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19/11/2016
- SANDRA CARBAJO / NEUPIC
“El TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e
Hiperactividad) es un trastorno que tiene su origen en la infancia y que se
caracteriza principalmente por inatención (son niños más inatentos), un exceso
de actividad, que es lo que se conoce como hiperactividad y, sobre todo,
impulsividad, es decir, que no suelen elaborar la respuesta”, explica Alberto
Jiménez, psicólogo y socio fundador de Educ-at.
Este
trastorno con un fuerte componente genético afecta entre un 5% y un 7% de los
niños españoles, es decir, uno de cada 1 de cada 20, siendo el problema de
conducta e integración prevaleciente entre la población infanto-juvenil.
“Toda
esa sintomatología de la que hablamos se empieza a ver cuando el niño tiene
entre 4 y 5 años, pero no es hasta los 6, 7 u 8 años cuando se le diagnostica
de manera oficial siguiendo los parámetros en cuanto a sintomatología y
afortunadamente cada vez más, estudios se refiere y que pueden cerciorar su
diagnóstico”, afirma Ángel Terrón también psicólogo y socio fundador de
Educ-at.
Ángel
y Alberto son psicólogos de profesión y fundadores de Educ-at, una entidad
psico-educativa especializada en el tratamiento eficaz del TDA/TDAH. Amigos
desde los 13 años, Terrón y Jiménez observaron durante sus años universitarios
que este trastorno no estaba bien enfocado por parte de la Psicología y de ahí,
la necesidad de crear un proyecto donde las familias afectadas por dicho
trastorno, encontraran una salida.
Un
trastorno complejo y heterogéneo
Una
de las principales características del TDAH es que no es un trastorno de
manual. La cantidad de particularidades que conserva en función del entorno del
niño son las que definen la complejidad y heterogeneidad de dicho trastorno.
Por ello, la forma de manifestarse varía o no, dependiendo del caso.
Asimismo,
"en muchas ocasiones es muy difícil comprender bien qué cosas se deben al
trastorno y qué cosas se deben a la edad”, confiesa Alberto. Y si a ello
añadimos que existe un profundo desconocimiento y una vasta desinformación del
trastorno, el resultado implica que tanto la evaluación como el tratamiento se
encuentren sumidos en un limbo entre el sobre-diagnóstico y su antagonista.
Los
estudios establecen que aquellos chicos en los cuales existe un predominio
hiperactivo tienden a estar sobre-diagnosticados, mientras que aquellos donde
prevalece el déficit de atención, pasen desapercibidos, según clarifica
Alberto.
“Igual
de malo es el sobre-diagnóstico como aquellos chicos que por su déficit de
atención pasan más desapercibidos, y entonces no llegan nunca a concebir que lo
que tienen es un trastorno sobre el que hay que trabajar”, manifiesta Ángel
Terrón. Además reconoce que desde Educ-at inciden en la necesidad de una
correcta evaluación. “Es un trastorno que independientemente de nuestra
opinión, requiere mediación. Hay que tener bastante cuidado y saber que al niño
que se le está diagnosticando le afecta realmente ese trastorno”.
La
importancia de la coordinación
En
España según dicta la ley vigente (Ley 3/2014 sobre la defensa de los
Consumidores y Usuarios, y otras leyes complementarias), únicamente los
psicólogos que además de estar colegiados, sean sanitarios, con habilitación
sanitaria o especialistas en Psicología Clínica están capacitados para valorar
e intervenir sobre la salud en el ámbito sanitario. No obstante, en ningún caso
el psicólogo podrá prescribir tratamientos psicofarmacológicos, es decir, no
está habilitado para recetar ni medicar al paciente. Generalmente esta labor es
desempeñada por un neurólogo o psiquiatra que será el encargado de emitir el
diagnóstico oficial.
“El
abordaje tiene que ser multidisciplinar, y esto implica que tiene que existir
una perfecta coordinación entre el colegio, la familia y los distintos
profesionales que trabajan con el niño. Eso es nosotros como psicólogos, y el
neurólogo o médico pertinente”, aclara Alberto Jiménez.
En
este aspecto tanto Ángel como Alberto insisten en que debe estudiarse cada caso
de forma individual y que la medicación es necesaria pero nunca suficiente.
El
TDAH es un trastorno de carácter neurobiológico cuya manifestación varía en
función del ambiente del niño. De hecho, las características de inatención,
hiperactividad e impulsividad propias del trastorno deben presentarse de forma
prolongada y constante en diferentes ámbitos del niño: cole, casa, amigos, por
ejemplo. De no ser así, la problemática del pequeño se deberá a otro conflicto.
¿El
paradigma? Un cambio en el sistema educativo
De
forma frecuente el TDAH se reconoce en Primaria ya que en ese momento, las
dificultades en el rendimiento escolar y las disfunciones sociales se presentan
con mayor claridad. Por tanto, el colegio juega un papel fundamental para el
diagnóstico del TDAH. No obstante, actualmente el profesorado no posee las
herramientas necesarias para ayudar a la valoración y tratamiento del trastorno.
Lo que supone un grave problema ya que estos niños son marginados no sólo por
sus compañeros sino por el propio docente que se ve superado por esa
inatención, hiperactividad e impulsividad del niño y de la que no puede hacerse
cargo porque principalmente no sabe cómo.
“Una
de las grandes claves para entender un poquito más y ayudar a estos chicos, y
que es un poco utópico, sería cambiar el sistema educativo y la formación al
profesorado. Hablo también de psicólogos, porque la formación que recibimos es mucho
más escueta. Sin embargo, del profesorado estamos hablando que se va a
encontrar uno de cada veinte niños con TDAH o sintomatología similar.
Enseñarles a cómo tienen que ayudar a estos chicos sería fundamental”, comenta
Alberto Jiménez.
Esta
falta de conciencia y formación son responsables del abismo que existe en torno
al adecuado conocimientos del TDAH. Ángel Terrón confiesa que los métodos y en
concreto, los que se aplican en el ámbito educativo, son métodos que perjudican
enormemente a los niños que tienen déficit de atención. “Todavía los coles
tienden a la lección magistral que no beneficia a nadie pero que a ellos les
perjudica sobremanera, y tampoco se les enseña a trabajar correctamente desde
casa. Olvidándonos muchas veces del desarrollo emocional que, desde luego, tampoco el colegio y cada vez menos desde las familias, se incide en la
importancia de que nuestros hijos tengan un correcto desarrollo a nivel
emocional”.
Precocidad
como clave
El
reto que además supone una imperiosa necesidad, se centra en una profunda labor
de concienciación y difusión del trastorno. Desde que aparecen los primeros
síntomas hasta que al niño se le diagnostica TDAH pueden pasar dos años. La
nefasta repercusión que acarrea estar 24 meses sin establecer ningún tipo de
medida, condiciona alarmantemente el desarrollo del niño. Por ello, aconsejan que en el momento que la familia sospeche que su hijo puede
tener TDAH, acuda a un profesional que evalúe al chaval, tanto sus puntos
fuertes como débiles y que además realice un bosquejo de la dificultad que
presenta. “En función de esa evaluación, lo normal y en este caso, lo que
hacemos nosotros es hacer una valoración neuro-psicológica en profundidad y de
ésta, se pasa a pedir cita con el neurólogo, pediatra o médico correspondiente,
el cual hace el diagnóstico oficial”.
A
pesar de todo, el TDAH no debe ser considerado un trastorno grave. Un
diagnóstico y tratamiento adecuado no deben coartar ni condicionar la vida de
una persona y arrastrar frustración a la hora de conseguir los objetivos de
cada uno. De hecho, los niños con TDAH son altamente creativos y transparentes.
“El TDAH no tiene que limitar la vida de una persona. Por supuesto que pueden y
deben llevar una vida totalmente normal. Incluso en el trabajo diario con estos
chicos nos encontramos que pueden tener una serie de cualidades que no quiero
decir que otros chicos sin el trastorno no las tengan, pero que en ocasiones
pasan desapercibidas […] En definitiva un potencial que ellos mismos en
ocasiones incluso, dejan en un segundo plano debido a que les estamos haciendo
ver, por desgracia, que no siempre son capaces cuando la realidad no es así”.
Por
tanto, el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad más conocido como
TDAH no es una leyenda urbana ni un rasgo propio de los chavales entre 5 y 8
años. Este trastorno afecta a uno de cada veinte niños y como tal, no
desaparece. Ignorarlo supone cohibir el desarrollo social y educativo de una
persona con un gran potencial que en su vida adulta presentará grandes
dificultades para integrase en la sociedad. Es fundamental por ello que cada
estamento de la sociedad entienda qué es el TDAH. Una vez más, el éxito reside
en la educación óptima y la conveniente difusión.
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