo biológico del que podíamos pasar.
Hoy sabemos que más allá de la pura
supervivencia, solo floremos si nuestras necesidades emocionales, en especial,
las de protección y afecto están atendidas.
Una sugerencia para
crear entornos positivos
Benjamín Zander el
director de la Filarmónica de Boston es un líder conocido por generar entornos
empáticos y creativos. El primer día de cada curso Ben Zander reúne a sus
alumnos y les pone un sobresaliente. Acto seguido, les pide que escriban una
carta donde expliquen por qué merecen ese sobresaliente y en qué tienen que
trabajar ese año para convertirse en esa versión sobresaliente de sí mismos y,
entonces, les dice: “enamórate de esa persona sobresaliente. Compórtate como
esa persona”. Porque si nos hablamos y nos tratamos como si fuéramos personas
sobresalientes merecerá la pena esforzarnos. Estaremos motivados y asegura
Sander que nos brillarán los ojos.
¿Queréis verlo? ¿Qué
haces bien en especial? ¿Qué es lo mejor que haces?
¿Qué es lo que tú
haces muy bien?
Yo
lo que hago mejor es dibujar
Yo
hago bien pasteles
Yo
hago en especial es jugar al futbol
Soy
el mejor jugador de mus
¿Qué es lo que tú
haces bien?
Nos
encanta bailar samba
Yo
lo que mejor hago es alegrar a la gente
Yo
lo que hago muy bien es dar cariño
Lo
que se me da muy bien es cantar y cocinar
Soy
la mejor dándome ánimos
Yo
lo que mejor hago es sonreír
La gente sólo
envejece mentalmente y emocionalmente cuando pierde su curiosidad y su
capacidad de amar. Para evitarlo, necesitamos entornos que potencien las
emociones positivas, creamos esos entornos entre todos, día a día, en casa, en
el trabajo, en la calle, no es magia, es inteligencia emocional.
FUENTE:
Gloria me ha encantado esta entrada, cuánta información y qué interesante, gracias por alumbrarnos con tus aportaciones y recursos.
ResponderEliminarBesitos. Cuidate.