¿Cómo
podemos aplicar en el aula las conclusiones de la neurociencia?
En
los últimos años se ha podido ver de forma emergente la aplicación de recientes
hallazgos en neurociencia aplicada a la educación, esto es debido al uso de
numerosas herramientas que nos permiten observar al cerebro desde dentro, como
por ejemplo la resonancia magnética funcional.
Estas
imágenes nos permiten poder ir descubriendo aquellas prácticas educativas que
activan las regiones cerebrales que son clave para el aprendizaje y justo de
ahí surge la necesidad de promover una reflexión tanto teórica como práctica
que nos permita implementar este matrimonio entre la neurociencia y la
pedagogía.
Se
ha podido observar la importancia de las emociones dentro del aprendizaje, esto
nos lleva a la necesidad de activar las regiones del cerebro emocional, los
conocidos dispositivos básicos para el aprendizaje: motivación, atención y
memoria.
Motivar al alumno es una tarea fundamental de los maestros, los alumnos no sólo deben
poder, sino que también tienen que querer. Pongamos en juegos herramientas para
conocer las motivaciones intrínsecas de nuestros alumnos, para tener las
capacidades de dar respuestas a los para qué que tantas y tantas veces están
presentes en nuestras aulas.
El
cerebro es actividad química y como tal debemos de saber jugar con esas combinaciones,
en fases iniciales del aprendizajes generar que los alumnos quieran, dopamina,
durante el desarrollo del aprendizaje, implicar al alumno como parte activa de
su proceso de construcción del conocimiento, adrenalina, y la clave de la
generación del éxito constante en nuestro alumnado, serotonina, de esta forma
estaremos nutriendo el D.A.S (Sistema neurobiológico de la motivación) y
permitirnos trabajar sobre las variables contextuales de la motivación que tanto
afectan a nuestros alumnos.
Sabemos
que la atención de nuestros alumnos es ilimitada, ¡debemos de captarla!,
conocemos multitud de estrategias que al cerebro le encantan y hacen que este
“enganchado” a la tarea y eso le permite trabajar consumiendo menos recursos.
Algunas de las estrategias son: la contextualización de los contenidos, las
disonancias cognitivas, el juego, el humor, la cooperación, las narrativas, el
reconocimiento… Esta es una de las grandes claves captar la atención de nuestro
alumnado.
Sin
memoria, no hay aprendizaje. Algunas de las conclusiones que se han observado
es la importancia de realizar durante los procesos de aprendizaje, evaluaciones
sistemáticas de lo aprendido y además que sean de carácter formativo y
sumativas. En las fases iniciales del aprendizaje, activar los conocimientos
previos de nuestros alumnos, no son tabulas rasas que llenar de contenidos.
En
períodos del aprendizaje más avanzados, evaluar la comprensión de los
contenidos, hacer visible en nuestros alumnos lo que no saben para que con toda
esta información proceder a migrar a las memorias a largo plazo y por último
evaluar los procesos por encima de los resultados, una evaluación como un
diagnóstico de lo aprendido, potenciar el uso de la metacognición de nuestros
alumnos, qué han aprendido, cómo lo han aprendido, para qué me ha servido y
cómo lo puedo aplicar en otros contextos, en fin, potenciar la competencia de
aprender a aprender de nuestros alumnos. Contextualizar, reflexionar,
recodificar, retroalimentar… son algunas estrategias para trabajar sobre las
memorias significativas.
La
neurociencia también nos ha hecho ver que aprendemos mejor con otros que solos,
el ser humanos es un ser social que ha basado su supervivencia como especie en
la cooperación. A día de hoy sabemos que cuando trabajamos en el aula de forma
cooperativa se activan regiones emocionales de nuestro cerebro determinantes
para el aprendizaje.
Como
seres sociales, mamíferos, desarrollamos muchas de nuestras estrategias a
través del juego: nos permite realizar las cosas por el hecho de hacerlas,
motivación intrínseca, vivimos experiencias placenteras, potenciamos el uso de
las narrativas (atención), potencia la toma de decisiones, la imaginación y
permite a nuestros alumnos ser más competentes en el momento de resolver retos
propios de la tarea.
También
conocemos la importancia de las artes para el desarrollo cerebral del niño,
tanto en el ámbito sensorial como en el motor, emocional y cognitivo. Así, por
ejemplo, en sus primero años y de forma natural, el niño baila, canta o dibuja.
Pero por encima de la incidencia particular que pueda tener sobre el
aprendizaje cualquiera de las diferentes variedades artísticas (música, dibujo,
teatro, etc.), la educación artística resulta necesaria porque nos permite
adquirir toda una serie de hábitos mentales y competencias básicas en los
tiempos actuales -como la creatividad, cooperación, pensamiento crítico,
resolución de problemas o iniciativa- que están en consonancia con la
naturaleza social del ser humano y que son imprescindibles para el aprendizaje
de cualquier contenido curricular.
La
actividad física no solo es buena para preservar una gran variedad de funciones
corporales o para combatir el tan temido estrés que perjudica el aprendizaje
sino que tiene una incidencia positiva sobre el cerebro. Al realizar ejercicio
físico, especialmente aeróbico, se segrega la molécula BDNF que está asociada a
los procesos de plasticidad sináptica, neurogénesis o vascularidad cerebral.
Las
investigaciones en neurociencia están suministrando información relevante sobre
cómo surge el llamado insight (¡eureka!), esa aparición repentina e
inconsciente que nos permite encontrar la solución de un problema o tarea que
no sabíamos resolver y que nos provocaba el tan temido bloqueo mental. En el
momento inicial, es conveniente tener muchas ideas (lluvia de ideas en el
aula), ir asociándose y poco antes de que aparezca la idea feliz se da un
estado de relajación cerebral.
Esto
sugiere que cuando no seamos capaces de resolver un problema, al que hemos
dedicado mucho tiempo, la mejor estrategia puede ser no perseverar más, sino
aparcarlo temporalmente y dedicarnos a otras tareas, o mejor realizar ejercicio
físico o simplemente dormir porque existen unos mecanismos cerebrales
inconscientes que seguirán trabajando en el problema en cuestión y que
facilitarán su resolución.
Hay
muchos mitos asociados a la creatividad y lo cierto es que, con el
entrenamiento adecuado, tal como sugieren las investigaciones modernas, también
podemos aprender a ser más creativos, una auténtica necesidad en los tiempos
actuales de predominio tecnológico.
Afortunadamente,
nuestro cerebro plástico nos permite seguir descubriendo y enriqueciendo el
aprendizaje, lo cual constituye una necesidad urgente para mejorar la educación
y transformar la sociedad haciéndola más justa y compasiva.
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