Isabel
Orjales, doctora en Pedagogía y profesora del Departamento de Psicología
Evolutiva y de la Educación en la UNED
"Al
trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) no pueden
enfrentarse padres o educadores solos".
"La
intervención educativa debe hacerse con el niño de riesgo, sin esperar a que se
confirme el diagnóstico".
"Los
padres representan la gasolina y el apoyo técnico que un motor, como el niño
con TDAH, necesita".
"Hay
niños que prefieren refugiarse en el papel de "vagos" que seguir
intentándolo y fracasar".
"Lo
primero que debe hacer el tutor es ajustar la exigencia a las posibilidades de
respuesta del niño".
"En nuestras manos está que uno de los trastornos más simples de la psicopatología infantil se convierta en un grave trastorno que afecte de forma dramática a la persona".
"Un niño con TDAH diagnosticado de forma temprana, bien tratado y con colaboración de la familia y la escuela, puede tener un buen rendimiento académico y convertirse en un adulto bien adaptado y experimentar el éxito profesional".
Por MARTA
VÁZQUEZ-REINA 25 de febrero de 2009
"Son
niños más inmaduros, despistados, olvidadizos, caóticos y desorganizados. Unos
son hiperactivos, otros desesperadamente lentos. También son niños entusiastas,
cariñosos, familiares, divertidos, espontáneos, transparentes, sin malicia y
muy nobles. Son niños por los que merece la pena luchar".
Ésta es la
descripción que Isabel Orjales, doctora en Pedagogía, atribuye a los niños que
padecen déficit de atención con hiperactividad. Más conocido como TDAH, este
trastorno afecta entre un 3% y un 6% de los niños en edad escolar de nuestro
país, aproximadamente un niño por aula.
Isabel Orjales,
profesora del Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación en la
Facultad de Psicología de la UNED, es autora y colaboradora de numerosas obras
relacionadas con el TDAH y sus consecuencias en el rendimiento académico de
quienes lo sufren, hecho que le sitúa en una excelente posición para ofrecer
una detallada fotografía de cómo se vive este trastorno en el ámbito educativo.
Su conclusión es clara: "si no reciben la ayuda apropiada, el riesgo de
que estos niños no terminen la Educación Secundaria es muy alto".
En los
últimos años se habla del trastorno por déficit de atención con hiperactividad
(TDAH) en los niños con mucha más frecuencia que antes, ¿responde esto a un aumento
en la tasa de afectados?
Hay que tener
en cuenta que hace 20 años el TDAH era un trastorno prácticamente desconocido
en nuestro país y los niños afectados no se diagnosticaban como se hace ahora,
por lo que puede existir una falsa impresión de que los niños se han vuelto
"hiperactivos" de pronto, cuando lo que realmente ha aumentado es el
número de profesionales formados en la detección y el posterior diagnóstico de
niños que antes crecían con el calificativo de torpes, tontos, vagos,
maleducados o problemáticos; niños que no recibían ayuda y familias que sufrían
con ellos. Aun así, todavía en España son pocos los niños que han tenido la
suerte de dar un equipo de profesionales bien formados que haya podido valorar
si padece este trastorno.
¿A partir de
qué edad se puede hacer un diagnóstico de TDAH en un niño?
Muchos niños
de 3 y 4 años de edad pueden mostrar síntomas de hiperactividad e impulsividad
con una intensidad superior a la de los niños de su misma edad (los síntomas de
desatención son más evidentes a partir de los 6 años). Pero ese no es criterio
suficiente para diagnosticar TDAH, dado que hay otros muchos motivos por los
que un niño puede mostrar, puntualmente, estos síntomas. A estas edades se debe
hacer una evaluación del niño y proponer programas de intervención para los
padres. El diagnóstico a los 2-3 años es, en la mayoría de los casos, el de
"niño de riesgo de TDAH".
¿Se debe
intervenir desde el punto de vista educativo en esa situación de riesgo?
Por supuesto,
la intervención educativa debe hacerse con el niño de riesgo, sin esperar a que
se confirme el diagnóstico. Los padres que tienen claro que su hijo es más
movido, disperso, inmaduro y difícil de educar que los niños de su edad deben
recibir ayuda inmediata de un profesional de la psicología o la educación que
les entrene en control de conducta y que realice el seguimiento preciso hasta
recabar la información necesaria para determinar si se trata de un niño con
TDAH, un niño con otro trastorno o con ambos. El diagnóstico es un proceso
complejo que debe realizarse por un equipo de profesionales de distintos
ámbitos como la medicina, la psicología y la educación.
¿Cuáles son
los principales signos a los que deben prestar atención los educadores y los
padres para detectarlo?
En menores de
6 años, los padres y educadores deben estar alerta ante niños o niñas que se
muestran habitualmente y de forma clara inteligentes pero más inmaduros,
movidos, impulsivos, atolondrados, menos conscientes del peligro, con más
problemas de autocontrol que los niños de su mismo sexo y edad. Pero también
tienen que estar alerta ante aquellos otros niños y niñas, también inteligentes
e inmaduros, pero que parecen más bien hipoactivos, lentos para comer,
vestirse, responder, dispersos y con dificultades para prestar atención como
los demás, siendo inteligentes, para aprender a su ritmo. Ninguno de estos
síntomas constituye, por sí solo, un diagnóstico de TDAH, pero alerta de que el
niño y su familia deben recibir orientación educativa y un seguimiento más
cercano para valorar su evolución y poder llegar a un diagnóstico certero.
Por otra
parte, en los niños mayores se debe observar si tienen problemas de rendimiento
escolar, si su rendimiento es inferior al esperado dada su capacidad o de
acuerdo al tiempo que dedican. Asimismo, hay que valorar si el niño es más
impulsivo, desorganizado, olvidadizo y despistado que otros niños de su misma
edad.
¿Qué pasos
recomendaría dar a las familias que detectan estos síntomas? ¿dónde deben
acudir en primer lugar?
Los padres
que, tras informarse de forma adecuada, consideran que su hijo podría tener
rasgos que se acercan a los de los niños con TDAH deben acudir a un profesional
bien formado en TDAH que pueda hacer una valoración de esos síntomas. Asimismo,
las asociaciones de padres de niños con TDAH pueden consultar todas las dudas
en la web de la Federación Española de Ayuda al Déficit de Atención e
Hiperactividad, donde puede encontrar información y apoyo. Es importante que
los padres conozcan que el TDAH no es un trastorno que se solucione en un año,
sino que tienen por delante una carrera de fondo. Por ello, no pueden fundir
todo su tiempo, energía, motivación y recursos económicos en los dos primeros
años y, agotados, tirar la toalla, después. Deben tomarse las cosas con
serenidad y velar por su salud física y mental, cuidarse mucho como personas y
como pareja. Tan importante es el tratamiento del niño como que los padres
tomen conciencia de la necesidad de velar por ellos mismos. Los padres
representan la gasolina y el apoyo técnico que un motor, como el niño con TDAH,
necesita.
¿Qué
dificultades de aprendizaje suele presentar un niño con TDAH?
No reflejar
en los exámenes lo que se sabe por responder de forma incompleta y con
expresión desorganizada, no tener en cuenta datos de los enunciados
matemáticos, cometer errores de cálculo, olvidar lo aprendido, ser desordenados
en la presentación de los trabajos, olvidar llevar material o entregar tareas
que han realizado, estudiar de forma superficial y estar convencidos de saberse
la materia o tener problemas para distinguir la información relevante de la
complementaria durante el estudio. Pero también se dan muchos casos de niños
con TDAH que tienen, además, otros diagnósticos asociados, como trastornos de
la lectura, escritura o cálculo, disgrafía o dificultades perceptivo-motoras
importantes.
Una vez
tratado el TDAH, ¿se pueden obtener buenos resultados en clase?
El
rendimiento no depende únicamente del tratamiento recibido por el niño
(medicación de apoyo junto con tratamiento cognitivo-comportamental), también
depende de la exigencia del curso académico en el que se encuentre, del apoyo
que recibe y de la confianza del niño en sus propias posibilidades. Por lo
tanto, un niño con TDAH diagnosticado de forma temprana, bien tratado y con
colaboración de la familia y la escuela, puede tener un buen rendimiento
académico y convertirse en un adulto bien adaptado y experimentar el éxito
profesional.
Y en el caso
contrario, ¿qué puede ocurrir si no se trata?
Si no recibe
la ayuda apropiada, el niño con TDAH que inicialmente es entusiasta, positivo y
que disfruta aprendiendo puede desesperarse al no ver nunca el fruto de su esfuerzo
y coleccionar experiencias de fracaso y sentirse incomprendido por sus
compañeros y profesores. Estos niños acaban desarrollando muy poca tolerancia
al esfuerzo y al fracaso, prefieren refugiarse en el papel de "vagos"
que seguir intentándolo, fracasar y sentirse tontos. La mayoría de estos niños
tienen baja autoestima, irritabilidad e incluso síntomas de depresión que
permanecen ocultos tras una máscara de apatía, dejadez, e incluso, conducta
oposicionista y desafiante. El riesgo de que estos niños no terminen Educación
Secundaria, desarrollen cuadros severos de problemas de conducta o inicien conductas
conflictivas es muy alto.
¿Cuál es la
actitud del profesor ante el TDAH?
En el ámbito
docente hace falta todavía mucha información y formación sobre este trastorno.
El niño con TDAH desconcierta, porque parece listo pero muestra reacciones tan
inmaduras que al profesor le resulta difícil creer que no se trate de descaro,
holgazanería o falta de límites educativos. Para los profesores de niños de más
de 12 años que sufren TDAH, es muy difícil. A esta edad el niño, frustrado y
desmotivado, comienza a tirar la toalla y no quiere enfrentarse a aquello que
sistemáticamente le lleva al fracaso. Los profesores los identifican como niños
que no quieren trabajar, y es totalmente cierto, pero muchos de ellos creen que
este es un rasgo de personalidad que hay que combatir con exigencia, olvidando
que es una actitud aprendida y secundaria debida a dificultades específicas de
base biológica y a una importante historia de fracaso personal.
¿Cómo
reacciona el docente?
Ante este
panorama cada vez encontramos más profesores sensibilizados que se han formado
en el TDAH, que colaboran con la familia y piden recursos a la escuela. Pero
todavía hay muchos docentes convencidos de que sólo se trata de un intento de
los padres de justificar el mal funcionamiento de un chico que es un vago y
maleducado. Piensan que lo mejor que pueden hacer por estos chicos es exigirles
con firmeza y no pasarles ni una. Se trata, la mayoría de las veces, de buenos
profesionales, muy capaces, por ejemplo, de sacar adelante a un chico con una
discapacidad intelectual, pero que enfocan mal el problema del niño con TDAH
porque no consideran que sea diferente de los otros chicos y le exigen de igual
manera.
¿Cuáles son
las principales estrategias educativas que puede adoptar un docente con un
alumno diagnosticado de TDAH?
Lo primero
que debe hacer el tutor es ajustar la exigencia a las posibilidades de
respuesta del niño y exigirle cada vez un poco más. Al principio puede utilizar
algunas estrategias como fragmentar la tarea que debe hacer ("haz dos de
los seis ejercicios y me lo enseñas". ¡Genial, ahora dos más!"),
permitirle levantarse más frecuentemente para hacer recados o repartir
material, supervisar si subraya el libro o anota los deberes, darle más
oportunidades ante los olvidos, más tiempo para terminar los exámenes,
obligarle a repasarlos antes de entregarlos o, incluso, examinarle de forma
oral mientras en casa practica cómo se hacen los exámenes de desarrollo.
¿Cómo debe
ser el entendimiento entre las dos partes: educadores y padres?
Al TDAH no
pueden enfrentarse los padres solos o los educadores solos. Es necesario un
entendimiento común, arrimar el hombro conjuntamente y coordinarse en el
esfuerzo. Ambas partes deben desterrar los tópicos: los profesores, aquél que
sitúa el problema en la mala educación de los padres; y los padres, aquél que
convierte al profesor en la fuente de la mala fe y cuyo cambio de actitud sería
la solución de todos los problemas de su hijo. Ninguna de estas posturas ayuda
al niño con TDAH. Los padres deben centrarse en solucionar los problemas en
casa y los profesores en mejorar la situación del niño en el colegio, no pasar
el problema a los padres como si estos debieran tener la respuesta de los problemas
de su hijo en el aula.
Usted como
docente, ¿qué recomendaría a los profesores?
Los
profesores somos profesionales y, como tales, debemos formarnos para hacer
frente a los problemas del aula. Debemos creer en los niños, ayudarles a
aprender, a mantener las conductas positivas y a reducir las negativas, a crecer
y a sentirse bien consigo mismos. Cuando hablamos con los padres debemos,
primero, hacerles sentir que nos gusta su hijo y que le conocemos bien;
mostrarles todas las medidas que hemos tomado para ayudarle; comunicarles los
cambios positivos y exponerles nuestra preocupación por los aspectos que no
hemos podido cambiar para, sólo después de todo ello, pedirles que acudan a un
profesional si necesitamos nueva orientación y ayuda.
Y a los
padres, ¿cómo pueden colaborar desde casa?
En primer
lugar, los padres deben tener información sobre qué es el TDAH y, puesto que no
hay dos niños iguales, en qué medida y forma afecta a su hijo en concreto. Los
padres deben aceptar que la evolución de su hijo con TDAH exige más ayuda,
ánimo, constancia, refuerzo y apoyo que la de sus otros hijos. No pueden educar
en la distancia, deberán estar muy presentes en su educación, estar abiertos a
la colaboración con los especialistas y ser constantes en su dedicación y
apoyo. Estos padres deben, además, formarse como educadores, puesto que para
ellos no vale improvisar, ni tener las habilidades educativas de un "padre
medio". Necesitan un punto de "profesionalización", por ejemplo,
en manejo de la conducta.
Las causas
del TDAH
Según Isabel
Orjales, la etiología del TDAH es muy variada, "se podría decir que
cualquier cosa que pueda afectar sutilmente a la bioquímica del lóbulo frontal
del cerebro puede dar lugar a que el niño manifieste TDAH". De este modo,
puede ser más frecuente que este trastorno aparezca en "niños prematuros,
bebés con partos difíciles o niños con problemas crónicos de corazón, entre
otros". Sin embargo, Orjales recalca asimismo que la mayoría de los casos
de TDAH "tienen un origen genético, lo que explica que sea más frecuente
entre hermanos o miembros de una misma familia".
Respecto a si
hay alguna causa de tipo emocional o educativa en la aparición del TDAH, Isabel
Orjales es contundente: "Está claro que el TDAH no se produce por un
problema emocional ni por la mala educación recibida, aunque, sin duda, todo
ello contribuye a su empeoramiento. Hay que considerar que los niños con TDAH
son más difíciles de educar y muchos padres no saben cómo hacerlo y cometen
errores, a veces importantes, pero éste no es el origen de su problema, es más
bien una consecuencia". "En nuestras manos está que uno de los
trastornos más simples de la psicopatología infantil se convierta en un grave
trastorno que afecte de forma dramática a la persona", concluye Orjales.
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