Oralidad y
escritura: argumentación en niños con
trastorno por déficit de atención e hiperactividad.
Beatriz
Gallardo-Paúls, Verónica Moreno-Campos
Introducción.
Este trabajo profundiza en las diferencias de competencia lingüística de niños con
trastorno por déficit de atención/hiperactividad (TDAH) en oralidad y
escritura.
Objetivos.
Verificar si estos niños presentan en las tareas orales los mismos problemas de
control inhibitorio y de autorregulación que se han señalado en investigaciones
basadas en datos escritos, y describir tales problemas (falta de adecuación,
producción inadecuada) según aparecen en nuestros datos orales.
Pacientes y
métodos. Se analiza una argumentación escrita y otra oral de 25 participantes
entre 9 y 11 años. En la tarea escrita, los niños redactaron sus
argumentaciones y en la tarea oral se filmó su interacción argumentativa con
una colaboradora; se analizó en cada caso el tipo de argumentaciones utilizadas
(lógicas, falaces, de sanción o moralistas).
Resultados. Se
comprueba la diferencia evidente entre los resultados de las dos pruebas, lo
que indica la necesidad de revisar los mecanismos de evaluación verbal y de
completar los resultados escritos con pruebas de destreza oral. Los problemas
normalmente asociados a las tareas escritas no aparecen en lenguaje oral; los
participantes son capaces de seguir el hilo discursivo y aportar nuevas
argumentaciones relacionadas con el tema.
Conclusiones.
Los datos analizados ponen de manifiesto la dificultad adicional que supone la
tarea escrita para los niños con TDAH, la fiabilidad de los resultados orales
respecto a las habilidades lingüísticas y la necesidad de usar ambos tipo de
datos en la evaluación.
INTRODUCCIÓN
Hasta la
fecha, y desde los trabajos emblemáticos de Barkley (1,2) y de Baker y Cantwell
(3), son muchas las propuestas de definición y descripción lingüística del
trastorno por déficit de atención/hiperactividad (TDAH).
Podemos definir el
TDAH como “un grado inapropiado de inatención y/o hiperactividad-impulsividad
que causa problemas conductuales, es incoherente con el nivel de desarrollo, y
que está presente antes de los 7 años de edad (antes de los 12 según el actual
DSM 5). Se trata de la alteración del comportamiento (neuroconductual) más
diagnosticada en niños en edad escolar y uno de los trastornos psiquiátricos
más prevalentes de inicio en la infancia. Se asocia con retraso y dificultades
en el funcionamiento académico y social (4). Es frecuente encontrar en la
bibliografía autores que señalan la relación existente entre este trastorno y
las dificultades de aprendizaje: “Las tareas lingüísticas están sensiblemente
afectadas en niños con TDAH debido a que éstas requieren un adecuado nivel de atención
y control inhibitorio. Estos chicos pierden mucha información verbal a causa de
su disfunción ejecutiva” (5).
Puesto que el
TDAH es una alteración neurocognitiva, parece lógico que diversos estudios
hayan tratado de establecer un correlato entre el subtipo de TDAH presentado
por los niños y el tipo de tareas lingüísticas donde éstos presentan problemas.
Sin embargo, las conclusiones de estos trabajos no aportan datos concretos: “El
hallazgo sobre la baja competencia en comprensión oral de los niños con
dificultades de comprensión lectora y TDAH se suma a otros trabajos que
subrayan la implicación de los fallos en el lenguaje oral en las dificultades
lectoras (…). La complejidad explicativa que subyace a la comprensión oral en
el TDAH deberá estudiarse en profundidad en futuros trabajos” (6-8).
Centrándonos
en el tema de las habilidades orales en TDAH, lo primero que se debe señalar es
la casi ausencia de trabajos que se han interesado por este tema. Además, la
mayoría de ellos se basan en discursos relativos a una narración previa
(actividades de retelling) y se apoyan en esta tarea para destacar que uno de
los problemas principales de los niños con TDAH deriva de “un bajo nivel de
competencia al identificar los tópicos e ideas principales de un texto” (9), lo
que supone trasladar el problema al nivel pragmático, sustituyendo perspectivas
sintácticas previas por enfoques centrados en aspectos de informatividad.
Precisamente, la conclusión anterior sirve a otros autores para afirmar que “la
dificultad pragmática del niño con TDAH reside más bien en una incapacidad para
manejar, con la suficiente eficacia, toda la información necesaria que entra en
juego en el acto comunicativo oral. Esto supone un problema para tener en
cuenta todos los aspectos relevantes en la comunicación y selecciónar la respuesta adecuada en el momento adecuado” (10).
Otros
estudios resultan más concretos por apoyar sus conclusiones en datos empíricos
y análisis cuantitativos; por ejemplo, en investigaciones previas del grupo
PerLA (11) se compararon textos narrativos y argumentativos de niños con TDAH y
de desarrollo típico, y se encontró que los textos escritos por niños y niñas
con TDAH presentaban medidas levemente inferiores que el grupo control
(especialmente en las franjas de menor edad) en algunos aspectos referidos a la
densidad textual (proporción de sucesos en las narraciones y de justificaciones
en las argumentaciones), o la utilización de marcas enunciativas de teoría de
la mente, siendo en general “textos menos elaborados y menos complejos que los
redactados por sus pares” (12). Como los textos eran menos elaborados, se
procedió posteriormente a analizar los componentes sintácticos presentes en
dichas narraciones y se pudo comprobar que los niños con TDAH desarrollan
valores menores en los niveles de complejidad sintáctica y utilizan menos
subordinadas que los niños del grupo control en ambos tipos de texto; en el uso
específico de los tiempos verbales, los redactores con TDAH emplean en mayor
proporción los tiempos prototípicos, es decir, presente de indicativo en la
argumentación e imperfecto de indicativo en la narración (13).
En el
presente trabajo planteamos dos objetivos. El primero se relaciona con los
problemas señalados por los trabajos anteriormente citados, referidos al
control de la inhibición/autorregulación; nuestra hipótesis es que si este
hecho resulta cierto, entonces los participantes tendrán más problemas en la
ejecución de tareas escritas que en las tareas orales. Por tanto, el primer
objetivo de este trabajo es conocer si las habilidades lingüísticas del niño
con TDAH varían en función de las demandas de la tarea de la prueba. El segundo
objetivo es comprobar si los problemas en lenguaje oral mencionados en estudios
previos (falta de adecuación, producción inadecuada) aparecen en la ejecución
de la tarea oral que planteamos a nuestros participantes y, en tal caso,
detallar qué tipo de problemas son los más comunes.
PACIENTES Y MÉTODOS
Participantes
En el
presente trabajo hemos analizado una argumentación escrita y otra oral de 25
participantes con edades comprendidas entre 9 y 11 años. El criterio de
inclusión en el estudio ha sido la presencia de TDAH y la condición facilitada
por el instituto colaborador INVANEP de que las pruebas escritas y orales se
realizaran a los niños en el mismo día.
Para este
estudio hemos contado con 20 niños y 5 niñas. Se ha primado la diferenciación
en subtipos de TDAH y no la genérica, al comprobar en anteriores estudios que
no existían diferencias significativas en la ejecución de las tareas. De los 25
niños, 8 presentaban un diagnóstico de TDAH; 5, TDAH con impulsividad; 10, TDAH
combinado, y 2, TDA (ninguno de los dos eran niñas). Sólo seis participantes
tomaban medicación cuando se recogieron los datos.
Datos
Los datos de
cada niño se recogieron el mismo día para evitar condiciones diferentes en los
datos. Del mismo modo, todos los datos que presentamos en este trabajo han sido
cuantificados por la misma persona; además, un 20% de las grabaciones fue
analizado por un investigador colaborador para asegurar la validez interna de
los análisis, coincidiendo en un 95% en la clasificación de los datos.
Descripción
de las tareas
En la primera
tarea se presentaba a los niños de forma individual una hoja con unas
instrucciones escritas donde se les demandaba que escribiesen sus argumentos a
favor o en contra de una idea (p. ej.: “piensa en alguna cosa que quieras
hacer, pero tus padres no te dejen; ahora escribe cómo tratarías de
convencerlos”). Las propuestas se realizaron teniendo en cuenta la edad y
posibles gustos de los informantes. Tres de los cuatro modelos disponibles de
argumentación se apoyaban en una imagen, si bien no se apreciaron diferencias
entre ambos tipos de actividad. El tiempo para realizar esta prueba era de 10
minutos.
En la segunda
tarea, grabada con cámara de video para el análisis posterior, una colaboradora
interactuaba con los niños para demandarles información sobre una nueva
argumentación, referida a temas distintos. Se tuvo en cuenta que sus preguntas
no condicionaran el tipo de argumentación de los niños; en la mayoría de los
casos, la colaboradora animó a los niños a contestar con la partícula
interrogativa “¿Por qué?”. La duración media de esta prueba fue de 4,38
minutos.
Análisis
Para
comprobar si estos niños presentan más problemas en tareas escritas que orales
y el tipo específico de problemas, se procedió a analizar el tipo de
argumentaciones utilizadas en ambas tareas. Las estrategias argumentativas que
analizamos fueron las siguientes:
- Estrategias lógicas o de instrucción. Argumentos que apelan a la razón, al juicio argumentado; prevén consecuencias más o menos lógicas u objetivas: “mi madre no me deja jugar porque es de matar personas”, “a ese juego sí puedo jugar porque es de matar personas”, “a ese juego sí puedo jugar porque es de matar zombies y los zombies ya están muertos”. (R.V. C., grabación 13).
- Estrategias argumentativas de sanción. Argumentos que inciden sobre mecanismos de causa-efecto (premio-castigo); “si le haces daño a alguien vas a tener problemas y te pueden arrestar” (S.M. E., grabación 8), “los niños se tienen que portar bien con la profesora porque así no les riñen” (F.V., grabación 22).
- Estrategias altruistas o moralistas. Argumentos que apelan a la identificación y manipulación emotiva entre emisor y receptor; falta de argumentos reales: “me tienen que comprar un móvil porque todos mis amigos lo tienen y se ríen de mí. Soy el único que no tiene. Imagínate cómo te sentirás tú si se rieran de ti” (J.M.N., grabación 24).
- Estrategias claramente falaces. Argumentaciones circulares, tatuológicas, topoi culturales, donde la argumentación no se cuestiona: “el césped no se pisa porque es un ser vivo y produce oxígeno” (A. D., grabación 1), “tengo que obedecer a mis padres porque son mis padres” (C.T.S., grabación 17).
El
primer objetivo era conocer si las habilidades lingüísticas del niño o niña con
TDAH varían en función de las demandas de la tarea de la prueba, es decir, si
la tarea oral evidenciaba las mismas dificultades asociadas previamente a
tareas basadas en lecturas previas o en escritura. Si comparamos el número
total de argumentaciones por tarea, observamos que el número de argumentaciones
en tarea escrita es de 66, mientras que las argumentaciones en tarea oral suman
243 aportaciones. A simple vista se comprueba que la tarea escrita entraña una mayor
dificultad para los niños con TDAH, lo que podría enmascarar su habilidad argumentativa.
La diferencia evidente entre los resultados de ambas pruebas parece indicar la
necesidad de revisión de los mecanismos de evaluación de problemas
lingüísticos, siendo necesario contrastar los resultados escritos con pruebas
de destreza oral.
Al
analizar el tipo de argumentaciones por tarea comprobamos que, en la tarea
escrita, la argumentación más utilizada fue la moralista (38%), seguida de la
falaz (30%), la lógica (26%) y la de sanción (6%). En cambio, en la tarea oral,
el tipo de argumentación más utilizado fue la argumentación lógica (42%), seguida
de la moralista (27%), la falaz (21%) y la de sanción (10%).
Tras
analizar los resultados, podemos concluir que los tipos de argumentación varían
en función de la tarea. Nuestros estudios guardan correlación con los
resultados de estudios previos [12], donde se señala que en las argumentaciones
orales de adolescentes con TDAH la estrategia argumentativa más usada es la
argumentación lógica (35%), seguida de la moralista (26%), la falaz (23%), y la
de sanción (13%).
Si
analizamos el tipo de estrategia más utilizado según el subtipo de TDAH, el
primer resultado que llama la atención es que en tarea oral todos los subgrupos
han utilizado un número significativamente superior de argumentaciones lógicas.
En cambio, en la tarea escrita sí se manifiestan diferencias según el subtipo
de TDAH: el subgrupo con TDA es el único con mayor número de argumentaciones
lógicas en tarea escrita (43%), el subgrupo con TDAH utiliza mayoritariamente
argumentaciones de tipo falaz (52%) y los subgrupos con TDAH combinado y TDAH
inatento utilizan argumentaciones moralistas (41% y 67%, respectivamente).
Estos
resultados vuelven a llamar la atención respecto a la dificultad adicional que
supone la tarea escrita para estos niños. Además, destaca que los subgrupos
donde el componente impulsivo está presente, optan por estrategias de
argumentación más convencionales, procedentes del saber compartido y en
principio más neutras a la evaluación del entrevistador, mientras que en la
argumentación oral recurren con más facilidad a pensamientos y razonamientos
propios.
Por
lo que se refiere al segundo objetivo, es decir, conocer cuáles son los
problemas específicos que aparecen en los datos obtenidos en la tarea oral, los
participantes son capaces de seguir el hilo discursivo y aportar nuevas
argumentaciones relacionadas con el
tema planteado. Además, las argumentaciones en tarea oral contienen mayor carga
de razonamiento lógico que las argumentaciones en tarea escrita. Por tanto,
conviene tomar con cautela la descripción de síntomas deficitarios asociados
habitualmente a estos niños [9,10], que pueden deberse a la complejidad de las
tareas seleccionadas, en las que normalmente se ponen en juego actividades de
escritura, cuyo sistema de representación exige más esfuerzo cognitivo (en
atención, por ejemplo, así como en autocontrol regulatorio [14]) que la
expresión oral.
En
conclusión, las tareas escritas representan un mayor nivel de dificultad para
las personas con TDAH que las tareas orales, lo que resulta lógico teniendo en
cuenta que se trata de dos sistemas distintos de representación; la
lectoescritura es un sistema secundario más lento que la oralidad y, por tanto,
se ve más afectada por la impulsividad característica de este trastorno.
Los
datos analizados en este artículo ponen de manifiesto la dificultad adicional
que supone la tarea escrita para los niños y niñas con TDAH, la fiabilidad de
los resultados orales respecto a las habilidades lingüísticas y la necesidad de
usar ambos tipos de datos en la evaluación verbal de los niños.
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FUENTE:
Gallardo-Paúls
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