Luz Sela
Miércoles,
12/03/14 -
Un 4% de
españoles padecen trastorno por déficit de atención e hiperactividad.
La falta de
diagnóstico en la infancia empeora el trastorno en la edad adulta.
Muchos se
enteran en la consulta a la que acuden para tratar a sus hijos.
"El TDAH
estalla al llegar a la edad adulta porque desaparecen muros de contención como
la escuela o la familia", dice el doctor José Antonio Ramos Quiroga, psiquiatra del
Hospital Vall d'Hebron de Barcelona.
Según un
estudio publicado el pasado 12 de marzo por el New York Times, basado en los datos de Express
Scripts, el número de adultos que toma medicación para tratar el déficit de
atención e hiperactividad se ha duplicado desde 2008 a 2012.
Los expertos
piden más comprensión hacia este trastorno y advierten de que no es sólo cosa
de niños. Según el estudio, aproximadamente 10 millones de adultos americanos
podrían padecerlo, frente a los apenas 2'6 que han sido diagnosticados.“
"La primera
definición del TDAH la tenemos ya en 1775 y que es un trastorno crónico lo
sabemos desde 1902”. El doctor José Antonio Ramos Quiroga, desbarata, de entrada, a
cualquiera que se dirija al TDAH como el “trastorno del siglo XXI”. Desde hace
400 años se conoce, pero a día de hoy el 97 por ciento de los adultos que lo
padecen, no están diagnosticados. La paradoja alerta a los propios científicos
que advierten de la necesidad de tomar conciencia de un trastorno que ha
condicionado, sin saberlo, la vida de muchas personas. Entre el 3 y el 4 por
ciento de los españoles, según algunos estudios.
Son un auténtico desafío para
los especialistas, que en consulta han identificado hasta tres tipos de
pacientes:
- El que ha seguido un tratamiento desde la infancia, pero cuyo trastorno se mantiene en la edad adulta.
- El del adulto joven que no ha sido diagnosticado y llega a consulta debido a un comportamiento problemático.
- Y aquellos otros pacientes que derivan desde centros de drogodependencias.
En el
89 por ciento de los casos, el TDAH
lleva asociados otros trastornos, como ansiedad, bulimia, ludopatías o
adicciones.
Aunque con enorme retraso, que se hable de nuevos casos significa
también un éxito: “Está empezando a diagnosticarse mejor, y nos tendríamos que
felicitar por ello”, dice Ramos Quiroga, que en 2002 abrió el primer centro de nuestro
país para identificar y tratar el TDAH en adultos. Desde el Hospital Vall
d'Hebron de Barcelona su equipo de investigación ha publicado ya casi un
centenar de artículos internacionales sobre la prevalencia del trastorno pasada
la infancia y la adolescencia.
Por fin,
empieza a desterrarse la idea de que va únicamente asociado a los más pequeños
y comienza a ser diagnosticado.
“La clasificación de trastornos mentales
americanos se ha abierto más a la sintomatología del adulto”, dice Isabel Rubió, de la Fundación ADANA, en la que atienden a personas con el trastorno.
“Hasta hace muy poco se creía que solo pasaba en niños y adolescentes. Pasaba
más desapercibido porque no había unos síntomas de identificación”.
Ana Miranda, catedrática de Psicología Evolutiva de la Universidad de Valencia, y
directora de una investigación para el seguimiento en la edad adulta de niños
diagnosticados con TDAH comparte el diagnóstico. “Hasta ahora se consideraba
que desaparecía en la adolescencia. Ahora se constata que es un trastorno
crónico que puede durar a lo largo de todo el ciclo vital”.
Se sabe que
el 70 por ciento de los niños que nunca fueron tratados de su trastorno,
acabarán padeciéndolo también al llegar a la edad adulta: “es un trastorno del neurodesarrollo, por tanto algunos de los síntomas tienen que haberse
manifestado en la infancia. Otra cosa es que hayan pasado desapercibidos”, dice
Rubió. En ocasiones, esos síntomas, en la infancia leves, estallan al llegar a
la edad adulta. “Puede que haya sido un niño con TDAH con poca problemática,
pero que al llegar a adulto se incrementa mucho, porque desaparecen los muros
de contención”, apunta el doctor Ramos Quiroga. Se caen los patrones de la escuela, de
la familia, del núcleo materno... Ese niño ya adulto tiene que organizarse por
sí mismo y lidiar con más variables en una vida complicada y eso sobrepasa a
estos pacientes.
Un dato
revelador lo dan las estadísticas de prevalencia por géneros. En los más
pequeños, la brecha se abre del dos por ciento de las niñas al ocho en los
niños, pero en adultos la proporción es del uno a dos. La explicación se
encuentra en los propios parámetros naturales de comportamiento entre unos y
otros, de forma que los niños tienden también a manifestar más síntomas,
mientras que las niñas los “silencian”. “Hasta ahora habían sido identificadas
como chicas con bajo desarrollo intelectual”, dice Rubió, cuando en realidad
padecían un trastorno no diagnosticado.
Precisamente,
muchas madres con TDAH se enteran de que lo padecen cuando acuden a consulta
por el problema de su hijo y se ven reflejadas en su sintomatología. El
trastorno tiene un fuerte componente genético. Tanto, que hasta en el 70 por
ciento de los casos, un niño con déficit de atención o hiperactividad tiene
unos padres que también lo padecen, en la mayoría de los casos sin saberlo. Las
ahora madres “son niñas que no han sido diagnosticadas porque no han molestado,
no han generado una atención por parte de nadie” pero que ahora se ven
desbordadas con los síntomas de su hijo, precisamente porque su propio
trastorno les impide gestionarlos y responder a ello con eficacia. La situación
acaba sobrepasándolas y en algunos casos pueden acabar padeciendo una
depresión.
“En los años
40 o 50 la realidad española era muy diferente”, dice Ramos Quiroga, “las posibilidades
de tener un acceso correcto a la salud mental infanto juvenil eran mínimas. Han
crecido con esa sensación de que no tenían capacidades, cuando en el fondo hay
un problema que es reversible”. Cogerlo a tiempo es fundamental.
"TDAH sin metástasis"“
Un oncólogo
quiere un cáncer delimitado y sin metástasis. Nosotros nos encontramos casi
siempre TDAH con metástasis”, dice este especialista. Buena prueba de la
importancia de un diagnóstico temprano. Los expertos recuerdan que el trastorno
debe abordarse desde una perspectiva multidisciplinar y afirman que el paciente
reacciona ya de forma muy positiva cuando se identifican sus síntomas y se les
pone una etiqueta. Eso le alivia, porque pone orden a una situación que creía
desbordada por su propia incapacidad. A partir de ahí se aplica toda una
terapia psicológica y conductual, que, siempre dependiente del grado, suele dar
buenos resultados. También la medicación“.
La gente que
banaliza el TDAH y lo interpreta sólo como un problema relacionado con las
malas notas es porque no ha visto a pacientes. La gran apuesta que tenemos que
hacer es predecirlo a tiempo, porque estas personas tienen más riesgo de
consumo de sustancias o fracaso escolar. Así podremos hacer tratamientos
preventivos”, dice el doctor José Antonio Ramos. Cerca del 50 por ciento de los
adultos con el trastorno desarrollan una adicción a la droga. Unas cifras que
destapan un auténtico problema de salud pública y ante el que las autoridades
sanitarias aún no han reaccionado.
“Sabemos que
la obesidad afecta a un porcentaje muy amplio de niños, y hacemos prevención.
Pero aquí no. Mejoremos las pautas educativas”, aconseja.Todos coinciden en que
hace falta más especialización. Universitaria y profesional. “Muchas personas
no son diagnosticadas, porque en sus comunidades autónomas no hay
especialistas”, afirma la doctora Miranda. Falta formación en las
universidades, y los médicos, psicólogos y psiquiatras, deben asumirla por su
cuenta. Y también se echa en falta más concienciación social y más sensibilidad
hacia este problema. “Es verdad que todavía hay muchas personas que creen que
el trastorno no existe, que es un problema de falta de educación de los padres.
Es un trastorno reconocido”, recuerda Rubió.
¿Excesivamente medicamentados?
Las
autoridades sanitarias de EEUU alertaban en un informe publicado el año pasado
del incremento de los diagnósticos de TDAH en niños y también del exceso de fármacos
utilizados en su tratamiento. Según el estudio, uno de cada diez adolescentes
de secundaria estaría recibiendo medicación en este momento. Algunos expertos
veían en estas cifras el intento de mejorar por la vía rápida las
calificaciones de los estudiantes y la presión de los padres para variar el
comportamiento de su hijo, sin tener en cuenta las consecuencias: insomnio,
problemas nerviosos, etc. El doctor José Antonio Ramos Quiroga niega tajante que exista
una sobremedicación: “Sabemos que el trastorno afecta al 6 por ciento de los
niños y ni de largo está medicado el 2 por ciento. Y en adultos es todavía
mucho más bajo, sólo el 0'007 por ciento de los adultos reciben medicación, muy
por debajo del 3 o el 4 que lo padece”. Afirma que el debate es un ámbito del
desconocimiento, porque las terapias inciden siempre en una dimensión multidisciplinar.
“Es como si el niño tiene cuarenta de fiebre. Hay que dar medicación”, dice la
doctora Isabel Rubió.
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