¡Pero mira que eres desordenado! Esta frase, una de las
más repetidas en la historia de la educación, suele ser el principio de una
serie de amenazas y castigos.
Toda actividad nueva necesita entrenamiento
Pero lo cierto es que estas técnicas rara vez funcionan,
se abusa de ellas y pierden efectividad. Los padres y los hijos se agotan de
vivir bajo la tensión del castigo y el grito. Mientras los padres terminan por
“pasar” y tirar la toalla, los hijos se vuelven inmunes al soniquete de los
padres y acaban por ignorar tanto reproche.
A lo mejor, siguiendo estos consejos, podemos poner un
poco de orden para conseguir el orden.
Lo que SÍ debes hacer:
Cuanto antes empieces a educar en la responsabilidad, antes tendrán el hábito. Por prisas, porque los vemos demasiado pequeños o por
no tener un conflicto, muchos padres recogen y ordenan lo que sus hijos dejan
tirado. Desde que tienen dos añitos se les puede ir enseñando a meter sus
juguetes en sus cajas y a que asocien recoger con orden.
Enseña el qué y el cómo. Enséñales a hacer la cama, a
ordenar un armario, colocar la ropa sucia, dejar la mesa recogida después de
estudiar. Hay una técnica que se llama “la sobrecorrección” que consiste en
corregir y pedir que repitan la actividad, con amabilidad y con el interés de
formar y no el de castigar. Toda actividad nueva necesita entrenamiento.
Facilítales el material necesario como cajas, estanterías o cubos en los que
puedan tener todo ordenado. Trata de hacerlo atractivo, con cajas bonitas, para
que apetezca tener el cuarto en orden.
Describe de forma concreta lo que esperas de ellos/as. Lo
que para ti es un cuarto ordenado puede no coincidir con lo que ellos entienden
por orden. Deja por escrito lo que tienen que hacer y cuélgalo en el corcho, en
la puerta del armario o en algún lugar visible. Y añade el horario en el que
tiene que estar hecho. No es lo mismo ir al colegio y dejar la cama hecha, que
hacerla media hora antes de acostarse.
Refuerza cada logro. Muchos padres critican lo que no se
hace, pero ignoran los cambios que llevan a cabo sus hijos. Alegan que no hay
nada que reforzar porque esa es la obligación que tienen. Es cierto, pero a
todos nos gusta ser reconocidos cuando nos esforzamos en cambiar. El cambio
incluye salir de la zona confortable y eso supone un esfuerzo. El niño disfruta
cuando nos sentimos orgullosos de él porque le encanta impresionarnos. Así que
cuando recojan y ordenen, házselo saber. Todo lo que se refuerza tiende a
repetirse.
Según la edad, negocia. Deja que su habitación tenga algo
de su personalidad. Muchos padres eligen los cuadros, quitan posters, fotos y
ordenan todos los libros de mayor a menor. Hay padres que son excesivamente
meticulosos y ordenados, y a veces tanto orden puede ser poco práctico. Si le
pides a tu hijo que cada día después de estudiar deje su mesa despejada, igual
es poco operativo sacar colores, reglas y diccionarios cada día. Permite que
tengan un margen para su “desorden”.
Aprovecha el orden para educar en valores. Cuidar de las
pertenencias de uno es una conducta responsable. Los niños tienen que saber el
valor que tiene cada cosa y dejarla desordenada es una forma de despreciarla y
no cuidarla.
Tu habitación y la casa en general son un ejemplo para ellos/as. Pedirles orden si los padres no lo son con sus cosas, es un
comportamiento incoherente. Trata de cumplir con lo mismo que le exiges a
ellos.
Háblales de las consecuencias positivas del orden. El orden trae armonía, equilibrio, facilita la búsqueda de ropa, juguetes, material escolar, libros, etc. El orden también se relaciona con el bienestar. Apetece más estar y disfrutar de una habitación limpia y recogida que de un lugar en el que cuesta abrirse paso.
Háblales de las consecuencias positivas del orden. El orden trae armonía, equilibrio, facilita la búsqueda de ropa, juguetes, material escolar, libros, etc. El orden también se relaciona con el bienestar. Apetece más estar y disfrutar de una habitación limpia y recogida que de un lugar en el que cuesta abrirse paso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario