Actualmente, se está diagnosticando el Trastorno por
Déficit de Atención (TDAH) a adultos de treinta o de cuarenta años; en algunos
casos, incluso a abuelos que ya han cumplido los sesenta.
Muchos adultos con TDAH admiten que no
eran conscientes del trastorno hasta que fue diagnosticado un hijo suyo.
Después de ver el TDAH en sus hijos, estos adultos no diagnosticados han ido
reconociendo unos síntomas parecidos en
sí mismos.
Pero, ¿por qué es importante
diagnosticar TDAH a alguien que ha superado su etapa escolar, que tiene un
trabajo y ha conseguido, de alguna manera, “buscarse la vida” durante más de un
cuarto de siglo?
El TDAH no es un trastorno homogéneo ni
afecta a todas las personas de la misma manera: algunas personas con TDAH
tienen problemas de aprendizaje, otras no; algunas son extremadamente
inteligentes, otras tienen un cociente intelectual medio o incluso bajo;
algunas provienen de hogares que les apoyaron, otras vienen de familias
disfuncionales y tuvieron que salir adelante por sus propios medios. Todos estos
factores afectan al impacto del TDAH en la vida del individuo. Desde luego, el
niño brillante cuyos padres le apoyan estará en mejores condiciones para
superar su TDAH.
Muchos adultos con TDAH han aprendido a
ocultar sus escritorios desordenados tras la puerta cerrada de su despacho o a
parecer atentos incluso cuando no tienen ni idea de lo que les acaban de decir.
Estas y otras habilidades les han ayudado a ocultar su TDAH a lo largo de su
vida.
Pero, con el tiempo, incluso las estrategias
del niño más inteligente dejan de ser eficaces. La frustración va aumentando a
medida que crece la brecha entre la capacidad y el rendimiento real. Después de
años de ser capaces de salir adelante gracias a su inteligencia innata y otras
habilidades, los adultos con TDAH no diagnosticados se dan cuenta de que ya no
les quedan más conejos en la chistera.
Se han realizado estudios sobre adultos
con TDAH que ilustran la magnitud del problema, con significativas diferencias
entre las personas con TDAH y quienes no presentan el trastorno a la hora de
completar sus estudios.
Sin embargo, los objetivos educativos y
profesionales no son las únicas razones por las que estos pacientes buscan
tratamiento. El adulto con TDAH llega a sentirse incapaz de afrontar las
responsabilidades del matrimonio, la paternidad, los pagos de la hipoteca y
otros problemas que se van acumulando.
La frustración puede conducir al consumo
de alcohol o drogas, añadiendo nuevos problemas a los que ya tenía. El trabajo
se resiente y las relaciones peligran. Comienza a aparecer una sensación
general de fracaso.
Romper este ciclo de fracaso y
frustración es la meta principal del tratamiento para el TDAH en adultos.
FUENTE:
Leer el artículo
original en inglés en ADDitude. Living
well with attention déficit
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