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Publicado el 12/07/2017
Decir TDAH es sinónimo de polémica.
Entre los que
consideran que el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad no existe,
los que aseguran que está sobre diagnosticado o le echan la culpa a las nuevas
tecnologías y los que se manifiestan absolutamente en contra de la medicación,
las redes arden cada vez que alguien se atreve a escribir algo sobre el TDAH.
Corren por el universo cibernético muchos mitos sobre el TDAH. La mayoría de
ellos falsos. Entre ellos que el 13 de julio sea el Día Internacional del
TDAH.
Tenga una cosa clara, si el TDAH ha entrado en su casa, lo mejor que
puede hacer es atender los consejos de su médico y no dejarse llevar por
los mitos que rodean a este trastorno.
Pero, ¿qué es el TDAH?
Se trata de un trastorno
neurobiológico originado en la infancia que implica un patrón
de déficit de atención, hiperactividad y/o impulsividad, y que, en muchas
ocasiones, está asociado con otros trastornos comórbidos. Aproximadamente el 30%
de los niños con TDAH tiene, además, un trastorno del aprendizaje (antes llamado
discalculia, dislexia, disortografía…) lo que les convierte en bombas de
relojería durante la etapa escolar.
Suelen ser tachados de vagos y pasotas,
además, muchos de ellos son víctimas de bulling por
parte de sus compañeros. Comprender a un TDAH resulta complicado incluso para
aquellos que conviven con uno.
Más de 100 expertos en Psiquiatría y Psicología
han expuesto en Pamplona las principales novedades sobre el TDAH
Más de 100 expertos en Psiquiatría y Psicología del
niño y adolescente han expuesto en Pamplona las principales novedades
y puntos clave en el tratamiento e intervención del Trastorno por Déficit de
Atención e Hiperactividad, en el marco de la XI Jornada de Actualizaciónen Psiquiatría Infantil y Adolescente.
El objetivo de la jornada fue poner en común
conocimientos para ofrecer una visión integral y avanzar hacia una actuación
más coordinada. “Lo que pretendemos es aportar una visión unificadora del
diagnóstico y tratamiento del TDAH”, explica el doctor César Soutullo,
director de la Unidad de Psiquiatría Infantil y Adolescente de la
Clínica Universidad de Navarra.
“En la edición de este año nos hemos centrado en la parte
biológica (imagen cerebral), pero además hemos realizado una valoración de
los tratamientos que muestran mejores resultados para hacer frente a esta
patología”, matiza Soutullo.
Las conclusiones a las que han llegado son las
siguientes: “Respecto a la medicación lo que mejor funciona son los
estimulantes (lisdexanfetamina y metilfenidato, por este orden) y luego los no
estimulantes (guanfacina y atomoxetina, por este orden)”. Además, para un TDAH
resulta primordial la terapia, “trabajar la parte cognitiva-conductual”.
Respecto a las dietas, “la eliminación de colorantes artificiales puede ayudar
algo. No ayuda nada o casi nada añadir Omega 3 o eliminar los azúcares y lo que
sí que parece que da resultado es la dieta mediterránea”.
Isabel Orjales, doctora en pedagogía y Máster en
Educación Especial explica que el diagnóstico del TDAH “requiere cumplir unos
criterios clínicos: intensidad desajustada respecto a la edad, cronicidad en
los síntomas, descartar que se explique su aparición únicamente por situaciones
ambientales u otros trastornos, interferencia/desadaptación en algún área de su
vida. Además debe haber un buen diagnóstico diferencial. Eso exige tiempo con
la familia y el paciente y un equipo en el que, por lo menos, exista una
valoración médica y psicoeducativa”.
La sintomatología que presenta se puede confundir con
comportamientos de niños sanos con falta de límites educativos
Por eso, cuando surgen por las redes vídeos en los que
se culpabiliza a las nuevas tecnologías de ser las causantes de este trastorno,
los especialistas se llevan las manos a la cabeza. “Ahora es el móvil el que va
a tener la culpa. Este trastorno está descrito desde 1902… ¡cómo va a ser por
el móvil! Que el móvil distrae, seguro, pero entre tener móvil o un bombardeo al lado en la II Guerra Mundial, distrae más lo segundo. Creo que la gente
idealiza el pasado. Eso de que las generaciones nuevas van más deprisa,
estudian menos, leen menos y son menos respetuosas con sus mayores se lleva
diciendo desde Sócrates”, aclara Soutullo.
En la mayoría de los estudios, el TDAH tiene una
incidencia entre el 5 y 7% de los niños en edad escolar. La cifra no varía
mucho en los diferentes países del mundo. Eso supone una afectación importante
(aproximadamente 1 niño por aula de 25 alumnos). “Sólo hace falta calcular
respecto al número de alumnos y aulas de un colegio para ver que no parece que
esté sobrediagnósticado, como acusan algunos. Sí puede haber casos de malos
diagnósticos, basados en poca información, pobre y/o incompleta. La mayoría de
los estudios indican tasas de tratamiento que no llegan al 2-3%, es decir, sólo
la mitad de los TDAH están tratados. Es cierto que ahora se diagnostica más,
pero es que antes casi no se diagnosticaba, y ahora estamos algo mejor, o menos
peor”, se lamenta Soutullo.
Falsos mitos sobre el TDAH
El problema con el TDAH es que la sintomatología que
presentan los niños: inmadurez en el funcionamiento ejecutivo, hiperactividad e
impulsividad se traducen muchas veces en comportamientos más frecuentes en
niños sanos con falta de límites educativos. Eso hace que se tema por falsos
positivos (niños diagnosticados con TDAH que no lo son).
“Este es un ejemplo de
la necesidad que tenemos de formar e informar sobre el TDAH. Hoy por hoy
no contamos con un test que identifique un marcador biológico (un test
genético, los resultados de una prueba neurológica, etcétera) que sirva para
discriminar claramente quien tiene o no tiene TDAH. Pero tampoco lo hay para la
depresión ni la dislexia y sabemos que existe y que con tratamiento se obtienen
mejoras”, añade Orjales.
El diagnóstico se hace con entrevista clínica a los
padres y al niño, cuestionarios, exploración física para descartar problemas de
visión, audición u otros problemas médicos. Se hacer analíticas (para descartar
anemia, hipotiroidismo, hierro bajo…), test de inteligencia y de atención, y
también se debe utilizar la información de los profesores con cuestionarios o
entrevistas. “No es necesario realizar ni resonancias ni electroencefalogramas,
se hacen si se sospechan otros problemas.
Lo más frecuente es diagnosticarlo
entre los 5 y los 8 años, puesto que si son más pequeños es difícil de
diferenciar los síntomas del niño con desarrollo normativo”, recalca Soutullo.
Falta de autocontrol
Muchos TDAH son impulsivos, no piensan en las
consecuencias y tienen reacciones terribles en los momentos más insospechados.
Además de los menores, los familiares también necesitan tratamiento
psicoeducativo y formación específica. “Los padres deben saber que,
independientemente de las variaciones propias del temperamento de cada niño,
tienen un hijo más difícil de educar y que no valdrá que sean padres tipo medio. Deben ser cuasi profesionales en
educación y psicología de la conducta y para ello deben recibir asesoramiento,
formación.
Un niño con TDAH es, muchas veces, una mezcla explosiva de
simpatía, energía, inmadurez en el autocontrol, entusiasmo, disfrute, falta de
regulación emocional, inteligencia e intuición. Un niño con TDAH puede hacer
una observación propia de un niño dos años mayor a la vez que reaccionar con la
pataleta de un niño dos años más pequeño simplemente porque mamá olvidó
llevarle el bocadillo al recogerle del colegio”, describe el doctor.
Los niños y los adultos con TDAH viven la vida con
intensidad, quizá por encima de sus posibilidades
Los problemas más habituales que se observan en un
TDAH son los derivados de un funcionamiento ejecutivo inmaduro (a veces hasta 2
años por debajo de la edad cronológica), aumento de la fatiga en tareas que
exigen atención sostenida (las explicaciones en clase, por ejemplo) con la
consiguiente pérdida de información, trabajo muy lento e inconstante
(dificultades para terminar tareas y exámenes), inmadurez en la automatización
de los procesos implicados en la lectura (con dificultades para derivar
recursos para procesos complejos como la comprensión lectora o la aplicación de
las reglas ortográficas al tiempo que se hace un dictado), procesamiento
impulsivo de la información escrita con pobres estrategias de actuación
(errores en la interpretación de las preguntas de examen que han estudiado o al
leer enunciados matemáticos), etcétera.
No todo es negativo
Los niños y los adultos con TDAH
viven la vida con intensidad, quizá por encima de sus posibilidades.
Pueden llegar a tener potenciales increíbles para la ayuda al prójimo, la
música, las actividades deportivas, la pintura, la poesía, etcétera. Si son
capaces de reestructurar sus talentos pueden llegar a ser los mejores
deportistas (Michael Phelps, Simone Biles), artistas (Mozart) o los más grandes
y audaces empresarios (Steve Jobs).
Llegarán donde nadie ha podido llegar.
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