Pese a la impulsividad que caracteriza al TDAH y al consumo de sustancias, ambos no comparten redes neuronales
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La impulsividad: algo más que una ventaja evolutiva
Casi ningún experto discute que la impulsividad es beneficiosa en algunas situaciones y que tal vez haya desempeñado un papel positivo en términos evolutivos. Cuando la vida es breve y peligrosa y los recursos son escasos, la respuesta rápida obtiene su premio. En estudios realizados con babuinos y monos se observó que los animales que son impulsivos en la adolescencia suelen convertirse en adultos dominantes cuando moderan sus impulsos belicosos.
En los humanos, la conducta impulsiva tiene su punto más alto en la adolescencia, cuando las áreas prefrontales del cerebro aún están en desarrollo o, poco más tarde, en los primeros años de la edad adulta, cuando se espera culturalmente que las personas prueben sus límites.
Sin embargo, nuevas investigaciones han sugerido que el gusto por el peligro o el conflicto no basta para producir un grado de impulsividad persistente y ruinoso.
En un estudio publicado en The Journal of Psychiatric Research, un equipo de investigadores evaluaron a 351 adultos sanos y a otros 70 con desórdenes relacionados con la impulsividad. Los participantes fueron sometidos a una batería de tests destinados a medir la inhibición, el deseo de riesgo y la tendencia a planificar. Los investigadores descubrieron que el gusto por el riesgo se asociaba con los fumadores de ambos grupos y que los hábitos menos reflexivos se relacionaban con individuos que bebían considerablemente.
En los individuos con desórdenes de personalidad, el déficit en la planificación se asociaba también con intentos reiterados de suicidio. La combinación de búsqueda de sensaciones y falta de reflexión caracteriza a millones de personas, pero parece ser extrema en aquellas cuya impulsividad desemboca en problemas crónicos o enfermedades mentales.
La ciencia busca las causas de la impulsividad
Estudios recientes hallaron algunos de los genes que ayudan a explicarla.
Hacer novillos en la escuela, desaparecer el fin de semana o echar una cana al aire: la espontaneidad eludiendo ciertas responsabilidades puede ser una manera saludable de desafiar la rutina, dicen los psicólogos. Sin embargo, para los científicos que estudian las enfermedades mentales y las adicciones, la conducta impulsiva (la tendencia a actuar o reaccionar sin pensar demasiado) es algo muy común.
En los últimos años, numerosos estudios han relacionado la impulsividad con altos riesgos de tabaquismo, alcoholismo y drogadicción. Las personas que intentan suicidarse tienen una alta puntuación en las mediciones de impulsividad, al igual que las adolescentes con problemas alimentarios. La agresión, el juego compulsivo, los desórdenes severos de personalidad y el déficit de atención se asocian con altos niveles de impulsividad.
Ahora, los investigadores han empezado a resolver la naturaleza contradictoria de la impulsividad, identificando los elementos que diferencian entre los aspectos benignos de la impulsividad de los actos autodestructivos. Los últimos trabajos en investigación cerebral y psicología ayudan a explicar cómo se desarrollan las tendencias impulsivas y en qué casos pueden llevar por mal camino a las personas.
Una potente combinación de genes y experiencias tempranas emocionalmente desorientadoras colocan a los individuos en situación de alto riesgo, al igual que ciertos instintos personales muy bien conocidos.
"Lo que estamos viendo -dijo Charles Carver, psicólogo de la Universidad de Coral Gables, Florida- son pruebas que indican que cuando las áreas prefrontales corticales del cerebro, donde se asienta su sistema de supervisión, no funcionan bien, interfierne con la conducta reflexiva y las consecuencias suelen ser negativas".
Sin medir el peligro
La gente que puede jugar con dinero, irse de parranda o probar drogas duras y salir bien librada tiene una capacidad innata para el riesgo, según sugieren todos los estudios realizados al respecto. Están preparados para los peligros o simplemente corren riesgos controlando su conducta de manera semiconsciente; manteniendo un pie en el borde del abismo por si deben retirarse.
Por el contrario, los individuos dominados por sus impulsos suelen confiar en sus primeras impresiones de manera implícita y absoluta.
Los expertos afirman que esta diferencia en la capacidad de autorregulación se basa, en parte, en la variación genética. En un estudio, investigadores del Instituto Nacional de Salud Mental tomaron muestras de sangre de 142 voluntarios sanos y analizaron un gen llamado MAOA, que induce la producción de una enzima que reduce la actividad de una sustancia química cerebral llamada serotonina, que ejerce gran influencia sobre el estado anímico.
Los investigadores realizaron tomografías del cerebro de los participantes para medir el control de sus impulsos y hallaron que los hombres que tenían una variante común de MAOA, conocida como "de alto riesgo", manifestaban una activación significativamente menor que sus pares que tenían la versión "de bajo riesgo" del gen, en la parte del área prefrontal del cerebro donde se origina la conducta reflexiva.
Los participantes con el gen de alto riesgo también tenían déficit en áreas del cerebro destinadas a moderar la emoción, respaldando de este modo los hallazgos de estudios anteriores que revelaron diferencias semejantes relacionadas con los genes.
"Por un lado, estos déficit de regulación emocional predisponen a las personas a intensas reacciones emocionales en la infancia y las hacen más vulnerables a los traumas -dijo el doctor Andreas Meyer-Lindenberg, director del estudio-. Por otra parte, el déficit de la función cognitiva inhibitoria crea cierta propensión a actuar a partir de esas emociones en períodos posteriores de la vida."
Y la vida nunca deja de poner a prueba esa capacidad de supervisión mental. Según Carver, soportar mucho tiempo estrés, a cualquier edad, puede sobrecargar la región prefrontal, dejando menos recursos disponibles para controlar las emociones.
Diferencias en las redes cerebrales asociadas con la impulsividad
La conducta impulsiva es una de las características de cualquier adolescente y, en especial, de aquellos que sufre trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH). Este tipo de comportamiento también se asocia a patrones de abuso en el consumo de drogas y/o alcohol.
Igualmente, los adolescentes que sufren trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) y los que comienzan a fumar o a tomar drogas y/o alcohol tienden a compartir, por lo menos, este rasgo de la personalidad: la impulsividad.
Sin embargo, pese a que la impulsividad caracteriza a ambos factores, hiperactividad y consumo de drogas dependen de distintas redes neuronales. Los científicos de la Universidad de Vermont, en Estados Unidos, han descubierto que, en contra de lo que se pensaba, la impulsividad asociada tanto al déficit de atención con hiperactividad (TDAH) como al consumo de estupefacientes o alcohol, tiene un origen neuronal distinto y las redes cerebrales asociadas con la impulsividad en ambos grupos no son las mismas.
Así se desprende de este estudio publicado en la edición online del 29 de abril de la revista 'Nature Neuroscience', Lo que esta investigación sugiere es que existen múltiples mecanismos subyacentes que fomentan la impulsividad. En otras palabras, la impulsividad que lleva a los menores a no hacer la tarea y la impulsividad que lleva a los jóvenes a darle una calada a un cigarrillo de marihuana no son iguales, en términos neurológicos.
En concreto, y según ha explicado el doctor Robert Whelan, autor de la investigación, se utilizó el test de la señal de detención, una prueba psicológica que permite investigar la capacidad inhibitoria o de autocontrol de una persona. Mientras se escaneaba el cerebro de los adolescentes para medir el autocontrol y la inhibición se les pidió que presionaran un botón cuando veían aparecer en una pantalla una flecha que apuntaba a la derecha o a la izquierda y que no lo presionaran cuando la flecha apuntaba hacia arriba. A los adolescentes con TDAH y a los que habían probado varias sustancias no les fue peor en la prueba que a los demás participantes. Sin embargo, en las personas impulsivas, consumidoras de drogas y/o con TDAH, el tiempo de reacción es más largo de lo normal.
De la misma manera, se encontraron patrones de actividad cerebral en el grupo con TDAH diferentes a los hallados en los que habían probado alcohol, cigarrillos o drogas (sobre todo marihuana).
En los primeros, distintas redes se iluminaron durante la prueba y mostraron diferencias en el lóbulo frontal bilateral y los ganglios basales.
En el segundo grupo, aparecieron patrones distintos de actividad cerebral en el giro frontal inferior y en la corteza frontal orbital.
Esto sugiere que las diferencias cerebrales no son provocadas por las sustancias, sino que ya están presentes y tienen que ver con lo que hace que algunos adolescentes experimenten con el alcohol y que otros se abstengan, señaló Whelan.
"Hemos identificado por primera vez las distintas redes neuronales que contribuyen a los aspectos clínicos y conductuales de la impulsividad", ha afirmado Whelan.
De este modo, los resultados del estudio demostraron que estas conexiones son distintas en el TDAH que en el consumo de drogas y que, por lo tanto, conductas similares pueden tener un origen neuronal completamente distinto. Según La Dra. Lukshmi Puttanniah, directora de psiquiatría infantil y adolescente del Hospital Lenox Hill en la ciudad de Nueva York, el estudio indica que la impulsividad puede tener muchas explicaciones subyacentes.
El TDAH es un trastorno neuroconductual caracterizado por niveles excesivos de actividad, falta de atención e impulsividad más allá de lo normal para la edad del niño.
Las personas con TDAH están en mayor riesgo de abuso de sustancias y alcoholismo. Se pensaba que la explicación la daba una falta de autocontrol o una incapacidad de controlar los impulsos que son parte del trastorno, planteó Whelan.
Aunque se ha demostrado que no hay relación directa, estas conclusiones "no significan necesariamente que los síntomas del TDAH no potencien el consumo de drogas", ha advertido el científico, ya que "la relación entre estas dos conductas también puede aparecer más tarde durante la adolescencia".
Adolescencia y riesgo
"El comportamiento de riesgo que tienen muchos jóvenes es una fase normal del desarrollo de los mamíferos y es necesario para adquirir las habilidades que nos permiten independizarnos en la edad adulta", comentan los autores de este trabajo.
No obstante, Whelan y su equipo están convencidos de que entender las bases neurológicas del autocontrol será clave para mejorar la salud pública de los adolescentes, ya que es en este período vital cuando acostumbran a emerger desórdenes psicológicos, muchos relacionados con la impulsividad, ya que “los estudios sobre el funcionamiento del cerebro en adolescentes son muy escasos”, señala Whelan.
Soy madre de un adolescente Tdah y estoy totalmente de acuerdo con las conclusiones.
ResponderEliminarEl artículo es muy bueno y la esperanza de poder
llegar a tratar el autocontrol es gratificante.
Mi reflexión es...y mientras tanto,quien apoya
a estos niños , quien sabe llegar a ellos , quién
trata de motivarlos en el colegio.
Hay un gran vacío, los docentes no saben , no quieren
saber o no sé cuales el probema , lo cierto es que
no tienen conocimientos suficientes y según mi experiencia ni les interesa. La administración redacta
una ley que no se lleva a cabo y ni los propios inspectores se preocupan de formar , ni vigilar que se
cumplan las normas básicas. Con todo esto quiero llegar a la siguiente reflexión ; La autoestima es esencial para cualquier
ser humano y es sabido que estos niños la tienen baja
fruto de sus frecuentes fracasos ,pienso que el conocimiento correcto por parte de toda la colectividad
docente influiría en gran medida a la motivación personal de estas pequeñas personas que se están formando en todos los aspectos ,una autoestima saludable hará que estos niños sepan medir mejor
las consecuencias , a saber reflexionar antes de hacer
y aprender a programar sus vidas.
Detrás de cualquier adicción hay un vacío emocional
por lo que invito a cualquier docente que piense que su función no solo es enseñar a memorizar y adquirir conocimientos sino a formar personas , personas que necesitan aprender respeto , solidaridad y necesitan ser valorados uno a uno ,ser motivados uno a uno y
brillar uno a uno .No provoquemos el fracaso escolar,la baja autoestima,la pérdida de vidas sanas
por la ignorancia de los que tienen la responsabilidad
de guiar a nuestros hijos y convirtamos el saber en el éxito de crear personas felices.
¡¡Hola Isabel!!
ResponderEliminarEstoy absolutamente de acuerdo contigo.
Creo que si nuestros hijos e hijas recibieran una educación adaptada a sus características y posibilidades, muchos niños/as, en el caso de seguir tratamiento farmacológico, reducirían las dosis y otros muchos dejarían de tomarla. La exigencia escolar es de tal envergadura para los alumnos con TDAH que, al no existir las adaptaciones metodológicas necesarias, hacen que el tratamiento farmacológico sea ineludible.
Agradezco tu aportación.
Un abrazo