TDAH = Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad

martes, 21 de abril de 2015

BIENVENIDO AL MUNDO DEL TDAH, EN DONDE SE APRENDE A ATERRIZAR EN EL AIRE


Quienes tienen TDAH muestran diversas características que, en general, alteran el desarrollo de sus vidas. Conozcamos qué sienten, cómo viven y cómo se manejan las personas con TDAH.


La “sensación” del TDAH

El TDAH es una mezcla de tendencias a menudo contradictorias y rasgos que giran alrededor de uno, alterando el orden de distintos aspectos de su vida en diferentes momentos a medida que realiza sus inconsistentes rutinas.

Los ingredientes de esta mezcolanza pueden incluir:
  • Una gran energía mental física (coexistente a veces con una extremada laxitud).
  • Una mente en rápido movimiento que se distrae fácilmente (que concurre a veces con una mente sorprendentemente superfocalizada).
  • Problemas para recordar, planificar y anticipar.
  • Impulsividad y una conducta impredecible.
  • Creatividad.
  • Falta de inhibición.
  • Desorganización (que confluye con habilidades remarcables de organización en ciertos momentos).
  • Una tendencia a la postergación (que coexiste a veces con una actitud “debo hacerlo ahora sí o sí”).
  • Una actitud de alta intensidad que alterna con una de vagancia extrema.
  • Tendencia a olvidar (concurrente con un recuerdo extraordinario de informaciones a menudo remotas y, sobre todo, irrelevantes).
  • Intereses apasionados (que conviven en otros momentos con una incapacidad de despertar su interés).
  • Una forma original, a menudo alocada, de ver el mundo.
  • Irritabilidad (acoplada con ternura).
  • Una tendencia a preocuparse innecesariamente (coexistente con una predisposición a no preocuparse lo suficiente cuando la inquietud está justificada).
  • Una propensión en la edad adulta a involucrarse con actividades adictivas (compatible con una preferencia a la abstinencia total en ciertos momentos).
  • Una incilinación a ser un inconformista.
  • Una tendencia a rechazar la ayuda de los otros (concomitante con una idea de querer ayudar a los otros).
  • Una generosidad que puede ir demasiado lejos.
  • Una tendencia a repetir los mismos errores muchas veces, sin aprender nada de ellos.
  • Una facilidad para subestimar el tiempo que le lleva realizar una tarea o llegar a un destino.
No existen dos niños con TDAH que sean idénticos. La variedad e inconsistencia hace imposible capturar una imagen definitiva de esta “mente-mariposa” que está en rápido movimiento.


Me agravia el término “Trastorno por déficit de atención con hiperactividad”. 
Si alguien tiene un trastorno, son las personas que avanzan penosamente prestándole especial atención a cada manchita y a cada migaja, a cada detalle y regla, a cada norma y procedimiento en cada minúsculo manual, a cada mínimo error en el otro (compatible con una “ceguera” ante el error propio).
Yo creo que son esas las personas que tienen un trastorno. Lo denomino el “Trastorno de Excedente de Atención”. Ellos hicieron exactamente lo que se les dijo de niños y ahora se ganan la vida diciéndole a los otros qué es lo que tienen que hacer y qué no.
¿Qué tipo de vida es ésta? ¿Si usted tuviera que llamar a una de los dos un trastorno no votaría por el Excedente? ¿Quién desea prestar atención a una miríada de detalles durante mucho tiempo? ¿Es realmente un signo de salud mental escribir en tu cuaderno, sentarse quieto en la silla y nunca hablar fuera de turno?
Por lo que veo, muchos de los que sufren del Trastorno de Excedente de Atención son miembros de la Sociedad de Congénitamente Aburridos.


Existen varias metáforas para describir al TDAH. 
Tener TDAH es como tratar de conducir un coche en un día lluvioso con un limpiaparabrisas defectuoso. El parabrisas se vuelve borroso y poco nítido a medida que se avanza a toda velocidad, pero usted no aminora la marcha. Usted sigue conduciendo tratando de ver lo mejor posible. ¿Por qué no aminora la velocidad o, mejor aún, se detiene? 
Porque ésta no es la forma del TDAH. Usted continúa andando, si es rápido, mejor. Está en su corazón y en su cerebro.

Tener TDAH es también como estar escuchando un partido de fútbol por la radio con mucha estática e interferencia. Cuanto mayor esfuerzo hace para escuchar el partido, se vuelve más frustrado. La frustración aumenta con el paso del tiempo y usted se vuelve algo más que frustrado… se vuelve loco. Quiere gritarle a la radio o a cualquier ser humano que comete el terrible error de preguntarle justo en ese momento cómo se siente usted.

Tener TDAH es también como querer construir un castillo de cartas en medio de un huracán. Debe construir una estructura para protegerse del viento antes de que pueda comenzar a cimentar el castillo con las cartas. Construye un cobertizo sólo para ver que una ráfaga de viento lo destruya. Así que comienza nuevamente y otra vez el viento gana, de forma tal que levanta el cobertizo nuevamente y otra vez, y nunca llega a las cartas. Pero usted no abandona. Ésta es otra característica de las personas con TDAH: siguen probando.

Tener TDAH es como estar sobrecargado todo el tiempo.
Es como poseer un cerebro similar a un coche de carreras. Tu cerebro va más rápido que el de los otros. El problema es frenarlo. Tienes una idea y tienes que llevarla a cabo de forma inmediata, y luego tienes otra antes de que hayas terminado con la primera aunque, de todas maneras, la intentas llevar a cabo. Pero cuando estás haciendo esto, una tercera intercepta a la segunda y tienes que seguir a esta última. Entonces, las personas te empiezan a decir que eres un desorganizado, impulsivo, desobediente, desafiante y toda una serie de palabras descorteses, sin entender lo que te está pasando.

Es que uno tiene todos esos vectores invisibles empujándote en uno y otro sentido que hace que sea muy difícil que uno persista en una única tarea.
Además, tu cerebro está constantemente desbordado, rebosante. Estás tamborileando los dedos, golpeando con los pies, tarareando una canción, silbando, mirando acá, mirando allá, rascándote, estirándote, garabateando. Lo que lleva a las otras personas a pensar que no estás prestando atención o que no estás interesado, aunque uno está esforzándose al máximo para poder estar atento.

Tengo más oportunidad de tener los cinco sentidos puestos en algo mientras estoy caminando o escuchando una canción, o aun cuando estoy en un aula abarrotada de gente ruidosa, que cuando estoy sentado, quieto y rodeado por el silencio.
¡Dios me salve de las bibliotecas! Son paraísos silenciosos para mucha gente, pero para mí son cámaras de tortura.

Alguien alguna vez dijo, “el tiempo es la cosa que evita que todo suceda al mismo tiempo.” El tiempo fracciona los momentos en bits separados de manera tal que podamos hacer una cosa a la vez.
En el TDAH el tiempo colapsa, haciéndote sentir que en la vida todo está pasando en  el mismo momento. Es ahora o nunca... o tal vez más tarde.
Esto genera pánico. Uno pierde la perspectiva y la capacidad de seleccionar qué debe ser hecho primero, qué después y qué puede esperar hasta el próximo día. En lugar de esto, uno está siempre en marcha, saltando antes de mirar, tratando de evitar que el mundo se derrumbe encima de uno.
En el mundo del TDAH existen sólo dos tiempos: "el ahora" y, luego, "el no es ahora". Por lo tanto, si un jefe le dice a una persona con TDAH que una presentación debe estar lista para una reunión importante en tres meses, el individuo con TDAH piensa “no es ahora”. Se olvida hasta que dentro de meses se vuelve ahora y entonces ya es muy tarde.

No es sorprendente que la depresión, la preocupación tóxica y los trastornos de ansiedad abundan entre los niños y adultos con TDAH no diagnosticados. Nunca saben cuándo van a olvidar algo, decir la cosa errónea o aparecer en el lugar inadecuado en el momento inadecuado.

A veces una persona con TDAH puede sentarse y, por ejemplo, mirar una pintura por un largo, largo rato. Se puede introducir en el mundo de la pintura y viajar a través de ella hasta que se olvida de todo lo que lo rodea. En esos momentos las personas con TDAH pueden superfocalizar.
Esta capacidad demuestra que no es cierto que las personas con TDAH no puedan jamás prestar atención. Cuando están interesados, cuando sus neurotransmisores “están alineados” y la estructura está dispuesta de forma tal que puede ayudar a los niños con TDAH, éstos pueden focalizarse como un perro de caza sobre el olor de una presa.

Las personas con TDAH tienen un problema que podríamos denominar como “trastorno de no puedo esperar en una cola”. En muchas oportunidades la ansiedad de la espera los lleva a actuar de formas que después lamentarán.
Esto se debe a que tienen una baja capacidad en el paso reflexivo que media entre el impulso y la acción. Por esto tampoco poseen mucho tacto. Esta capacidad depende enteramente de la habilidad de considerar sus palabras antes de pronunciarlas.
Muchos niños con TDAH se parecen al personaje de Jim Carrey en la película “Mentiroso, compulsivo” en el que no puede mentir.
Una dura verdad cuando se tiene TDAH es que puede ser muy trabajoso hacer tareas tan triviales como mantenerse en silencio o resistir la tentación de decirle a la señorita que se parece a una cobaya.

Muchos de los niños que tienen TDAH ansían situaciones de alto estímulo, como los juegos de consola. Esto, ya de adultos, puede llevarles a los casinos y carreras de caballos.
Por todos estos motivos, los padres de estos niños buscan ayuda. 

Pero una vez que se ha iniciado el tratamiento adecuado el cerebro de estos niños puede ofrecer un campo inexplotado.
De pronto la estación de radio se sintoniza bien, el parabrisas está claro, la tormenta se apacigua y uno puede construir su castillo de naipes.
Puede comenzar a utilizar todos esos grandes planes e ideas que ha estado guardando durante años. Ahora el niño o alumno que ha sido un gran problema ―un terrible dolor de cabeza tanto para él mismo como para los demás― comienza a hacer cosas que nunca antes fue capaz de hacer.

Los niños con TDAH a menudo tienen un “talento” especial para la vida, una forma de ver directo en lo corazón de las cosas, mientras que los otros necesitan razonar en forma metódica todo a lo largo del camino.
En lugares donde la mayoría de las personas son ciegas, los niños con TDAH pueden, si no ven la luz, al menos sentir la luz, y pueden generar respuestas aparentemente desde la oscuridad.
Si el ambiente insiste en un pensamiento racional y lineal y en una “buena” conducta todo el tiempo, entonces estos niños nunca podrán desarrollar su estilo intuitivo al punto de que puedan usarlo en forma provechosa.
¿En qué consiste el tratamiento? En cualquier cosa que disminuya la estática y fortalezca la señal verdadera.Tan sólo hacer el diagnóstico ayuda a amortiguar la estática debida a la culpa y la auto-recriminación. Construir ciertos tipos de estructuras (como listas, agendas, hábitos saludables de sueño, dieta y ejercicios) pueden “afilar” el foco mental.
Un plan de tratamiento abarcador, que tome en cuenta muchas y variadas intervenciones, es el mejor plan de tratamiento.

Seis hábitos altamente eficientes para las personas con TDAH
  • Haga aquello para lo que es bueno.
  • Delegue aquello en lo que es malo en otros siempre que pueda.
  • Conecte su energía con un medio creativo.
  • Esté lo suficientemente bien organizado como para alcanzar sus objetivos. La clave aquí es “lo suficientemente bien”. Esto no significa que tenga que estar perfectamente organizado. Con suficientemente bien como para lograr los objetivos es suficiente.
  • Busque y preste atención al consejo de personas en las cuales confíe. Ignore a los destructores de sueños.
  • Vaya con su lado positivo. Tome sus decisiones y de rienda suelta a su lado positivo.
¿No quiere prestar atención o no puede? El punto crucial del asunto.

¡Presta atención! Pero ¿qué pasa si no puede? ¿Qué pasa si, sin importar cuánto es el esfuerzo, su atención va donde ella quiere y no donde el alumno quiere?

“¡Si sólo se hubiera esforzado lo suficiente, usted hubiera podido prestar atención!” Durante muchos años este ha sido el exasperante lema de maestros y padres que no pueden lograr que otra persona se focalice. Ellos suponen que para prestar atención todo lo que una persona tiene que hacer es sólo desearlo.
¡Qué errónea es esta idea! El esfuerzo solo no puede focalizar su neuromatriz al igual que solo no puede focalizar su visión o lograr que se duerma o se enamore.
Muchas fuerzas deben combinarse para lograr el foco visual, el sueño, el amor o la atención, y también muchas fuerzas pueden distraerlo de estas cuatro funciones.

Estamos preocupados por la atención. Ciertamente el esfuerzo (“querer”) es uno de los muchos factores que fortalecen la atención, pero es sólo una de las razones. Por ejemplo, si está preocupado por algún problema apremiante tendrá que luchar para prestar atención a cualquier cosa sin importar cuánto lo desee usted. O, si tiene hambre, usted no se concentrará tan bien como si estuviera bien alimentado. Si hay un martillo neumático taladrando en las inmediaciones de donde usted está estudiando, le restará capacidad de prestar atención hacia su tarea. Si siente dolor físico, ese dolor desviará su atención. Si tiene sueño, tendrá problemas para focalizar sus circuitos neuronales. Estos son algunos de los factores críticos que pueden modificar su nivel atencional.

Tener TDAH es una de las muchas factores que alteran la atención.

Muchos maestros y padres han logrado ver que el punto crucial para prestar atención no está siempre bajo el control de la voluntad. A veces lo está, si se le pide a los alumnos que atiendan, ellos pueden esforzarse en hacerlo durante unos minutos. Pero, después de este periodo, el guardián del cerebro se desconecta, y la mente (como espíritu travieso que es) se pierde por donde la curiosidad la lleve.

Nadie puede “retener” sus circuitos mentales durante mucho tiempo. Como experimento , usted mismo intente poner su interés en algo aburrido, como, por ejemplo, una revista técnica sobre un tema que no le guste o a una conversación que no le interesa. Puede forzarse a hacerlo, pero sólo durante un tiempo equivalente al que puede retener su respiración. Rápidamente usted exhala. Usted olvida que está tratando de prestar atención y su mente va hacia donde ella quiere ir. Para traerla de vuelta, primero debe darse cuenta de que ella ha desaparecido, lo cual no podrá hacerlo porque usted y su mente están ahora absortos en sus nuevos pensamientos, donde estos hayan ido.
Por razones que desconocemos, tan pronto como usted se ordenó a sí mismo prestar atención, se olvida de esta orden. Sin importar cuánto desea esforzarse para prestar atención, el aburrimiento le permite a la curiosidad encontrar la llave y abrir la puerta de salida, permitiéndole a la atención escapar y encontrar un lugar interesante para visitar.
La atención se conduce de esta manera en niños que NO tienen TDAH.

En niños con TDAH es igual, aunque incrementado. Pueden estar atentos de una forma aún más inconsistente que los otros chicos.
En el TDAH, un niño no tiene un déficit de atención sino un “vagabundeo” de ella. No es que su neuromatriz quede vacía sino que se va hacia otro sitio. El término Trastorno por Déficit de Atención no permite comprender en forma total el problema. No es que los niños con TDAH tienen un déficit de atención, es que a su atención le gusta ir donde ella desea y estos niños no siempre pueden controlarla.
El objetivo del tratamiento del TDAH no es prevenir estas excursiones mentales sino trasladarlas más al control voluntario.
No deseamos eliminarlas. Es durante estos “viajes” mentales que aparecen algunas de las mejores ideas de los niños con TDAH. La creatividad, después de todo, no aparece en forma programada o a demanda. Aparece de forma impredecible.

Preservar lo mejor del TDAH mientras se controla los obstáculos que se interponen en el camino es lo que se denomina tratamiento.
Decirle a un niño con TDAH que se esfuerce más es de tanta ayuda como decirle a un miope que entrecierre los ojos más fuertemente.

FUENTE:
Autor: Dr. Roberto Rosler. Docente de Neurocirugía en la Universidad de Buenos Aires
08 de Mayo de 2014

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