En
la actualidad, alrededor de un 5% de los niños presentan Déficit de Atención e
Hiperactividad (TDAH). Esto lo convierte en uno de los trastornos de mayor
prevalencia en la infancia.
Las
características propias del cuadro, que incluyen alteraciones en las funciones atencionales,
hiperactividad e impulsividad, provocan una desorganización general a nivel
cognitivo y comportamental que se extienden a todas las áreas de la vida.
A
su vez, diversos estudios muestran que estos niños son más propensos a desarrollar
trastornos comórbidos como ansiedad y depresión. Suelen presentar diversos problemas
de aprendizaje, mayores probabilidades de accidentarse y mayor consumo de
sustancias en la adolescencia (Ives, 2006). Es decir, el impacto del trastorno
afecta en mayor o menor medida a todos los ámbitos en los cuales los sujetos se
desempeñan.
De
manera inversa, las intervenciones que como adultos realizamos en los contextos
donde los pequeños habitan, podrán ayudarlos (o no) en su organización y en
limitar los efectos que el TDAH presentan en su cotidianidad.
Teniendo en cuenta
estas características, hace algún tiempo publicamos recomendaciones para maestros de niños con TDAH, cuya finalidad fue favorecer el proceso de aprendizaje de
los niños por medio de algunas adaptaciones de acceso y contenido al material
educativo.
En
este caso, el objetivo es proponer una serie de recomendaciones para los
padres, los que impactarán de manera beneficiosa en la vida de sus hijos a la
vez que en la de ellos mismos; ya que aplicados de manera consistente disminuyen
conductas desorganizadas e impulsivas en los niños, incidiendo de forma directa
en el equilibrio familiar.
Recomendaciones
Recomendación
N° 1: Darle estructura al día a día
El
que un niño con TDAH viva en un ambiente relativamente estructurado contribuirá
a su organización para las actividades que deba realizar. Por el contrario, un
contexto desestructurado, donde las mismas actividades pueden cambiar el
momento del día en que se realizan, se superponen o alternan en el orden
previsto; es más probable que generen confusión y fallos en su realización.
Por
ejemplo, será preferible que siempre cuando llega del colegio se cambie, lave las
manos, se siente a almorzar, cepille los dientes y duerma una siesta para
realizar las tareas escolares posteriormente; a que todos estos mismos pasos
los vaya realizando cada día en un orden distinto. En este último caso, es muy
posible que algunos elementos se omitan o no se realicen satisfactoriamente.
Recomendación
N° 2: Cómo dar órdenes
Un
comentario habitual de los padres de niños con TDAH es la poca obediencia de estos
hacia las normas e instrucciones proporcionadas. Una manera de aumentar las
probabilidades de éxito cuando se desea que el niño realice algo, consiste en seguir
estas sencillas reglas:
- No dar más de una orden a la vez. Es preferible esperar a la finalización de una tarea, antes de presentar una nueva actividad.
- Segmentar demandas generales. La indicación <<Ordena tu habitación>> puede ser separada en <<Guarda tus juguetes/ Haz la cama/ Tira los papeles al cesto de basura>>.
- No dar indicaciones que puedan ser ambiguas. Comunicar <<Pórtate bien en lo de la abuela>> puede significar cosas muy distintas para un niño y un adulto (incluso para distintos adultos). En cambio, <<No toques las cosas de la mesa / No corras por adentro de la casa/ No te metas en la habitación de la abuela>> son instrucciones más concretas y fáciles de cumplir.
- Pedirle al niño que repita la indicación dada. Esta es una forma de corroborar que haya entendido lo que se espera de él.
- Hay que evitar abusar del <<No>> como recurso. Siempre se es preferible formular enunciados en forma positiva que negativa. Frases como <<No toques el televisor>> <<No apagues la luz>> <<No hables ahora>> pueden, aunque sean concretas, formuladas de manera segmentada y repetidas por el niño, sonar muy restrictivas, en especial cuando se van repitiendo a lo largo del día muchas veces. En su lugar, se puede solicitar lo mismo pero en forma positiva, diciendo por ejemplo <<Me gustaría que te quedes unos minutos sentado aquí>> <<Es preferible dejar la luz prendida>> <<Permanece en silencio algunos minutos>>.
Recomendación
N° 3: Descubra que habilidades posee su hijo y foméntelas
El
estimular aquellas habilidades naturales que pueda tener incrementará su autoestima
y sentimientos de eficacia, y ayudará a los padres a centrarse en aspectos
positivos de su hijo. En caso de no conocer el pequeño que actividades le agradan
y en las cuales puede tener buenos rendimientos, se los puede acompañar en el
descubrimiento de las mismas.
Dado
que las personas con TDAH suelen presentar malos comportamientos, es muy fácil
que se pierdan de vista los aspectos positivos de los niños y en cambio nos centremos
en sus puntos débiles. Tener presentes las fortalezas cambia sustancialmente la
mirada que se tiene sobre los pequeños, y evita tener pensamientos del tipo
<<le gusta desobedecer y hacerme enojar>>.
Recomendación
N° 4: Cuando se apliquen premios y castigos, que sean inmediatos a los
comportamientos elegidos
Es muy frecuente que los padres intenten modificar la
forma en que sus hijos se comportan aplicando consecuencias temporalmente muy
distantes de aquellos comportamientos apropiados e inapropiados. El niño por un
lado, puede olvidar o perder de vista cuál era esa consecuencia (buena o mala)
que le esperaba.
A
su vez, puede frustrarse por el tiempo que debe esperar para acceder a la
misma, incluso aunque sea algo muy deseado.
En
lugar de proposiciones del tipo <<si este año apruebas todas las materias
vamos de vacaciones a Disney>>, puede resultar más gratificante para el
niño aplicar un sistema de recompensas por cada exámen aprobado, por cada
materia aprobada, y por último sí puede utilizarse el premio mayor (Disney) en
caso de cumplir todos los objetivos propuestos. El pequeño de esta forma tendrá
acceso más inmediato y constante a reforzadores, lo que mantendrá su motivación
alta por períodos mayores de tiempo. Y en caso de fallar en la consecución de
la meta final, no tendrá el sentimiento de que nada ha valido la pena, ya que a
lo largo del año obtuvo numerosos beneficios por sus esfuerzos.
Una
pequeña aclaración, al hablar de cumplir los objetivos propuestos me estoy refiriendo
a aquellos objetivos que sean alcanzables por el estudiante, no a los que aspiren
los padres de manera ideal. La constante y excesiva presión por rendir más de
lo que se puede termina habitualmente produciendo los resultados opuestos a los
esperados. Como consecuencia adicional, produce estrés y frustración no solo en
los padres, sino también en sus hijos. Esto se relaciona directamente con el siguiente
punto.
Recomendación
N° 5: Concéntrense en los aprendizajes, no en las calificaciones
Muchos
adultos han crecido con la convicción de que la nota escolar refleja lo aprendido,
y que si no es así al menos es lo más importante del paso por la escuela, ya
que queda de forma objetiva plasmada en documentos y certificados. Para un niño
con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad, la presión impuesta para
la obtención de buenas calificaciones puede ser excesiva, logrando que se frustre
y no solo que no obtenga los resultados esperados, sino que tampoco aprenda.
Un
ligero ajuste en las expectativas de los padres sobre el recorrido académico,
de seguro provocará una disminución en la frustración que sienten tanto los
niños como sus progenitores, y potenciará el aprendizaje escolar.
Recomendación
N° 6: Nunca criticar a la persona
Este
punto es de vital importancia para todos los actores. Por un lado, el niño que es
calificado como vago, caprichoso, malo, etc, está de forma permanente registrando
que los adultos significativos observan eso en él, afectará a su autoestima y a
su comportamiento posterior.
Por el lado de los adultos, etiquetar al niño de
esta forma en general los dejará predispuestos a prestar atención a aquellas conductas
que estén de acuerdo con dicha percepción, lo que influye en la buena relación
a mediano y largo plazo.
En
lugar de afirmar que es un vago porque no levantó sus juguetes del piso por ejemplo,
es mejor remarcarle la solicitud nuevamente, omitiendo todo tipo de apreciaciones
personales. Si es necesario realizar observaciones, siempre hacerlas sobre las
conductas en lugar de sobre el sujeto.
Recomendación
N° 7: Planificar potenciales situaciones conflictivas
Si
ciertos momentos suelen producir de manera repetida malos comportamientos por
parte del pequeño, la anticipación de las situaciones, así como de lo que se espera
por parte suya, incrementa las posibilidades de evitar estos malos momentos.
Ante
la repetida situación del correteo por medio de las góndolas del supermercado tocando
los productos que están exhibidos, los padres antes incluso de salir de su casa
pueden comentar de manera bien concreta y clara (tal como sugiere el Recomendación
2), que conductas puntuales esperan de su hijo.
Recomendación
N° 8: No intentar abordar todos los problemas al mismo tiempo
Esto
mantiene relación con varios de los puntos ya abordados. Si partimos de la base
que es preferible que haya pautas claras, solicitadas secuencialmente y no al mismo
tiempo, y de la preferencia de la estructura frente al caos; solicitar a un
niño que se quede quieto, callado, que si habla no diga malas palabras, que
preste atención a lo que dice el resto permanentemente y que mantenga por
ejemplo determinada postura corporal, será imposible de sostener.
La
frase “Hay que elegir qué batallas pelear” es perfectamente aplicable a estos casos.
Siempre habrá que estar atento a todos los problemas que presente una persona
en cada situación determinada, y frente a los mismos establecer cuales son prioritarios
para atender y cuales no.
Es necesario tener en cuenta una serie de elementos
al tomar estas decisiones, como por ejemplo la gravedad (para sí o terceros)
que presente, la imposibilidad que le traiga de adquirir nuevas habilidades,
etc; pero siempre sin perder de vista que no es posible enfrentar todas las situaciones
problemáticas al mismo tiempo.
Recomendación
N° 9: No confíen en un profesional que no les ofrece un diagnóstico claro
De
la misma forma, no confíen en profesionales que utilicen diagnósticos poco específicos
o que no sigan las convenciones actuales, y usen términos como por ejemplo
<<bloqueo emocional, falta de madurez o problemas de lateralidad>>.
Un
profesional que lleve adelante un buen tratamiento debe proveer a su vez el asesoramiento
y psicoeducación necesaria para un tratamiento eficaz. Como se desprende de
todos los recomendaciones hasta ahora vistos, el funcionamiento de los sujetos
se ve sensiblemente afectado por el contexto, ya sea en forma material (ambiente
ordenado por ejemplo), como interaccional.
Un terapeuta que sólo trabaja con el
niño y no sugiere a padres y docentes intervenciones puntuales para los lugares
y situaciones en las que se desenvuelve, disminuye se eficacia terapéutica y
pone sobre éste un peso que probablemente no pueda soportar; al dejarle la
labor de ser el único responsable de que su comportamiento cambie.
Recomendación
N° 10: No se olviden de ustedes como personas
Por
lo complejo de todos los factores a tener en cuenta, un hijo con TDAH genera estrés
e impacta sobre uno mismo y diversos tipos de relaciones, como pareja, otros hijos,
amistades, etc.
Tomarse
el tiempo para realizar actividades placenteras, permite recuperar fuerzas para
continuar con sus labores como madres o padres posteriormente. Lo mismo sucede
con relaciones que suelen quedar en segundo plano. Será necesario buscar momentos
en los cuales puedan cultivarse las mismas, sin que el foco de atención permanente
sea su hijo.
Recuerden
que además de padres, son sujetos que seguramente necesitan de otro tipo de
actividades para su bienestar.
Para
concluir, estos recomendaciones no deben entenderse en forma absoluta, sino que
son adaptables a los contextos en los cuales se aplican. Tampoco son los únicos
puntos a tener en cuenta a la hora de educar a un niño con TDAH. Sin embargo, constituyen
pautas generales de crianza que son de gran utilidad en estos casos.
Referencias
Artigas
Pallarés, J. (2006). El Trastorno de Déficit de Atención/Hiperactividad en la
consulta del pediatra. Algunas sugerencias. Revista Pediatría de Atención Primaria.
Vol VIII (4) 115- 133.
Ives,
E. (2006). Intervenciones no farmacológicas en el entorno familiar de niños con
Trastorno por Déficit de Atención con/sin Hiperactividad. Revista Pediatría de Atención
Primaria. Vol VIII (4) 57- 67.
Ochoa,
J., Vintimilla, M. (2015). Estrategias Terapéuticas para padres de niños de 6 a
10 años con Diagnóstico de TDAH. Facultad de Filosofía Letras y Ciencias de la Educación.
Escuela de Psicología.
FUENTE:
IMAGEN:
Hola Gloria. Gracias por estas 10 pautas que sin duda los padres pondremos en práctica con tesón. Pero sabes que ahí fuera sigue habiendo un mundo que no entiende a mi tdha y viceversa. Como parte de las terapias a seguir estoy leyendo ultimamente sobre Neurofeedback y he visto en alguna de tus entradas de hace bastante tiempo que no está avalada por todos los profesionales del mismo modo. A día de hoy sigue sin ser " una pequeña luz al final del tunel " ??? Gracias .
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