Estas técnicas pueden utilizarse individualmente o en combinación, según el caso, para aumentar los resultados.
Recordemos que, ante conductas más severas, persistentes y/o con presencia de agresividad, éstas técnicas no deben ser aplicadas sin la evaluación previa de un profesional de la salud infantil.
Es una de las técnicas más eficaces, en especial, para aquellas conductas que se manifiestan con rabietas, pataletas, lloros, pero sin manifestaciones agresivas.
Esta técnica consiste en dejar automáticamente de prestar atención al niño ante las manifestaciones de gritos, rabietas u otros. Generalmente, el niño efectúa tales manifestaciones para reivindicar ciertas demandas o llamar la atención del adulto. El niño puede estar acostumbrado a conseguir lo que desea mediante este comportamiento (refuerzo positivo): si el niño efectúa cualquier petición acompañada de lloros o pataletas, la atención de los padres es mucho mayor y es atendido antes. Esto llega a convertirse en un hábito.
Antes de aplicar esta técnica, debemos analizar la situación con tranquilidad y verificar que se trata realmente por la supuesta demanda de atención: ¿Le presta la atención y el tiempo que necesita el niño? ¿Normalmente cede ante sus demandas? ¿Se dirige con frecuencia a él cuando se porta "bien" para decírselo y premiarlo o sólo lo hace cuando lo castiga? Los episodios de rabietas y desobediencia son, en gran medida, conductas aprendidas y, por tanto, podemos efectuar un “desaprendizaje”.
Antes de aplicar esta técnica, debemos analizar la situación con tranquilidad y verificar que se trata realmente por la supuesta demanda de atención: ¿Le presta la atención y el tiempo que necesita el niño? ¿Normalmente cede ante sus demandas? ¿Se dirige con frecuencia a él cuando se porta "bien" para decírselo y premiarlo o sólo lo hace cuando lo castiga? Los episodios de rabietas y desobediencia son, en gran medida, conductas aprendidas y, por tanto, podemos efectuar un “desaprendizaje”.
Esta técnica no es aplicable en conductas que cursen con fuerte agresividad verbal o física, con episodios de lanzamientos de objetos o, en general, para aquellos comportamientos que signifiquen peligro potencial para el niño o para otros. En estos casos consulte siempre a un especialista antes de actuar.
Objetivo: Enseñar al niño que, efectuando las peticiones de forma inadecuada (rabietas, lloros, etc.), no va a conseguir nada.
Método: Si retiramos la atención que prestamos al niño (refuerzo positivo) inmediatamente después de la aparición de las respuestas inadecuadas, éstas tenderán a desaparecer.
Forma: ¿Cómo hay que hacerlo?
Ante las conductas inapropiadas:
1. Retirar la atención inmediatamente. Evite el contacto ocular o la emisión de cualquier recriminación, palabra o gesto. Haga como si la conducta no estuviera ocurriendo (salvo en las conductas que pudieran suponer peligro para el niño u otros). Si sucede en casa, puede volverse de espaldas o salir de la habitación donde se encuentre. Fuera de casa, dependiendo del lugar, la regla general es mantenernos a cierta distancia sin prestar atención, pero esto dependerá si estamos en un lugar abierto con peligro potencial para el niño (circulación de coches, paso de muchas personas, etc.) o si nos encontramos en un lugar cerrado (tienda, supermercado, etc.). Si la rabieta tiene lugar en un sitio público donde no puede separarse físicamente de su hijo, permanezca a su lado pero siga retirándole la atención como se ha mencionado antes (retirada contacto ocular, sin gesticular, sin hablar).
En niños pequeños, si hay peligro de que se escape y está en vías públicas puede ser necesario retenerlo físicamente: concéntrese sólo en ejercer la fuerza necesaria para evitar su huida pero mantenga toda la tranquilidad posible, es importante que el niño no vea al adulto alterado emocionalmente, debemos transmitirle una sensación de que tenemos el control de la situación y que con su actitud no va a conseguir nada. Siga sin dirigirle palabra y espere a que la situación se calme. Después, superados estos momentos, diríjale toda la atención cuando el niño se tranquilice.
Una vez calmado, puede intentar explicarle (si el niño tiene suficiente capacidad de comprensión verbal) sin recriminaciones, lo que ha sucedido en tono calmado.
La idea no es transmitirle: "Te has portado mal, te desprecio y paso de ti", sino: "Puedes conseguir algunas cosas si lo pides de otra forma".
La idea no es transmitirle: "Te has portado mal, te desprecio y paso de ti", sino: "Puedes conseguir algunas cosas si lo pides de otra forma".
2. Está totalmente contraindicado verbalizar cualquier manifestación de reproche, sermón o advertencia de que no le vamos hacer caso por mucho que insista. De esta forma lo estamos retando a una discusión dialéctica y puede empeorar las cosas. Simplemente: No le diga nada.
3. Una vez que la conducta empiece a bajar de tono puede progresivamente prestarle atención de nuevo.
Se trata de una técnica que produce efectos de mejoría de forma progresiva. Nos llevará cierto tiempo (dependiendo de las variables propias del niño y su entorno) el conseguir resultados claros.
Recuerde qué:
1.- Con estas técnicas debemos conseguir que el niño desaprenda hábitos mal adquiridos y este proceso llevará un tiempo. Debemos ser constantes y coherentes en su aplicación. Es necesario que ambos padres y el resto de figuras relevantes para el niño (abuelos, tíos, etc.) actúen de igual forma ante las mismas conductas.
2.- Paralelamente debemos trabajar y potenciar las conductas alternativas que nos interesa que el niño utilice.
Insistimos en que los padres intenten mantener la calma, ya que el niño va interiorizando estos estados emocionales. Si la respuesta a sus malas conductas es sólo más ruido y reproches fuera de tono, el niño interiorizará estos patrones negativos.
3.- Al inicio de aplicación, estas técnicas suelen producir un aumento en la frecuencia e intensidad de las conductas que precisamente intentamos eliminar. Es un hecho normal e indica que vamos por el buen camino. No se desanime tras los primeros fracasos. Sólo necesitaremos un poco de tiempo.
4.- Es arriesgado pasar por alto ciertos comportamientos con la esperanza de que, con el tiempo, tienden a desaparecer. Esto puede suponer la consolidación, perpetuación y agravamiento del problema en la adolescencia. Las normas, valores y referentes deben construirse desde la temprana infancia.
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