Inteligencia
Emocional. El cerebro dividido
Sólo
en los últimos años ha aparecido un modelo científico de la mente emocional que
explica la forma en la que muchas de nuestras actividades pueden estar
controladas emocionalmente. ¿Cómo podemos ser tan racionales en un determinado
momento y tan irracionales al momento siguiente? También da cuenta de las
razones y la lógica particular de nuestras emociones.
Los
neurocientíficos utilizan el término “memoria de trabajo” para referirse a la
capacidad de la atención para mantener en la mente los datos esenciales para el
desempeño de una determinada tarea o problema. La corteza prefrontal es la
región del cerebro que se encarga de la memoria de trabajo.
La
amígdala forma parte del llamado cerebro profundo, ese donde priman las
emociones básicas tales como la rabia, el miedo o el amor, y también el instinto
de supervivencia, básico sin duda para la evolución de cualquier especie. Ella es
la responsable de que podamos escapar de situaciones de riesgo o peligro, pero
ella también es la que nos obliga a recordar nuestros traumas infantiles y todo
aquello que nos ha hecho sufrir en algún momento.
En
la danza entre el sentir y el pensar, la emoción guía nuestras decisiones
instante tras instante, trabajando mano a mano con la mente racional y
capacitando –o incapacitando- al pensamiento mismo.
Esto
vuelve a poner sobre el tapete el viejo problema de la contradicción existente
entre la razón y el sentimiento. No es que nosotros pretendamos eliminar la
emoción y poner la razón en su lugar –como quería Freud-, sino que nuestra intención
es la de descubrir el modo inteligente de armonizar ambas funciones.
Existen
motivos neurológicos –ligados al papel que desempeñan los circuitos
prefrontales en la toma de conciencia de las emociones- que justifican que
determinadas personas puedan detectar con más facilidad que otras la excitación
propia del miedo o la alegría y, así, ser más conscientes de sus emociones.
Mientras
que el mundo suele presentarnos un desbordante despliegue de situaciones y de
posibilidades, nos hace plantearnos preguntas tales como ¿En qué debería
invertir los ahorros de mi jubilación? ¿Con quién debería casarme? Es así como
el cerebro emocional se halla tan implicado en el razonamiento como lo está el
cerebro pensante.
El
conocimiento de las propias emociones, el conocimiento de uno mismo, es decir,
la capacidad de reconocer un sentimiento en el mismo momento en que aparece,
constituye la piedra angular entre el equilibrio de la mente y la sociedad, así
como una inteligencia emocional adecuada.
La
capacidad de seguir momento a momento nuestros sentimientos resulta crucial
para la introvisión psicológica y para la comprensión de uno mismo. Por otro
lado, la incapacidad de percibir nuestros verdaderos sentimientos nos deja
completamente a su merced. Las personas que tienen una mayor certeza de sus
emociones suelen dirigir mejor sus vidas, ya que tienen un conocimiento seguro
de cuáles son sus sentimientos reales.
En
cierto modo, todos tenemos dos cerebros y dos clases diferentes de
inteligencia: la inteligencia racional y la inteligencia emocional, y nuestro funcionamiento en la vida está
determinado por ambos.
FUENTE:
https://www.youtube.com/watch?v=7Ax_n7CZRCg
Controlar las emociones para tratar el TDAH
Los niños y adultos
con TDAH no sólo presentan dificultades en atención, desorganización,
hiperactividad e impulsividad, sino también distintos problemas afectivos:
labilidad emocional, excesiva reactividad emocional y carácter irritable. Estas
dificultades emocionales se agrupan formando una dimensión denominada
‘desregulación emocional’.
Aunque el
déficit en la regulación emocional no sea actualmente uno de los síntomas
diagnósticos del TDAH, las diversas propuestas teóricas coinciden en indicar
que constituye un aspecto fundamental del trastorno.
Los estudios
que han explorado estos procesos de regulación emocional en niños y adultos con
TDAH confirman que ambos tienen importantes dificultades para controlar sus
emociones, especialmente cuando son negativas. Distintas investigaciones
muestran que tanto niños como adultos con TDAH expresan mayores niveles de agresividad,
depresión, tristeza y enfado que sus iguales sin TDAH.
Además,
algunos datos sugieren que los niños con TDAH son incapaces de ocultar sus
emociones incluso después de recibir instrucciones para hacerlo y que son menos
empáticos que los niños control. Por otro lado, se ha observado una excesiva
reactividad emocional en niños y adolescentes con TDAH durante la realización
de deportes individuales y colectivos, y en adultos durante la conducción de su
vehículo.
La regulación
emocional desempeña un papel importante en el modelo ejecutivo de Barkley, y
también en el del Dr. Brown, los cuales defienden que estas personas tendrán
importantes dificultades para modular sus estados afectivos, ya que en este
caso están implicados distintos procesos de control ejecutivo.
El Dr. Russell A. Barkley, Ph.D., científico, psicólogo e investigador norteamericano, y uno
de los actuales expertos en Trastorno por Déficit de Atención con
Hiperactividad afirma que las personas con TDAH tienen una incapacidad para
manejar las emociones.
Barkley
señala que las personas que padecen este trastorno son muy emocionales y no
saben gestionar sus emociones. Sostiene que las dificultades para modular las
emociones observadas en las personas con TDAH están generadas por una
disfunción primaria ejecutiva en los procesos de control inhibitorio y que
parecen estar presentes únicamente en
los subtipos combinado e hiperactivo-impulsivo.
Las personas
con este trastorno son "desinhibidos en todos los campos" y eso les
lleva a tomar decisiones "demasiado rápido". Optan por lo inmediato,
sin sopesar las repercusiones, y no valoran las acciones a largo plazo.
La
autorregulación emocional es entendida por Barkley como un conjunto de procesos
ejecutivos que nos permiten modular las emociones y que, en el caso de
presentar una disfunción, pueden provocar una serie de problemas como, por
ejemplo, un aumento de la respuesta emocional ante determinadas situaciones,
una menor empatía, una menor capacidad de regular estados emocionales o una
mayor dificultad para crear y mantener la motivación y la activación. El modelo
de Barkley ha sido, posiblemente, el más influyente en las investigaciones
realizadas hasta el momento sobre la regulación emocional en el TDAH.
Por su parte, el Dr. Thomas E. Brown describe el TDAH como un trastorno complejo en el que están deterioradas
distintas funciones ejecutivas: activación, concentración, esfuerzo, memoria,
acción y emoción. En relación con esta última, Brown afirma que muchos niños y
adultos con TDAH tienen una baja tolerancia a la frustración y una dificultad
crónica para regular sus emociones, características que los llevan a reaccionar
de manera desproporcionada ante distintas situaciones o eventos. Estos
problemas afectivos constituirían un aspecto fundamental del trastorno.
Otros investigadores van más allá, y se cuestionan si ciertos síntomas
característicos del Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad pueden
dificultar el reconocimiento de distintos estímulos emocionales, como las
expresiones faciales y la prosodia afectiva.
Según estas
investigaciones, reconocer las emociones que están experimentando otros es una
importante habilidad que facilita las interacciones sociales. Las intenciones y
los estados emocionales se hacen visibles a través de señales afectivas como
las expresiones faciales y la prosodia, por lo que una correcta identificación
de éstas resulta fundamental para establecer relaciones interpersonales
adecuadas.
Las
habilidades relacionadas con el reconocimiento emocional apenas se han
estudiado en el TDAH, ya que, hasta ahora, clínicos e investigadores han
asumido que las personas con el trastorno no padecen problemas al respecto. No
obstante, algunos estudios conductuales sugieren que los niños y adultos con
TDAH tienen importantes dificultades para reconocer y comprender la información
afectiva.
Según estas
últimas investigaciones, los niños, adolescentes y adultos con TDAH tienen
problemas en las habilidades que forman la competencia emocional: reconocimiento,
regulación y expresión de las emociones. En relación con el primero, datos
convergentes de distintas investigaciones indican que tanto los niños como los
adultos con TDAH presentan importantes disfunciones en el reconocimiento de la
información afectiva (p. ej., expresiones faciales emocionales y prosodia
afectiva). Estas dificultades están presentes en los subtipos combinado e
hiperactivo-impulsivo, no existiendo datos en relación con el subtipo inatento.
Algunos
estudios han observado que las disfunciones detectadas en el reconocimiento
emocional no están generadas por las deficiencias cognitivas características
del trastorno (inatención, impulsividad), sino que constituyen un déficit
primario, resultado de una serie de anomalías en los circuitos neurales
subyacentes.
Asimismo, la
evidencia científica también indica que las alteraciones en el sistema dopaminérgico,
particularmente afectado en el TDAH, se relacionan estrechamente no sólo con
alteraciones motoras y cognitivas, sino también con dificultades en distintos
procesos emocionales y motivacionales. Además, el importante papel de la
dopamina en el procesamiento emocional se pone de manifiesto gracias a
distintos estudios hemodinámicos
En este
sentido podríamos hipotetizar que, al menos parcialmente, las alteraciones en
el procesamiento emocional en el TDAH se deben a una disfunción en el sistema dopaminérgico.
Hasta el
momento sólo se dispone de datos conductuales que indican que tanto los niños
como los adultos con TDAH muestran importantes dificultades para modular sus
emociones, especialmente cuando éstas son negativas.
Asimismo, se subraya
la necesidad de evaluar la competencia emocional de los niños y adultos con
TDAH en la práctica clínica y de entrenar estas habilidades con el objetivo de
reducir las dificultades de identificación de las emociones de los demás y de
aumentar el control emocional de las personas con TDAH
FUENTE:
¿Cómo
me siento? UNICEF. Cuaderno de trabajo para el niño
Este
cuadernillo de trabajo contiene una serie de actividades para realizar con
niños y niñas, con el fin de incentivarlos a expresar sus sentimientos y emociones.
FUENTE:
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