Es normal que
los jóvenes quieran asegurar su sentimiento de independencia. Pero si tu
hijo o hija adolescente está teniendo una experiencia frustrante con los
estudios y la tarea escolar a causa de sus dificultades de aprendizaje y de
atención, podría rechazar tu ayuda.
Por qué los adolescentes no quieren
que les ayudemos
Cuando los adolescentes entran a la etapa secundaria, la mayoría de ellos quieren ejercitar su
independencia y autonomía. Sin embargo, aquellos estudiantes que tienen
dificultades de aprendizaje y de atención pueden sentirse atrapados por sus
propias limitaciones, y se debaten en el dilema de querer ser más
independientes al tiempo que se dan cuenta de que todavía necesitan apoyarse en
otros.
Ante la
incapacidad de poder responder adecuadamente a la demanda escolar, tu hijo/a
podría optar por no realizar las tareas ni estudiar ninguna asignatura,
dejándose hundir en el fracaso escolar, pero tampoco será capaz de pedir ayuda
para cumplir con sus obligaciones escolares, porque el hecho de rechazar toda
ayuda les confiere un cierto sentimiento de control, de autonomía y de ganar
poder sobre la situación. La siguiente reacción que se puede esperar a continuación
será la de enojarse con sus padres, para poder separarse de las personas de las
que más depende.
Esto nos indica que quizás, como padres/madres, no vamos a ser las personas más adecuadas para ayudarles en esos momentos.
¿Qué podemos hacer cuando nuestros hijos/as
no quieren que les ayudemos?
Si tu hijo/a adolescente
parece no estar motivado para pedir ayuda, recuerda que sí que va a tener
suficiente motivación para resistirse a aceptar nuestra colaboración, y cuanta mayor
cantidad de energía pongamos para discutir con nuestro hijo o hija, mayor va a
ser la resistencia por su parte.
Así que el mejor consejo en esta situación es
concentrarnos en no discutir.
No obstante, debemos
dejarles claro que pedir ayuda no es un signo de debilidad, sino un signo de
madurez.
Ante su
negativa a aceptar nuestra ayuda, comencemos retrocediendo un poco, y tratemos
de escuchar lo que nuestro hijo/a piensa. Preguntémosle cómo podemos ayudarle.
Quizás, sus planes e ideas podrían ser buenos y darnos pistas sobre cómo podemos colaborar.
Por nuestra
parte, también podemos probar estrategias para alentarle a que se ponga en
acción. En algunas ocasiones, funciona hacer un contrato escrito, en el que se
detallen los objetivos y las responsabilidades a las que tu hijo/a se
compromete durante el trimestre, estableciendo con claridad los beneficios al
conseguirlo y las consecuencias de no cumplirlo. Si no consigue los objetivos,
deja que experimente las consecuencias naturales por no aceptar la ayuda. Esto
le permitirá a tu hijo/a, experimentar la independencia que tanto
quiere y, también sus consecuencias. Si no consigue los objetivos a los que se ha comprometido, nuestra misión entonces será motivarles a trabajar
para lograr un resultado diferente.
Si tu hijo o
hija quiere que las cosas vayan bien en la escuela, pero todavía se resiste
a pedir ayuda, podemos trabajar para ayudarle a construir sus habilidades de
autodefensa: ¿Por qué quiero trabajar sólo? Las respuestas a esta pregunta reforzarán los objetivos
finales por los que aboga.
Si tu hijo o
su hija rechaza nuestra ayuda directa, debemos ofrecerles opciones para buscar
otras opciones, basándonos en la manera en la que ellos/as prefieren aprender.
Quizás elija trabajar por su cuenta, utilizando un programa de apoyo en el
ordenador, aunque probablemente, la solución requiera solicitar la ayuda de otras personas.
Conseguir ayuda...
Cuando
nuestro hijo/a no quiere que le ayudemos, otros jóvenes mayores que nuestro hijo/a,
podrían ser un buen recurso. El adolescente tiene más probabilidad de escuchar
las sugerencias de alguien más cercano a su edad. La escuela de tu hijo/a podría
sugerirnos algún estudiante para este fin.
Otra opción,
es encontrar un/a terapeuta
educacional que, además de la asignatura
en sí, le enseñe a organizar y planificar sus estudios (ya que estas son dificultades
muy relevantes en los estudiantes con TDAH), y otros recursos y estrategias para sus posibles dificultades de aprendizaje y de atención.
Actualmente,
muchos profesores y terapeutas educacionales, tienen
entrenamiento especializado para ayudar a estos adolescentes, con mucha más
facilidad y con mejores resultados que los propios padres y madres.
Es duro
observar que nuestro hijo/a adolescente se resiste a recibir nuestra ayuda
cuando sabemos que la necesita, pero no siempre es factible proporcionar la
solución más evidente. Además, realizar
las tareas escolares y afrontar el estudio de nuestros hijos cada día, más aún
sin su cooperación, tiene como consecuencia el deterioro paulatino y significativo de la relación padres-hijos.
Ante esta realidad, debemos estimular la confianza de nuestro hijo en sí mismo, demostrándole que respetamos sus decisiones, al tiempo que les enseñamos a buscar otras posibles soluciones para poder afrontar sus retos.
Ante esta realidad, debemos estimular la confianza de nuestro hijo en sí mismo, demostrándole que respetamos sus decisiones, al tiempo que les enseñamos a buscar otras posibles soluciones para poder afrontar sus retos.
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