16 tips para criar a un niño con TDAH y no morir en el
intento
1. Sé proactivo
Demasiadas veces reaccionamos a la conducta de nuestros
hijos, y no eligiendo conscientemente nuestras acciones. Actuamos de manera impulsiva,
sin tener en cuenta las consecuencias y sin ningún plan de lo que estamos
tratando de lograr.
Ver cualquier situación desde lo “reactivo” puede ser desesperanzador,
porque te da la impresión que tu futuro y tu relación con tu niño están bajo
control del niño o de otros agentes externos. Sientes que las interacciones con
tu niño son impredecibles, y la relación se vuelve hostil, negativa, estresante
y disfuncional. Pero no es lo que tu niño hace o hace contigo lo que genera
estos problemas, es tu respuesta a eso. Asume la responsabilidad de tu propio
comportamiento como padre y de las interacciones y la relación que tienes con
tu hijo. Toma la iniciativa para cambiar lo que no te gusta de la forma en que actúas
con tu hijo, y toma la responsabilidad de hacer que la relación que tienes con
tu hijo sea como te gustaría que fuera.
2. Prepárate para el futuro
Cuando las cosas salen bien, generalmente no fue producto de
la improvisación, sino de una preparación previa. Anticiparse a lo que viene
permite estar preparados, he incluso tener un margen de tiempo para poder hacer
cambios. (Por ejemplo, el que los niños corran por la sala de espera y no se
comporten porque están aburridos se podría haber evitado llevando juguetes o
cosas que les interesen y puedan hacer mientras esperan, en vez de tratar de
improvisar en el minuto algo para calmarlos)
3. Reacomoda el ambiente
Cambiar algunos factores ambientales o rutinas cotidianas
puede ayudar a que los niños se comporten mejor. Por ejemplo, los niños se
comportan mejor en la mesa si la tv está apagada y se proponen temas de
conversación donde los niños puedan participar y sean interesantes para ellos.
4. Usa un lenguaje simple, claro y agradable
Siempre que te dirijas a tu hijo, acuérdese de usar un
lenguaje simple que lo ayude a entender totalmente lo que tú le quisiste decir.
Especialmente con los niños con TDAH, es necesario usar un lenguaje muy simple
y directo. Ojo con los gritos, tú eres un modelo a imitar.
5. Comienza con el fin en mente
Cuando te enfrentes a un problema, trata de imaginar cómo te
gustaría que se resolviera. Puedes aplicar este principio a problemas pequeños,
como por ejemplo, imaginar cómo te gustaría que terminara el tiempo que dedicas
a hacer tareas escolares con tu niño, y también a problemas más complejos, como
por ejemplo, cómo te gustaría que tu hijo llegara a cuarto medio.
Empezar con el fin en mente te ayuda a enfocarte mejor en lo
importante, y en lo que debes hacer para que las situaciones terminen de la
manera que te gustaría. No se puede tener un plan sin una meta, por lo que no
sirve de nada tener o aprender estrategias para utilizar con tu niño si no
sabes qué resultado quieres lograr.
Por ejemplo, si tienes que ayudar a tu niño a con un trabajo
para el colegio, antes de empezar, visualiza como quieres que termine ese rato.
Probablemente, quieres que el trabajo quede bien hecho, pero también que ambos
pasen un rato agradable mientras trabajan y que al final de la tarea la
relación entre ustedes siga intacta, o quizás incluso se rían y resulte ser una
experiencia enriquecedora. Visualiza en tu mente esas imágenes. Te vas a dar
cuenta como estas imágenes van a ir guiando en tus decisiones y reacciones
frente a las conductas de tu hijo. Teniendo el fin en mente, vas eligiendo
actuar para mantener la interacción positiva y optimista, guiando y enseñando a
tu niño pero con humor. Y probablemente así va a terminar, si activamente haces
cosas para que suceda. Tu relación con su hijo y la manera en que las
interacciones más pequeñas resultan ya sea por diseño o por defecto son
totalmente tuyas. Antes de actuar, visualiza el final en tu mente y aclara el
objetivo, los pasos hacia tu meta surgirán de este proceso.
6. Explícale al niño qué es una conducta apropiada
Muchas veces los niños cometen errores porque no han entendido
lo que los padres les dicen o les piden. Explícales que es lo que esperas de
ellos, con palabras simple e instrucciones concretas, ó muéstrales qué es una
conducta apropiada. Por ejemplo: Juan, quiero que te sientes en esta silla de
esta manera, como me estoy sentando yo, y me esperes acá hasta que yo vuelva”
7. Usa incentivos antes de castigos
Es común que los padres recurran a los castigos cuando un
niño se comporta mal o desobedece. Esto puede estar bien para un niño sin TDAH,
que se comporta mal sólo de vez en cuando y así recibe una pequeña cantidad de
castigo, pero no está bien para un niño con TDAH, ya que es probable que se porten
mal con mucha más frecuencia y podrían recibir una gran cantidad de
consecuencias negativas. Cuando se utiliza sólo el castigo, y simultáneamente no
hay recompensas y comentarios positivos, no es efectivo para cambiar el
comportamiento, y se genera un clima hostil con el niño. Incluso a veces puede conducir
a esfuerzos de contra control por parte del niño: tu hijo trata de encontrar la
manera de devolver el golpe y se comporta aún peor. La regla de los incentivos
antes de los castigos es simple: Cuando quieras cambiar una conducta
indeseable, primero debes decidir qué comportamiento positivo quieres que lo reemplace.
Cuando el niño muestre ese comportamiento positivo, preocúpate de recompensarlo
y elogiar a tu niño por cómo se está comportando. Solamente después que hayas
reforzado este buen comportamiento por al menos una semana, puedes empezar a
castigar el comportamiento opuesto no deseado.
Castiga selectivamente, sólo cuando ese comportamiento
aparezca, no lo castigues por todo lo demás que hace mal. Intenta usar sólo
castigos leves, como por ejemplo perder un privilegio especial, o un breve
tiempo fuera, y asegúrate de mantener un equilibrio entre los castigos y las
recompensas. Ten en mente la regla de 3x1: puedes aplicar un castigo por cada 3
veces que hayas recompensado a tu niño en otras conductas positivas.
Felicitar a los niños cuando hacen algo bien les da pistas
para saber qué es lo que se espera de ellos. Si la conducta del niño esté lejos
de ser satisfactoria en ese momento, los puedes elogiar por el esfuerzo que
realizaron (aunque no hayan logrado el resultado). Esto les va a indicar que
van por el camino correcto y los va a animar a no darse por vencidos en el
intento por comportarse mejor.
Por ejemplo, tu niño con frecuencia interrumpe, se entromete,
y suelta comentarios en la mesa del comedor. Hablas con el niño antes de la hora
de la comida familiar sobre lo que te gustaría que él hiciera más en la mesa:
tratar de no hablar mucho, esperar hasta que los demás hayan terminado antes de
hablar, y hablar sólo después de tragar los alimentos. A continuación le
explicas que puede ganar puntos por seguir estas reglas. A lo largo de la
comida, vas marcando puntos en una pequeña tarjeta cada vez que tu niño cumple
con las reglas (o hace un esfuerzo por cumplirlas) y te aseguras de que el niño
ve que esto ocurre, al mismo tiempo que le das una señal no verbal de
aprobación, que le permita saber al niño que tu aprecias el esfuerzo que está
realizando por cumplir las reglas. Cada vez que el niño viola una regla,
ignoras ese comportamiento. Luego de una semana, puedes ir restando puntos cada
vez que el niño no respeta una de las reglas. Recuerda la regla de 3
recompensas por cada castigo.
8. Usa el reloj como tu aliado
Los niños con TDAH tienen retrasos en su desarrollo de un
sentido interno del tiempo y del futuro. Debido a que no tienen el mismo
sentido del tiempo que los demás niños, tienen dificultades para responder a
las demandas que implican tener en mente el futuro, y por eso, ellos necesitan
apoyo externo para el periodo permitido para hacer una tarea asignada. Por
ejemplo, si le indicas a tu niño que tiene 20 minutos para ordenar su cuarto,
puedes poner un cronómetro o reloj de cocina en un lugar visible para el niño,
o cualquier medio externo donde el niño pueda mirar concretamente cuanto tiempo
tiene y cuanto le queda para completar la tarea. Para las tareas que implican
tiempos más largos (trabajos del colegio, tareas que tengan varios pasos), es necesario
que reduzcas el tiempo, fraccionando la tarea en pasos más pequeños (incluso en
distintos días si es muy largo, como un proyecto escolar), y dar tiempo para
cada paso. Sin estos métodos, el niño probablemente dejará el trabajo que debe
hacer para último minuto, lo que hace que sea imposible que haga un buen
trabajo.
9. Usa listas para guiar a tu hijo
Ya que en los niños con TDAH, su capacidad de tener en cuenta
toda la información necesaria para completar una tarea se ve afectada, resulta
muy útil colocar la información importante de forma física en el lugar en que
se debe hacer la tarea. Por ejemplo, si tu hijo hace sus tareas en un lugar
específico, puedes poner en ese lugar tarjetas con las instrucciones para hacer
la tarea, como “Haz todos los ejercicios, sin saltarte ninguno”, “Lee las
instrucciones con atención, haz toda la tarea. Cuando hayas terminado vuelve a
revisar que todas las respuestas estén completas y bien hechas”, “Pide ayuda si
no sabes hacer algún ejercicio”. Estos recordatorios deben estar diseñados para
solucionar los problemas que cada niño tiene mientras trabaja. Si tu hijo suele
tener problemas cuando un amigo va a jugar a la casa, antes de que el amigo
llegue, tómate un minuto con tu niño para revisar las reglas sociales que
necesita seguir, como “Comparte tus juguetes”, “Hay que turnarse en los
juegos”, “Juega a algo que los dos quieran hacer”. Incluso puedes escribirlas en
una tarjeta y revisarlas con tu hijo en privado un par de veces, mientras el
amigo está en la casa. Mientras más presentes la información importante de
manera externa, es más probable que tu hijo recuerde la información y la use
para guiar su comportamiento.
10. Usa incentivos para motivar
Los niños con TDAH tienen problemas para internalizar no
sólo el tiempo y las reglas, sino también la motivación. No son capaces de
reunir motivación interna suficiente para continuar una tarea aburrida, tediosa
o larga (también porque no visualizan las recompensas a futuro). Pero este
déficit de motivación interna se puede superar al dar al niño motivación
externa que lo impulse a trabajar, como un incentivo, una recompensa o
reforzando su buena conducta. Puedes entregar algo que el niño desee luego que
haya realizado la tarea (tener un privilegio especial, tiempo de TV extra) o
algunas fichas o puntos que luego pueda canjear por algún privilegio (en la
página web puedes aprender como diseñar un sistema de recompensas en casa).
11. Hazlo visual
Los niños con TDAH tienen dificultades para “jugar” con la
información mental cuando tienen que parar y pensar sobre una situación o problema.
Responden impulsivamente, sin poner suficiente atención a sus opciones. Por
eso, es muy útil para ellos encontrar maneras de representar más físicamente un
problema y las alternativas de solución. Por ejemplo, si tu niño tiene que
escribir una redacción para el colegio y parece no estar respondiendo bien a
esta tarea, por ejemplo puede hacer tarjetas en que escriba todo lo que se le
viene a la mente durante un periodo de tiempo. De esta manera cada idea queda “capturada”
en vez de perderse, y entonces el niño puede jugar con las ideas de una forma física
en vez de mentalmente. Lo mismo puede ser usando tarjetas ó dibujos pequeños y símbolos,
donde cada uno represente una idea que tenga que recordarse para resolver el problema.
12. Menos “bla, bla” y más acción!
A tu hijo no le falta inteligencia ni habilidad, por lo que
simplemente hablar con tu niño para que se comporte mejor, no va a cambiar el
problema neurológico a la base que hace que sea tan desinhibido. Tu hijo es
mucho más sensible a los refuerzos y las consecuencias que utilizas, y mucho
menos sensible a los sermones, que un niño sin TDAH. Así que actuar con rapidez
y frecuencia va a ser mucho más efectivo para que tu hijo se comporte mejor.
Sigue hablando, y lo único que conseguirás es empeorar su mala conducta.
13. Pon primero lo primero
¿Qué es lo importante en tu relación con tu hijo? ¿Qué es lo
que más te importa en tu rol de ser padre? ¿Cuáles son las dificultades y
responsabilidades en las que tu niño necesita tu ayuda para superarlas? Algo
fundamental para los padres de niños con TDAH es aprender a distinguir las
batallas de las guerras, o sea, diferenciar las cosas triviales y sin importancia
que deben hacer con sus hijos (por ejemplo, hacer la cama antes de ir al
colegio), de las cosas importantes que hay que cumplir (por ejemplo, prepararse
para ir al colegio y salir de la casa en un ambiente tranquilo y cariñoso).
Demasiadas veces los padres de estos niños quedan atrapados luchando por cosas
triviales. Los niños con TDAH pueden hacer tantas cosas mal, que sus padres
podrían estar haciéndoles frente gran parte del día, quedando muy poco tiempo
(y ganas) para las cosas realmente importantes.
Los padres de niños con TDAH deben desarrollar un sentido de
prioridades. Aprende a distinguir entre las cuatro categorías de trabajo y
responsabilidades con tu hijo:
a) Urgente e importante
b) Urgente y no importante
c) Importante pero no urgente
d) No es importante y no urgente.
Probablemente tratas de cumplir todas las tareas de la categoría a), y dedicas muy poco tiempo a las de la categoría d). Lo difícil es
distinguir entre b) y c). En el caos cotidiano, a menudo cumplir con las
actividades diarias de tu niño (colegio, deportes, actividades extra
programáticas) toma prioridad sobre las cosas que son importantes, pero no
urgentes. Por ejemplo, puedes llegar con tu hijo a clases de fútbol a tiempo,
pero afectando tu relación con él en el proceso.
El domingo, o al comenzar la semana, especialmente si tienes
muchas cosas por delante, selecciona de esas cosas cuáles son importantes para
ti y para tu hijo, y anótalas en tu agenda, para que no te dejes llevar por la
avalancha de tareas de esa semana (devolver llamadas, tareas domésticas,
preparar la comida a la hora, acostar a los niños) que parecen urgentes pero
son relativamente triviales.
14. Yo gano/Tú ganas
Al menos durante toda la etapa escolar y adolescencia de tu
hijo, vas a tener que pedirle que haga sus tareas y trabajos escolares, que
cumpla con compromisos sociales, y que se atenga a las reglas de la casa. Cada
una de estas cosas supone una negociación. Cuando te enfrentes a cualquiera de
ellas, maneja la situación de manera que en la medida de lo posible, ambas
partes (tu y tu niño) consigan lo que quieren. No te enfoques solamente en lo
que quieres que el niño haga, trata de entender cuán difícil puede ser para el
hacer lo que le estás pidiendo. Comienza con el fin en mente, y pregúntate cómo
quieres que te vea tu hijo: como un tirano o un negociador respetuoso?
Piensa en alguna obligación que tenga tu hijo (hacer sus
tareas, ordenar su cuarto) que sea un punto de conflicto. Ahora piensa en qué
puede hacer de esa tarea una situación ganadora para tu hijo, no solo para ti.
¿Disfrutar viendo una película, un tiempo extra de videojuegos, jugar un juego
contigo? Elije cualquier recompensa que creas que sea atractiva, y hazla parte
del contrato verbal cuando le pidas que complete esa tarea (“Si ordenas tu
habitación antes del almuerzo, podemos jugar el juego que tu elijas en la
tarde”).
15. Lucha por la consistencia
Para tener resultados exitosos, es muy importante que seas consistente,
o sea, que uses las mismas estrategias para manejar el comportamiento de su
hijo en todo momento.
Ser consistentes significa cuatro cosas importantes:
1) Ser coherente a lo largo del tiempo,
2) No abandonar demasiado pronto, cuando estés empezando un
cambio,
3) Responder de la misma manera,
4) Asegurarse de que ambos padres están usando los mismos
métodos.
Ser impredecible o inestable en tu exigencia de cumplimiento
de las normas es una invitación al fracaso, así como también lo es perder la
esperanza cuando el nuevo método no produce resultados espectaculares e inmediatos.
Otro error típico es responder a los comportamientos del niño de una manera en
casa, y de otra manera totalmente distinta en los lugares públicos. Prueba con
una técnica de cambio de comportamiento durante al menos dos semanas antes de
decidir que no está funcionando. Por último, traten de mantener un frente unido
como padres, aun cuando tengan diferencias en los estilos de crianza de los
hijos.
16. Mantén la perspectiva
A veces, cuando se enfrentan a una situación difícil de
manejar con su niño con TDAH, los padres pueden perder toda perspectiva sobre
el problema inmediato. Se enojan, avergüenzan, y se frustran cuando sus
intentos de control no funcionan, e incluso pueden bajar al nivel del niño y
discuten con él como otro niño más. Tienes que recordar en todo momento que tú
eres el adulto, y que lo que tu niño hace no es algo personal en contra tí,
sino una manifestación de las dificultades que le traen el TDAH. Una manera de mantener
la calma en circunstancias difíciles es tratar de mantener cierta distancia
psicológica de los problemas de su hijo. Imagina que eres un desconocido, para
que puedas ver la situación en perspectiva, y puedas reaccionar de manera más
razonable y justa. Esto es difícil, por lo que puede que tenga que acordarse de
la discapacidad de su hijo cada día (tal vez incluso varias veces al día), y
especialmente cuando estés tratando de hacer frente a conductas disruptivas.
No permitas que tú propia autoestima y dignidad personal se
ponga en juego, si “ganas” o no una discusión o encuentro con tu hijo. Nadie
está llevando la cuenta. Mantén la calma y el sentido del humor si es posible,
y trata por todos los medios de seguir los otros principios mencionados
anteriormente, cuando interacciones con tu hijo. Si te alteras, aléjate de la
situación por un momento y ve a un lugar diferente para recuperar el control sobre
tus sentimientos. No concluyas que eres un mal padre cuando la situación va mal
o no salen como quieres. Los niños con TDAH tienen la capacidad para sacar lo
peor en los padres, lo que hace que los padres se sientan terriblemente
culpables por sus propios errores. Al final del día, perdona tus propios
errores, y los de tu niño. No tiene sentido acumular resentimientos. Mejor
reflexiona sobre por qué no salió tan bien y qué podrías hacer para mejorar
eso, e intenta hacerlo mejor la próxima vez. Así podrás empezar un día fresco
al día siguiente.
Con demasiada frecuencia, los
padres de niños con TDAH dedican tanto tiempo y energía exclusivamente a sus
hijos que se agotan. Esta actitud puede parecer heroica y altruista, pero en
realidad no tiene sentido y es destructivo a largo plazo.
Si te das cuenta que no estás
usando muchos de estos hábitos efectivos, no eres el único, ni eres un mal
padre o una persona horrible. Todos pueden estar cansados, estresados, enojados,
y esto interfiere con su capacidad para mantener estos principios en mente y actuar
en consecuencia. Criar no es fácil y demanda esfuerzo y trabajo constante.
Puede ser frustrante intentar nuevas estrategias y que no funcionen a la
primera, lo más importante es el esfuerzo que hacen por mejorar y perseverar en
ello.
FUENTE:
Autora: Fernanda Prieto es psicóloga Infanto Juvenil de la
Pontificia Universidad Católica de Chile, con un diplomado en Psicodiagnóstico
Clínico Infanto Juvenil de la misma universidad.
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