La
rutina diaria con un niño con trastorno por déficit de atención con/sin
hiperactividad (TDAH), es ya de por sí complicada y, por si fuera poco, se le une el hecho de que
aproximadamente una cuarta parte ellos tiene además un trastorno específico del
aprendizaje, que se presenta de forma comórbida, es decir, no es consecuencia
del TDAH sino que cursan paralelamente.
¿Qué
significa esto? Pues que se les complican algo más las cosas ya que, no sólo
tienen las dificultades para aprender características del TDAH, sino también
las añadidas de un trastorno específico del aprendizaje como pueden ser:
- Lectura
- Expresión escrita
- Cálculo (Discalculia)
- Razonamiento matemático
- Coordinación motriz (Disgrafía)
- Ortografía (Disortografía)
Además,
tienen menor habilidad para desempeñar un trabajo autónomo y tardarán más
tiempo en conseguirlo, lo que se traduce entre otras cosas en dificultades
para:
- Organizarse el trabajo
- Mantenerse centrados
- Perseverar en las tareas
- Evitar distracciones (tanto internas como externas)
- Monitorizar el proceso
- Autoevaluarse
Con
todo esto en mente y sabiendo que se trata de un trastorno crónico, debemos
saber dosificarnos y buscar alianzas. Recordemos que se trata de una maratón o
carrera de fondo, no de una prueba de velocidad. Deberemos esforzarnos por
conseguir no solo un buen ajuste académico, sino también emocional y social.
Entonces,
¿cómo podemos afrontar con éxito el largo curso escolar sin llegar extenuados a
junio?
Deberemos
intentar establecer una coalición con los profesores. Aunque el niño lleve
algunos cursos diagnosticado y continúe en el mismo colegio, puede haber algún
profesor que lo desconozca. En ocasiones, algunos padres intentan ocultar al
colegio el diagnóstico por el compresible temor a las etiquetas, pero lo
perjudicial no es el diagnóstico sino la etiqueta mal empleada o mal entendida.
Por tanto, no tiene sentido ocultarlo porque lo etiquetarán de rebelde, vago,
conflictivo…, etiquetas que incluso conociendo el diagnóstico suelen recibir.
Lo
más aconsejable es mantener una entrevista con el tutor comenzadas las clases. El objetivo de la misma será el de recabar información de nuestro hijo en diferentes facetas, así como conocer la visión que
el profesor tiene del niño. Agradeciendo su interés y apoyo, le haremos saber
que estamos de su parte e intentando buscar puntos en común para poder abordar
más adelante los temas que nos preocupen que, presumiblemente, serán:
Deberes
Tal
vez los profesores no sepan las horas que se le dedican en casa. El exceso de trabajo
académico genera mucho estrés familiar y conductas de evitación del niño ante
el trabajo difíciles de manejar para los padres. Se trataría de intentar flexibilizar y
optimizar los deberes, reducir la cantidad o incluso cambiarlos por algún tipo
de refuerzo específico del que el niño salga más beneficiado. Los niños con
TDAH tienen muy poco tiempo libre; generalmente, además del tiempo que dedican
al estudio y a hacer los deberes, asisten a clases de refuerzo y/o
psicoterapia.
Exámenes
La
ansiedad con la que se viven en casa puede llegar a ser abrumadora. Exámenes
más espaciados, combinando diferentes formatos de pregunta en una misma prueba:
de desarrollo, verdadero/falso, completar un esquema, definiciones, opción
múltiple, frases para completar; en matemáticas combinar problemas con
operaciones. Supervisar que han respondido todo antes de que entreguen el
examen. Suelen dejar preguntas en blanco
e incluso olvidan responder algún apartado, aunque sepan la respuesta.
Agenda
Lo
que no se anota en clase, no se hace en casa. La supervisión es necesaria y
deberá mantenerse durante mucho más tiempo que el esperado para su edad por las
propias dificultades de organización y planificación de estos niños. Dedicar un
tiempo cada día para que el niño apunte las tareas en la agenda con la supervisión
del profesor. Es muy importante y se debe tener cuidado para NO convertir la
agenda en un mecanismo de comunicación entre el centro y la familia SOLO de
aspectos negativos. Si estos son frecuentes, deberemos acordarlo con el
profesor/a y utilizar otras vías para no dañar al niño/a.
Desde casa
Desde casa, debemos
centrarnos en crearles rutinas. Todos los días y, a ser posible, a la misma
hora, después de merendar. No importa si la agenda está vacía, se trata de
crearles el hábito de trabajo. El tiempo variará en función de la edad, de
media hora para los más pequeños, a hora y media o dos para los más mayores. El
lugar más adecuado es aquél en el que el niño trabaja mejor: algunos lo harán
en su habitación y con silencio; en cambio otros necesitarán ruido de fondo o
la presencia del adulto porque se concentran mejor, prefiriendo la cocina o el
salón. Démosle pues, a cada uno en función de lo que necesita.
Paqui
Moreno. Psicóloga y terapeuta en Red Cenit.
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