La comida no suele ser una de las
prioridades en los niños con TDAH.
Fundamentalmente, esta situación está
condicionada por dos causas:
- La falta de apetito. Puede ser uno de los efectos secundarios de la medicación para el TDAH, cuando ésta no está bien ajustada al peso y altura del niño.
- El aburrimiento. Para nuestros hijos con TDAH, comer es aburrido. Siempre hay cosas más gratificantes que hacer que sentarse a comer tranquilamente siguiendo las reglas básicas de comportamiento y las buenas maneras en la mesa.
Así, en muchas familias, la hora del almuerzo
o de la cena se convierte en una auténtica pesadilla, en la que se entra en el
círculo vicioso “no tengo hambre, no me gusta….” “Pues no te levantas de la
mesa hasta que no termines de comértelo todo…”
Diariamente, esta dinámica suele terminar
en preocupantes enfrentamientos y peleas entre los progenitores y el niño
cuando, esa supuesta experiencia positiva de cordial encuentro en la mesa de
toda la familia, en la que debería fomentarse la relación afectiva y la socialización,
se convierte en una batalla campal y una lucha de poderes: el niño empieza a retorcerse en la silla, se levanta de la mesa, corre
por la habitación, juega con los cubiertos y los vasos y acumula los alimentos
en uno de sus carrillos durante interminables espacios de tiempo. Es aquí
cuando se pone a prueba nuestro aguante y autoridad frente a sus desafíos.
Ante todo ¡¡¡no perder la calma!!! Un
niño no se muere de hambre a no ser que tenga otras enfermedades o patologías.
Es preferible crear una atmósfera agradable y relajada, en la que la relación
padres-hijo no se deteriore. Debemos evitar que los niños conviertan el enfado
diario a la hora de comer en un rechazo habitual de la comida.
CONSIDERACIONES Y HÁBITOS ALIMENTICIOS
CORRECTOS
La hora de la comida es muy importante,
no sólo por alimentarse debidamente, contribuyendo a que rindan de la mejor
manera posible en el colegio, sino por su componente pedagógico, para enseñarles
tanto educación nutricional como las reglas de la mesa (no comer con la boca
abierta, no levantarse en medio de la comida, no jugar en la mesa, etc.) a
nuestros hijos.
Comer todos juntos sentados a la mesa,
charlando y sin la tele encendida, es una oportunidad única en el día para
compartir todo aquello que nos ha sucedido en la jornada. Pero a los niños con
TDAH les cuesta estar sentados más de 3 minutos sin moverse, las conversaciones
de los adultos les aburren y las judías con patatas no les gustan nada. Lo que
quieren es levantarse, jugar con la comida, probar sólo aquello que les gusta e
irse a jugar con sus juguetes.
He aquí algunas consideraciones que
pueden facilitar el quehacer diario:
Un
momento de convivencia agradable
La hora de las comidas tiene que ser un
momento de placer, encuentro, diálogo y relación afectiva con el niño. Si todos
los miembros de la familia llegamos cansados y aburridos, predispuestos para lo
que ya se ha convertido en rutina, es decir, una guerra continua padres -
hijo, el niño no tendrá ninguna gana de
formar parte de esa “ceremonia”.
Así, puede convertirse en inapetente el niño manejado por una madre
autoritaria y nerviosa, con una actitud negativa de gritos ademanes bruscos o
impositivos. Entonces se crea un ambiente tenso de disgusto, con prisas y
amenazas, introduciendo factores emocionales añadidos y que transforman el
comer en un símbolo de lucha entre la madre y el hijo.
Por otra parte, se recomienda que el
momento del almuerzo o de la cena sea una actividad en familia, en vez de ser
una actividad individual, en la que es más fácil que el niño se aburra.
No
le presiones
Hay palabras que transforman en un drama
la situación más banal. Debemos desterrar de nuestro vocabulario expresiones
como: “¡Termínate el plato!” o “Si no hay judías verdes, no hay postre!”. Esta
es la mejor manera de que el pequeño se niegue a comer. Es más fácil que empiece
a comer si el niño no se siente presionado.
No te enfrentes a un niño que no quiere
comer, él buscará agotar tu paciencia. Trata de decirle pacientemente: “De
acuerdo, no comes en la mesa, pero si tienes hambre dos horas más tarde,
tendrás que esperar a la cena”. Eso sí, no le dejes picotear durante la tarde.
Y después, deja de lado el tema de la comida para hablar con él de otras cosas.
Como decimos, es importante crear una
atmósfera agradable, de charla e intercambio. Pero tampoco es un momento para
ver la televisión ni para jugar. La hora de la comida es para comer. Sabemos que
no podrá parar quieto y que jugará con los utensilios de la mesa, lo que no
significa que le permitamos jugar con juguetes.
Hacer
de la hora de la comida un momento de diversión
Haz que intervenga en el “ritual” de la
comida.
A cada edad puede realizar una labor: a
partir de los 18 meses, puedes comenzar a llevarle al mercado y enseñarle las
verduras y frutas por colores y por nombres. Una vez en casa, déjale ayudarte a
ordenarlas, lavarlas y colocarlas en el plato o la fuente una vez cortadas. A
los 2 años pídele que ayude a elegir el mantel, a poner las servilletas o coger
flores para el centro de la mesa. Desde los 3 años, si sus movimientos son ya
suficientemente coordinados puede colaborar colocando los platos y cubiertos en
la mesa. A partir de los 4 años puede ayudarte a hacer una receta o puede hacer
él mismo una receta sencilla, bajo tu supervisión y, que sin duda, ¡le abrirá
el apetito!. Si se involucra se sentirá parte del proceso.
Si después de esto nuestro hijo sigue
sin tener hambre, pídele que se siente en la mesa aunque no coma. Lo importante
es no hacer un drama de la alimentación.
Promover una conversación positiva y
agradable durante las comidas suele evitar significativamente el aburrimiento,
especialmente si se tratan temas que interesen al niño.
Las
rutinas y los hábitos. Respetar los horarios
Las rutinas y los hábitos son elementos
indispensables en la vida de los niños con TDAH. Igualmente, la comida debe
seguir una rutina preestablecida.
Es importante que se respete un horario
fijo para las comidas, creando así un hábito. Si se le hace esperar demasiado
tiempo o se le da la comida cuando no tiene hambre, la situación llegará a
convertirse en un problema.
No
dilatar el tiempo de duración de la comida
Como los niños con TDAH pueden aburrirse
enseguida demorándose en exceso, aunque haya que tomarse un tiempo para comer y
masticar tranquilamente, tampoco debemos dilatar la duración del almuerzo o el
niño se cansará. Por tanto, debemos servir la comida con mucha agilidad y
motivar al niño para que no se aburra. Es preferible quitarle el plato en un
tiempo prudencial que dejarlo durante horas delante de él.
Si le incentivamos para valerse por sí
mismo ante la comida, estaremos consiguiendo un interés y apetencia por la
misma.
Proporciónale
una alimentación variada
No es conveniente hacer una comida nueva
si no le gusta, pero tampoco debemos caer en el error de prepararle sólo las comidas que sabemos que
le gustan para evitar el conflicto a la hora de comer. La madre tiene que
decidir lo que su hijo debe comer y no al contrario. Si por rutina no quiere lo
que se le presenta, no debemos prepararle otro plato, y es mejor que no coma a
que él decida lo que va a comer. Esto no quiere decir que tenga que gustarles
absolutamente todo. Si un niño sigue una alimentación variada y sana, no pasa
nada porque haya algún alimento que no le guste y evitemos ponérselo.
Igualmente, debemos tener cuidado para
no transmitir negativamente nuestros gustos culinarios a nuestros hijos,
ofreciendo sólo aquellos alimentos que a nosotros nos gustan. Debemos darles de
comer de todo, aunque no nos guste comerlo o prepararlo.
Nosotros somos el modelo a imitar y los
niños aprenden imitándonos en todo. Si nunca nos ven comiendo fruta, ¿cómo
podemos pretender que ellos la coman?
Haz
atractivos los platos
Que nuestros hijos tomen algunos
alimentos como la fruta o la verdura puede resultar una pesadilla. Con algunos
trucos podemos conseguir engatusar los estómagos más caprichosos para que coman
de todo: seamos creativos cuando
preparemos los platos. Podemos variar las formas de las verduras, córtalas de
diferentes formas, en palitos por ejemplo, que podrán mojar en salsas (purés)
de colores y texturas diferentes. Podemos cortar la fruta en pequeños trozos y
ensártala en un palito a modo de brocheta. Utiliza la imaginación para hacer
agradable los platos que menos le gustan. No hay duda que disfrutarán ese momento
festivo y les hará olvidar que bajo esos
adornos de colores se encuentra el puré de zanahoria que tanto les desanima.
Refuerzo
positivo
Debemos demostrarles frecuentemente con
elogios, que valoramos su esfuerzo e intentos por comportarse adecuadamente en
la mesa o por comer con diligencia, y cualquier otro avance a la hora de la
comida
Legalizar
el movimiento
Otro factor que hay que tener en cuenta
es que nuestros hijos necesitan moverse con frecuencia y como todos los niños,
desarrollan intensamente sus conocimientos a través de los sentidos. No debemos
prestarles atención si se porta mal. Les gusta verlo y tocarlo todo. Hay que
permitir, por lo tanto, una flexibilidad en cuanto a los hábitos en la
alimentación para que el niño tome parte activa en la misma. Debemos legalizar
que se levante con la excusa de traer más pan, por ejemplo. No podemos
pretender que permanezca en la mesa hasta que todos los comensales terminen, ya
que les resultaría un esfuerzo excesivo.
De la misma manera, debemos dejarle que
toque los alimentos y juegue con la cuchara. Esto, además, facilitará que
desarrolle sus habilidades psicomotrices. Según vayan creciendo y su
hiperactividad se vaya interiorizando, aprenderán a permanecer tranquilos en la
mesa.
Normas
y límites
Tampoco es conveniente que les exijamos
muchas normas a la vez en la mesa. Sabemos que en la educación de los niños con
TDAH, las reglas tienen que ser pocas, secuenciadas y priorizadas, hasta que
las aprenda. Después podremos introducir otras nuevas: primero que coma,
después ya puedes introducir normas, como utilizar la cuchara, no meter las
manos en la comida, sentarse correctamente, no ensuciar la mesa, cerrar la
boca, recoger su plato, etc.
Raciones
equilibradas
A veces, angustiados por la falta de
apetito de nuestros hijos, exageramos el tamaño de las raciones y queremos que coman
más de lo que necesitan. Aunque esté delgado, si nuestro hijo está fuerte y
sano no debemos preocuparnos de que coma poco, siempre que lo que coma sea
complementario y equilibrado. No hay que “atiborrar” a los niños y pensar que
cuanto más coman, más sanos estarán.
La cantidad que les pongamos debe ser la
adecuada para que se termine el plato. Es mejor que repita a que se desanime ante un plato muy colmado y
se sienta incapaz de terminarlo. Para el niño, es muy gratificante terminarse
todo y luego pedir más. Si la comida consta de dos platos, modera el primero
para que pueda comerse el segundo.
El niño debe hacer cuatro o cinco
comidas al día y no se le debe permitir picar fuera de las horas asignadas para
el alimento. Si los niños son mayores y pueden abrir la nevera o los armarios
de la cocina, debemos vigilar que no cojan lo que ellos quieran cuando ellos
decidan. Nuestra postura debe ser paciente, pero firme y constante, y debemos
mantener la disciplina de comer a sus horas, si queremos que su alimentación se
normalice.
Los
alimentos como disuasión
Tampoco debemos utilizar el alimento
como premio o castigo. “Si no te lo comes todo, no saldrás al parque a jugar” o
“Si no ordenas tus juguetes, no hay postre”. A menudo los padres utilizan estos
argumentos para conseguir algo de nuestros hijos. Sin embargo, es preferible
entender la comida como un hecho cotidiano y básico y no como una herramienta
para disuadir.
Cuando
hay ansiedad
Por el contrario, hay niños que toman la
postura contraria y devoran sin degustar la comida. Esta voracidad ante el
alimento nos está hablando de un problema de ansiedad. Debemos reflexionar y
atender a las causas, además de procurar motivarle para que coma más despacio,
saboreando los alimentos y tomando una postura reposada en la comida.
Por
último…
No nos olvidemos que nuestro pequeño
copia nuestro comportamiento. Es muy importante por lo tanto que vea en
nosotros el placer de comer. Comer implica muchas más cosas que el simple hecho
de engullir y digerir. En cuanto tenga edad, ponle cuanto antes a tu lado en la
mesa junto con el resto de la familia y haz de ese instante un momento de
convivencia.
Es importante que en la alimentación
prime la calidad en vez de la cantidad, y usar técnicas agradables alrededor de
la mesa.
Es necesario puntualizar que las ideas
expuestas anteriormente sirven para trabajar con niños con TDAH, aunque no
tendrán la misma eficacia si presentan además un trastorno oposicionista
desafiante.
CONSEJOS
NUTRICIONALES
El niño con TDAH tiene una fuerte
impulsividad, que junto a esa necesidad descontrolada de buscar estímulos
gratificantes, se manifiestan en una serie de comportamientos inadecuados que
pueden llegar a afianzarse. Estos también están presentes a la hora de realizar
las diferentes comidas del día. Pero debemos tener presente que el niño no
cambia sus hábitos de un día para otro. Se trata de un proceso lento que puede
durar meses y en el que es posible que, en el aspecto nutricional, el niño coma
menos.
El objetivo fundamental es aportarle los
alimentos suficientes para recibir las calorías y los nutrientes necesarios
para que su actividad diaria y rendimiento escolar no se vean afectados.
PIRÁMIDE DE LA ALIMENTACIÓN SANA
Para conseguir todo lo que vemos en la
pirámide nutricional hay que actuar en la comida más importante del día: el
desayuno, que debe ser nutritivo, para evitar la fatiga, y comer alimentos
saludables a media mañana.
Los alimentos, como los lácteos, grasas,
frutas y cereales, mediante una rica mezcla entre todos, hacen del desayuno una
deliciosa primera comida.
Las frutas, antes o después de la
comida, siempre traerán beneficios para la salud y un correcto crecimiento,
aportándole vitaminas del grupo A, B y C, fortaleciendo el sistema
inmunológico.
La Agencia Española de Seguridad
alimentaria y Nutrición (AESAN) reconoce que la población infantil es un grupo
vulnerable a desequilibrios nutricionales.
Aporte energético: la comida debe
aportar el 35% de la energía total de las necesidades diarias.
Perfil calórico: se recomienda en el
menú que la grasa aporte más del 30-35% de la energía. Las proteínas un 12-15%
del contenido calórico y el resto de los hidratos de carbono.
Perfil lipídico: las grasas saturadas no
deben de aportar más del 10% de la energía total.
Aporte de micronutrientes, como
vitaminas y minerales: se deben incluir a diario.
METILFENIDATO.
EFECTO SOBRE EL APETITO
Dos tipos: liberación inmediata y
liberación prolongada.
Efectos secundarios más frecuentes:
- Pérdida de apetito.
- Retraso en la conciliación del sueño.
- Si el niño se siente inapetente después de tomar el medicamento, dale la dosis después del desayuno.
- Como probablemente no tenga apetito a la hora del almuerzo, compensa con una buena cena por la noche y ten siempre a mano bocadillos nutritivos de bajas calorías.
- Si la inapetencia se prolonga, el médico deberá decidir si se rebaja la dosis o si suspende el medicamento, por ejemplo, los fines de semana.
¿Qué debe de incluir un menú
equilibrado?
Los niños en edad escolar tienen unos
requerimientos nutricionales muy exigentes, por varios motivos:
- Desarrollo físico y crecimiento
- Esfuerzo intelectual
- Actividades extraescolares
- Hiperactividad
Debe contener proteínas, una importante
cantidad de hidratos de carbono y fruta:
- Un vaso de leche con o sin cacao.
- Pan integral o blanco, con aceite de oliva (la cantidad dependerá de cada niño).
- Embutido no graso (jamón dulce, pechuga de pavo, queso tierno,…).
- Una pieza de fruta o zumo, o cereales con leche.
La comida y cena deberían aportar los
siguientes alimentos:
- Pescado azul. Por su alto contenido en fósforo. Imprescindible para una buena concentración y memorización.
- Carnes rojas. Con un día a la semana es suficiente, pero son necesarias por la vitamina B12.
- Verduras y legumbres. Este debería ser un plato imprescindible por su alto contenido en vitaminas y minerales.
Debería tener los mismos ingredientes
que el desayuno, pero no tan contundentes en cuanto al tamaño de la porción.
Debe incluir:
- Frutas dulces o cítricas. Fuente de vitaminas del grupo B1 y B2, con la naranja como máximo exponente, rica en vitamina C, que fortalece el sistema inmunológico.
ALIMENTOS NUTRITIVOS
Cuando existe una falta de apetito, debe
de primar la calidad a la cantidad.
PRIMER PLATO: por su aporte vitamínico y energético
- Verduras
- Hortalizas
- Patatas
- Pastas
- Arroz
- Legumbres…
- Carnes
- Pescados
- Huevos
- El agua es importante en la salud de los niños. Los niños hiperactivos fomentan mucha actividad física y, por consecuencia, se deshidratan más rápidamente. La cantidad de agua es relativa. Se aconseja de 4 a 6 vasos de agua.
- Para la elaboración de las comidas, usar preferiblemente aceites vegetales monoinsaturados (aceite de oliva) o poliinsaturados (aceite de girasol, maíz).
- Utilizar el tamaño de platos para engañar visualmente la cantidad de comida. Usando un plato más grande, el niño creerá que come menos cantidad.
- No abusar de los alimentos precocinados como nuggests de pollo o varitas de merluza.
- Leche y yogur mejor que natillas y flanes.
- Evitar dulces con aceites de coco y palma. Intentar utilizar dulces caseros mejor que los elaborados industrialmente.
Comer más no es estar mejor alimentados
y nutridos.
FUENTES:
¿Falta de apetito en TDAH? Consejos
nutricionales a padres. Rafaela Torres Herruzo.
Un artículo muy interesante, es cierto todas las familias me comenta el problema que se les presenta a la hora de comer, que no se mantienen sentados, que les gusta tres cosas... que lo pasan mal, es una lucha constante.
ResponderEliminarBesitos. Cuidate.
¡Muchas gracias Rocío!!
ResponderEliminarAbrazos también para ti.
Buenas tardes a todos los que ven este blog soy Rafaela Torres Gracias por citar la fuente y dar difusión de este tema muy importante para los padres que tenemos esta dificultad con nuestros hijos.
ResponderEliminarSaludos
¡¡Muchas gracias a ti por escribirlo, Rafaela!!
ResponderEliminarUn cordial saludo
Muy interesante, mu hijo ya tiene 16 anos los medicamentos les quitan el apetito y con el tiempo les genera cambios en el carácter, como experiencia a Osman mi hijo se le retiro el medicamento a los 11 anos y solo lo tratamos con Omega 3, la diferencia es enorme, recupera el crecimiento físico se y se disminuye enormemente la impulsividad mejoran en lo academico y sobre todo miden sus impulsos. Uno de los maestros de mi hijo se lo da a su nina de dos anos. Saludos
ResponderEliminarMuchas gracias por tu aportación, Ramona.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, habrà que recomendarla a mis ppff. saludos (=
ResponderEliminar