Llegan
las vacaciones y dentro de la unidad familiar cada uno las afrontamos de manera
diferente. Se rompen las rutinas y la mayor interacción familiar genera más
conflictos.
El
conflicto surge cuando dos o más miembros de la familia perciben o tienen
intereses contrapuestos, decisiones incompatibles. Pero tener intereses
diferentes no necesariamente constituye un conflicto.
Damos
por hecho que en una familia el interés de las personas adultas es el bienestar
de los menores, por lo que no hablamos de intereses esencialmente contrapuestos,
sino de formas diferentes de entender ese bienestar.
Por
eso, en las familias, el problema no es tener conflictos, sino la manera de
enfocarlos y resolverlos.
Es
fundamental aprovechar la cantidad de oportunidades y de momentos que se tienen
en la infancia y adolescencia para gestionar de forma positiva los conflictos,
ya que una gestión positiva proporciona la dosis de seguridad necesaria para
ejercer la responsabilidad en las diferentes etapas evolutivas. Si hay conflictos,
se toman decisiones, y si se toman decisiones, se produce el aprendizaje de la responsabilidad
y la autonomía.
Esta
guía aporta información para que padres y madres nos sintamos competentes, reciclemos
nuestras fortalezas y aprendamos nuevas herramientas y habilidades para manejar
los conflictos, para buscar cambios y mejoras, confiando en nuestras
capacidades.
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