ESTRATEGIAS
Recordar que la impulsividad como
rasgo de temperamento puede deberse, en parte, a predisposiciones genéticas, pero
la propia experiencia vital del niño y las condiciones de su entorno determinarán
la intensidad, frecuencia y forma en la que finalmente se expresa. Un ambiente
familiar tranquilo y colaborador es el mejor aliado para corregir
conductas.
Ante las
manifestaciones impulsivas (rabietas, gritos, lloros, etc.) de los más pequeños (hasta 5 ó 6 años), deberemos aplicar
la retirada de atención física y afectiva y, si procede (según intensidad o características del episodio),
aplicar algún correctivo. No basta con saber establecer límites o castigar, sino que, además, tendremos que completar el trabajo con ejercicios de vinculación afectiva, como
leerles cuentos, efectuar ejercicios de relajación por la noche antes de
dormir, etc. En estos momentos es cuando podemos razonar con ellos y analizar lo
que ha pasado, de manera acorde a la edad y capacidad del niño. A los más
pequeños les costará entender los razonamientos basados en la lógica o moral
adulta, por tanto, habrá que evitar excesivas explicaciones.
Es importante, también, que empecemos a trabajar con
ellos las sensaciones internas que preceden a las manifestaciones impulsivas.
Si el niño va tomando conciencia de ello, podrá más fácilmente técnicas de autocontrol en el futuro. Dicho de otra forma: si el niño logra detectar
su estado de activación fisiológica previa al episodio disruptivo, podrá poner
en marcha alguna de las estrategias incompatibles con el estallido impulsivo y,
por tanto, evitar su manifestación. A continuación, veremos algunas formas de hacerlo.
EL VOLCÁN
Muchos niños identifican la sensación que viven, justo antes de “explotar”, como una especie de calor interior intenso e incontrolable, acompañado de fuertes emociones que no pueden reprimir y que preceden. Irremediablemente. al episodio disruptivo.
Una buena estrategia para que el niño empiece a tomar
conciencia del problema y pueda comenzar a controlarlo, consiste en hacerle
visualizar todo el proceso en forma de imágenes. Podemos ayudar al niño a imaginarse
que en su interior hay un volcán que representa toda su fuerza y energía, pero
que a veces, se descontrola y se produce la erupción. Cuando empieza a
enfadarse, el volcán (que estaría situado de forma imaginaria en la zona del
estómago) se calienta y empieza a producir lava ardiente hasta el punto que, si
no lo controlamos, estalla.
De lo que se trata es de ayudar al niño a que identifique las propias sensaciones internas previas al estallido y, así, poder controlarlo.
Una vez que el niño se ha ido familiarizando con estas sensaciones podemos motivarle a que ponga en marcha recursos para parar el proceso.
Debemos, pues, encontrar también cuáles son las estrategias que funcionan mejor con cada niño a la hora de hacer frente a la impulsividad y de autocontrolarse. Hay estrategias muy simples que consisten en enseñarle a que, cuando note la activación, intente respirar varias veces profundamente, al tiempo que se da interiormente autoinstrucciones (Para, Stop, Tranquilizate, Controlate, etc.). Esta técnica suele ser muy eficaz si, además, hemos trabajado con el niño alguna técnica de relajación.
De lo que se trata es de ayudar al niño a que identifique las propias sensaciones internas previas al estallido y, así, poder controlarlo.
Una vez que el niño se ha ido familiarizando con estas sensaciones podemos motivarle a que ponga en marcha recursos para parar el proceso.
Debemos, pues, encontrar también cuáles son las estrategias que funcionan mejor con cada niño a la hora de hacer frente a la impulsividad y de autocontrolarse. Hay estrategias muy simples que consisten en enseñarle a que, cuando note la activación, intente respirar varias veces profundamente, al tiempo que se da interiormente autoinstrucciones (Para, Stop, Tranquilizate, Controlate, etc.). Esta técnica suele ser muy eficaz si, además, hemos trabajado con el niño alguna técnica de relajación.
Es probable que a los niños muy impulsivos les cueste
cierto tiempo y práctica desarrollar estos hábitos. En estos casos, podemos
darles también la instrucción de que cuando se noten muy activados intenten
separarse físicamente de la situación como método para tratar de evitar el
episodio (apartarse de un niño que le insulta, irse a su habitación cuando
están enfadados, etc.). Todo ello debe llevarse a cabo bajo supervisión del
adulto y teniendo en cuenta la edad del niño. Los niños más pequeños (menos de
5 años) tendrán más dificultades para trabajar con autoinstrucciones.
Uno de los problemas recurrentes que nos encontramos
cuando trabajamos con niños impulsivos y/o hiperactivos es que no son
conscientes de su estado de activación y eso les conduce irremediablemente al
conflicto. Esto es especialmente problemático en la escuela o con los amigos.
Una estrategia que suele funcionar es la técnica del semáforo. La estrategia es simple: se trata de avisar al niño (proporcionarle feedback) cuando está empezando a activarse.
Una estrategia que suele funcionar es la técnica del semáforo. La estrategia es simple: se trata de avisar al niño (proporcionarle feedback) cuando está empezando a activarse.
Asociar los colores del semáforo con las
emociones y la conducta:
- ROJO = PARAR. Cuando no podemos controlar una emoción (sentimos mucha rabia, queremos agredir a alguien, nos ponemos muy nerviosos…) tenemos que pararnos como hace un coche cuando se encuentra con la luz roja del semáforo.
- AMARILLO = PENSAR. Después de detenernos, es el momento de pensar, de ser conscientes de cuál es el problema que se nos está planteando y de cómo nos sentimos.
- VERDE = SOLUCIONAR. Si nos damos un tiempo para pensar, pueden surgir alternativas o soluciones al conflicto o problema. Es la hora de elegir la mejor solución.
Para asociar las luces del semáforo con
las emociones y la conducta se puede realizar un mural con un semáforo y los
siguientes pasos:
Luz Roja:
1- ALTO, tranquilízate y piensa antes de
actuar
Luz Amarilla:
2- PIENSA soluciones o alternativas y
sus consecuencias
Luz Verde:
3- ADELANTE, pon en práctica la mejor
solución
Esta técnica es muy efectiva cuando se trata de niños
con necesidades educativas especiales.
En la escuela, con niños/as más mayores, puede ser más
adecuado utilizar como señal de aviso (en lugar del color amarillo) algún
movimiento concreto del maestro/a. Este método es más discreto y tiene la
ventaja que suele pasar desapercibido por el resto del grupo. Por
ejemplo: “Cuando veas que te miro y doy dos golpecitos con mi bolígrafo
o cuando me toque la nariz...", etc.”
Lo importante aquí es trabajar en la identificación de
las sensaciones previas a las conductas impulsivas y fomentar en el niño su
reconocimiento como paso previo a la incorporación de recursos de autocontrol.
Si el niño ha trabajado paralelamente alguna técnica de relajación o estrategia
alternativa de afrontamiento, podrá intentar ponerla en marcha cuando note la
activación o se le avise de ella. Por ejemplo, podemos (según edad y
características del niño) enseñarle a que cuando se note activado procure
respirar profundamente, al tiempo que se da autoinstrucciones: “tranquilo”,
“cálmate”, etc.
En casos de niños especialmente conflictivos podemos
darles instrucciones para que se separen físicamente de la situación o vayan
fuera a un espacio abierto. Es necesario adaptar estas pautas a las
circunstancias del niño y, en su caso, a la de los centros escolares.
La técnica del semáforo es muy adecuada también para utilizarla en dinámicas
grupales en las que todos los niños reciben las instrucciones, consiguiendo así
una cierta autorregulación del grupo en casos en los que haya riesgo de
conflicto.
Se pueden colocar semáforos en
diferentes lugares del colegio/hogar como estímulos discriminativos; de esa
manera se harán conscientes de que deberán pararse, pensar y solucionar
pacíficamente sus conflictos, o mejorar su estado emocional.
La impulsividad puede interpretarse como un estado de
activación, que nos prepara, a nivel orgánico, para una respuesta inmediata,
ante una situación que no toleramos o interpretamos como hostil a nuestros
intereses o hacia nosotros mismos.
No obstante, esta pronta activación, puede ser
especialmente útil si se canaliza en forma de actividades reguladas.
Podemos comenzar pidiendo a los niños
que hagan una lista de comportamientos alternativos para calmarse en una situación
conflictiva. Lo normal es que surjan diferentes posibilidades: distanciarse
físicamente de la situación (alejarse del lugar, no volver hasta estar
tranquilo), distanciarse psicológicamente (respirar profundamente, hacer un
rápido ejercicio de relajación, pensar en otra cosa), realizar alguna actividad
distractora (contar hasta 10, pasear, hablar con un compañero) etc.
Una vez que los niños se dan cuenta de que
existen muchas maneras de pararse y calmarse, es el momento de ver cuáles son
las mejores para cada uno.
Como padres o educadores, podemos ayudar
en esta fase proponiendo alternativas educativas que no se hayan planteado, por
ejemplo, respuestas incompatibles a “llegar a las manos”, como: cruzar los brazos,
alejarse rápidamente del lugar, meter las manos en los bolsillos, etc.)
HACER PRÁCTICAS DE AUTOCONTROL A TRAVÉS
DEL ROLE-PLAYING:
El profesor y los compañeros o los padres servirán de
modelo de conductas de autocontrol y el niño tendrá ocasión de verse en una
situación en la que tiene que poner en práctica lo aprendido.
PRACTICAR
DEPORTE
Los niños impulsivos pueden aprender a canalizar esta
activación para potenciar sus destrezas en cualquier actividad deportiva. Las
artes marciales que combinan concentración y despliegue de fuerza inmediata
pueden ser especialmente útiles para aprender a controlar la impulsividad
(salvo en el caso de niños que, además, presenten un componente antisocial o de
agresividad con las personas).
Entre nuestros deportistas de élite se encuentran numerosos jóvenes diagnosticados de TDAH en la infancia.
Entre nuestros deportistas de élite se encuentran numerosos jóvenes diagnosticados de TDAH en la infancia.
En definitiva, cualquier práctica deportiva es especialmente útil en estos
niños y nos ayudará a regular su comportamiento.
LA
RELAJACIÓN
Uno de los mejores aliados en nuestra lucha por ayudar
a los niños impulsivos lo constituyen, sin duda, los diferentes métodos de
relajación. Podemos utilizar técnicas adaptadas a las diferentes edades y
necesidades.
Las emociones intensas, especialmente las negativas
(ira, agresividad, estrés, etc.) cursan con un alto nivel de actividad
fisiológica. Por el contrario, los estados de tranquilidad, caso de la
relajación, el nivel de activación fisiológica se supone mínimo, siendo la
activación del sistema nervioso parasimpático su principal mecanismo de acción.
Técnicas de
relación Jacobson:
Jacobson descubrió que, tensando y relajando
sistemáticamente varios grupos de músculos y aprendiendo a atender y a discriminar
las sensaciones resultantes de la tensión y de la relajación, se pueden eliminar,
casi completamente, las contracciones musculares y experimentar una sensación
de relajación profunda.
Lo que se pretende es obtener la relajación local de
cualquier grupo muscular en dos momentos:
Tensar, provocando expresamente la tensión, activando
y contrayendo las fibras musculares.
Relajar, desactivando al máximo esa posible tensión
provocada, produciéndose la relajación.
Esta relajación debe ser un proceso progresivo de
activación y desactivación de todos los músculos del cuerpo, siguiendo un
orden:
- Cara (ojos, boca, frente), cuello y nuca.
- Brazos (hombros, brazos, antebrazos, muñecas y dedos).
- Piernas (pies, tobillos, gemelos, muslos y nalgas).
- Tronco (espalda, estómago y tórax).
Ejemplo:
Cara: cerramos fuerte los ojos y contamos hasta 8,
después, relajamos. Después, apretamos la boca, contamos hasta 8 y relajamos. A
continuación, fruncimos la frente, contamos hasta 8 y relajamos. Y así, con el
resto de las partes del cuerpo.
El niño impulsivo no sólo presentará problemas en su
conducta sino que su perfil de funcionamiento le acarreará dificultades en
aquellas tareas que requieren de atención sostenida (lectura) o coordinación
visomotriz fina (escritura).
Por tanto, resulta de suma importancia trabajar, también desde casa, con
ejercicios para mejorar estos aspectos. Recomendamos ejercicios de
papel y lápiz (según la edad), como el pintado de mandalas, los laberintos,
ejercicios de discriminación de las diferencias, etc. En el siguiente enlace encontraremos numerosos recursos para trabajar la atención y la
impulsividad:
También, podemos trabajar con diferentes juegos en el ordenador, siempre y
cuando la actividad priorice la atención sostenida y la organización del material
presentado visualmente bajo algún criterio antes de efectuar la respuesta. Es
decir, no nos interesan los juegos demasiado movidos o que priorizan los
reflejos visuales más que los racionales. El niño primero debe pensar y
organizar antes de ejecutar la respuesta (demora de la respuesta = control de
la impulsividad).
Otro recurso que nos puede ayudar son los juegos de mesa. Se recomiendan
especialmente el juego de Damas y el Ajedrez. En ambos, es necesario pensar
antes de responder (lo contrario a la impulsividad). Además, los niños, deben
situarse en unas coordenadas espaciales para mover las fichas, lo que incrementa
su capacidad visomotriz.
Finalmente, señalar un último recurso que podemos
aplicar en casa para ayudar a los niños que tienen dificultades con la grafía o la escritura. Frecuentemente,
el niño impulsivo, presenta dificultades para escribir correctamente y suele
agrandar la escritura o deformarla significativamente, con escaso control sobre
las coordenadas espaciales. En estos casos, podemos trabajar con el niño
utilizando los mandalas, laberintos
u otros pero teniendo especial cuidado en que primero aprenda a relajar el
brazo y la mano. El niño impulsivo cuando coge el lápiz lo hace de forma rígida
y suele tensar todo el brazo. Deberemos darle instrucciones para que, antes de
empezar a dibujar o escribir, el brazo deje de estar tenso. Para ayudarle
podemos, por ejemplo, decirle que deje el brazo completamente muerto (podemos
alzárselo con nuestra mano e indicarle que cuando soltemos, el brazo debe caer
a plomo. Si es así, el brazo está relajado). Una vez relajado podemos situar
nuestra mano encima de la suya y ser nosotros los que vayamos escribiendo
(dibujando o coloreando) al tiempo que el niño procura seguir teniendo el brazo
relajado. Una vez más, lo importante es que el niño vaya discriminando entre
tensión y distensión (activación versus relajación).
FUENTES:
https://docs.google.com
ME PARECE EXCELENTE IDEA PARA TRATARLO CON MI HIJO . GRACIAS.
ResponderEliminarMuchas gracias a ti, por visitar mi blog!!
ResponderEliminarUn abrazo Flor!!
Hola soy una mama con un hijo de 10 años con TDAH, su rasgo.principal la impulsividad., y querría saber si es posible adaptar el semáforo a la casa. Gracias
ResponderEliminarClaro!! Estas técnicas pueden adaptarse a todos los ámbitos y son muy efectivas.
ResponderEliminarUn abrazo
hola gloria, tengo un hijo de 10 años con tdah diagnosticado y con tics asociados,lo lleva el psicologo,la pasiquiatra......lo tengo con tratamiento,pero no funciona,cuando lleva unas semanas con lo mismo ya no le funciona y le dan reacciones adversas,estoy un poco cansada de que sea un conejito de indias y me gustaria muchisimo que me asesoraras por favor,me gustaria poder ponerme en contacto contigo de una forma mas personal,¿como lo puedo hacer?muchisimas gracias.
ResponderEliminarPuedes escribirme al correo electrónico que aparece en mi perfil y hablamos a partir de ahí.
ResponderEliminarUn saludo
Muy interesante, muchas gracias!
ResponderEliminarMuchas gracias a ti, por visitar mi blog!!
ResponderEliminarHola, forman estas actividades parte del programa de autocontrol de Vallett?
ResponderEliminarHola María
ResponderEliminarNo sé si te refieres a Valett, Robert E., autor de "Niños hiperactivos. Guía para la familia y la escuela".
Estas son técnicas de modificación de conducta, bien para aumentar un comportamiento deseable, bien para extinguir una conducta inadecuada. Estas técnicas junto a las de la terapia cognitiva son las más efectivas en el abordaje para el TDAH.
Un saludo
tengo una niña de 5 años,la cual esta medicada por el siquiatra con rubifen,risperdal y melamil,para tratar los síntomas de impulsividad,hiperactividad,agresividad e imsomio,pero hasta los 6 años no la ve el neurólogo que será el que realmente dignostique el tdha,tien muchos problemas con sus compañeros y aunque esta escluida de los programas de la comunidad de madris para trabajar con ella,la profesora esta intentando trabajar el semáforo de emociones,pero la es imposible a anticiparse al impulso de la niña y no esta funcionando,se que necesita terapias pero tristemente no las podemos costear,intentamos que haga mucho deporte y imnoramos las conductas negativas y reforamos las positivas pero sin la medicación la verdad esque la niña no se autocontrola.tenemos otro niño mayor de 8 años el cual no soporta la situación y no sabemos que trabajar en casa para que no nos volvamos locos
ResponderEliminarCada comunidad autónoma dispone de recursos y ayudas diferentes. Desconozco las ayudas disponibles en la Comunidad de Madrid, pero algunos ayuntamientos tienen servicios que podrían ayudarte. Busca en internet los Centros de Servicios Sociales Municipales de Madrid. Quizás en el colegio de tu hija puedan ayudarte a buscar y hablar con el trabajador o trabajadora social, para ver qué pueden ofrecerte para ayudar a tu hija y a toda la familia.
ResponderEliminarOtra posibilidad es que el médico que trata a tu hija pueda derivaros a algún hospital que tenga terapias y atención psicológica.
Ánimo!
Un abrazo
Ola soy de Perú tengo mi hijo de 9 años es muy hiperactivo e trabajado con. El semáforo y fichas de control pero aún así es un distraído en las clases no quiere aser tareas solo jugar la tablet y pintar cómo puedo ayudarlo
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